AULA LIBRE, FACULTAD DE DERECHO UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA /
El programa Aula Libre, un espacio para el análisis, el debate y el ejercicio dialéctico de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, acaba de presentar una interesante publicación digital de libre circulación intitulada Transición, gobiernos de transición y democracia: retos, tensiones y contradicciones, la cual reúne una serie de artículos y ensayos de politólogos, sociólogos, juristas, filósofos y economistas de algunos países latinoamericanos que abordan y profundizan sobre la complejidad del tema.
El politólogo colombiano Carlos Medina Gallego se encargó de elaborar la presentación de este libro colectivo en la que explica de manera detallada los alcances que tiene un gobierno de transición en la actual coyuntura histórica latinoamericana y la cual reproducimos a continuación. Al final de su texto se puede descargar referido trabajo bibliográfico en archivo PDF.
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Transición y gobiernos de transición en América Latina: retos y perspectivas
POR CARLOS MEDINA GALLEGO* /
Pensar los gobiernos de transición en América Latina desde una perspectiva progresista, de izquierda, resulta una urgencia y una necesidad superior. Por esta razón hemos convocado desde la Universidad Nacional de Colombia, a partir del programa de extensión solidaria Aula Libre, un conjunto de analistas, intelectuales, académicos y líderes sociales para el desarrollo de una reflexión colectiva al respecto.
La experiencia de los gobiernos de izquierda ha sido en algunos de nuestros países confrontada de manera directa por las alianzas de las fuerzas reaccionarias y de extrema derecha que se oponen a cualquier tipo de cambio que pueda favorecer nuevas perspectivas para los desarrollos de nuestras naciones en un sentido en el que se reconocen y se trabaja por los derechos fundamentales de la ciudadanía de las comunidades y en general de la nación. Pero, también han sido duramente cuestionadas por las izquierdas radicales y fundamentalistas que ven en los gobiernos de izquierda progresista una claudicación a los poderes hegemónicos occidentales.
No son pocos los esfuerzos hechos y los logros alcanzados por los gobiernos latinoamericanos de izquierda progresista en Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela, Colombia y México. Gobiernos que han tenido que enfrentar el poder del capital transnacional, las oligarquías empresariales de cada uno de los países y la ofensiva mediática de las corporaciones comunicativas que construyen sobre sus propios intereses las “realidades” de cada uno de estos países desconociendo las graves problemáticas que los afectan, en particular, en relación con el derecho al trabajo digno, a la alimentación de calidad, a la democracia amplia y en general a una vida digna en lo económico, social, político, cultural y ambiental.
Este ensayo busca en lo particular generar algunas líneas de reflexión sobre el deber ser de un gobierno de transición que no se plantea nada distinto que hacer ajustes y reformas necesarias para que se produzcan las transformaciones mínimas que garanticen el bienestar y la tranquilidad de la sociedad en su conjunto.
Una primera afirmación que es necesario formular es la que un gobierno de transición no se propone realizar una revolución que posibilite la transformación absoluta del Estado y del modelo de desarrollo económico y social. Siendo un gobierno revolucionario su propósito no es hacer una revolución en el marco de las viejas concepciones del totalitarismo de Estado y la dictadura del proletariado. El gobierno de transición es en lo esencial de carácter democrático y progresista, que se fija como propósito la modernización de las instituciones políticas, el mejoramiento significativo del desarrollo económico en una perspectiva incluyente; un énfasis en lo social que garantiza el ejercicio pleno de los derechos fundamentales de los ciudadanos y, una preocupación mayor por manejar unas relaciones con la comunidad internacional de naciones respetuosa y de integración para el bien común, sobre la base del respeto a la libre determinación de los pueblos.
Un gobierno de transición se preocupa por recuperar el sentido de lo público, como aquello que pertenece a todos y constituye la base de bienestar de todos, recursos estratégicos, infraestructuras y patrimonios que garantizan los derechos fundamentales de los miembros de la sociedad y el desarrollo en general de la nación.
Es de este propósito esencial que surge la necesidad de transformar la cultura política tradicional combatiendo de manera eficiente las prácticas de corrupción, clientelismo, nepotismo, transfuguismo y todo el portafolio de criminalidad que erosiona la institucionalidad política y social generando privilegios y exclusiones inaceptables.
Reformas al sistema político
Una de las principales acciones que hay que emprender en un gobierno de transición, en un primer momento, es la ampliación y profundización de la democracia lo que significa ajustes necesarios al régimen de partidos y al sistema electoral y su institucionalidad y, en un segundo momento, la construcción de mecanismos de participación de la sociedad civil en escenarios que trascienden los aspectos meramente políticos e incursionan de manera efectiva en aspectos de tipo social, económico, cultural y ambiental, construyéndose una nueva cultura política democrática que genera comunidades participativas con poder de decisión y capacidad de gestión de los aspectos públicos que comprometen el desarrollo territorial.
La reforma del sistema de partidos debe buscar en lo esencial reducir el número de colectividades políticas partidarias, las que proliferan como empresas electorales, y contribuir a su fortalecimiento, reglamentando su funcionamiento democrático de tal forma que todos los sectores se vean representados y puedan expresarse libremente, pero, sobre todo, que las mujeres puedan hacer efectivo el derecho a la participación en forma paritaria. Igualmente tomar en consideración los aspectos de la financiación de la vida partidaria para que estos no se pongan al servicio de los intereses empresariales y de la contratación. Combatir el mercado electoral y darle a la política una función social, superando las prácticas que han hecho de la política un negocio de beneficio personal, es un reto de los gobiernos de transición. Acabar con la práctica de hacer de los partidos empresas electorales.
Resulta pertinente ajustar el sistema electoral en un proceso de modernización tecnológica que establezca el voto electrónico, con todas las seguridades y vigilancias necesarias y tomar en consideración la posibilidad del voto obligatorio, precedido de una agresiva campaña de educación política que genere una cultura de la responsabilidad frente a lo político y a lo público. A esto hay que sumarle el cambio de la arquitectura institucional capturada por la delincuencia partidaria tradicional.
Debe garantizarse la participación política de los movimientos sociales para lo cual es necesario crear una ruta democrática. En algunos países viene madurando la idea de que los movimientos sociales reemplacen a los partidos, tema que amerita una discusión amplia. Tal vez lo que hay que hacer es recuperar la función de los partidos como legítimos representantes del interés público y de las distintas expresiones de la sociedad.
Reformas al sistema económico
Los gobiernos de transición no se fijan como propósito la transformación del modelo de desarrollo económico sino su democratización y el mejoramiento significativo de los sistemas de distribución de la riqueza social.
Son gobiernos que buscan asignarle a la propiedad privada una nueva dinámica y función en el marco de la construcción del desarrollo y del bienestar de la nación desde una perspectiva de acumulación de capital que favorece significativamente a las clases trabajadoras y populares.
Desde este enfoque la clase empresarial juega un papel determinante en el desarrollo de una economía poderosa que contribuya de manera significativa al logro de los propósitos de bienestar que deben guiar el conjunto de las acciones e iniciativas en materia de economía que se desarrollan en cada país. Los empresarios no pueden mirar los gobiernos de transición como una amenaza sino como una oportunidad para redefinir de manera exitosa sus procesos de desarrollo y crecimiento económico con un énfasis en la construcción del bienestar general de los ciudadanos, de la clase trabajadora y en general de la nación.
En el marco de una nueva concepción de lo público, en lo posible, sectores estratégicos de la economía que ofrecen servicios que constituyen derechos fundamentales de los ciudadanos deben estar bajo la potestad del Estado y deben ser administrados con eficiencia, eficacia y escrupulosa honestidad por sus funcionarios. Los recursos estratégicos de la nación constituyen el fundamento esencial de la acumulación de riquezas redistributiva que se establece en presupuesto nacional en el marco de la oferta de bienestar ofrecida por el Estado para sus ciudadanos: salud, educación y servicios públicos deben, en lo posible, ser empresas estatales eficientes y rentables.
El fortalecimiento de las economías populares y la normalización y regulación de la informalidad hacen parte esencial de las propuestas económicas de un gobierno de transición, así como la generación de empleo de calidad.
El fortalecimiento de la producción agroindustrial debe estar unido al crecimiento y desarrollo de las economías campesinas que garantizan la sustentabilidad y soberanía alimentaria de la nación en una concepción que mantiene la armonía de los ecosistemas ambientales y hace un uso adecuado y democrático del agua.
La presencia de empresas transnacionales se regula según acuerdos que no degradan la soberanía económica de la nación y potencian su desarrollo en condiciones de igualdad, equidad y dignidad. Los gobiernos de transición no se oponen a la inversión extranjera en el contexto de economías justas, se oponen a las empresas extractivistas expoliadoras que se enriquecen llenando los territorios de pobreza. Los gobiernos de transición no se oponen a las economías que generan bienestar y progreso, se oponen a las economías que generan desigualdad y pobreza.
El modelo de desarrollo económico de los gobiernos de transición tiene una especial preocupación por los problemas ambientales del planeta, la sustentabilidad de sus recursos estratégicos y la conservación de los ecosistemas que constituyen las cuentas ambientales de la nación.
Las reformas sociales
Es preocupación central de los gobiernos de transición garantizar a sus ciudadanos el usufructo de los derechos fundamentales que dignifican su vida personal, familiar, comunitaria y social.
El derecho a la vida en condiciones de dignidad humana convoca la necesidad de una oferta amplia de derechos que la garanticen y la favorezcan. Esto significa una lucha cerrada contra el hambre y la pobreza absoluta, multidimensional y monetaria. Lucha que convoca grandes esfuerzos de todas las partes y que no puede resolverse con asistencialismo institucional, sino, con cambios profundos y estructurales que garanticen empleo, salud pública, vivienda digna y una oferta educativa para la vida y el trabajo y una oferta cultural y deportiva para la dignificación física y espiritual de la existencia humana. Temas todos que han sido una preocupación permanente de los movimientos sociales y de las izquierdas de América Latina.
La Universidad Nacional de Colombia y el programa de extensión solidaria Aula Libre expresa a los autores de los distintos artículos su más sentido agradecimiento por atender este llamado e invita, a difundir ampliamente este trabajo y a los movimientos sociales y políticos a hacer de él un espacio de reflexión crítica y análisis creativo. Es absolutamente claro nuestro respeto por las distintas miradas que al respecto del tema se expresan en estos ensayos, que se mueven entre un espíritu de crítica propositiva y las miradas apocalípticas.
*Docente Investigador Universidad Nacional de Colombia.
Descarga del libro
Para acceder al libro en archivo PDF, ingresar al siguiente enlace:
Transición, gobiernos de transición y democracia: retos, tensiones y contradicciones
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