“Ante perversidad y degradación del capitalismo hacen falta un radicalismo y fuerzas movilizadas que asusten a las clases dominantes”: Nancy Fraser

Nancy Fraser

POR ANNE STRAINCHAMPS /

La filósofa y politóloga norteamericana Nancy Fraser (Baltimore, 1947) es una de las pensadoras más lúcidas e influyentes de la izquierda marxista y feminista contemporánea, no solo en EE.UU. y la anglosfera, sino a nivel mundial. Su debate con Judith Butler en los años noventa tuvo un gran impacto intelectual, dejando bien establecidas las diferencias entre un feminismo posmoderno y un feminismo más clásicamente materialista y socialista.

Sus estudios en torno a las injusticias de redistribución y reconocimiento crearon un fértil campo para pensar problemáticas complejas sin caer en simplificaciones ni polarizaciones maniqueas, en tanto que sus debates con el filósofo alemán Axel Honnet han sido de enorme valor intelectual. Hace pocos años dio a conocer un potente Manifiesto para un feminismo del 99 %, redactado en colaboración con Titthi Bhattacharya y Cinzia Arruzza: un verdadero hito del feminismo anticapitalista, y una demoledora crítica al feminismo liberal (hoy dominante). Su último libro, Cannibal Capitalism. How Our System Is Devouring Democracy, Care, the Planet -and What We Can Do about It (Verso, Londres y Nueva York, 2022, 190 págs.), aún no traducido al español, está dando que hablar en el campo intelectual y militante de la izquierda marxista, feminista y ecologista, debido a sus ambiciones teóricas y sus implicaciones políticas.

La historia emergente de nuestro tiempo es un relato de crisis superpuestas: el cambio climático, la pandemia, la agitación económica, la guerra, la violencia racial y mucho más. Fraser lo llama “una tormenta perfecta de la irracionalidad y la injusticia del capitalismo”. Es un momento que ella lleva tiempo prediciendo, incluso esperando.

“Los momentos de crisis profunda y aguda que son visibles para mucha gente, crisis que se viven como terribles callejones sin salida, en los que la gente siente que algo tiene que ceder y que no podemos seguir así, cuando esa sensación se generaliza, entonces se produce una aceleración del aprendizaje social. También se produce una aceleración de las cosas más feas y desagradables», sostiene y agrega: “Pero es una época en la que la gente está abierta a ideas innovadoras, a cosas que nunca antes se habrían planteado”.

Fraser es una de las teóricas críticas más destacadas del mundo, filósofa feminista marxista de la New School for Social Research. A lo largo de cuatro décadas, ha construido una teoría general del capitalismo, extendiendo las ideas de Marx y Engels para incorporar el feminismo, la justicia racial, el medio ambiente y ahora la pandemia. Su trabajo es ampliamente conocido en Europa, donde ha alcanzado el estatus de estrella intelectual. En EE.UU., es una figura importante de la izquierda académica, en las páginas de Jacobin Magazine y The New Left Review. Recientemente, ha empezado a escribir para un público más amplio, con libros como Feminism for the 99 % y Cannibal Capitalism.

Hablar con ella es extrañamente alentador. Si algo le han enseñado 40 años de estudio del capitalismo es el valor de una buena crisis.

Cartografiando la crisis del capitalismo

En su opinión, “Las cosas se ponen interesantes en estas situaciones de crisis. Fue entonces cuando conseguimos el New Deal. Nunca se podría haber conseguido de forma gradual. Hizo falta una gran conmoción en todo el sistema y el miedo de las clases empresariales a la revolución social desde abajo, al comunismo, a los sindicatos, etcétera. Hacen falta fuerzas movilizadas que asusten a las clases dominantes para que se les ocurra hacer, o aceptar, cambios importantes. Creo que estamos en un momento de crisis aguda. Son raras en la historia. Ha habido quizá cuatro o cinco en los 500 años de historia del capitalismo”.

“Este es el momento en el que algún tipo de radicalismo es necesario y posible, porque nada más funcionará. De eso estoy segura. Sólo funcionará el radicalismo real”, señala.

¿Son puntos de inflexión?

Los puntos de inflexión son aquellos en los que se puede crear un nuevo sistema. Así es como yo lo veo. En primer lugar, veo la historia del capitalismo como periodos de relativa normalidad en los que el riesgo rapaz está, digamos, suficientemente contenido. Se descarga sobre poblaciones que no cuentan, o que podemos ignorar, porque están lejos. Así que construimos un estado de bienestar para nosotros. Pero mientras tanto, seguimos bombeando petróleo por ahí y así sucesivamente.

¿Qué ocurre cuando llega uno de estos momentos de crisis, de agitación social y política? ¿Qué cambia?

Cuando acaba relativamente bien -lo que no siempre ocurre-, surge una nueva forma de capitalismo que es estructuralmente diferente. Sigue estando impulsado por la acumulación de capital y tiene esa rapacidad incorporada, pero es un reinicio. Y cuando funciona, es también porque hay alguna nueva forma de producción económica o tecnología que crea una riqueza que puede ser compartida más ampliamente, por lo que se obtiene una mayor participación de la población.

Lo que hizo posible el New Deal fue la construcción de toda esta sociedad en torno al motor de combustión interna. Ahora, en retrospectiva, eso resulta ser trato diabólico: dimos a la gente de los países ricos unos derechos sociales relativamente buenos a costa del medio ambiente. No son soluciones permanentes, pero si duran 40 o 50 años, se desarrollará un nuevo modo de vida.

Usted cree que esta crisis es diferente. ¿Por qué?

La crisis climática parece cambiar las reglas del juego. Es una amenaza existencial para todo el planeta, para cualquier cosa que se parezca a una civilización humana. La cuestión es si el capitalismo puede resolverlo. No puedo asegurar que no, pero tengo mis dudas.

Y por eso creo que deberíamos exigir cosas como nacionalizar las compañías petroleras y las empresas de combustibles fósiles. Que la cuestión de cómo vamos a generar energía se convierta en una cuestión política, sujeta a la política democrática y a la planificación social.

Mientras tanto, probablemente no soy la única persona que a las dos de la mañana teme que todo se venga abajo y la vida se convierta en algo parecido a un especial de la HBO con bandas de humanos salvajes vagando por autopistas abandonadas.

¿Arrasando, luchando en botes salvavidas, cada uno por su lado?

Correcto. Pero quizás después de eso, ¿las pequeñas comunidades se unirían y formarían sus propias sociedades nuevas?

Pensar después del apocalipsis y la devastación es demasiado derrotista para mí. No apostaría los ahorros de mi vida a la idea de que estaremos a la altura de las circunstancias, pero tenemos que seguir luchando como locos, porque las alternativas son demasiado horribles, incluida esa.

Lo sé. No paro de leer artículos sobre el colapso de la civilización, así que es alentador oírle decir que todavía podemos hacer algo.

No digo que vayamos a hacerlas. Hace falta imaginación política y voluntad política. Pero mi idea es la siguiente: la gente se está organizando en todas partes.

En algunos casos, están formando desagradables milicias derechistas supremacistas blancas. En otros casos, están haciendo ‘Black Lives Matter’ o están luchando contra los oleoductos o la deforestación o lo que sea. Así que hay mucha gente en movimiento. Pero está fragmentada. Está por todas partes. Lo que les falta es un mapa.

¿Un mapa?

De dónde se sitúa la cuestión que es existencial para ellos en relación con el asunto que es existencial para esas otras personas de allí, que no es intuitivamente obvia. Así que lo que hago, y no soy la única, es intentar trazar un mapa del sistema, para que puedas entender cómo el mismo sistema que te está jodiendo a ti en relación con este río contaminado de aquí, está jodiendo a otra persona en relación con el motivo por el que no puede vacunarse allá.

No se puede luchar contra estas cosas una por una. Tienes que intentar luchar contra el sistema.

¿Qué tendrían en común un creyente de QAnon o un supremacista blanco con un socialista progresista?

Creo que hay que alejarse de las creencias superficiales para ver de dónde viene la ira y qué les motiva. Yo diría que muchas de estas personas tienen quejas legítimas y buenas razones para estar enfadadas, pero tienen diagnósticos muy equivocados. Creen que es culpa de los inmigrantes, de los negros, de las redes de pedofilia y las pizzerías, o de unas elecciones robadas.

También les motiva una profunda crítica a las élites.

Más que eso. Yo diría que tienen un mapa de la jerarquía social en tres partes. Tienen una élite. Tienen a la despreciada clase baja que son los violadores mexicanos, los islamistas, los negros perezosos que no quieren trabajar. Y luego tienen a la gente virtuosa, los «verdaderos estadounidenses», que están atrapados en el medio, e intentan luchar contra los de arriba y los de abajo.

También está el populismo de izquierda, que no tiene [en su mapa] a la despreciada underclass [«lumpemproletariado»]. Tiene al 1 % y al 99 % [léase: «oligarquía» vs. «pueblo»]. Eso también es populismo, no un sofisticado análisis de clase.

Cuando dice mapa, pienso en algo visual.

Creo que todo el mundo tiene un mapa en la cabeza. Cuando las personas se organizan o movilizan políticamente, tienen una especie de mapa de quién es el enemigo. El problema es que la mayoría de los mapas que la gente genera espontáneamente, si no ha reflexionado a fondo, son demasiado simples. El mapa permite trazar conexiones.

Así que, si cada uno de nosotros puede rastrear las raíces profundas hasta el mismo sistema, y si tenemos un nombre para el sistema, podemos al menos hablar de cómo hacer un cambio radical, que llegue a las raíces de esto.

Y aun así podríamos fracasar. Las fuerzas del caos, la codicia y la estupidez son grandes. Pero -¡por el amor de Dios!- teniendo en cuenta lo que está en juego, ¿cómo no vamos a intentarlo?

Lo que está en juego ahora mismo es tan importante, y la situación es tan grave, que -es extraño decirlo, pero- este es el momento que he estado esperando desde la década del 60. Este es el momento en el que algún tipo de radicalismo es necesario y posible, porque nada más funcionará. De eso estoy segura. Sólo funcionará el radicalismo real.

Kalewche.com

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