POR MILLER DUSSÁN CALDERÓN /
Según Vivian Newman Pont de la organización Dejusticia, Gustavo Petro tendría mayor gobernabilidad en caso de ser elegido Presidente de Colombia porque obtuvo una votación importante en los comicios parlamentarios y puede sumar respaldos en sectores del liberalismo y de la Alianza Verde.
Sin embargo, la gobernabilidad es incierta, aunque con el respaldo anunciado de personajes del establecimiento colombiano como Alejandro Gaviria, Rodrigo Uprimny y Rudolf Hommes, es probable que pueden ejercer influencia para lograr consensos mayoritarios, razón por la cual Petro ha propuesto que sean los mediadores en un “Diálogo Nacional” para no verse sometido a presiones a cambio de cuotas burocráticas, lo que en el país se conoce con el eufemismo de “mermelada”.
La incertidumbre es comprensible porque un posible acuerdo sobre las reformas sólo es posible si cede a los poderosos intereses del capital financiero y el latifundismo rentista que predomina en ese “augusto cuerpo de la democracia representativa”.
En ese escenario incierto difícilmente se logrará materializar reformas como la Renta Básica de Emergencia, el nuevo sistema de pensiones, salarios dignos contra la contratación por horas, gratuidad plena de la educación pública, subsidios a la producción campesina y cumplimiento a cabalidad del Acuerdo de Paz, entre otros, tal como lo propone el Pacto Histórico.
Se puede avanzar, sin lugar a dudas, porque como pregona Alejandro Gaviria el volcán de la inconformidad que se expresó en el levantamiento popular está a punto de una nueva irrupción que demanda ser controlada mediante algunos cambios mínimos para evitar una crisis institucional.
Dichos cambios pueden controlar el incendio y desmovilizar fácilmente a una masa inconforme pero despolitizada que actúa más por emociones que por razones y que aún cree que basta con ganar las elecciones para que mejoren sus condiciones de vida.
La incertidumbre frente a la gobernabilidad en favor de las mayorías puede ser superada, en gran parte, si se logra organizar y mantener la movilización como estrategia de presión para que en el Congreso se vean obligados a aprobar algunas reformas que superen la hambruna que se profundizó por las políticas neoliberales que impulsó el gobierno de Duque a favor del capital especulativo y los grandes empresarios.
Hay que refrescar la memoria. Fecode logró el Estatuto Docente que dignificó la profesión y la aprobación de la Ley General de Educación a través de grandes movilizaciones que incluyeron tomas de ciudades con amplio respaldo popular, sin contar con representación en el Congreso. Los estudiantes lograron tumbar la reforma de bancarización de la educación universitaria con inmensas movilizaciones durante el gobierno de Santos.
Comunidades en sus territorios, combinando la movilización con consultas populares han logrado detener proyectos extractivos como represas, exploración petrolera, minería a gran escala, etc.
Lo anterior demuestra que el verdadero poder reside en la organización y movilización popular y ahora es determinante para avanzar si se presiona en un posible gobierno progresista donde hay que mantener latente la irrupción del volcán de la inconformidad.
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