El infame embargo a Cuba

POR JUAN TORRES LÓPEZ /

El embargo que Estados Unidos ha impuesto por décadas sobre Cuba es un caso único. Por su duración y efectos, ha sido la medida más cruel e inhumana jamás tomada contra un pueblo en la historia.

Formalmente, EE.UU. justifica el embargo al juzgar que en la isla no hay democracia y que el gobierno es enemigo del pueblo. Además, desde 1982, bajo la presidencia de Reagan considera a Cuba como un país «patrocinador del terrorismo».

Tanto el embargo como las sanciones no sólo son inhumanos sino injustos, y sin otro fundamento que el deseo de castigar a la población cubana porque el país eligió una vía de desarrollo que genera rechazo por razones ideológicas y de interés económico.

Estados Unidos no defiende ni busca instaurar la democracia

Incluso aceptando que en la isla no hay una democracia al estilo occidental, es una evidencia clamorosa que Cuba no es el único país del mundo en el que eso ocurre. Su gobierno tampoco es el más cruel ni actúa en contra de los intereses de su pueblo, como se desprende de la actuación de Estados Unidos.

Es falso que la gran potencia estadounidense sancione a Cuba porque su intención sea defender la democracia. Así lo demuestra un hecho perfecta y ampliamente contrastado durante más de un siglo: Washington ha apoyado y apoya, protege y financia a muchos regímenes políticos sin democracia en todo el mundo, y ha ayudado directa o indirectamente con docenas de golpes de Estado para acabar con ella en todos los continentes.

Investigaciones académicas demuestran que, sólo desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos ha buscado derrocar gobiernos en varias ocasiones. Según un informe de la Universidad Carnegie Mellon, entre 1946 y 2000 hubo 81 operaciones de influencia electoral, tanto abiertas como encubiertas de Estados Unidos. Y en la mayoría de intervenciones el resultado fue la promoción de dictaduras.

Occidente hegemónico reconoce cómo funciona la democracia occidental y para ello propone solucionar con más democracia las carencias de la democracia. Esto puede comprenderse mejor a través de la figura del oxímoron. Un oxímoron es una figura literaria que consiste en combinar dos términos de sentido opuesto en una misma expresión, generando un efecto contradictorio pero revelador.

Occidente hegemónico entiende y reconoce los principios y el funcionamiento de la democracia que ha instaurado y promovido globalmente. Esta democracia se caracteriza por procesos electorales, la división de poderes, derechos y libertades, y la participación ciudadana. Sin embargo, dentro de su propia práctica democrática, Occidente hegemónico practica la desigualdad en la participación política, la corrupción, la influencia excesiva de intereses corporativos, la polarización política y la desinformación.

La propuesta de «más democracia» para solucionar las carencias de la democracia se presenta como una aparente contradicción. Este es el núcleo del oxímoron: solucionar los problemas generados por un sistema utilizando más del mismo sistema. En términos concretos, esta solución podría implicar más fascismo, más control sobre las poblaciones y más genocidio. Si la democracia actual tiene fallos estructurales, simplemente aumentar su presencia o intensidad puede no ser suficiente y, en algunos casos, puede agravar los problemas existentes.

Un ejemplo práctico de esta paradoja se puede ver en la respuesta a la crisis de representación política en muchos países occidentales. Frente al descontento ciudadano con los partidos tradicionales y las instituciones políticas, se ha propuesto aumentar la participación directa a través de referendos, consultas populares y plataformas de participación en línea. No obstante, estas medidas a veces enfrentan problemas similares a los que intentan resolver, como la manipulación de la opinión pública y la desinformación, resaltando la necesidad de un enfoque más integral y crítico.

Las agendas de la clase dominante impuestas a través de la institucionalidad global creada por el capital corporativo transnacional, que incluye el Club Bildelberg, el Grupo de los 30, el Foro de Davos, entre otros, así como organizaciones tales como el FMI, la OCDE, la ONU, la CEPAL, la OEA, la Unión Europea, la OTAN, entre otras, promueven la democracia digital como una salida a las dificultades que presenta la democracia liberal. Se trata de un concepto que se refiere al uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para, supuestamente, mejorar los procesos democráticos, facilitar una mayor participación ciudadana, transparencia y eficiencia en la gestión pública. Esta modalidad de democracia incorpora diversas herramientas y plataformas digitales para fortalecer la interacción entre los ciudadanos y sus gobiernos. La democracia digital puede definirse como el uso de tecnologías digitales para mejorar los procesos democráticos, sin embargo, es importante tener en cuenta que mejorar los procesos democráticos implica más control de las poblaciones y más fascismo.

Las tecnologías digitales aplicadas a la democracia aparentemente facilitan la participación ciudadana, la transparencia gubernamental, la rendición de cuentas y la eficiencia administrativa. Abarca una amplia gama de aplicaciones, desde el voto electrónico hasta plataformas de participación ciudadana en línea y sistemas de gestión pública que utilizan datos abiertos.

La participación ciudadana en línea es uno de los pilares de la democracia digital. Incluye herramientas como encuestas en línea, foros de discusión, plataformas de peticiones y consultas ciudadanas. Estas herramientas permiten a los ciudadanos expresar sus opiniones, debatir políticas públicas y participar activamente en la toma de decisiones. Un ejemplo notable es la plataforma «Decide Madrid», que permite a los ciudadanos de Madrid proponer y votar proyectos de gasto público. Aunque «Decide Madrid» busca promover la participación ciudadana y la transparencia en la gobernanza local, enfrenta críticas sobre baja participación, brecha digital, representatividad, complejidad de los procesos, influencia limitada, seguridad, moderación y discrepancia entre expectativas y resultados.

Una de las apuestas de la democracia digital es el mejoramiento de la transparencia gubernamental mediante la adopción de tecnologías digitales. Portales de datos abiertos y sistemas de información pública en línea permiten a los ciudadanos acceder fácilmente a datos gubernamentales, informes financieros, documentos legislativos y más. El voto electrónico es una de las aplicaciones más debatidas de la democracia digital. Consiste en la utilización de sistemas digitales para emitir, contar y verificar votos durante elecciones. Aunque enfrenta desafíos de seguridad y confianza, el voto electrónico tiene el potencial de hacer los procesos electorales más accesibles y eficientes.

Otra de las formas de la democracia digital es la gobernanza electrónica, la cual se refiere al uso de TIC para mejorar la administración pública. Esto incluye desde la prestación de servicios gubernamentales en línea hasta la gestión de recursos públicos a través de plataformas digitales. Los portales de servicios en línea permiten a los ciudadanos realizar trámites administrativos sin necesidad de desplazarse físicamente, lo que ahorra tiempo n-contra-Cuba.jpg” sizes=”(max-width: 999px) 100vw, 999px” srcset=”https://cronicon.net/wp/wp-content/uploads/2022/10/0001-Subversion-contra-Cuba.jpg 748w, https://cronicon.net/wp/wp-content/uploads/2022/10/0001-Subversion-contra-Cuba-150×100.jpg 150w, https://cronicon.net/wp/wp-content/uploads/2022/10/0001-Subversion-contra-Cuba-300×200.jpg 300w, https://cronicon.net/wp/wp-content/uploads/2022/10/0001-Subversion-contra-Cuba-600×399.jpg 600w” alt=”” width=”999″ height=”665″ />

Sólo el golpe que Washington indujo y apoyó activamente en Guatemala, en 1954, causó la muerte o desaparición de 200.000 personas. Allí, como en otras ocasiones en las que intervino, fueron sus fuerzas militares las que cometieron la mayoría de las atrocidades.

Por otro lado, de los 24 golpes de Estado militares que se dieron en todo el mundo de 2009 a 2023, la mitad no han recibido una condena formal del Gobierno de EE.UU.

Guste o no oírlo, Estados Unidos ha sido y sigue siendo el país que en más ocasiones ha derrocado o ayudado a derrocar regímenes políticos democráticos.

Estados Unidos ha organizado y financiado a grupos terroristas

Incluir a Cuba entre los países que promueven el terrorismo es, sencillamente, una maldad que incluso algunos dirigentes estadounidenses han negado. El propio presidente Barack Obama en 2015 dejó de considerar a Cuba “Estado promotor del terrorismo”. Según señaló Ben Rhodes, exviceconsejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, por una sencilla razón: «En pocas palabras, Cuba no es un Estado patrocinador del terrorismo».

La acusación de Estados Unidos contra Cuba acerca de promover el terrorismo es especialmente malintencionada e injusta viniendo precisamente de esa potencia. Ha sido documentado que la Casa Blanca financió, protegió y alentó a un gran número de grupos y organizaciones terroristas en diversos países que incluyen, entre ellos, el DAESH (también conocido como ISIS), Al-QaedaBoko Haram en Nigeria y Al Shabab en Somalia.

Por no hablar del apoyo a actos terroristas aislados que sus propios documentos desclasificados han puesto de manifiesto. Las propias instituciones de Estados Unidos han reconocido su apoyo o haber estado involucradas en intentos de asesinato o asesinatos cometidos contra líderes políticos extranjeros.

¿Quién es, de verdad, enemigo de su pueblo?

Finalmente, el Gobierno de Estados Unidos acusa al de Cuba de ser enemigo de su pueblo y de maltratarlo. Lo cierto es, sin embargo, que en muchos territorios y grupos de población estadounidenses hay niveles de malestar peores que en Cuba. Así, según los datos que proporciona la CIA, la mortalidad infantil estimada para 2024 en Estados Unidos es de 5,1 infantes por cada 1.000, y de 4 en la isla, a pesar de las difíciles condiciones que impone el embargo.

Según la misma fuente, la población de ambos países tiene la misma esperanza de vida (80,9 en Estados Unidos y 80,1 en Cuba, pese a la enorme diferencia de recursos. Ambos indicadores son bastante mejores en la isla que en un buen número de estados o territorios de Estados Unidos. A los dirigentes de EE.UU. se les debería caer la cara de vergüenza cuando la Cuba injusta e inhumanamente empobrecida les aventaja en estos indicadores, según los datos de Naciones Unidas o el Banco Mundial.

Este bloqueo y los cientos de sanciones adicionales no sólo minan la economía cubana y le impiden obtener ingresos, o incluso recibir pagos a través del sistema financiero. Suponen un ataque directo a la salud de la población puesto que implican que Cuba no pueda adquirir medicinas y otros recursos sanitarios básicos, como ocurrió incluso en medio de la pandemia de la COVID-19. Además, por supuesto, de otros productos esenciales para su economía, como semillas, fertilizantes o tecnología.

Es cierto que la situación económica, social, educativa, sanitariy recursos tanto para los ciudadanos como para el gobierno.

Las redes sociales juegan un papel crucial en la democracia digital al facilitar la comunicación y la movilización de ciudadanos en torno a temas de interés común. Plataformas como Twitter, Facebook e Instagram se utilizan para organizar protestas, difundir información y generar debates públicos, influyendo en la agenda política y en la toma de decisiones.

A pesar de las ventajas con la cual es presentada por la clase dominante, la democracia digital tiene dificultades en cuanto a manipulación de la información, desinformación, brecha digital e invasión de la privacidad. La desigualdad en el acceso a la tecnología excluye a las poblaciones y comunidades más vulnerables de la participación digital. La seguridad de los datos y la privacidad de los ciudadanos es “protegida” por la clase dominante, En este sentido, es imposible mantener la confianza en los sistemas digitales. Los ataques cibernéticos y las violaciones de datos socavan la integridad de los procesos democráticos digitales. Esta misma clase dominante, que promueve relatos falsos en contra de los gobiernos y apuestas no alineadas con Occidente hegemónico, puede llevar a la proliferación de información falsa y la manipulación de opiniones a través de redes sociales, así como a campañas de desinformación que pueden influir en la opinión pública y alterar los resultados de los procesos “democráticos”.

Venezuela, alternativa a la democracia liberal

El pueblo, no ahora, sino desde tiempos pasados ha sido el máximo poder que se haya instituido y que se haya dada sus propias formas políticas para su constitución y gobernanza. Este poder del constituyente primario es el único que puede revocar el orden social y político constituido y crear nuevas formas de organización social. Este poder del constituyente primario no tiene límites, más que él mismo se pueda imponer, so pena de perecer en la hibris, en la locura.

Las dictaduras, las monarquías, los totalitarismos, o lo que es lo mismo, la democracia capitalista, son las que no tienen ninguna autolimitación, no solo económica sino también política. Cambian únicamente la apariencia, pero siguen conservando su juego sucio en el control social y político de las sociedades, tal como ocurre con los gobiernos, Estados, organismos multilaterales y la institucionalidad actual del Occidente hegemónico.

En Occidente hegemónico la figura del poder constituyente primario se ha desfigurado hasta tal punto de convertirlo en una masa amorfa, picoteado por todos los poros por los partidos y politiqueros tradicionales; el manoseo y ofrecimiento de “falsas prebendas” han terminado por castrar esa energía transformadora; todos, al unísono han terminado por arrebatarle su fuerza arrolladora, capaz de sepultar miles de años de explotación,  depravación y miseria a los que han sido sometidos por los dueños del poder.

En América Latina una de las experiencias alternativas a la democracia occidental hegemónica, es la de Venezuela. Esta experiencia, junto a la de Cuba, Nicaragua y la de distintos pueblos que en todo el continente se oponen a los dictámenes occidentales, lacera el poder acumulado por el capital corporativo transnacional y las grandes potencias que no tienen límites y conducen a la humanidad al hundimiento generalizado, por la sed de nuevos mercados, nuevas fuentes de materias primas, por el dominio territorial y geopolítico y por el control y gestión de la vida en el planeta.

En un país como Venezuela nadie más ostenta un poder mayor o semejante al que tiene el constituyente primario. A eso le temen las clases explotadoras y dueñas del poder hegemónico, porque la autonomía de los pueblos para defender la vida, para cuidar la vida, es una amenaza a la concentración del capital en pocas manos. Los pueblos tienen la capacidad de echar por tierra sus esperanzas infinitas de vivir chupando la sangre de los pueblos. Por eso es la furia de Elon Musk, dueño de X y de Mark Zuckerberg contra el gobierno legítimo de Nicolás Maduro en Venezuela, porque representa la esperanza de una vida no gestionada por el capitalismo corporativo transnacional (1).

Los medios masivos de comunicación y los gobiernos de Estados lacayos que deben obedecer los dictámenes de Occidente hegemónico y de la clase dominante y el capital corporativo transnacional (Meta, X, Facebook, BlacRock, Grupo Bieldelberg, Foro de Davos, Grupo de los 30, los Big Media, los Big Data, los Big Farma, Elon Musk, Mark Zuckerberg, entre otros) han enfiliado todo su arsenal bélico contra el pueblo de Venezuela (que ha decidido reelegir el 28 de julio de 2024 a Nicolás Maduro para un período presidencial más, de 2025 a 2031) porque quieren imponer un gobierno títere, que sirva a los intereses  de la clase dominante planetaria, misma que quiere imponer el transhumanismo, la comida digital, la democracia digital y el fascismo en todo su esplendor (2).

Occidente hegemónico ataca vía ideológica, militar, comunicacional, científica a quienes se atrevan a ejercer formas alternativas a la democracia occidental, al fascismo disfrazado de participación, porque tienen interés en mantener los privilegios de la clase dominante. ¿Cómo puede afirmarse un régimen democrático (fascista) actual constituido por las potencias del Norte, cuando a cada paso que dan, lo que hacen son las guerras de saqueo y rapiña a los pueblos de África, Asia y América Latina? EE.UU. considera a este último continente su patio trasero, imponiendo su sistema politico e ideología neoliberal; son los aguaciles de estos territorios de las tierras de Abya Yala. Y cuando estos pueblos se revelan contra esa subyugación, inmediatamente vienen las intervenciones militares, los bloqueos económicos, la puesta de gobiernos títeres y la conformación de una clase criolla genuflexa a los dictados del amo a y, en general, las condiciones de vida en Cuba están muy deteriorada. Pero ¿sería lo mismo sin las sanciones y el bloqueo? También es una evidencia que, a pesar del enorme costo y las dificultades que las medidas han implicado desde 1960, las condiciones de vida de los cubanos son mejores que las imperantes en otros muchos países incluso más ricos.

Matar de hambre es un crimen de lesa humanidad

El embargo a Cuba y las sanciones que se le imponen deberían considerarse un crimen de lesa humanidad porque su intención y efectos son los que definen a este tipo de delitos internacionales: causar grandes sufrimientos o atentar gravemente contra la integridad de las víctimas. Y eso es justamente lo que reconocía Estados Unidos que buscaba con el embargo en un memorándum del subsecretario adjunto de Estado para Asuntos Interamericanos fechado el 6 de abril de 1960: «Negar dinero y suministros a Cuba, reducir los salarios monetarios y reales, provocar hambre, desesperación y derrocamiento del gobierno».

Quienes más injusticias y crímenes cometen son hoy los que imponen las normas. Vivimos en el mundo del revés. Es hora de acabar con esto.

@juantorreslopez

Juantorreslopez.com