El rol de agentes israelíes en el genocidio político colombiano

POR DAN COHEN* /

En el momento en que fue publicada esta investigación del periodista y documentalista Dan Cohen en la plataforma web Misión Verdad, el 10 de julio de 2021, muy poco se hablaba del rol israelí en el histórico conflicto armado y social en Colombia, siendo aquel una de las bases para llevar a cabo el genocidio político a lo largo de las décadas entre 1980 y 2000 con el Estado colombiano de victimario. Ahora, el presidente Gustavo Petro volvió a tocar el tema, trayéndolo a la palestra pública y denunciándolo, esta vez en un contexto en el que Israel lleva a cabo su propia campaña genocida contra el pueblo palestino en Gaza y exige al mandatario colombiano apoyo y celebración de sus crímenes, condenables incluso desde el punto de vista del derecho internacional. Es por ello que recomendamos leer (o releer) la historia sobre el papel de los servicios militares y de inteligencia israelíes para brindar contexto a las acusaciones de Petro, y para recordar que la entidad sionista ha participado activamente en guerras y masacres en otras latitudes más allá del asesinato continuo en masa sobre la población gazatí, víctima de un apartheid sin igual en el siglo XXI.

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El 6 de abril de 1984, un grupo de hombres disfrazados con uniformes de policía llegaron a la casa de Milcíades Contento en el pueblo de Viotá, Colombia. Contento era un campesino, comunista y miembro de la Unión Patriótica (UP), un nuevo partido político experimental nacido en 1985 durante las negociaciones de paz entre el presidente conservador Belisario Betancur y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los hombres tomaron a Contento, lo amarraron y se lo llevaron. Al día siguiente su cuerpo fue encontrado en una aldea cercana.

El asesinato de Milcíades Contento marcó el inicio de una campaña de exterminio que duró dos décadas. De 1984 a 2002, al menos 4 mil 153 miembros —incluyendo 2 candidatos a la presidencia, 14 parlamentarios, 15 alcaldes, 9 candidatos a alcalde, 3 miembros de la camara de representantes y 3 senadores— fueron asesinados o desaparecidos, en lo que la justicia colombiana denominó como “genocidio político”. De acuerdo con datos presentados a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la purga tuvo como resultado más de 6 mil víctimas a través de asesinatos, desapariciones, torturas, desplazamientos forzados y otras violaciones a los derechos humanos. Desde mayo 1984 hasta diciembre 2002, no pasó ni un mes sin un asesinato o desaparición de un miembro de la UP. Cuando en 2002 Álvaro Uribe fue elegido presidente, el partido Unión Patriótica ya había sido completamente acabado, por lo que fue destituido y despojado de su estatus legal.

De acuerdo a una reciente investigación del reconocido periodista colombiano Alberto Donadio, el exterminio de la Unión Patriótica fue ideado por el sucesor de Betancur, el presidente Virgilio Barco Vargas, implementando un plan elaborado por uno de los espías más condecorados en la historia israelí, Rafael ‘Rafi’ Eitan.

Las revelaciones subrayan la relación fundamental que se ha ido desarrollando entre Israel y Colombia, principales aliados de Estados Unidos en el Medio Oriente y América Latina respectivamente. Ambos países han probado armas y estrategias militares que han exportado durante mucho tiempo en todo el mundo. Tras el éxito que supuso el Plan Colombia del gobierno de Estados Unidos a la hora de debilitar el movimiento guerrillero de las FARC, éste ha sido aclamado como un modelo de contrainsurgencia exportable para implantar en otros lugares, desde México a Afganistán. Israel, por su parte, mantiene los laboratorios de represión y pruebas de armas más grandes del mundo en la ocupada Cisjordania y la Franja de Gaza, donde tiene a una población cautiva de varios millones de palestinos.

La presencia de Rafi Eitan en Colombia ahondó la creciente alianza de los socios menores del imperio estadounidense. Pese a algunos escándalos, la relación Israel-Colombia sólo se ha fortalecido a lo largo de los años. Bajo el presidente Iván Duque, los dos países han renovado los lazos y el personal militar israelí ha capacitado a sus homólogos colombianos en “contraterrorismo”.

Sin embargo, la masacre sistemática de la UP sigue siendo uno de los casos más extremos de violencia política en Latinoamérica. La escala de asesinatos es especialmente notable porque, a diferencia de muchos de los regímenes más sangrientos de la década de 1980 respaldados por Estados Unidos, Colombia nunca se convirtió en una dictadura. El asesinato de la UP, conocido entre sus autores como El Baile Rojo, tuvo lugar en una ostensible “democracia”.

“Todo el trabajo de inteligencia es una asociación con el crimen”

Involucrado en el espionaje israelí desde el establecimiento del estado, Eitan es recordado principalmente por capturar al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann en Argentina. Sin embargo, también jugó un papel central en varias de las operaciones más desagradables del Mossad. “Todo el trabajo de inteligencia es una asociación con el crimen. La moral se deja a un lado”comentó una vez Eitan.

En 1965, Eitan aconsejó al rey marroquí Hassan II sobre cómo secuestrar y asesinar al político de izquierda Mehdi Ben Barka.

Durante una misión del Mossad en 1983 en Estados Unidos, se disfrazó de fiscal asistente del Ministerio de Justicia israelí y se reunió con el inventor del software de vigilancia PROMIS. Después de una visita al Departamento de Justicia, Eitan obtuvo el software e hizo que un israelí que trabajaba en Silicon Valley instalara una “puerta trasera” (backdoor) en el programa. El agente del Mossad Robert Maxwell (padre de Ghislaine Maxwell, la notoria traficante sexual de niños y cómplice de Jeffrey Epstein) vendió la tecnología PROMIS a docenas de países de todo el mundo, incluida Colombia. Esto le dio a Israel acceso sin restricciones a la inteligencia que el programa recopiló en todos los países que lo usaban, amigos y enemigos por igual.

Eitan, en el centro, habla con Benjamin Netanyahu y otros líderes israelíes en una exhibición Knesset sobre su vida.

En 1985, Eitan inició una operación de espionaje contra el principal aliado de Israel: Estados Unidos. El equipo de Eitan reclutó a Jonathan Pollard, el analista judío-estadounidense del Servicio de Inteligencia Naval, quien pasó a entregar 800 documentos clasificados de inteligencia militar relacionados con las capacidades militares de los Estados árabes, Pakistán y la Unión Soviética. Seymour Hersh informó que los documentos sobre las capacidades de inteligencia de Estados Unidos se pasaron a la Unión Soviética a cambio de la liberación de judíos soviéticos.

Según una evaluación de daños desclasificada de la CIA, Eitan instó a Pollard a obtener material sobre señales de inteligencia y “cotilleo sobre figuras políticas israelíes, cualquier información que identificara a los funcionarios israelíes que estaban proporcionando información a los Estados Unidos y cualquier información sobre las operaciones de inteligencia estadounidenses dirigidas contra Israel”. Según un documento judicial, Pollard rechazó algunas de las solicitudes de Eitan “porque sospechaba que Eitan usaría esos estudios para un chantaje político indebido”.

El descubrimiento de la operación de espionaje llevó a Pollard a prisión. Los fiscales federales de Estados Unidos nombraron a Eitan como uno de los cuatro conspiradores, pero se negaron a presentar cargos. Con Eitan convertido en una vergüenza nacional, éste regresó a Israel, para nunca volver a poner un pie en Estados Unidos.

Sin embargo, el estatus de élite de Eitan le aseguró el aterrizaje en una posición cómoda. En la década de 1970, trabajó como adjunto de Ariel Sharon, entonces asesor de seguridad nacional del primer ministro Yitzhak Rabin. Cuando Sharon se convirtió en general del ejército, éste organizó el nombramiento de Eitan como presidente de Israel Chemicals, la empresa estatal más grande del país. Este nuevo puesto dejó a Eitan con mucho tiempo libre para aprovechar su experiencia en operaciones negras y ocupar un puesto como asesor clandestino de seguridad nacional del presidente de Colombia, Virgilio Barco Vargas. Con la Unión Patriótica comenzando a confluir en un partido político formidable, Barco buscaba cualquier forma de detenerlos. La experiencia vital de Eitan en la guerra contra la población campesina palestina lo convirtió en el hombre perfecto para este trabajo.

Eitan va a Colombia

En 1985, el presidente colombiano Belisario Betancur y los rebeldes de las FARC negociaron un acuerdo de paz para poner fin a casi tres décadas de conflicto armado. El acuerdo formalizó la creación de la Unión Patriótica y vio a exguerrilleros unirse a comunistas, sindicalistas, juntas de acción comunal e intelectuales de izquierda para formar un partido que integraría a las FARC en el sistema político electoral. Mientras las negociaciones estaban en marcha, los miembros de la Unión Patriótica estaban siendo asesinados. En mayo de 1986, el líder del Partido Liberal, Virgilio Barco, ganó la presidencia. Poco después de asumir el cargo, el ritmo de asesinatos de miembros de UP se disparó: unos 400 fueron asesinados sólo en los primeros 14 meses de su mandato.

Según una investigación de Donadio, Barco llevó en secreto al veterano agente del Mossad Rafi Eitan a Colombia el 7 de agosto de 1986, en busca de consejo sobre cómo derrotar a las FARC. Después de una reunión clandestina inicial en el palacio presidencial de Colombia, Eitan pasó meses recorriendo el país con asesores colombianos, financiados en secreto por la empresa colombiana Ecopetrol.

Durante la segunda reunión, el presidente Barco explicó la recomendación de Eitan al secretario general Germán Montoya y a una figura del alto mando militar presente. Eitan incluso se ofreció a llevar a cabo él mismo los asesinatos a cambio de aumentar sus honorarios, pero el comandante militar rechazó su oferta, insistiendo en que una fuerza totalmente colombiana los llevaría a cabo.

Durante décadas, el papel de Eitan en el genocidio colombiano estuvo a la vista, incluso cuando su presencia pasó desapercibida para los medios de comunicación. La edición del 1° de febrero de 1987 del periódico colombiano El Espectador presentó un informe protegido sobre la contratación de Eitan, señalando que fue traído por su experiencia en “contrainsurgencia”. En 1989, los periodistas veteranos Yossi Melman y Dan Raviv informaron en The Washington Post que el israelí había sido contratado como asesor de seguridad nacional del gobierno de Colombia.

Cuando Donadio comenzó a buscar documentación sobre el papel de Eitan, encontró un memorando y un borrador de contrato con una firma de seguridad israelí llamada “Ktalav Promotion and Investment Ltd” (KPI) en los archivos del secretario legal de Barco, Fernán Bejarano Arias, quien es hoy vicepresidente de asuntos legales en Ecopetrol. El documento valoró el trato en casi 1 millón de dólares, incluyendo una tarifa de 535 mil 714 dólares, que cubría “hasta 50 boletos para transporte aéreo, ida y vuelta, en la ruta Tel Aviv-Bogotá”, entre otros gastos. El memorando indica que partes del contrato fueron pactadas con el abogado Ernesto Villamizar Cajiao.

Cuando Donadio se puso en contacto con Villamizar y le preguntó sobre el contrato con KPI, aunque sin mencionar el nombre del espía del Mossad, Villamizar le respondió con una pregunta: “¿Rafi Eitan?”.

Pese a que Eitan trató de mantener discretas sus actividades en Colombia, un perfil en la revista israelí Makor Rishon reveló que desempeñó un papel central en la compra de marzo de 1989 de 20 aviones de combate Kfir israelíes. Eitan “organizó una visita de altos mandos del ejército de Colombia, una visita que fue seguida por los colombianos que ordenaron muchas cosas a la fuerza aérea [israelí], y le reportó muchos beneficios a Israel, pero a él mismo no se le permitió participar en la reunión”. Después de la compra, Colombia envió varios pilotos a Israel para recibir capacitación. Los aviones volaron en numerosas operaciones contra las FARC durante las tres décadas siguientes.

Yair Klein llega a Colombia

Para los colombianos, otro israelí es bien conocido por su papel en las acciones de los escuadrones de la muerte que han plagado al país desde la década de 1980. Mientras Eitan asesoraba al presidente Barco, un mercenario israelí llamado Yair Klein había llegado a Colombia para entrenar a narcoparamilitares sobre cómo derrotar a la insurgencia de las FARC.

El oficial militar retirado, Klein fundó una empresa de mercenarios llamada Hod Hahanit (Punta de lanza) en 1984, sacados de los grupos de expolicías israelíes y unidades de operaciones especiales.

Yair Klein aparece en la corte israelí en 1989.

Según el libro All Is Clouded by Desire: Global Banking, Money Laundering, and International Organized Crime, este grupo de mercenarios alcanzó su primer acuerdo a cuenta de la guerra civil en el Líbano, suministrando ayuda a las notoriamente brutales milicias cristianas falangistas, la misma fuerza que masacró entre 800 y 3 mil 500 refugiados palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila bajo la supervisión militar directa de Israel en septiembre de 1982.

En 1987, Klein aterrizó en Colombia para reunirse con el teniente coronel israelí Yithzakh Shoshani y otro connacional, Arik Afek, quienes se habían establecido años antes en el país latinoamericano tras conseguir lucrativos acuerdos de venta de equipo militar. Posteriormente, Shoshani se convirtió en el mediador principal entre Klein y sus clientes colombianos.

En 1990, el cuerpo en descomposición del israelí Afek fue encontrado con múltiples heridas de bala en el maletero de un automóvil en el Aeropuerto Internacional de Miami después de que un peatón notase el olor. Según los informes, la CIA lo estaba investigando y las autoridades colombianas lo buscaban.

En una entrevista telefónica, Klein me aseguró que su trabajo fue a través del Ministerio de Defensa israelí y el fabricante de armas de propiedad estatal, Israel Military Industries (IMI), que a su vez tenía un contrato con una empresa colombiana de vigilancia de datos obtenido a través del Ministerio de Defensa de Colombia. Además precisó que originalmente fue contratado para brindar seguridad a las operaciones de cultivo de cambures en la región de Urabá, donde la empresa estadounidense American Fruit Company había pagado millones de dólares a los escuadrones de la muerte colombianos.

Shoshani, explicó, trabajaba para una empresa llamada AMKAN, que es una subsidiaria de IMI. La Federación Colombiana de Ganaderos, conocida desde hace mucho tiempo por sus vínculos con los paramilitares, se puso en contacto con Shoshani para que Eitan entrenara una fuerza para luchar contra la guerrilla.

Con Shoshani guiándolo, Klein regresó a Israel en 1988 y se reunió con las principales figuras militares y paramilitares, así como con empresarios adinerados. Todo esto, me aseguró Klein, se hizo con pleno conocimiento del gobierno israelí. “No se puede hacer nada sin el permiso del Ministerio de Defensa”, dijo.

La declaración de Klein invalida la afirmación del entonces ministro de Defensa Yitzhak Rabin, quien le dijo a la Agencia Telegráfica Judía que el Ministerio de Defensa israelí le había negado una licencia a la compañía de Klein y le advirtió que abandonara el país.

Líder del escuadrón de la muerte: “Aprendí infinidad de temas en Israel”

Klein llevó a cabo tres sesiones de formación, cada una para unas 30 personas. Lo asistieron tres entrenadores, todos coroneles del ejército israelí: Tzadaka Abraham, Teddy Melnik y Amatzia Shuali.

Klein entrenó a los hermanos Carlos y Fidel Castaño, los líderes de escuadrón que luego formarían las notoriamente violentas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Bajo el patrocinio de ricos terratenientes, narcotraficantes, ganaderos, políticos y militares colombianos, las AUC cometieron masacres espeluznantes en todo el país, incluso utilizando motosierras para asesinar y desmembrar a los campesinos, todo ello con el objetivo de aterrorizar a las comunidades para que huyeran de sus tierras. Naciones Unidas estimó en 2016 que las AUC fueron responsables del 80 % de las muertes en el conflicto.

Eventualmente Carlos Castaño fue asesinado, supuestamente por su hermano Vicente, otro poderoso líder paramilitar. Y, aunque las AUC se desmovilizaron oficialmente en 2007, los paramilitares pronto se reconfiguraron bajo diversas banderas y nuevas formaciones, manteniéndose estrechamente vinculados al Estado y los intereses empresariales.

Miembros de las AUC entrenados por israelíes asisten a una ceremonia de desmovilización en Cristales, Colombia.

Pero la influencia de Israel en los escuadrones de la muerte de Colombia no se debe solo al entrenamiento de Klein. En su autobiografía, el fundador de las AUC, Carlos Castaño, escribió que había estudiado entre 1983 y 1984 en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en escuelas militares israelíes. Castaño describió el entrenamiento en armamento y tácticas avanzadas que recibió y que se convertiría en la base de la guerra del paramilitarismo colombiano contra los agricultores:

“Recibí instrucción sobre estrategias urbanas, cómo protegerse, cómo matar a alguien o qué hacer cuando alguien intenta matarte. (…) Aprendimos cómo detener un vehículo blindado y usar granadas de fragmentación para entrar en un objetivo. Practicamos con varios lanzagranadas y aprendimos a realizar tiros precisos con RPG-7 o disparar un proyectil de cañón a través de una ventana”.

Castaño también “recibió clases de cómo el mundo de los negocios de las armas funciona y cómo comprar armas”.

Además del entrenamiento militar que recibió, Castaño asegura que su tiempo en Israel revolucionó toda su cosmovisión. Durante ese período, el futuro asesino en masa se convirtió en un ferviente admirador del sionismo y se convenció de que era posible acabar con la insurgencia en Colombia:

“Admiro a los judíos por su valentía al enfrentar el antisemitismo, su estrategia de supervivencia en la diáspora, la seguridad de su sionismo, su misticismo, su religión, y sobre todo por su nacionalismo… Aprendí infinidad de temas en Israel y [a] ese país le debo una parte de mi cultura, mis logros tanto humanos como militares, y, aunque me repito, no aprendí sólo sobre entrenamiento militar en Israel.

Fue allí donde me convencí de que era posible derrotar a la guerrilla en Colombia. Empecé a ver cómo un pueblo podía defenderse del mundo entero. Comprendí cómo involucrar a alguien que tenía algo que perder en una guerra, convirtiendo a esa persona en el enemigo de mis enemigos. De hecho, la idea de las armas de ‘autodefensa’ la copié de los israelíes; cada ciudadano de ese país es un soldado en potencia”.

Klein también entrenó a Jaime Eduardo Rueda Rocha, quien en 1989 asesinó al candidato presidencial del Partido Liberal Luis Carlos Galán, el gran favorito para ganar las elecciones. Klein no solo había entrenado al asesino, sino que el arma que utilizó Rueda era parte de un envío que Klein orquestó de 500 ametralladoras fabricadas en Israel desde Miami al cartel de la droga de Medellín, según un informe de 1989 del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. (En 2016, Miguel Alfredo Maza Márquez, jefe del entonces Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) de Colombia, fue declarado culpable por su participación en el complot para asesinar a Galán y sentenciado a 30 años de prisión. Desde entonces, ha declarado que miembros de alto rango del ejército planearon el asesinato de Galán.)

Mientras las revelaciones de que un oficial de reserva militar había estado entrenando escuadrones de la muerte crearon un escándalo internacional, el gobierno israelí presentó cargos y condenó a Klein por exportar ilegalmente armas y experiencia militar.

En 2001, el gobierno colombiano juzgó a Klein y lo sentenció a 11 años de prisión. En 2007, Klein fue arrestado en Moscú con una orden emitida por Interpol y pasó tres años en prisión. Colombia solicitó su extradición, pero en noviembre de 2010 la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) dictaminó que Colombia no podía garantizar su seguridad física. El gobierno ruso cumplió con la decisión del CEDH y liberó a Klein, lo que le permitió regresar a Israel. Desde entonces, Colombia ha solicitado su extradición, pero el gobierno israelí la ha negado.

La empresa de Klein, Hod Hahanit, se mantiene activa hoy en día.

¿Un esfuerzo conjunto?

Aunque la investigación pionera de Donadio ha creado polémica en Colombia, no responde si las operaciones simultáneas y respectivas de Rafi Eitan y Yair Klein para asesorar al gobierno y a los escuadrones de la muerte fueron un esfuerzo conjunto o una mera coincidencia.

Por su parte, el abogado Ernesto Villamizar le dijo a Donadio que Eitan y Klein no tenían nada que ver el uno con el otro.

Klein corroboró su declaración, diciendo que no tenía conocimiento de ninguna de las actividades de Eitan en Colombia.

Sin embargo, un artículo de AP hace referencia a un informe de los medios israelíes que asegura que Rafi Eitan (deletreado Eytan en el artículo) estaba en Colombia al mismo tiempo que Klein y se fue días antes de que el pistolero armado y entrenado por él asesinara al candidato presidencial Luis Carlos Galán:

“[El informe de los medios] dijo que Rafael Eytan, un experto en contraterrorismo israelí, negó las sugerencias de que era consultor de empresas israelíes que operan en Colombia y dijo que había cortado todos los vínculos comerciales con ese país.

“Según el informe, Eytan confirmó que voló a Colombia hace una semana por motivos privados”.

Más allá de la vaga sugerencia de ese artículo, no hay una prueba clara que justifique una conexión entre Eitan y Klein. De alguna manera, es aún más notable que dos israelíes que asesoraban al gobierno colombiano en el asesinato masivo de sus oponentes políticos estuvieran operando independientemente y sin el conocimiento del otro.

Las relaciones Israel-Colombia se enfrían

Después de las consecuencias del entrenamiento de los paramilitares colombianos por parte de los israelíes, la relación entre los dos principales aliados de Estados Unidos se enfrió, según los cables diplomáticos estadounidenses publicados por WikiLeaks. Pero a medida que se implementó el Plan Colombia, Israel y Colombia intensificaron una vez más sus colaboraciones.

En diciembre de 2006, el Ministerio de Defensa de Colombia contrató a otra empresa privada de seguridad israelí conocida como Global CST para “ayudar al GOC [Gobierno de Colombia] a realizar una evaluación estratégica del conflicto interno”. Global CST está dirigido por Israel Ziv, un oficial de carrera que, como Yair Klein, aprovechó su experiencia militar en una carrera rentable asesorando y entrenando a déspotas en todo el mundo.

“El general Ziv era un conocido personal del entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos”, señala el cable. William Brownfield, entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, comentó que “Ziv se abrió camino en la confianza del exministro de Defensa Santos al prometer una versión más barata de la asistencia del USG [Gobierno de Estados Unidos] sin nuestras condiciones”.

Bajo Santos, Colombia buscó comprar el Hermes-450 de Israel, un dron en desarrollo utilizado durante la ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza, y en guerras contra el vecino Líbano.

Sin embargo, según el cable diplomático, las relaciones entre Tel Aviv y Bogotá se deterioraron nuevamente después de que se supo que el intérprete de Global CST y ciudadano israelí nacido en Argentina, Shai Killman, “había hecho copias de documentos clasificados del Ministerio de Defensa de Colombia en un intento fallido de venderlos a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”. Estos documentos contenían “información de base de datos de objetivos de alto valor (HVT)”, una referencia al liderazgo de las FARC que la CIA ayudó al gobierno colombiano a asesinar. Las consecuencias resultantes, combinadas con la presión de Estados Unidos, obligaron a Colombia a cancelar el contrato de compra de drones israelíes.

A pesar de las tensiones durante décadas en la relación, los dos países han mantenido fuertes lazos. En 2016, el entonces embajador de Israel en Colombia, Marco Sermoneta, se jactó de que Colombia era el principal receptor de ayuda israelí.

Al año siguiente, cuando comenzó el exterminio de líderes sociales y excombatientes, asesores militares israelíes visitaron bases militares colombianas para impartir cursos de capacitación en “seguridad”.

Otro genocidio

El presidente Iván Duque, el sucesor elegido a dedo por el expresidente de extrema derecha Álvaro Uribe, ha trabajado asiduamente para fortalecer los lazos de Colombia con Israel. En marzo de 2020, apareció en la Conferencia de Acción Política Estadounidense de Israel, presumiendo de sus vínculos con Israel. Meses después, Duque y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunciaron el lanzamiento del Tratado de Libre Comercio Israel-Colombia.

Mientras tanto, Duque ha socavado y atacado el histórico acuerdo de paz de 2016 a cada paso, haciendo la vista gorda ante el asesinato masivo de guerrilleros desmovilizados de las FARC, sindicalistas, defensores de derechos humanos, activistas ambientales y líderes sociales, un escenario que recuerda inquietantemente al genocidio político de la Unión Patriótica.

En lugar de un espía veterano que asesora al gobierno colombiano, Israel ahora tiene una presencia oficial. En enero de 2020, el general de brigada militar israelí Dan Glodfus visitó una base militar colombiana para reforzar los lazos entre los dos países. En medio de una serie de masacres en septiembre de 2020, Israel envió a 10 instructores para entrenar a las Fuerzas Especiales colombianas en “contraterrorismo”.

Con el reciente asesinato de Francisco Giacometto Gómez, anciano activista y miembro fundador de la Unión Patriótica, la antigua campaña contra la UP y la matanza actual parecen indistinguibles.

*Dan Cohen es el corresponsal en Washington DC de Behind The Headlines. Ha producido reportajes en video e impresos ampliamente difundidos desde Israel-Palestina. Su cuenta en Twitter es @DanCohen3000.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en MintPress News el 2 de junio de 2021, la traducción para Misión Verdad fue realizada por George Isaac Simam.

Misión Verdad 

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