Emotivo acto del Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba

La ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, intervino dando un caluroso saludo al pueblo cubano durante el acto del Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba.

LA ROSA ROJA /

Mediante un emotivo acto con la destacada participación de niños y jóvenes se dio inició en Bogotá la celebración del Encuentro del Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba que tuvo lugar entre el 27 y 29 de septiembre en el Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura Económica de México.

El evento reunió a más de un centenar de delegados que participaron en conferencias sobre los impactos del infame bloqueo económico que Estados Unidos impone a la isla y el recrudecimiento del cerco con la inclusión del país antillano en la lista de Estados que supuestamente patrocinaa encarna la reclamación de una tierra que nunca fue cedida y se fundamenta en la permanente presencia palestina autóctona que precede y perdura en el Estado colonial israelí. La soberanía indígena adopta inevitablemente formas distintas según los diferentes pueblos indígenas, pero lo que comparten esas formas es que todas registran una reclamación indígena imperecedera sobre la tierra y el rechazo a la soberanía estatal de la colonia de asentamiento [11].

Por otra parte, la indigeneidad palestina no se basa en demostrar el mantenimiento de prácticas culturales particulares o cierta medida de sangre indígena. Contrariamente a la forma en que se define en el derecho internacional, la indigeneidad no es un conjunto de requisitos a cumplir, sino más bien una relación política con la estructura del colonialismo de asentamiento. En la medida en que el Estado colonial de Israel pretende eliminarlos de su tierra, los y las palestinas son un pueblo indígena que se resiste a la eliminación.

La actualidad de la colonización de asentamiento

El eco del discurso racista de los primeros sionistas se escucha en el lenguaje genocida de los actuales dirigentes israelíes. Cuando el régimen israelí comenzó su actual genocidio en Gaza, Benjamín Netanyahu publicó [12] desde la cuenta oficial del primer ministro de Israel en X (luego eliminó la publicación): “Esta es una lucha entre los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad, entre la humanidad y la ley de la jungla”. El presidente israelí, Issac Herzog, advirtió igualmente [13] de que la guerra contra Gaza tenía “la intención de salvar la civilización occidental” y que, si no fuera por Israel, “Europa sería la siguiente”. Semejante retórica regurgita la ideología colonial que pretende justificar el genocidio como una batalla del “Bien contra el Mal”. Al anunciar el plan de Israel para castigar colectivamente a los palestinos y palestinas en Gaza cortando por completo todos los recursos necesarios para la vida, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró [14]: “No habrá electricidad, ni alimentos, ni agua, ni combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”. Ese lenguaje racista y deshumanizador allana el camino a Israel para el genocidio y la limpieza étnica de los palestinos y las palestinas.

La realidad de la Nakba como proceso permanente nunca ha sido más evidente que ahora. Desde que el ejército israelí comenzó su actual ataque contra Gaza, ha matado a más de 26 000 palestinos [28 473 a fecha de 13 de febrero] y expulsado de sus hogares a 1,9 millones de personas (más del 80 % de la población gazatí). Las imágenes que salen de la Franja son estremecedoras: un padre abrazando a su hijo quemado vivo con fósforo blanco, una niña excavando entre los escombros de su casa con la esperanza de encontrar un solo pariente sobreviviente. El impacto humano del genocidio es insondable. Las imágenes de multitud de familias palestinas huyendo de sus hogares bajo el fuego israelí evocan imágenes de la Nakba de 1948 y de otras grandes expulsiones. Muchas de las personas que actualmente huyen de la violencia sionista son descendientes de aquellas que fueron limpiadas étnicamente de su tierra en 1948.

Esa es la eliminación que practica el colonialismo de asentamiento sionista en su forma más brutal. Del mismo modo en que las masacres israelíes de 1948 contra el pueblo palestino se combinaron con la limpieza étnica, hoy el genocidio y la limpieza étnica de Israel son estrategias combinadas del proyecto sionista para la eliminación de pueblo palestino. Tras haber expulsado a la mayoría de los y las palestinas de sus hogares dentro de Gaza, lo que Israel está determinado a hacer es limpiar étnicamente Gaza por completo. En un documento filtrado el 28 de octubre[15], el Ministerio de Inteligencia israelí recomendaba limpiar étnicamente de sus hogares a los 2,3 millones de gazatíes y expulsarlos permanentemente a la península egipcia del Sinaí. A pesar del rechazo reiterado del gobierno egipcio a aceptar ese plan, las operaciones llevadas a cabo por las Fuerzas de Ocupación Israelíes (FOI) en Gaza hasta la fecha reflejan las fases estipuladas en el documento. Las FOI han expulsado a la población del norte de Gaza hacia el sur; sus bombardeos y disparos contra la población a lo largo de ese camino demuestran que su afirmación de que están evacuando a la población civil con fines humanitarios es una falacia. Ahora han comenzado a expulsar a las y los palestinos del sur de Gaza provocando un profundo y muy creíble temor de que se les va a obligar a hacinarse en la frontera de Rafah y a presionar aún más a Egipto. Esta limpieza étnica no solo la propugnan todos los ministerios gubernamentales, sino también destacados políticos, académicos y ciudadanos israelíes comunes y corrientes. Después de todo, ése es el objetivo fundamental del sionismo y del Estado israelí: expulsar al pueblo palestino y apoderarse de su tierra.

Es importante destacar que en estos momentos Israel también está intensificando la limpieza étnica del pueblo palestino, que lleva a cabo desde hace décadas, en Cisjordania. Envalentonados por el ataque genocida de Israel contra Gaza y por la impunidad internacional por los crímenes de guerra israelíes durante este asalto, estamos asistiendo a un fuerte incremento de la violencia de la población colona israelí en Cisjordania, que actúa con el pleno respaldo del ejército israelí para aterrorizar a las y los palestinos y expulsarlos de sus hogares. Una de las principales formas en que Israel ejecuta esta limpieza étnica en Cisjordania es mediante la estrategia colonial de fragmentación antes mencionada: Israel ha dividido Cisjordania en 227 enclaves separados, aislando por completo Jerusalén Oriental del resto de Cisjordania. Lo ha hecho mediante [la implantación de] el Muro del apartheid, de 730 km de longitud, que serpentea Cisjordania mucho más allá de la Línea Verde de 1967, partiendo en dos ciudades y pueblos palestinos, separando a las y los agricultores de sus tierras y a las comunidades palestinas entre sí. Estos instrumentos coloniales, que funcionan junto con otras innumerables tecnologías israelíes de fragmentación, tienen como objetivo último hacer que la vida de los y las palestinas de Cisjordania sea inhabitable, expulsarlos de sus casas para que las y los colonos israelíes puedan apropiarse de ellas.

En Gaza asistimos a una forma todavía más extrema de fragmentación colonial de asentamiento por medio de la cual Israel se ha empleado en aislar sistemáticamente a los y las palestinas del resto de Palestina. El aislamiento geográfico, social y político se intensificó con el bloqueo israelí impuesto a Gaza tras la victoria electoral de Hamás en 2006. Además de provocar una lluvia de muerte sobre la población gazatí con intermitentes campañas de bombardeos y drásticas restricciones del movimiento de personas dentro y fuera de la Franja, este bloqueo implicó restringir rigurosamente innumerables artículos cotidianos que necesita la población: desde toallitas húmedas para bebés hasta semillas de plantas. Tras la operación de Hamás del 7 de octubre y los bombardeos sobre Gaza que le siguieron, el régimen israelí cortó el agua, los alimentos, la electricidad, el combustible y otros artículos de primera necesidad para la vida en Gaza, algo descrito por los expertos como un acto genocida. En resumen, Israel allanó el terreno para el actual genocidio en Gaza con 17 años de brutal bloqueo y 56 de ocupación militar que, en conjunto, han servido para aislar radicalmente a Gaza del resto de Palestina.

[caption id="attachment_13440" align="alignnone" width="1280"] Fernando González Llort, presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), durante su intervención en el acto de solidaridad con la Isla antillana.

Participaron en la apertura del acto de solidaridad, Fernando González Llort, presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), quien además es uno de los Cinco héroes cubanos; Elier Ramírez, subdirector del Centro Fidel Castro con sede en La Habana y diputado a la Asamblea Nacional; Yara Valera de la dirección de América Latina del ICAP; y el embajador de la isla en Colombia, Javier Caamaño.

El embajador de Cuba en Colombia, Javier Caamaño.

Por Colombia, intervinieron la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez Ríos y Andrea Forero por el Movimiento de Solidaridad con Cuba.

La ministra Ramírez Ríos destacó que “Cuba ha resistido todas las infames formas que se han utilizado para destruirla”, al tiempo que expresó que la isla antillana es un ejemplo de “cultura de la emancipación y de solidaridad”.

Relievó que Cuba ha sido un estandarte que se la ha jugado y comprometido con la paz de Colombia, la región y el mundo.

Condenó el criminal bloqueo impuesto por los EE.UU. que restringe al pueblo cubano en su soberanía.

“Donde hay una causa justa está Cuba”, puntualizó la ministra Ramírez Ríos.

El acto cerró con las destacadas presentaciones artísticas de niños y jóvenes del Colegio José Martí de Bogotá.

Participación artística de niños del Colegio José Martí de Bogotá.
Elier Ramírez, subdirector del Centro Fidel Castro con sede en La Habana y diputado a la Asamblea Nacional de Cuba.