POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL*
Las muertes sucesivas de Hugo Blanco y Adolfo Gilly a pesar de su edad madura, constituyen una perdida sensible y grande, para la acción y reflexión revolucionaria de nuestra América. Son dos figuras estelares por sus calidades humanas, su ética militante con las causas de los campesinos, indígenas y trabajadores de toda condición. Desde una matriz común, la de las tradiciones y teorías de Marx y Trotsky, aunque con trayectorias distintas en las corrientes políticas en que militaron.
Son de una generación que vivió desde su juventud la turbulenta segunda mitad del siglo XX, hasta su recién último suspiro, muriendo en su ley: la lealtad a la causa del socialismo. Ambos, perseguidos y presos políticos por su compromiso con las luchas. Hugo en Perú y Adolfo en México. Ambos fueron rodeados por una inmensa solidaridad internacional que fue decisiva para su liderazgo, después de un largo periodo de infame reclusión. Hugo Blanco fue condenado a muerte, luego a larga prisión, hasta la amnistía del gobierno del presidente Alvarado quien no obstante lo expulsó a México. Adolfo estuvo en la tenebrosa prisión de Lecumberri y cuando fue liberado lo expulsaron de México a París. Ambos volvieron después de un exilio, que aprovecharon para su fecundo quehacer internacionalista, bajo las banderas de la IV Internacional.
Hugo fue un dirigente de arraigo campesino y proletario, causa a la que dedicó toda su vida. Se destacó como un orientador en la acción directa de las masas. Al igual que fue un símbolo político de las izquierdas sociales en el Perú. Adolfo fue un dirigente y actor de procesos políticos variopintos, desde su juventud en Argentina, su país natal, con los obreros bolivianos, los campesinos insurgentes de Guatemala y México. Acompañó el renacimiento del nacionalismo revolucionario en México, con su propio acento de izquierda socialista.
Ambos fueron agudos analistas de la situación política del continente en su contexto internacional, ejercieron el periodismo y publicaron distintos libros. La obra Tierra o Muerte de Hugo Blanco, es un referente de las luchas campesinas traducido a varios idiomas.
Adolfo Gilly escribió un clásico de la historiografía latinoamericana, La revolución interrumpida , una de las obras más importantes, al lado de los Jacobinos negros de CLR James y en la línea inaugurada por José Carlos Mariátegui en los Siete ensayos de la realidad peruana. Estos tres autores y actores del socialismo, aplicaron creativamente el marxismo como teoría a las realidades de nuestra América, como protagonistas situados en el drama de los trabajadores, con un propósito que Adolfo Gilly sintetizó en la consigna, “los de abajo deben estar arriba”.
Recientemente, se publicó mi libro Un principio Esperanza. La Revolución Rusa (2022). Dediqué esta obra a Adolfo Gilly, Hugo Blanco y Michael Lowy con el motivo: ¡Por internacionalistas! Quise hacer este homenaje en vida sin sospechar su pronta muerte. Se mantiene vivo Michael Lowy a quien deseamos larga vida.
*Profesor Emérito Universidad Nacional de Colombia.
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