POR ALFONSO AVELLANEDA CUSARÍA
El próximo mes de octubre se llevará a cabo en Cali, la Conferencia mundial número 16 de la Convención de Biodiversidad (COP16). Este evento de importancia internacional busca revisar el cumplimiento de 23 metas del Plan de Acción definido en la COP 15 realizada en Canadá. En esta ocasión se busca reconocer a Colombia como uno de los cinco países con mayor biodiversidad del mundo, pero a su vez el interés de esta Conferencia tiene dos posiciones encontradas: primera, está relacionada con el interés de los países industrializados del Noratlantico: Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón por tener mayor injerencia para definir el uso, manejo y aprovechamiento de los recursos naturales con un discurso aparentemente conservacionista. De este sector también hacen parte las grandes transnacionales de la biodiversidad como son la IUCN, Conservación Internacional, Natural Conservation, Fundación Natura y otras no menos importantes, algunas de las cuales son financiadas por las grandes transnacionales del petróleo, la energía y las semillas transgénicas.
La segunda posición está expresada en los intereses de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos que están en los territorios donde hay mayor biodiversidad como es la Amazonia, la Mata Atlántica, El Chocó Biogeografíco, las selvas de África, Asia y Oceanía. Estos pueblos están acompañados por los sectores del ambientalismo y el naturalismo y el Ecologismo Popular que celebrarán una Convención Alternativa en el mismo lugar.
Habría que preguntarse ¿por qué en los territorios donde están los pueblos ancestrales es donde hay mayor biodiversidad? ¿Cómo se van a ver favorecidos estos pueblos en el cumplimiento de las 23 metas de la COP16? ¿Cuáles serán los beneficios sociales, económicos y ecológicos para Colombia como uno de los países más megabiodiversos del mundo?