POR JUAN CARLOS G. PARTIDA /
“A estas alturas, sigo convencida de que el marxismo es una guía para el pensamiento y para ubicarse en la tierra”, señala en entrevista con La Jornada, la escritora colombiana, Laura Restrepo (Bogotá, 1950), quien participa en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México).
Hija de familia nómada cuya infancia fue de la nieve a las rodillas en Copenhague a la fiesta calurosa de La Habana al paso de los revolucionarios triunfantes, la escritora tiene confianza en que América Latina se asiente como territorio de vanguardia con el nuevo mapa geopolítico de la región, para servir de alternativa en un mundo cuyo panorama ve casi como apocalíptico.
“Yo que vivo en España me alegro de ser latinoamericana porque nuestros pueblos, mal que bien, unos más, otros no tanto, siguen pensando en el problema social, en que la pobreza hay que combatirla, la dignidad hay que defenderla. Europa está muy tocada con la invasión de Ucrania porque sienten que se les metieron en su territorio y en eso creo que tienen razón, no se puede invadir ningún pueblo, pero de ahí a esa especie de heroísmo de la OTAN como gran defensor del planeta hay un salto muy grande”, dice la novelista colombiana.
Entrevistada en el marco de FIL de Guadalajara, donde cumple una apretada agenda para presentar su más reciente novela Canción de los antiguos amantes, firmar libros y participar en el homenaje a José Saramago y en el panel Escribir lejos de casa, junto a Sergio Ramírez y Gioconda Belli, la escritora cuestiona la efervescencia belicista en un continente como Europa, donde parece que piden la guerra “hasta la muerte del último ucranio”, en vez de buscar un ánimo de paz, de ejercer el diálogo.
“En lugar de eso, los países están aprovechando para armarse locamente, aceptando la política estadunidense, sabiendo lo que pasa en los países que se meten de socios de Estados Unidos, cómo los dejan colgados, cayéndose como racimos de los aviones, como ocurrió en Afganistán, y para allá van los ucranios que están jugando con la nación norteamericana. El negocio armamentista que está detrás de la guerra, tú no oyes que los medios europeos traten eso”.
Militante de izquierda de toda la vida, dice que la esperanza es que ahora América Latina tiene gobiernos con esa inclinación, que aprendieron a ser pragmáticos, aunque todavía hay ejemplos de perversión revolucionaria, como en Nicaragua.
“Me parece que lo que ocurre en Latinoamérica va muy en contravía de lo que pasa en el resto del mundo, porque la derecha está cobrando una fuerza bárbara. En Italia ya es la ultraderecha ganando terreno sin que haya alarma, nadie dice que se viene el fascismo y quienes lo dicen no son la voz oficial. No entiendo por qué le comen el cuento a Joe Biden, por qué darle el liderazgo de la situación mundial después de los horrores que ha hecho Estados Unidos en Siria, en Afganistán”.
El tema la apasiona, como se nota cuando truena al señalar que “donde se mete Estados Unidos lo que hace es una carnicería y luego se largan dejando los escombros. ¿Por qué Europa le da el aval? Es el pánico a Rusia, ¿verdaderamente creen que Rusia va a invadir Europa?”.
“A estas alturas, sigo convencida de que el marxismo es una guía para el pensamiento y para ubicarse en la tierra. No de forma dogmática, pero sigo creyendo en la lucha de clases, en que los análisis tienen que partir de ahí, si no uno empieza a no entender”.
Migraciones, exilio y escritoras
Restrepo se acomoda en el sillón del patio para entrevistas acondicionado por la FIL, jala un poco su chal café, viene de una entrevista, está en otra, una reportera espera paciente para ser la siguiente. La escritora no se inmuta.
“Creo que ese afán bélico y de creer que la OTAN nos va a defender, en realidad es el pavor que se tiene a las migraciones que se vienen, la defensa no es tanto de Vladimir Putin, sino a que se viene la horda de América Latina, de África. Veo que hay diferencias de trato entre los refugiados ucranios y los refugiados latinoamericanos, del cielo a la tierra. Hay unos desplazados que para el primer mundo son como ellos y hay otros que no son como ellos”.
“También creo que el exilio, voluntario o involuntario, es lo que marca la literatura hoy en día, por lo menos la latinoamericana, porque el arraigo al terruño ya no es lo que nos caracteriza, lo cual es un problema por fuera porque entonces leen tus cosas y ya no les parecen latinoamericanas: ¿dónde está la mulata, la hamaca, Comala, Macondo? Pero es que la diáspora ha sido enorme”, dice.
Habla también de las mujeres escritoras, que asegura están en el centro del tablado literario actual, siendo “muy buenas, fuertes, jóvenes” y ponen en primer plano el problema de la emancipación contra el patriarcado.
“Están pegando duro en el mundo con una posición audaz y un lenguaje a veces bastante violento para tratar en la literatura la presión de la mujer. Hay escritoras maravillosas en México, en Argentina, en Colombia, son una legión de tremendas combatientes, guerreras del metal”.
Pugna por ofrecer más espacios a voces hasta ahora de la periferia, como las escritoras africanas, por abrir el premio Nobel no sólo a lo que produce el primer mundo, sino a montar “nuestros propios parámetros para también marcar pautas de reconocimiento de este tercer mundo”.
Al final de la entrevista, Restrepo accede a hablar un poco de lo que viene en su carrera literaria, otra novela, por supuesto, luego de siete años de escribir la actual y un año más dedicado a su promoción. Aunque anticipa que, al ser lenta para escribir, tardará aún “mínimo dos años”.
“Estoy trabajando duro en otra novela, digamos que voy en el entusiasmo y la investigación, todavía pensando en el cómo, pero estoy como encantada, tiene mucho que ver con México, me encanta retomar un tema mexicano, me hace mucha ilusión”.
Afirma que será un tema de resonancia en México pero que igual tiene que ver con España, de la relación de Europa con México, “porque la literatura que une mundos se ha vuelto muy frecuente también”.
“El profeta fue Julio Cortázar, a quien criticaban por escribir desde afuera, pero fue el pionero que nos une con el resto del mundo, escribir desde afuera con un ánimo profundamente latinoamericano; antes de él fue César Vallejo, el gran latinoamericano escribiendo desde París”.
La Jornada, México.
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