PARTIDO OBRERO INDEPENDIENTE DE FRANCIA /
La decisión de disolver la Asamblea Nacional y organizar elecciones legislativas anticipadas ha consagrado la etapa final del colapso de Macron, piedra angular de las instituciones de la V República [1].
«Llamados a aclarar sus opciones y renovar su confianza en Emmanuel Macron, casi ocho de cada diez franceses le manifestaron un no claro y masivo. Una terrible desautorización […] el fracaso es amargo», informa el editorial del diario financiero L’Opinion (1 de julio), que sin embargo ha apoyado la campaña de la mayoría presidencial en las últimas semanas.
Este fracaso es tanto más rotundo en cuanto que la participación en estas elecciones nunca ha sido tan alta en el último periodo (+19 puntos respecto a 2022), lo que profundiza la magnitud del colapso de Macron.

¿Por qué este colapso de Macron?
Las reformas de las pensiones, una caída vertiginosa de los salarios por la inflación, una ofensiva sin precedentes de destrucción de los servicios públicos (empezando por la escuela y los hospitales), cuestionamiento de las libertades democráticas, ley de inmigración, guerra en Ucrania y Palestina… todas ellas medidas reaccionarias impuestas durante siete años por Macron al servicio del capital financiero, que no solo no han obtenido ningún apoyo sino que solo han podido implementarse a costa de decisiones autoritarias que el arsenal de la V República permite (nada menos que veintitrés recursos al 49.3 [2]), provocando inevitablemente el rechazo.
Haciendo pleno uso del arsenal mediático, organizando odiosas campañas de calumnias contra La Francia Insumisa (LFI) y, en particular, contra Jean-Luc Mélenchon, aplicando al menos en parte el programa de la Agrupación Nacional (RN), Macron ha conseguido hacer de la RN el receptáculo de parte de la ira y el rechazo que se expresa contra él.
¿A qué precio? A costa de hundir su propio bando, abriendo a RN la posibilidad de ocupar el lugar central de defensor de las instituciones de la V República en nombre del capital financiero.

Pero hay un pero…
Para que esta nauseabunda operación política se completara, LFI tendría que haber sido erradicada, lo que constituía inicialmente el objetivo no declarado de la disolución. También en este terreno, Macron ha sufrido un completo fracaso. En primer lugar, por la constitución del Nuevo Frente Popular (NFP), en cuyo centro ha estado, desde el principio, LFI, con más de 55.000 nuevos miembros registrados desde las elecciones europeas.
De los 32 diputados del NFP elegidos en la primera vuelta, 19 son de LFI, cinco veces más que en 2022. Además de estas reelecciones, 111 candidatos de LFI estarán presentes, en primer o segundo lugar, en la segunda vuelta. Los datos procedentes de las circunscripciones electorales indican que los candidatos de LFI lograron resultados muy imles, fiscales y penales– constituyen una persecución política.
Lo cierto es que, ante el descrédito del establishment, el desgaste de la credibilidad de los medios, las crecientes desigualdades sociales, la pobreza, el desempleo y la destrucción de economías locales y el declive estratégico de Estados Unidos en el mundo, esa visión adulterada de la realidad ha resultado de una tremenda eficacia político-electoral y no sólo ha logrado encandilar a muchos sectores depauperados, sino que ha convertido en poderosas corrientes políticas a sectores cavernarios que hasta hace ocho años se encontraban en la marginalidad: el supremacismo blanco, el racismo manifiesto, los grupos antiaborto y el aislacionismo nacional que había perdido terreno desde la Segunda Guerra Mundial.
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En tales circunstancias, el Partido Republicano ha sido incapaz de construir una alternativa de derecha mínimamente razonable y enmarcada en las instituciones políticas estadunidenses y se ha rendido a una propuesta que consiste básicamente en demolerlas. Por su parte, las filas demócratas acusan el desgaste del gobierno que encabeza Biden, el cual no ha podido, por las más diversas razones, satisfacer las expectativas que generó en su inicio. Por el contrario, el bando demócrata parece afectado por el desencanto y el desaliento.
Tampoco es auspiciosa la posibilidad de que Trump se vea inhabilitado para disputar la Presidencia –si no es que encarcelado– en uno o varios de los juicios que enfrenta, pues difícilmente sus seguidores más fanáticos y propensos a la violencia se resignarían a aceptar un escenario semejante, y no es imposible que optaran por multiplicar acciones de insubordinación e incivilidad como las que protagonizaron hace tres años en la sede del Poder Legislativo en Washington.
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En la política de la nación estadounidense no hay registro, ni en el siglo pasado ni en el actual, de un panorama tan próximo al desbordamiento, a la desestabilización y a la ingobernabilidad. Y por desgracia, es indudable que la concreción de tales riesgos tendría impactos indeseables y hasta catastróficos fuera de las fronteras de Estados Unidos.
La Jornada, México.