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Con el propósito de tratar de frenar la influencia económica de China en América Latina el gobierno de Washington busca reeditar un plan de inversiones para la región como lo fue en los años 60 la Alianza para el Progreso que viabilizó el malogrado presidente John Fitzgerald Kennedy, un programa que preveía la inversión de 20.000 millones de dólares en América Latina y el Caribe, a ser suministrados en su mayoría por inversionistas privados externos a la región con excedentes de capital, en un lapso de entre diez y quince años.
En esta oportunidad el presidente Joe Biden se comprometió el pasado 3 de octubre ante once mandatarios latinoamericanos a fomentar los denominados “bonos verdes” y facilitar la inversión de miles de millones de dólares en América Latina para que la región pueda “elegir” entre Estados Unidos y “la trampa de la deuda” china, según sus propias palabras.
El Presidente estadounidense acogió en la Casa Blanca a los mandatarios de Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú, República Dominicana, Uruguay, Canadá y Barbados, y a los ministros de Relaciones Exteriores de México y Panamá para la primera cumbre de la llamada Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP por sus siglas en inglés), de la que todos forman parte.
Estados Unidos acusa a China, socio comercial ineludible en la región, de utilizar la deuda para alcanzar objetivos estratégicos. Para contrarrestar la creciente influencia de Pekín, Biden anunció que “la Corporación Internacional Financiera de Desarrollo de Estados Unidos y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzan una nueva plataforma de inversión para destinar miles de millones de dólares a la construcción de infraestructura sostenible” en América.
El actual inquilino de la Casa Blanca no dio cifras, pero el dinero se destinará sobre todo a “fortalecer las cadenas de suministro críticas, puertos modernos, redes de energía limpia e infraestructura digital” porque son “los componentes básicos” de “una economía competitiva y resistente”, enumeró.
América Latina adquiere cierta autonomía con respecto a EE.UU.
Esta primera cumbre de la APEP en Washington fue una muestra representativa de que EE.UU. está midiendo fuerzas con las naciones latinoamericanas y es evidente que su propósito es el de recuperar un liderazgo por lo que comienza a ceder frente a otras potencias en la región.
En la actual coyuntura socioeconómica el factor más importante en el continente americano lo constituye la migración irregular desde varios países latinoamericanos hacia Estados Unidos. Debido a ello no se observa un condicionamiento de Washington hacia estos países, ya que las naciones latinoamericanas también están buscando imponer ciertos temas o agendas fuera de la oficial.
De esta manera, la Casa Blanca busca ganar aliados, especialmente con las naciones que tienen un mayor número de personas migrantes y, a la par, contrarrestar la influencia que paulatinamente han ido adquiriendo China o Rusia, que actualmente cuentan con un fuerte avance en todo el mundo.
El conflicto palestino-israelí
Aunque el tema del conflicto palestino-israelí no estaba contemplado en la agenda de la reunión de la APEP fue inevitable que el presidente Biden escuchará los reclamos que hicieron dos de sus colegas latinoamericanos como los mandatarios Gabriel Boric de Chile y Gustavo Petro de Colombia ante la muerte violenta de más de 9.000 personas a causa de los ataques israelíes.
Petro le dijo a Biden en la misma Casa Blanca que “la ruptura del derecho internacional que hoy estamos contemplando [con los ataques indiscriminados de Israel contra la Franja de Gaza] produce más violencia, barbarie y la destrucción democrática”.
Boric hizo lo propio con el mandatario norteamericano, al recalcarle su oposición a las acciones de Israel.
“No aceptamos que se nos haga elegir por uno u otro bando, nosotros optamos por la humanidad. Tanto los atentados de Hamás no tienen justificación como lo que está haciendo el Gobierno de Benjamín Netanyahu”, declaró el jefe de Estado chileno tras su encuentro.
Chile y Colombia podrían convertirse en líderes en América Latina respecto al rechazo de las acciones israelíes en Gaza, lo cual puede provocar un efecto dominó en América Latina, pues algunas naciones se han expresado en el sentido en que lo han hecho de los presidentes Petro y Boric como Brasil, Bolivia y Argentina.
Transición energética y migración
En desarrollo de la cumbre de la APEP dos temas tuvieron prelación: transición energética y migración. Washington anunció que se compromete a promover, en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un fondo con bonos verdes, para invertir en activos respetuosos con el medio ambiente, y bonos azules, especializados en preservar los océanos y sus ecosistemas.
Durante la reunión, que se celebrará cada dos años, los países abordaron uno de los temas esenciales a nivel regional: las cadenas de suministro, que han sufrido graves disrupciones a causa de la pandemia de Covid-19.
En una declaración final conjunta reconocen que la situación podría repetirse, por ejemplo por el impacto del cambio climático. Por ello los mandatarios propusieron establecer “cadenas regionales de valor y suministro más competitivas, inclusivas, sostenibles y resilientes del mundo” centrándose en tres sectores: energía limpia, suministros médicos y los semiconductores.
En materia de migración no hubo acuerdo alguno. Simplemente Biden fue retórico al aludir al tema y se fue por las ramas. Dijo que es preciso abordar la crisis “estabilizando las poblaciones migrantes” donde se encuentren, proporcionándoles estatus legal y ayudas y promoviendo una migración “segura y ordenada” con programas que les permitan trabajar.
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