POR ALFONSO AVELLANEDA CUSARÍA
Un día como el reciente 11 de septiembre de hace 50 años, lo siento como si hubiera sido hoy mismo, cursaba entonces sexto grado de bachillerato en el Instituto Técnico Agrícola de Paipa y me enteré a la hora del almuerzo del golpe de Estado que los militares liderados por el criminal Pinochet le habían dado al querido presidente Salvador Allende. En la tarde, al retorno a casa con mi madre, escuchábamos las noticias terribles de lo que estaba ocurriendo y lloramos abrazados, cuando nos enteramos de la muerte de Allende, demócrata sin parangón y en los días siguientes nuestro llanto y tristeza continuó con la noticia de la muerte del poeta universal Pablo Neruda. Es un llanto que no ha terminado y hoy se hace esperanza con las nuevas generaciones rebeldes y las mujeres que por miles testimonian su voluntad de libertad y democracia frente al Palacio de La Moneda.
Hace ocho años estuve rindiendo homenaje a Allende frente a su estatua que localizada cerca a La Moneda, en Santiago, parece ser guardián eterno de la libertad y la soberanía de América Latina. La principal enseñanza de Allende es que la libertad sólo se consigue cuando ésta se hace con la movilización pacífica de los millones de trabajadores y trabajadoras, de jóvenes y mujeres negras, indígenas, que desde las veredas y los barrios siembren y cultiven la paz, la convivencia, la democracia. Sólo allí estará el germen del mundo del Vivir Bien en el respeto, la equidad y la diferencia de visiones políticas y culturales.
Esa enseñanza de Allende hoy nos llama a construir un mejor país, un mejor territorio municipal. Me uno a muchos de mi generación que continuamos rebeldes después de cincuenta años y mantenemos desde una visión del socialismo revolucionario o socialismo raizal como lo denominó en sus últimos años de vida el maestro Orlando Fals Borda, padre de las Juntas de Acción Comunal.
Ese socialismo que se ha mantenido como herencia de los ancestros indígenas y en el convite y colaboración en las comunidades campesinas. Desde allí, día a día, a pesar de los obstáculos que colocan en el camino quienes buscan el interés personal y violentan los intereses colectivos tanto desde los partidos de derecha como de algunos de izquierda, seguiremos las enseñanzas de Allende, a quien hoy le rendimos nuestro sentido homenaje.
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