UNIR ECUADOR /
El conflicto de Yemen, país ubicado en la Península Arábiga, en la confluencia de África y Asia, que viene en ascenso desde 2014, ha desgarrado a su población, bajo la mirada impávida de la denominada comunidad internacional, pues varios países de Occidente se aprovechan inmoralmente de la infernal guerra interna mediante la venta de armamento y material bélico.
La guerra civil en la nación yemení, gran productora de petróleo, estalló en 2014 por la incapacidad política de un acuerdo entre las fuerzas surgidas tras las elecciones presidenciales. Se van a completar siete años desde que los rebeldes hutíes tomaran la capital, Saná, y se hicieran con el control de gran parte del norte del país a pesar de los continuos bombardeos a los que han sido sometidos por la coalición internacional liderada por una de las principales potencias regionales: Arabia Saudí, nación que, como es sabido, es aliada de Estados Unidos.
Como consecuencia de la infernal situación interna, Yemen se ha convertido en el país más pobre del mundo árabe. Su historia como nación se remonta a la irrupción de las Repúblicas de Yemen del Norte y del Sur como consecuencia de la lucha contra el régimen colonialista de Reino Unido. Tras la unificación voluntaria de los dos Estados se produjo la Guerra del Golfo en la que el gobierno de Saná decidió no proporcionar apoyo a la coalición internacional contra el Ejército iraquí. Como represalia Kuwait y Arabia Saudí expulsaron cerca de un millón de trabajadores yemeníes, con su regreso se terminaron las remesas para muchas familias reduciéndose drásticamente el consumo interno.
Occidente saca réditos de la guerra
Las consecuencias económicas de una guerra sin perspectivas de terminar han provocado en las arcas de Riad un déficit presupuestario de hasta el 17% del PIB. El país del oro negro ocupa el sexto lugar en el mundo importando armamento, sus principales proveedores son Reino Unido, Francia y España. Los Estados Unidos se descolgaron de esta lista tras la decisión del presidente Joe Biden de suspender la venta por motivos humanitarios pero, a la vez, dio órdenes de desplegar un número indeterminado de aviones de combate en la base aérea saudí de Prince Sultan. Italia y Alemania también han paralizado el comercio obedeciendo la resolución no vinculante repetida en numerosas ocasiones por el pleno de la Eurocámara para imponer un embargo de armas a las tropas de Riad.
La situación humanitaria viene empeorando de manera paulatina. Las cambiantes zonas de combate, los ataques aéreos y las minas terrestres han causado el desplazamiento de casi 100.000 personas. Muchas de ellas han tenido que huir en varias ocasiones, según denuncia Oxfam Intermón.
Esta organización calcula que solo en el pasado mes de enero se lanzaron 43 ataques aéreos contra objetivos civiles, es decir, más del 20% de todos los bombardeos de este tipo efectuados en la zona de Marib desde el aumento de los combates. La mayor parte de ellos se dirigieron contra viviendas y granjas, y destruyeron casas y negocios que llevará años reconstruir.
“El recrudecimiento del conflicto, el desplazamiento y la muerte que presenciamos en Marib es una instantánea del sufrimiento que padecen las comunidades de todo Yemen. Las personas corrientes que han buscado refugio en un lugar que antes se consideraba un oasis de calma son ahora daños colaterales de un prolongado conflicto. La única solución de esta situación es que las partes beligerantes se reúnan y negocien un arreglo pacífico permanente”, afirma el director de Oxfam en Yemen, Muhsin Siddiquey.
Más de un millón de personas desplazadas
En este conflicto se despliega todo tipo de recursos bélicos, incluso la utilización de armas prohibidas en las guerras convencionales. Las minas terrestres suelen colocarse por los caminos y carreteras que cruzan las tierras de cultivo y conducen a la ciudad de Marib, y que la población civil utiliza para llevar productos destinados a la venta y por las personas migrantes que atraviesan Yemen.
Según los datos de la ONU, en la zona de Marib tratan de sobrevivir más de un millón de personas desplazadas, bien junto con la población local o en uno de los entre 120 y 150 asentamientos formales e informales existentes. Sin embargo, denuncia Oxfam, las autoridades locales sitúan esa cifra en cerca de dos millones. Muchas de estas personas ya se han visto desplazadas cinco o seis veces.
La depreciación galopante de la moneda del país como consecuencia del conflicto, sumada a una persistente crisis de combustible, ha hecho que los precios de los alimentos, el carburante y los medicamentos se dupliquen con creces, hasta tal punto que la gran mayoría de la población no puede satisfacer sus necesidades básicas, explica Oxfam en una nota de prensa.
Se suma el Covid
A este desolador panorama de Yemen se suma el hecho de que actualmente enfrenta su cuarta oleada de la pandemia del Covid-19, y el país no cuenta con la infraestructura básica de salud para atender la emergencia vírica.
Desde la disolución el año pasado del Grupo de Eminentes Expertos sobre Yemen –el organismo designado de la ONU para encargarse de la vigilancia de los abusos contra los derechos humanos cometidos en este país–, no hay ningún tipo de observación internacional de las violaciones de derechos humanos.
Los países de Occidente con el liderazgo de Estados Unidos, entre tanto, aprovechan esta tragedia humanitaria para maquinar su negocio armamentista y preservar además sus proyectos coloniales y destructivos, apostando por la continuación de sus maliciosos complots en todo Yemen.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.