POR OCTAVIO QUINTERO
Si las instituciones de la sociedad civil no reaccionan, eso de… “lo último que se pierde es la esperanza”, pareciera que en Colombia ya empezó a desmoronarse. La onda de corrupción del Congreso de Colombia es resonante por tratarse de los impopulares parlamentarios.
El Colegio Médico, con 16 organizaciones médicas afiliadas, debiera ocuparse del caso Barguil, congresista conservador demandado, inicialmente, ante el Consejo de Estado por ausentismo cuando era representante a la Cámara en el periodo 2014-2018 por la veeduría ‘Trabajen vagos’ liderada por la activista en redes sociales, Catherine Juvinao.
Las primeras cinco denunciadas fueron presentadas el 25 de mayo 2019 en contra del mencionado parlamentario, junto con Luis Eduardo Díaz Granados, Cristóbal Rodríguez, Alfredo Ape y Jaime Felipe Lozada. En diciembre del mismo año, un grafólogo denunció que 24 de las excusas médicas presentadas por el hoy senador del Partido Conservador, David Barguil, tenían irregularidades porque parecían “hechas al mismo tiempo” con fechas abiertas para cuando él las necesitara. Aunque su sospecha fue rechazada por el magistrado investigador, tampoco el Colegio Médico se ocupó del caso cuando de hecho debió haberle interesado.
No obstante, el caso de las excusas médicas vuelve a ser relevante a la hora de dictar sentencia ante el hecho evidente de que los congresistas se hacen incapacitar por médicos laxos para no cumplir con su deber: “Tenemos información de algunos posibles casos similares”, dice el abogado de la veeduría, Iván Velásquez, a Noticias 1, y por eso la demanda llegó a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia por presunta falsedad ideológica en documento público, llevada por la veeduría ‘Trabajen vagos’.
La onda del Congreso de Colombia es resonante por tratarse de los impopulares parlamentarios (con perdón de uno u otro que escape a la tendencia). Pero la presencia de falsas excusas médicas en la órbita laboral viene siendo cuestionada de tiempo atrás. Y no hay noticia, al menos en los medios más sintonizados, que hablen de algún médico sancionado por el Colegio por faltar a la ética en tan grave materia.
Ese Colegio también tiene cuentas pendientes con la opinión pública en el caso del cianuro encontrado tras la todavía misteriosa muerte del auditor de la Ruta del Sol II, Jorge Enrique Pizano, que conllevó la renuncia intempestiva del director de Medicina Legal, Carlos Eduardo Valdés. Y, también, por qué no, en defensa de médicos que han sido sospechosamente dejados de lado en su renovación de contratos –a destajo– precisamente por denunciar su triste condición de ‘obreros’ dentro del sistema sanitario nacional.
Pero, concentrándonos en lo presente, el solo hecho de que un grafólogo halle sospechosas las excusas médicas de Barguil y cía, dejar “eso así”, es un baño antiético que cae sobre todo el cuerpo médico, como está cayendo sobre todo los periodistas el fanatismo que las vedetes despliegan en defensa del statu quo que se hace necesario revocar desde las urnas para dar cumplimiento constitucional al “Estado Social de Derecho”.
Si las instituciones de la sociedad civil no reaccionan, eso de… “lo último que se pierde es la esperanza”, pareciera que en Colombia ya empezó a desmoronarse.