POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL
La disparada que se ha pegado la pandemia en estos tiempos santos, estamos en la tercera ola, evidencia la profundidad de la crisis de la salud y de la vida ante las medidas biomédicas y las políticas públicas en que la vacuna es prioritaria o, mejor, debiera serlo.
Lo que está sucediendo no debe sorprendernos, porque la propagación del virus, con sus oscilaciones de auge, disminución y luego expansión, está anclado en la realidad que vivimos en el país y en el mundo.
El virus apareció y se propagó exitosamente en un contexto de una civilización global en camino al despeñadero, con profundas fracturas ambientales, sociales y culturales, con procesos de imperialismo tóxico, biopiratería y deuda ambiental. A lo que se suma la amenaza persistente de las guerras regionales vigentes, en donde la colombiana es un capítulo especial que se está alargando y renovando en una historicidad, que es la de las violencias y las guerras permanentes. En lo que va del 2021, ha habido, por lo menos, 23 masacres con 84 víctimas. Según constatación de la JEP, entre 2002 y 2008, hubo 6.402 personas asesinadas para ser presentadas como bajas en combate en todo el territorio nacional. En simultáneo, en los últimos tres años, el éxodo interno de quinientas mil personas y la continuidad de la diáspora del exilio consolidan un cuadro de barbarie. Por sí solo, todo un programa de subversión política.
A nivel global, la confrontación entre China y Estados Unidos, y de este último con Rusia, con el apoyo de la Unión Europea, está calentando la situación global al borde del incendio, donde las armas atómicas y nucleares están acechantes con su objetivo devastador. Nunca, desde la caída del comunismo burocrático, la guerra global había estado tan cercana. Esto hace que la paz, aquí, en Colombia y en el mundo, sea una exigencia prioritaria. Recomiendo que seamos pacifistas militantes.
La fractura metabólica, de natura y sociedad, se ha profundizado ostensiblemente y el capitalismo verde ha fracasado, dado que esta formulación (capitalismo verde) es antagónica en sus términos, ya que, como modo de producción, con sus tecnologías, esquilma y degrada la natura azul, blanca y verde. El capitalismo es lo sustantivo y el ambiente es lo adjetivo, lo que da como resultado que la vida queda acorralada.
La fase neoextractivista, de hegemonía de energías fósiles, sigue campeando. La propia ciencia aplicada a las computadoras, robótica y sistemas automatizados está destruyendo la naturaleza. La propuesta de Bill Gates, de nuevas tecnologías, debe ser evaluada desde esta perspectiva.
Hay que parar el neoextractivismo, el productivismo y el consumismo, con sus cadenas de valor mercantil, de apropiación de pocos ricos en el mundo y el país. así las cosas, la solución no es meramente tecnológica, es social y cultural. Seamos ecologistas militantes.
La pandemia está en el corazón de estas realidades y no ha podido ser abortada. No hay un pacto global para políticas de salud preventivas y curativas de carácter obligatorio y gratuito. La vacuna contra la Covid-19, en primer lugar. La geopolítica mundial, con los mezquinos intereses de las potencias, permite el negociado colonialista de las grandes farmacéuticas que imponen dolosas condiciones de mercado y han creado una alarma mundial de escasez, que se combina con la ineptitud de los gobiernos, como el del uribato, en Colombia. El trasfondo social de hambre y pobreza campea y no hay maquillaje que lo oculte, al igual que la hipocresía de la política, que indigna crecientemente la opinión nacional. Seamos internacionalistas de la vida.
Un compatriota nuestro y ciudadano de todas partes, en 1982, al recibir la presea del Nobel literario, propuso una nueva y arrasadora utopía de la vida. En medio del desconcierto, seamos utopistas con esperanza, porque no hay tiempo que perder, hay vida por ganar.
Alarma. Un escandalo moral es la decisión del gobierno de Iván Duque de gastar $14 billones en compra de aviones, que no pueden ser para cosa distinta a la de atizar la guerra que se salió de madre en las regiones: Tumaco, Nariño, Cauca, Antioquia, Norte de Santander, Arauca…, así como para escalar la confrontación con Venezuela.
Un Pasquin.com, Bogotá.
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