Homenaje de la Universidad de Colombia a 30 años de su fallecimiento: Gerardo Molina y su historia de las ideas socialistas

LA ROSA ROJA /

Con un sugerente prólogo del profesor Ricardo Sánchez Ángel, la Universidad Nacional de Colombia en homenaje a la memoria de su rector durante el periodo comprendido entre 1944 y 1948, Gerardo Molina Ramírez, al cumplirse el 30 aniversario de su fallecimiento, acaba de publicar su obra completa.

Dentro de la Colección de la Rectoría de la Universidad Nacional se presentan Las ideas socialistas en Colombia y Breviario de ideas políticas, dos obras del maestro Molina consideradas clásicos en la historiografía nacional y latinoamericana.

Molina, un intelectual en el pleno sentido de la palabra alternó su vida académica y de investigador social con el quehacer político, destacándose como  impulsor e ideólogo del socialismo en Colombia durante buena parte del siglo XX.

“Gerardo Molina creía en la supremacía de la razón con su diálogo plural, pero creía también en la supremacía del pueblo. Era partidario de unas ideas con acción, y por ello era crítico de las acciones sin ideas, del espontaneísmo y del activismo sin meditación. Este hombre actuaba con un realismo que buscó siempre para encontrar las condiciones y las fuerzas favorables al progreso, la reforma y el socialismo. Aunque sabía de la importancia de los líderes y las élites, su perspectiva democrática lo llevó siempre a defender a los de abajo como pueblo, muchedumbre y multitud, que son, a su vez, los grandes protagonistas de la historia. Así, la universidad debía estar anclada a esas realidades”, esboza  el profesor Sánchez Ángel en su texto de presentación del tomo Las ideas socialistas en Colombia.

Su paso por la Rectoría de la Universidad Nacional

En abril de 1944, el designado presidencial Darío Echandía presentó tres candidatos para la Rectoría ante el Consejo Directivo de la Universidad Nacional de Colombia: José Gómez Pinzón, Luis López de Mesa y Gerardo Molina. El profesor Molina obtuvo 5 votos; Gómez Pinzón, 2; y López de Mesa, ninguno.

Durante su gestión como rector de la principal institución de educación superior del país, Molina promovió el aumento de cupos, generó una política de otorgamiento de becas y puso en marcha un sistema de bienestar universitario, que favoreciera el ingreso de estudiantes de bajos recursos. También inició las actividades de extensión cultural, la adquisición de una imprenta que posibilitó crear un proyecto editorial que se materializó con el lanzamiento de la Revista Universidad Nacional.

Igualmente, amplió la oferta de programas académicos y se profesionalizaron las carreras de Filosofía y Economía; se creó la Sección de Psicotecnia, que con el tiempo se convertiría en la carrera de Psicología.

Desde su concepción de docente y estadista, Molina siempre remarcó la necesidad de que la Universidad se consolidara como un proyecto de carácter verdaderamente nacional, a través de la interacción con las diversas regiones del país.

Prólogo del libro

A continuación reproducimos el texto de presentación del libro Las ideas socialistas en Colombia, que acaba de editar la Rectoría de la Universidad Nacional de Colombia, de autoría de Ricardo Sánchez Ángel, profesor emérito de esta institución y director del Doctorado en Derecho de la Universidad Libre.

Ricardo Sánchez Ángel

Gerardo Molina y su historia de las ideas socialistas

POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL*

Presentación general

Al amplio reconocimiento a Las ideas liberales en Colombia (1849-1914) 1, de Gerardo Molina, siguió su libro Breviario de las ideas políticas 2. Luego publicó Las ideas socialistas en Colombia 3.

En 1955, después de su instancia en París, la Universidad Libre le publicó, casi coincidiendo con su primer nombramiento como rector, su obra Proceso y destino de la libertad 4, que fue distribuida haciéndole el quite a la censura oficial. Su autor cuenta con gracia esta anécdota en el pró­logo de la segunda edición:

A manera de anécdota, todavía recuerdo las precauciones que hubi­mos de tomar mis amigos y yo para distribuir Proceso y destino de la libertad. Lo llevamos una sola tarde, desde la imprenta casi clandes­tina donde había sido editado, a las librerías que se habían prestado para recibirlo. El plan consistía en que ellas lo exhibieran al día siguiente, con la esperanza de que permaneciera unas horas en las vitrinas, hasta que la Policía fuera a decomisarlo.

Por fortuna, el gobierno represivo del general Rojas Pinilla no demostró mayor interés por los libros, tal vez porque dudaba de su eficacia para hacer el mal, y así el mío pudo llegar al público. 5

Proceso y destino de la libertad es la primera obra de teoría de las ideas políticas de rigor científico, escrita por un colombiano que le daba la ambientación académica para que los estudios de la ciencia política fueran acogidos en la universidad colombiana. Por supuesto, tuvo el merecido reconocimiento en los círculos universitarios, intelectuales y políticos. Con el libro y su nombramiento como rector en la Libre, Gerardo Molina hizo su reaparición pública después de su exilio pari­sino, donde editó Colombia Libre, un periódico contra la dictadura para mantener la llama de la libertad y la rebeldía, razón por la cual el gobierno francés, según cuenta Germán Arciniegas, decretó su expul­sión por comunista:

Paul Rivet me contaba cómo detuvo esa orden por la gestión de Eduardo Santos. “Yo pongo la mano en el fuego por la inocencia de Molina”, dijo Santos a Rivet. Y para Rivet, una solicitud de Santos era una orden. En París, cien, doscientos estudiantes de Colombia, siguieron este pro­ceso, que en el fondo era una jugada de Bogotá 6.

En el discurso pronunciado con motivo del lanzamiento de su libro, Molina esboza la crisis nacional y la necesidad de un propósito para superarla. Igualmente, ubica el papel de la Universidad Libre como uni­versidad nacional para dar su gran aporte a la educación y a la solución de la crisis del país 7.

Por su primera rectoría en la Universidad Libre (1955), se desató la ira del fanático cardenal católico Crisanto Luque, que reeditaba el mismo agresivo veto que la alta jerarquía católica tuvo frente al otrora nom­bramiento de Gerardo Molina como rector de la Universidad Nacional en el año de 1944.

Como anillo al dedo, recuerdo la anécdota de Germán Arciniegas, que demuestra el alcance internacional que la Iglesia le daba al papel de Gerardo Molina, al punto que el papa Pío XII le interrogó: “¿no le parece peligrosa la presencia de Gerardo Molina en la Universidad?” A lo cual el escritor contestó: “con el doctor Molina he trabajado sin problemas en completo acuerdo”. 8

Al nuevo rector lo respaldaron con decisión los miembros de la Consi­liatura de la Universidad Libre, los mismos que lo habían nombrado, des­tacándose German Zea Hernández, presidente del Consejo Académico, y desde la opinión liberal, Carlos Lleras Restrepo.

El discurso de Gerardo Molina en su posesión fue una renovación de los ideales de Benjamín Herrera, cuya personalidad fue estudiada con acierto en un capítulo de Las ideas liberales en Colombia.

Gerardo Molina creía en la supremacía de la razón con su diálogo plural, pero creía también en la supremacía del pueblo. Era partida­rio de unas ideas con acción, y por ello era crítico de las acciones sin ideas, del espontaneísmo y del activismo sin meditación. Este hombre actuaba con un realismo que buscó siempre para encontrar las condi­ciones y las fuerzas favorables al progreso, la reforma y el socialismo. Aunque sabía de la importancia de los líderes y las élites, su perspectiva democrática lo llevó siempre a defender a los de abajo como pueblo, muchedumbre y multitud, que son, a su vez, los grandes protagonistas de la historia. Así, la universidad debía estar anclada a esas realidades.

Sobre el conflicto en la Universidad Libre, Molina escribió un lúcido ensayo en la Revista Mito, dirigida por Jorge Gaitán Durán, donde realizó el escrutinio del acontecimiento. De nuevo, con fina ironía, el rector escribió:

Atribuyéndome honrosamente desproporcionados poderes de per­suasión y de contagio, la jerarquía eclesiástica basó su veto en la cir­cunstancia de que mi presencia en la Rectoría significaba un peligro para las creencias católicas de los estudiantes y la amenaza de una “universidad totalitaria y marxista”.

Esta imputación desconoce el hecho de que dentro de la orga­nización institucional de la Universidad Libre el gobierno de ella no reside en el rector, sino en las Salas Directivas, y de que en numero­sas oportunidades públicas he afirmado mi solidaridad del espíritu que anima a ese plantel. En cuanto a las ideas totalitarias que se me atribuyen, las directivas de la institución hicieron ver a S.E. el carde­nal en la admirable nota en que rechazaban su intervención, el año pasado apareció un libro mío precisamente en defensa de la libertad y de la concepción democrática de la vida y de la sociedad. 9

Gerardo Molina fue nombrado de nuevo rector de la Universidad Libre (1960-1965), donde prosiguió con su tarea renovadora en la Universidad impulsando la creación de nuevas facultades para modernizarla, como la Facultad de Ciencias de la Educación y la Facultad de Ciencias Económicas. También planteó el apoyo a la creación de un Instituto de Ciencias Polí­ticas propuesto por el profesor Diego Uribe Vargas. La rectoría de Molina propició la apertura de colegios de bachillerato, al igual que un importante Departamento de Extensión Cultural, que tuvo a Jorge Zalamea como su director. Además, fundó la revista Universidad Libre e impulsó la moderni­zación de la planta profesoral en la institución.

El rector consideraba que la esencia fundamental de la institución, los estudios de Derecho, se consolidarían mejor en el contexto de una auténtica universidad donde concurrieran interdisciplinariamente los saberes de otras ciencias y profesiones. El rector fortaleció el carác­ter cultural de la Universidad y el anclaje nacional-internacional, al tiempo que proyectó a la sociedad, en especial a la clase trabajadora, por medio de programas educativos en horas nocturnas. En su dis­curso de posesión (1960) estableció:

Es indispensable por eso iniciar rápidamente la construcción de nuestra Ciudad Universitaria, aprovechando para ello los terrenos cedidos del municipio de Bogotá, el auxilio nacional que hemos empezado a recibir, las operaciones bancarias que logremos hacer. Todos nuestros planes se derrumbarán si no contamos con una instalación materialmente propia, conveniente y holgada.10

Discurso en el barrio Julio Rincón, durante su campaña presidencial. Bogotá, 1982.  

Gerardo Molina fue el estudiante de la libertad, como autor y como protagonista. Fue expulsado de la Universidad de Antioquia por promo­ver una huelga a favor de la reforma universitaria, inspirada en el Mani­fiesto de Córdoba. Se graduó de abogado en la Universidad Nacional, y desde entonces ejerció su función de profesor, al igual que lo haría en la Universidad Libre. El brillo de Gerardo Molina como catedrático lo señaló, en forma gráfica, Luis Villar Borda:

Para quienes estaban influidos por la campaña difamatoria adelan­tada contra Molina y la Universidad Nacional durante años, y podían por ello esperar presumiblemente un agitador o un demagogo, el desengaño era inmediato. Nada más ajeno a esa idea que la mesura, el orden, la nitidez del profesor que en realidad era Molina. Sin alzar nunca la voz, casi tímidamente, en medio del respeto general, el concurso de jóvenes ansiosos de no perder una palabra, el profesor iba desarrollando su exposición con meridiana claridad, con lógica y precisión, siempre apoyado en notas de un fichero cuidadosa­mente elaborado, que revelaban al investigador y estudioso. Molina era —como Jorge Soto del Corral— un profesor de corte europeo y no me cabe duda de que hubiese brillado por su ilustración, consa­gración y seriedad en cualquier centro universitario de los países más avanzados. Nada dejaba a la improvisación, no se permitía una palabra de más, una desmesura, un gesto inútil. Era un schollar en el exacto sentido que se da a este vocablo en el mundo académico. 11

Militó en el ala izquierda del Partido Liberal y logró el reconocimiento de sus directores más conspicuos, como Alfonso López Pumarejo y Darío Echandía. Al mismo tiempo, buscó el propósito de Rafael Uribe y Jorge Eliecer Gaitán de que el liberalismo bebiera de las canteras del socia­lismo. Un socialismo democrático, que no socialdemócrata, tendencia internacional que Gerardo Molina criticó en su Breviario de ideas políticas.

El Breviario es un trabajo de síntesis, junto con propósitos educati­vos para la acción política consciente, fruto de largos años de meditar y enseñar las ideas políticas en las universidades Nacional y Libre, en la prensa, en auditorios sindicales, populares, en el Congreso Nacional, como representante y senador, y en las plazas públicas. De manera sen­cilla su autor dice que se trata de un “pequeño libro de divulgación”.

La otra historia de Gerardo Molina

El libro Las ideas socialistas en Colombia apareció como un suceso editorial insólito, porque estaba establecido que las ideas liberales y conservado­ras eran hegemónicas en la vida intelectual y política de la República. 12 Llegó luego de su trilogía, que había tenido un gran éxito intelectual y político. Miguel Antonio Caro, el destacado ideólogo del conservatismo y del catolicismo hispánico entre nosotros, había acuñado el dogma de una sola raza, una sola lengua, una sola religión.

Gerardo Molina y su esposa Blanca Ochoa en el Capitolio Nacional durante la campaña presidencial de 1982. 

Antes de este libro se habían escrito obras de carácter histórico sobre el movimiento obrero y popular, al igual que otros libros y folletos, los cuales se referencian. Para Gerardo Molina, su investigación concluye con un aserto: las ideas socialistas forman parte del acervo histórico de la nación. Son producto de una concurrencia de factores en que se inclu­yen el auge del pensamiento político, que nos colocó en diálogo con las corrientes universales de las ideas, la labor de líderes y élites que acogie­ron estas ideas y, de manera determinante, las luchas y movilizaciones sociales y culturales que buscan resolver el gran pleito contra la depen­dencia, la desigualdad y la opresión. Se trata de proponer el papel prin­cipal de estas ideas en las contiendas ciudadanas. De nuevo, acción con ideas e ideas con acción, especialmente en el campo de las izquierdas.

El autor pone sobre la mesa de discusión su noción sencilla y amplia de socialismo:

Un socialismo de rostro autóctono, respetuoso de las libertades, dirigido a instaurar la democracia social, participativa y autogestio­naria y convencido de que, para combatir la dependencia, el primer paso es la intervención del pueblo en los destinos comunes y la efectividad de la integración latinoamericana.13

Gerardo Molina fue un marxista heterodoxo a fuer de liberal que utilizó el materialismo histórico con creatividad, rigor y de manera situada en nues­tras coordenadas de existencia social y cultural, un rara avis. Es educativa la anécdota de la discusión de Gerardo Molina ante un grupo de estudiantes radicales que manifestaban defender sus principios, a lo cual el maestro replicó que los principios convienen ser bañados de tanto en tanto en el río de Heráclito.

Fernando Hinestrosa, rector del Externado, consignó este criterio:

Fue el doctor Molina primordialmente un luchador; creyó en la demo­cracia social, se esforzó por entronizarla e implantarla en nuestro país. Idealista, soñador, nunca se cuidó o midió en la expresión de su pensamiento o en su alineación política. Liberal de cepa, se esmeró en afirmarse socialista, no para espantar a mojigatos o mostrarse diferente. Lo hacía con sinceridad, con la rectitud que lo distinguió como rasgo máximo de su personalidad. Como investigador, fue ejemplo de inde­pendencia y honestidad, ejercicio de ese oficio tan escaso como poco reconocido. Jamás dio su brazo a torcer, tampoco pidió ni dio cuartel. 14

En la dialéctica del liberalismo colombiano, entre lo oligárquico y lo popular, nuestro protagonista buscó la salida socialista, constituyendo el Grupo Marxista (1933) en compañía de Luis Eduardo Nieto Arteta. También propició el Partido Socialista Colombiano, a través de la Liga de Acción Política (1942-1944), que conformó junto con Juan Francisco Mujica, Antonio García, Carlos H. Pareja, José Francisco Socarrás, Alberto Aguilera Camacho, Francisco Pinzón e Indalecio Liévano Aguirre. Al igual, intervino en el movimiento sindical como asesor de la CTC. Posterior­mente, organizó el Movimiento Firmes, en compañía de Gabriel García Márquez y Diego Montaña Cuéllar, entre otros.

Con esta investigación sobre las ideas socialistas rompió el mito de la inexistencia de las mismas en nuestra historia. Gerardo Molina realizó una pesquisa amplia en archivos, buscando en periódicos, folletos, libros y docu­mentos esa huella socialista de carácter múltiple: mítines, protestas ruido­sas, congresos obreros y socialistas, líderes y voceros de estas ideas. En medio de la exclusión y en los márgenes de la sociedad oficial y la repú­blica señorial, encontró el socialismo. Las ideas que propiciaban el cambio de estructuras sufrieron una larga censura que se prolonga hasta nuestros días. Son legión los seguidores del socialismo que han sido perseguidos, encarcelados y asesinados.

Además, Gerardo Molina fue testigo y actor en algunas de las jorna­das que constituyen el legado, la herencia de rebelión social y de anta­gonismo político de nuestro pueblo. Tuvo una mirada zahorí y oídos atentos para evaluar los rumores de la opinión y los gritos de las protes­tas. En el más tremendo, trágico y multitudinario acontecimiento de la historia nacional, el 9 de abril de 1948, buscó entre las multitudes orientar con Diego Montaña, Jorge Zalamea y otros el movimiento. Para ello, cons­tituyeron la Junta Revolucionaria que se disolvió en sus afanes de coordi­nar una salida democrática a la grave situación.

Gerardo Molina conoció el socialismo en sus dimensiones internacio­nales en los libros de autores como Jean Jaurès, el paladín del socialismo francés, y en la universidad, como estudiante y profesor, lo que le permi­tió profundizar sus conocimientos en diálogo investigativo con Antonio García, Luis Eduardo Nieto Arteta, Diego Luis Córdoba y Diego Montaña Cuéllar, entre otros.

El libro de Gerardo Molina abrió el camino para superar esa “historia huérfana” de la otra Colombia, llena de diversidades y libertades. Una Colombia ufana de deseos por el porvenir justo e igualitario. Esas ideas y esas luchas socialistas no son unívocas ni unilaterales; son expre­sión de diferentes enfoques sobre el socialismo, tan rico de métodos y teorías. Las rebeliones populares y proletarias que tienen la impronta socialista responden a las realidades del capitalismo, a los conflictos de clase, raza, género y cultura. Son luchas plurales que se unifican con el propósito emancipador de superación de la hegemonía del capital a escala internacional.

El libro de Molina se puede dividir en cuatro partes. La primera va desde las ideas precursoras derivadas de las luchas anticoloniales de indí­genas, negros y, especialmente, de los comuneros, pasando por las gue­rras de independencia con su énfasis en la igualdad y lo popular, hasta la segunda mitad del siglo XIX. La segunda parte va desde la aparición del socialismo, con las sociedades democráticas de artesanos e intelectuales, hasta la Guerra de los Mil Días. La tercera parte va desde el socialismo católico y el socialismo de Estado hasta el socialismo de los años 20, que abarca la Revolución en Marcha y la Reforma del 36. La última está dedi­cada al antisocialismo, la contrarrevolución, la violencia, la guerrilla y la conciencia social. También se exponen los teóricos socialistas contempo­ráneos y unas consideraciones finales.

Gerardo Molina presenta las ideas en movimiento de manera pluricla­sista con acento en lo popular y analizando decididamente los impactos y la influencia de estas en las instituciones, e incluso en los antagonistas desde una perspectiva dialéctica. Uno de los momentos originales de su obra es el tratamiento del antisocialismo.

En este balance de las influencias del socialismo, Gerardo Molina destaca los planteamientos de Gaitán, las posiciones de Uribe Uribe y la importante presencia de las controversias acerca de las reformas constitucionales de 1936, en el relato mismo de la Carta con el trasfondo de la Revolución en Marcha. Señala como un gran logro la fórmula “la propiedad tiene una fun­ción social que implica obligaciones”, que había triunfado en la república española y que en Francia tenía como máximo exponente a León Duguit.

Como lo que puede ser denominado su testamento político, Gerardo dejó los manuscritos para el libro La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos, publicado por la Universidad Externado de Colom­bia. Contiene un ensayo inconcluso sobre la formación del Estado en Colombia y una segunda parte de textos políticos, que incluyen las intervenciones televisivas de la campaña presidencial de 1982 en com­petencia con Luis Carlos Galán, Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur, aunque este último ganó la Presidencia de la República. Los textos de Molina son unas reflexiones para la acción política en la cam­paña en que se había comprometido. Los temas tratados son: (1) la vio­lencia, el Ejército y la nación; (2) Colombia, una democracia restringida; (3) la política exterior; (4) la concentración de la riqueza y el programa del Frente Democrático. A lo que se suma una entrevista en el diario El Tiempo, realizada por Fernando Barrero, denominada “Plan económico radical del Frente Democrático”.

En estas intervenciones, Gerardo Molina tuvo oportunidad de aplicar su gran formación y experiencia, lo que le permitió al editor Gonzalo Cataño señalar que él convirtió “la pantalla chica en una cátedra de educación política”15. También comunicó su comprensión sobre la gravedad de la cri­sis nacional y los peligros en ciernes, frente a los cuales propuso salidas de urgencia y actualidad, de reforma y transición. Es la propuesta de un socialista en un momento histórico decisivo. Y podemos afirmar hoy que, de haberse tenido en cuenta las propuestas de Gerardo Molina y del movimiento que lo acompañó, Colombia no se encontraría en la encru­cijada actual.

Libertades democráticas; participación con control popular y ciuda­dano; educación plena, democrática, en sintonía con la cultura nacio­nal e internacional; una política de paz avanzada, poniendo límites a la intervención de las fuerzas militares y planteando su democratiza­ción. Para este aspecto, Molina insistía en el diálogo y la negociación, dejando atrás los rencores y odios heredados. De manera premonito­ria, afirmó: “estoy convencido hoy de que ni las guerrillas derrotan a Ejército ni el Ejército derrota a las guerrillas. La solución no puede ser, entonces, la militar; creo que la única es la solución política a base de negociaciones”. 16

Se encuentra aquí el diseño de una política exterior con apoyo en el derecho internacional, enfatizando en la cooperación sin subordinación a las grandes potencias, especialmente, la norteamericana. En fin, se tra­taba de una política que nos sintonizara con el mundo contemporáneo en el respeto a la paz mundial y el genuino desarrollo social en aras de sacar a los países pobres de su marginalidad y miseria.

Molina demuestra su gran creatividad en asuntos programáticos sobre la solución de la crisis colombiana, renovando el paradigma de las nacionalizaciones de los sectores centrales de la economía: comer­cio exterior, recursos naturales, petróleo, bancos y capital financiero, entre otros. Su posición frente a la cuestión agraria fue radical: expro­piación de los latifundios y abolición de los minifundios. Otro aspecto novedoso del programa consistió en su formulación social e igualitaria sobre los derechos de las mujeres. Buscaba medidas que colocaran el control de la economía en un nuevo gobierno que, para él, debía ser de carácter popular y democrático.

Sin duda, estos textos políticos son el Epílogo del libro Las ideas socia­listas en Colombia.

Descargar los libros

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Las ideas socialistas en Colombia

Breviario de ideas políticas

NOTAS

* Director del Doctorado en Derecho de la Universidad Libre. Profesor emérito de la Universi­dad Nacional de Colombia.

1. El tomo i de este libro, que consta de 339 páginas, fue publicado en 1970 por la Universidad Nacional de Colombia. El tomo II (294 páginas) fue publicado en Bogotá, en 1974, por la edito­rial Tercer Mundo. Finalmente, el tomo III, de 336 páginas, fue publicado en 1977 por Tercer Mundo. La Universidad Libre publicó en el año 2006 en un solo volumen los tres tomos de Las ideas liberales en Colombia. Esta edición contiene una presentación de Jorge Orlando Melo.

2. El Breviario de ideas políticas consta de 294 páginas. Fue publicado en 1981 por Tercer Mundo y una nueva edición se publica, en paralelo con la presente edición de Las ideas socialistas en Colombia, en 2021 bajo la colección Obras Escogidas de la Rectoría de la Universidad Nacional de Colombia.

3. Este libro, que consta de 360 páginas, fue publicado en 1987 por Tercer Mundo.

4. Este libro, de 275 páginas, fue publicado en Bogotá en 1955 por la editorial Biblioteca de la Universidad Libre. La segunda edición, de 312 páginas, corregida y actualizada, fue publicada por Tercer Mundo en 1989.

5. Molina, Gerardo. “Biografía de este libro”. En: Proceso y destino de la libertad. (2ª. Ed.) p. 13. Bogotá: Tercer Mundo, 1989.

6. Arciniegas, Germán. “Gerardo Molina, tranquilo”. En: VV. AA. Universidad, democracia y socialismo. Recuerdo de Gerardo Molina (p. 61). Bogotá: Facultad de Derecho. Universidad Nacional de Colom­bia, 1992. Este libro comprende escritos sobre su vida y obra de Francisco de Roux, Orlando Fals Borda, Luis Carlos Pérez, Diego Montaña Cuéllar, Jorge Regueros Peralta, Carlos Lleras Restrepo, Belisario Betancur, Darío Valencia Restrepo, Arturo Valencia Zea, Ricardo Sánchez Ángel, Luis Villar Borda, Jorge Child, Alfredo Vásquez Carrizosa, Ramiro de la Espriella, Apolinar Díaz Callejas, Santiago Peña Daza, Germán Arciniegas, Manuel Cepeda, Sergio Fajardo, Santiago Salazar Santos, Pedro Manuel Rincón escribió una semblanza en su obra Cuatro maestros. Bogotá: Uniediciones, 2005. Ver también: Darío Acevedo. Gerardo Molina, el intelectual, el político. Medellín: Ediciones del Frente de Acción Política Educativa, 1986. Cataño, Gonzalo. Historia, sociología y política editorial El Tiempo, Elisa Mujica, José Félix Cataño, Carlos Gaviria Díaz y Darío Acevedo Carmona. (pp. 131-166). Bogotá: Plaza & Janés, 1999. Sánchez Ángel, Ricardo. Gerardo Molina, el educador. Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio, 1997.

7. Discurso pronunciado con motivo del lanzamiento de su libro Proceso y destino de la libertad. En: Gerardo Molina. Testimonio de un demócrata (compilación de Darío Acevedo) pp. 391-399. Medellín: Universidad de Antioquia, 1991. De acuerdo con la propia versión de Gerardo Molina, al acto concurrieron alrededor de 200 personas en un clima académico-político de gran interés.

8. Arciniegas, Germán. “Gerardo Molina, tranquilo”. Op. Cit. pp. 60-61.

9. Molina, Gerardo. Revista Mito. Número, 10 (octubre-noviembre de 1956), Bogotá. En: Gerardo Molina. Testimonio de un demócrata. Op. Cit. p. 311.

10. Ibid. p. 309.

11. Villar Borda, Luis. “Lección de Gerardo Molina”. En: Universidad, democracia y socialismo. Op. Cit. pp. 9-51. De Eduardo Jaime Jaramillo, ver: Universidad, política y cultura. La rectoría de Gerardo Molina en la Universidad Nacional de Colombia (1944-1948). Bogotá: Unibiblos, 2007.

12. Rubén Sierra Mejía me solicitó un comentario sobre el libro que se publicó en la revista de la Universidad Nacional de Colombia dirigida por él (número 14-15 de 1987).

13. Molina, Gerardo. “Presentación”. En: Las ideas socialistas en Colombia. Op. Cit. p. 11.

14. Hinestrosa, Fernando. “Retrato de Gerardo Molina”. En: Gerardo Molina. La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos. Bogotá: Universidad Externado de Colombia y Corpo­ración Gerardo Molina, 2004. p. 13.

15. Cataño, Gonzalo. “Criterio de esta edición”. En: Gerardo Molina. La formación del Estado en Colombia y otros textos políticos. Op. Cit. p. 23.

16. Ibid. p. 99.

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