POR ALFREDO JALIFE-RAHME /
La Corte Internacional de Justicia en La Haya, vinculada a la ONU, publicó el pasado 29 de diciembre la demanda de Sudáfrica contra Israel por violar la Convención de Genocidio en su ataque contra los palestinos en la franja de Gaza.
Sudáfrica destacó el “sufrimiento de los civiles atrapados ante los presentes ataques de Israel en la franja de Gaza debido al uso indiscriminado de fuerza y la forzada eliminación de sus habitantes”.
No es menor la demanda interpuesta por Sudáfrica, país del icónico Nelson Mandela, quien padeció el apartheid. Este país es miembro prominente de los BRICS y uno de los líderes del Sur global. Global Times, de China, comenta que dicha acusación “sumirá a Israel en una más profunda crisis moral”.
La crueldad antropófaga de la supuesta paleobíblica venganza propedéutica del premier Benjamin Netanyahu y sus zelotes obliga a una lingüística específica de definiciones jurídicas desde genocidio/infanticidio/feminicidio, pasando por la selectiva limpieza ética, hasta deportación/transferencia: ¡todo condensado en Gaza!
Vale la pena tener en cuenta el documento oficial israelí de limpieza étnica y transferencia de palestinos al desierto del Sinaí.
El israelí Yuval Avraham publicó el perturbador “documento completo del Ministerio de Inteligencia: Ocupación de Gaza y trasferencia total a sus residentes”.
Desde el 3 de octubre –cuatro días antes del icónico ataque de Hamás– la ministra de Inteligencia de Israel, Gila Gamliel, miembro del partido Likud en el Knesset (Parlamento), sentenció que la migración masiva de población desde las zonas de combate es un resultado natural y necesario.
Suena más que irónico que Gamliel aya sido previamente ministra de Igualdad Social y luego de Protección Ambiental.
A la semana del icónico 7 de octubre, el premier Netanyahu, con el presidente Biden y otros mandatarios occidentales, presionaron a Egipto para recibir a los expulsados palestinos de Gaza, cuya masiva deportación integral lleva 76 años.
El ominoso documento consta de tres opciones y recomienda la transferencia permanente y forzada de la Franja de Gaza de 2.2 millones de palestinos al Sinaí.
La tercera opción –evacuación de la población civil de Gaza a Sinaí– es la que otorga resultados positivos estratégicos de largo plazo para Israel, además de ser una opción ejecutable que requiere el apoyo de EE.UU.
La dantesca tercera opción recomienda “establecer tiendas y nuevas ciudades en el norte del Sinaí, que acomode a la población deportada, además de crear una zona estéril de varios kilómetros adentro de Egipto y no permitir a la población regresar a su actividad o residencia cerca de la frontera con Israel”.
No faltan la “técnica Hasbara” y su mensaje mercadotécnico que justifiquen el humanismo intrínseco de su limpieza étnica: Alá los castigó a que perdieran esta tierra debido al liderazgo de Hamás. No hay otra opción más que moverse a otro lugar con la ayuda de sus hermanos musulmanes. Israel se abocaría a una campaña en el mundo occidental para que no se mancille a su Estado y presentar la deportación de la población de Gaza como un movimiento humanitario necesario, que evite un mayor número de muertos.
La demanda de Sudáfrica por genocidio desploma el fariseo discurso de derechos humanos de Israel y sus aliados en Occidente, amén que impacta su de por sí mancillada imagen global como país paria/apartheid.
El envalentonamiento ilimitado del Gobierno de Netanyahu hará imposible que haga caso a un fallo desfavorable de La Haya.
La Jornada, México.