RESUMEN AGENCIAS /
Tras los éxitos sociales y económicos logrados durante la década del mandato del presidente Rafael Correa Delgado, los gobiernos neoliberales, corruptos e improvisados que le sucedieron de Lenín Moreno, Guillermo Lasso y ahora, del imberbe presidente Daniel Noboa Azín, han sumido al pequeño país suramericano en el desorden, la desigualdad y el completo caos institucional.
El presidente de ultraderecha Daniel Noboa, ha firmado este martes 9 de enero un decreto en el que declara «la existencia de un conflicto armado interno» en Ecuador debido a la espiral de violencia desencadenada por la actividad de grupos vinculados al narcotráfico y al crimen organizado.
El decreto ordena a las Fuerzas Armadas ejecutar operaciones militares con el objetivo de neutralizar a los grupos armados, al tiempo que limita las libertades ciudadanas.
En el texto se nombran a organizaciones y actores no estatales beligerantes como la banda delictiva Las Águilas, la pandilla de Los Lobos, los conocidos Latin Kings, la banda criminal de Los Tiburones o el cartel del narcotráfico Los Choneros, entre otros.
Está situación de caos y guerra entre el Estado y bandas armadas se produce después de que Noboa decretase en la víspera el estado de excepción para permitir a los mandos policiales y militares intervenir las cárceles tras varios motines.
La proclamación del estado de excepción se da después de que las autoridades confirmaran la evasión de ‘Fito’ de la cárcel Regional Guayas, en Guayaquil, una de las implicadas en la reciente ola de motines.
Este mismo martes un grupo de encapuchados ha tomado las instalaciones de la cadena TC Televisión en Guayaquil. La Policía de Ecuador ha rodeado la zona y ha logrado evacuar a los trabajadores.
Los gobiernos neoliberales de Moreno, Lasso y Noboa han generado un profundo caos institucional en el Ecuador, luego de la estabilidad sociopolítica y económica que vivió esta nación durante la década del presidente Correa (2007-2017).
El Ecuador pos-Correa se hunde día a día en la improvisación gubernamental, la nula capacidad estatal y el caos institucional. Hoy, es un país donde la justicia sólo sirve a la élite oligárquica corrupta para desarrollar operaciones de guerra jurídica (‘lawfare’) contra la principal fuerza política (Revolución Ciudadana) que es el correísmo.
El nuevo mandatario, un imberbe heredero de uno de los principales grupos económicos del país llegó al Palacio de Carondelet para condonar la deuda tributaria de su conglomerado familiar que asciende a 65 millones de dólares.
Además, pretende convocar una consulta ciudadana para dar vía libre al lavado de dinero del narcotráfico a través de la legalización de los casinos, entre otras improvisadas medidas.
A lo anterior hay que añadir que hoy el Ecuador está sumido en la completa corrupción, pues las tres ramas del poder público y los órganos de control están totalmente carcomidos por la desidia institucional, las componendas burocráticas y politiqueras y la degeneración en el ejercicio de lo público.
La inequidad y desigualdad sociales se han incrementado ostensiblemente como consecuencia de la aplicación de medidas neoliberales y la corrupción generalizada. Un ejemplo de ello es que el cuestionado banquero Guillermo Lasso Mendoza incrementó su patrimonio personal en más de 22 millones de dólares durante los dos años y medio que ejerció como Presidente de la República.
Hoy, las principales ciudades ecuatorianas como Guayaquil, Quito, Cuenca y Esmeraldas, viven en pánico ante la situación de inseguridad que además ha afectado notablemente sus respectivas economías.
En definitiva, un país sin rumbo sumido en la narcoviolencia.