POR LUIS ZARRANZ
Texto de la introducción del libro ‘Vivir sin tener precio. Presente y futuro de la Revolución cubana’ (Marea Editorial, 2024).
A 65 años de la Revolución Cubana, un trabajo esencial sobre la realidad de la isla, bajo la lupa de una serie de intelectuales tanto de Argentina como de Cuba.
Cuba: cuando digo futuro
Es el primer día del año 1959 y Cuba despierta con una revolución triunfante. Todo un pueblo derrota definitivamente a la tiranía de Fulgencio Batista, que abandona el país.
Un grupo de barbudos encabezados por Fidel Castro conduce la epopeya que comenzó apenas seis años atrás y marca una huella en el calendario que se expande como el viento por toda la región y el mundo entero. Todo está por hacerse. Todo está por construirse. Y, también, todo está por verse.
Unos días después, los líderes de esa gesta hacen su ingreso triunfal en La Habana. Fidel Castro pronuncia un discurso frente a una multitud que desborda las calles de la capital del país. Y dice:
Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil.
(El discurso de Fidel fue pronunciado a su llegada a La Habana el 8 de enero de 1959).
Un grupo de mujeres suelta unas palomas blancas. Una de ellas detiene su vuelo, se posa en el hombro del líder revolucionario y se queda ahí, celebrando el triunfo de la Revolución e inmortalizando para la posteridad ese momento histórico.
Apenas unos meses después, Estados Unidos cancela la cuota azucarera cubana, principal materia prima de la isla, en el mercado estadounidense. En abril de 1961, comanda a un grupo de mercenarios para una invasión armada en Playa Girón, en esos días se declara el carácter socialista de la Revolución y el imperialismo yanqui sufre su primera gran derrota a 90 millas de su territorio. A comienzos de 1962, Estados Unidos lanza sus garras contra cubanas y cubanos a través de un bloqueo económico, comercial y financiero unilateral que, pese a la abrumadora votación que año tras año lo condena en Naciones Unidas, continúa vigente, con diversos endurecimientos que han causado daños en torno a los doscientos mil millones de dólares y que impide a cubanas y cubanos el acceso a materiales, productos y servicios de todo tipo.
Este verdadero crimen de lesa humanidad, cuya declarada intención fue y es aislar, asfixiar y crear malestar en la población cubana, no ha impedido que, 65 años después del inicio de la Revolución, esta siga en pie, con sus logros y victorias en distintas áreas, pero a su vez no exenta de dificultades y enormes desafíos en un mundo en el que el capitalismo se ha erigido como una hegemonía global.
Por tamaño, ubicación geográfica y cantidad de habitantes, Cuba debería ser comparada con países como Jamaica, República Dominicana y Haití. Todas pequeñas islas perdidas alrededor del Mar Caribe. El resultado de esa odiosa comparación permite dimensionar lo que implica la Revolución cubana no sólo para la historia, sino para su propio futuro y el de América Latina. Es innegable que la Revolución ha sido y es un faro para las y los revolucionarios de América Latina y el Caribe que pelean día a día contra la opresión y por la liberación de sus pueblos y de sus países. Pero, también, que el debate en torno a la Revolución cubana y el proceso que vive la isla desde 1959 está manipulado por distintos medios de desinformación.
Por eso, más de seis décadas después de aquel 1°de enero de 1959, resulta imprescindible analizar y reflexionar no solo el devenir histórico de la Revolución sino también su difícil coyuntura y su porvenir. Para ello, hemos convocado a diversas/os referentes y especialistas de Argentina y de Cuba para, a partir de sus miradas sobre tópicos específicos, poder pensar colectivamente la significancia que tiene la Revolución cubana y sus desafíos más urgentes.
Cabe destacar que no se trata solo de especialistas, como si fueran asépticos observadores de una realidad ajena, sino que cada uno y cada una de ellos y ellas comparte su admiración, su militancia y su respeto por la Revolución, lo que no les impide sostener una mirada crítica sobre ciertos aspectos.
Así, procuramos conjugar las distintas voces de quienes pensaron y piensan la Revolución cubana desde Argentina, con la novedad de la presencia de distintos actores de la política cubana, que también participan de este libro colectivo. Es decir, generar en una publicación argentina un espacio para distintos sectores de la sociedad revolucionaria cubana para que puedan narrar sus desafíos, sus miradas y sus inquietudes, pero también la creatividad con la que ellos, ellas y el pueblo cubano, en general, afrontan las dificultades. Consideramos que es un eje importantísimo para poder pensar cómo ejercer la solidaridad con la isla y la Revolución.
El bloqueo, que se complementa con una intensa campaña de demonización, ha implicado que nadie resulte indiferente cuando hablamos de Cuba y su realidad del día a día. Así, nos proponemos pensar la actualidad de la Revolución en perspectiva, tomando como horizonte el programa revolucionario que comienza con el alegado La historia me absolverá de Fidel Castro, que se fue profundizando en la lucha insurreccional hasta la victoria del 1 ̊ de enero de 1959, en las distintas instancias donde el pueblo y su liderazgo revolucionario tomaron diversas definiciones sobre el rumbo de la Revolución.(…)
¿Cómo es que, pese al bloqueo incesante y agravado, Cuba ha logrado hechos indiscutibles, como erradicar la pobreza extrema y el hambre, ofrecer servicios educativos, culturales y sanitarios universales, gratuitos y de calidad a toda la población? ¿Cómo es factible que Cuba exporte médicos a casi todos los países del tercer mundo? ¿De qué manera ha sido posible que una pequeña isla, asediada por la mayor potencia mundial, tenga una tasa de mortalidad infantil menor a la de la mayoría de los países desarrollados y una esperanza de vida aún mayor? ¿Cómo ha sido el devenir de las políticas respecto a la construcción de consensos de los derechos de las mujeres y las personas lgbtiq+ en el proceso revolucionario cubano? ¿Por qué no existen canales adecuados para el disenso en Cuba? ¿Cuáles son los desafíos que la Revolución afronta en este contexto de guerra mediática?
¿Qué significa y que implica “La batalla de ideas” proclamada por Fidel? ¿Qué papel juega la cultura, masificada por la Revolución? (…)
A lo largo de las páginas siguientes, las/os lectoras/es encontrarán diversos textos que dialogan entre sí para abordar y ahondar respecto a diferentes aspectos de la Revolución cubana que nos permitan entender, comprender, dimensionar y discutir sobre el socialismo cubano y sus significancias, 65 años después de una de las gestas más heroicas de la historia. Reflexionar, en definitiva, las profundidades para que, seis décadas y media después, Cuba siga siendo Cuba, siga siendo faro, siga siendo Revolución. O, como dice en una de sus canciones Silvio Rodríguez, que también participa de este libro:
Quiero abrir mi voz al mundo
Que llegue al último confín
De Norte a Sur
Y de Este a Oeste
Y que cualquier hombre pueda
Gritar sus propias esperanzas
Sus heridas y su lucha
Cuando diga
Cuba va.
Hermano planetario.
La causa de estas letras es la preocupación que como hombre y como cubano me motiva el proyecto de ley Helms-Burton, nueva humillación que los políticos más obcecados del gobierno norteamericano pretenden imponer a nuestros pueblos.
Para todo el planeta la intención de esa ley es insoportablemente ofensiva, porque ya no solo se quiere fiscalizar y restringir la libertad de los cubanos, sino someter a sanciones y represalias a todo el que por cualquier razón se relacione con nosotros, sea Estado, empresa o persona.
Para el pueblo norteamericano, viejo soñador de libertad y democracia, es una especial degradación que hombres de su gobierno emprendan semejante ultraje contra el derecho y la dignidad.
El proyecto de ley Helms-Burton supone una vuelta de tuerca extrema al staff de medidas coercitivas que desde 1959 se vienen aplicando contra Cuba. Entre la gama de artículos de esta nueva variante se destaca que, aun después de derrocado el gobierno cubano, habría que continuar el bloqueo hasta que se hubiera indemnizado o devuelto a sus antiguos propietarios los bienes que les fueron nacionalizados a principios de la Revolución. Este asunto, que hasta hace algún tiempo solo se refería a las ex propiedades de quienes eran naturales estadounidenses, ahora se amplía a los cubanos que desde el triunfo revolucionario emigraron y adquirieron esa ciudadanía.
Pero según parece, este proyecto de ley no solo preconiza la devolución del país a sus antiguos dueños; además legaliza la guerra civil que se desataría cuando se intentara desalojar a los obreros de sus fábricas, a los campesinos de sus tierras, a los enfermos de sus hospitales, a los niños de sus escuelas, al pueblo de sus viviendas y en general de sus conquistas.
Por otra parte, la inmensa mayoría de los norteamericanos de origen cubano no fueron dueños de centrales azucareros, latifundistas o esbirros de la tiranía batistiana, sino pueblo trabajador, y la experiencia de los últimos años demuestra que aspiran a que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se normalicen para poder visitar sin trabas a sus familiares.
No parece casual que el proyecto de ley Helms-Burton, además de proponer el recrudecimiento y la prolongación del bloqueo, disponga también de dolores extras para la ya sufrida familia cubana.
Cuba es un país pobre, con problemas, pero soberano. La mayoría de los que vivimos en la isla somos conscientes también de nuestras deficiencias, e inconformes con ellas trabajamos cada día para superar errores; prueba de ello es que, desde hace años, aunque sin renunciar a nuestros logros y convicciones, nos empeñamos en adecuar nuestra sociedad a las realidades del mundo actual.
Es evidente que Cuba no amenaza a nadie, que no agrede a nadie, que solo aspira a que la traten normalmente, a que la dejen trabajar en paz. El único peligro que representa es el de demostrar que se puede vivir en este mundo y en este hemisferio de otra manera. El único pecado que hemos cometido es el de no renunciar a nuestra independencia, el de intentar nuestras soluciones, el de asumir el costo de querer ser diferentes. El bloqueo al que ha estado sometido nuestro pueblo durante más de tres décadas no solo es obsoleto a la luz de las condiciones políticas del mundo, sino inmoral, porque además de limitar vínculos con países y personas nos impide adquirir recursos, alimentos, medicinas. Esto lo sufren día tras día nuestros enfermos, nuestros ancianos, nuestros hijos.
La nueva acción anticubana pretende crecer y legitimar esta injusticia, e imponer una complicidad a todos los gobiernos y seres de la tierra. El proyecto de ley Helms-Burton, y todo lo que representa y lo sostiene, es una vergüenza y un atraso, y no solo intenta descalificar a la Revolución cubana sino a Cuba como nación. Se inscribe en las pretensiones más viejas y bochornosas de absorción de nuestro país como colonia y mancilla espantosamente el sentido de la vida y la obra de José Martí, de cuyo holocausto este año se cumple un siglo. Pone a la legislación, y por ende a la moral y a la inteligencia de Estados Unidos y del mundo, ante la disyuntiva de legalizar o no el terrorismo de Estado. Lo hace en desafío a las corrientes democráticas que cada vez se pronuncian con más sensatez y claridad a favor de soluciones al diferendo entre Estados Unidos y Cuba, lo hace en los momentos en que los dos gobiernos, con mesura y paciencia, han logrado encontrar un punto de diálogo en las cuestiones migratorias y acaban de firmar un acuerdo que los coloca en un nuevo estadio de perspectivas, en un paso más alto desde donde observar, comprender y actuar en beneficio colectivo.
El tiempo, los recursos y sobre todo la sangre y los sufrimientos que conforman la ardua pirámide sobre la que ambos gobiernos consiguen dar este paso no pueden ser desdeñados. Es una responsabilidad verdadera, de todos y cada uno de los que aspiramos a la comprensión y la paz entre nuestras naciones, que cada cual, siempre y dondequiera que podamos, juntos o en solitario, nos pronunciemos y actuemos a favor de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Se sabe que no va a ser fácil. Pero hace algunos años, para algunos no solo era difícil sino inconcebible, y estamos más cerca que nunca de un diálogo que, sin obviar los principios que nos separan, puedan llevarnos de la mano de las afinidades, que también existen, a la consideración mutua y la convivencia.
Deberemos ser vecinos mientras exista nuestro planeta, mas no sólo por ello llevarnos bien es una aspiración encomiable. El respeto, la comprensión, el verdadero sentido de la armonía, por encima de diferencias y características, puede ser una conquista del género humano, y es una fortuna que debemos sumarle al Universo.
Por el diálogo y contra el bloqueo,
Hasta el amor siempre.
Mi abajo el bloqueo
Lo primero, como cubano, es dar las muy sentidas gracias a las amigas y amigos que desde muchas partes del mundo nos apoyan, nos inspiran a luchar contra el bloqueo. Chomsky ha dicho que los que votan contra el bloqueo en la ONU debieran pasar de condenarlo a no tolerarlo. Y es cierto, porque el bloqueo jamás lo va a levantar ese gobierno y ese sistema imperial que está cada vez más en crisis.
Los que hemos sufrido durante más de seis décadas esta tortura somos los que con más razón no podemos admitirla. Resistir, aprender y ser consecuentes con el aprendizaje son formas de combatir este propósito neocolonial e incluso genocida, que fue como lo calificó Gabriel García Márquez.
Por eso todo lo que hagamos para librarnos de la influencia brutal y a veces sutil del bloqueo nos va a acercar siempre a la independencia de la que esta medida tan atroz pretende separarnos.
Yo creo que los cubanos podemos hacer mucho para no tolerar el bloqueo. Y por supuesto que no me refiero a rendirnos. Me refiero a perfeccionar nuestra sociedad para hacerla cada vez más justa, más inclusiva y democrática; me refiero a luchar por conseguir una sociedad sostenible, basada en la ciencia, nunca en el dogma, y profundamente humanista. Por eso:
Abajo el bloqueo
Abajo todo lo que lo sostiene
Abajo el odio
y que viva Cuba libre y soberana.