Álvaro Uribe: poder y justicia

POR LUIS EDUARDO MARTÍNEZ ARROYO

Lo que he venido diciendo aquí en estas páginas respecto de ‘Correcaminos’ Barbosa, en relación con su rol en la Fiscalía General de la Nación, se confirma cada día que pasa. Su compromiso con el poder real delictuoso que se ampara en la institucionalidad es notorio. Odebrecht, Casa Blanca, Siete de Abril, Álvaro Uribe Vélez y su hermano Santiago, son apenas pocos casos de los cientos y miles que están en la impunidad, como los asesinatos de los casi quinientos firmantes de la paz entre el gobierno Santos y las ex-Farc. Tal como lo dejó sentado Carlos Ruiz Massieu, comisionado de la ONU. Y no olvidemos los de modo impropio llamados “falsos positivos”.

Tal parece que Barbosa tiene patente de corso para burlarse de los colombianos.  Ha diseñado un recorrido acomodaticio para el expresidente Uribe Vélez, a quien a toda costa y por encima de la decisión de la Sala de Instrucción Penal de la Corte Suprema de Justicia, que consideró prudente privarlo de la libertad por existir pruebas que lo comprometen en la comisión de los delitos de fraude procesal y manipulación de testigos, pretende sacar impune de ese entramado delictuoso. Tres veces han pedido la preclusión para el exmandatario los fiscales de bolsillo que Barbosa ha hecho designar para atender el caso. Su inocultable propósito es la prescripción, pues nada distinto dicen las renuncias, impedimentos y otras maniobras dilatorias de los citados fiscales. El jefe único de la honestidad verá coronada su aspiración de no ser condenado por los graves delitos que se le imputan, pero tampoco será absuelto. ¡Mira qué honestidad tan rara, para parodiar a una canción vallenata!

El adios a Barbosa / Matador

El peso de los apellidos Uribe Vélez al parecer causa pavor en la justicia colombiana. En las mismas del expresidente anda su hermano Santiago, del que según los reportes de prensa hay pruebas contundentes que lo acusan de ser conformador de grupos paramilitares (“Los doce apóstoles”) y de autor de asesinatos (concierto para delinquir y homicidio agravado), al menos cuatrocientos perpetrados por esa organización criminal, cuya base de operaciones fue el municipio antioqueño de Yarumal.

El juicio ha sido cerrado por el titular del juzgado, pero no ha producido la sentencia correspondiente, a pesar de que han transcurrido ya más de dos años del cierre.

Las deudas de la costra con la familia Uribe Vélez son enormes. Mucho le agradecen al expresidente y exsenador que convenciera a millones de colombianos del inminente peligro que constituía la existencia de las Farc para la supervivencia del sistema socioeconómico nacional. Tanto que lo reeligieron con el beneplácito de la Corte Constitucional, esa corporación judicial que hoy dice no a toda ley o reforma proveniente del gobierno Petro.

Las Farc que nunca tuvieron presencia armada con movilizaciones de apoyo popular en las grandes, medianas y pequeñas ciudades, en un país con un peso de población abrumadoramente urbano, fueron tomadas como el comodín para implantar las políticas neoliberales mediante el Congreso, el Poder Judicial, y las organizaciones armadas paramilitares, y sirvieron como el personaje central del cuento, ¡ahí viene el lobo!

Y lo que pudiera parecer paradójico: la vanguardia armada se creyó el cuento e hizo hasta lo indecible por demostrarlo.

La invencibilidad del uribismo en materia judicial no es realismo mágico.