POR ENRIC JULIANA /
El barco portacontenedores se está convirtiendo en el símbolo del naciente 2024. El mar se está reivindicando como campo de batalla habida cuenta que el 90 % de las mercancías que circulan por el mundo son transportadas por vía marítima. Hoy, el estrecho de Bab el Mandeb, puerta de ingreso al mar Rojo, se halla en el centro de la atención internacional junto con el inconmensurable drama de Gaza.
En Gaza han sido asesinadas decenas de miles de personas en una masacre que nadie puede justificar ni defender. En la puerta que conduce del mar Rojo al océano Índico se está empezando a librar una batalla que va más allá de Oriente Medio. Se está luchando por el control de los mares.
Zona de guerra
El mar Rojo ya se ha convertido en zona de guerra y ahora oiremos hablar de petroleros y metaneros. Qatar acaba de anunciar que sus cargamentos de gas natural licuado con destino a Europa dejarán de transitar por la ruta de Suez para desviarse hacia el Cabo de Buena Esperanza. Eso significa más tiempo y más dinero.
El Gobierno de España, por su parte, está dispuesto a estudiar por petición de Washington, el envío de oficiales de enlace a la misión militar de Estados Unidos en el mar Rojo, según declaró el propio presidente Pedro Sánchez.
Después de la escalada militar reciente en la que la Marina de los Estados Unidos lanzó más de cien mísiles Tomahawk contra la infraestructura militar de las milicias hutíes (formalmente conocidos como Ansarallah) en la costa occidental del Yemen, la navegación por el mar Rojo se halla prácticamente en suspenso. La alianza anglo-americana ha pasado a la acción y los hutíes están disparando mísiles balísticos antibuque que pueden partir un barco en dos si le dan de lleno. Veintiséis barcos fueron atacados entre finales de noviembre y principios de enero y uno de ellos fue secuestrado. La guerrilla yemení sostenía que sólo atacaba barcos de propiedad israelí o de compañías navieras que estaban comerciando con Israel, y los países del golfo Pérsico parecían tener la seguridad de que sus naves no serían atacadas. Ello explica que petroleros y metaneros siguiesen transitando por la ruta de Suez, mientras las grandes compañías de transporte de contenedores ordenaban a sus buques que se desviasen en busca del cabo de Buena Esperanza en el África austral. Pocos son los capitanes que hoy se atreven a atravesar un estrecho de 35 kilómetros de anchura en el que pueden ser atacados con misiles de alta potencia.
¿Quiere ello decir que la ofensiva angloamericana de hace al más de una semana ha empeorado la situación? A corto plazo, sí. Todo dependerá de la capacidad de reacción de las milicias hutíes (facción chita del Yemen) después de lluvia de misiles de hace unos días, de la actitud que adopten sus patrocinadores iraníes y de la presión que pueda ejercer China sobre Irán. No olvidemos que la ruta de Suez es de gran importancia para el comercio chino con Europa.
Estamos hablando del gran tablero de ajedrez de Medio Oriente, en el que intervienen muchos jugadores. En ese tablero todas las piezas están relacionadas entre sí y la mentalidad de algunos jugadores es un misterio. Por ejemplo, podemos preguntarnos si las milicias hutíes son totalmente dependientes de Irán o mantienen algún grado de autonomía. Buenos conocedores de aquella región del mundo apuntan que los hutíes no son Hezbollàh, el disciplinado y bien armado movimiento chíita que controla el sur del Líbano. En las próximas semanas lo sabremos.
De entrada, los hutíes no se han rendido y sus mensajes propagandísticos aseguran que sus capacidades militares siguen intactas. Es imposible pensar que cien misiles Tomahawck no les hayan infligido daño alguno. El pasado 15 de enero, un buque que transitaba por el golfo de Adén, el granelero Gibraltar Eagle, que navegaba bajo bandera de la Islas Marshall pero cuya propiedad se relaciona con una compañía de Connecticut, Estados Unidos, fue alcanzado por un misil de la guerrilla yemenita. Un día antes, el 14, la Marina de Estados Unidos interceptó un misil antibuque que iba dirigido contra el destructor USS Laboon. Son noticias que evidentemente ahuyentan la navegación comercial.
Estados Unidos y el Reino Unido, artífices de la operación militar en Yemen, ahora no pueden dar marcha atrás. Seguirán hostigando a los hutíes hasta desmovilizarlos, o hasta que alguien los desmovilice. Entretanto el tráfico por el canal de Suez puede quedar prácticamente paralizado con el consiguiente perjuicio económico para Egipto, que dejará de cobrar muchos peajes. La alarma sobre las consecuencias económicas de esta situación ya está desatada. El mayor coste del transporte se deberá aplicar ahora al gas natural licuado y al petróleo si se confirma la tendencia de estos últimos días. Empiezan a producirse problemas en algunas cadenas de suministro y el reajuste de las rutas, ahora más largas, puede provocar problemas en la rotación de los barcos.
Más consecuencias
El periodista italiano Ferruccio De Bortoli, exdirector del Corriere della Sera, especialista en información económica, advierte que el bloqueo de Suez puede perjudicar más a los puertos del sur de Europa que a los del norte. Para los barcos que dan la vuelta al continente africano resulta más conveniente seguir hacia Rótterdam y otros puertos del norte que internarse en el Mediterráneo. Para los barcos que entren en el Mediterráneo desde África podría resultar más conveniente descargar en València o Barcelona que en otros puertos más lejanos. De nuevo aparece la importancia del corredor ferroviario mediterráneo. En estos momentos, Barcelona es el único puerto de la península Ibérica conectado con ancho internacional con la red ferroviaria europea.
Podemos estar entrando en una larga fase de inseguridad en las rutas marítimas que de seguro conduce a la fragmentación de la globalización. Ha empezado una batalla por el control de los mares que se va a librar en distintos escenarios. El semanario británico The Economist dedica su último tema de portada a este asunto.
Un Vietnam en cada estrecho. Este es el mensaje que lanzan las milicias hutíes en Bab el Mandeb. Este es el mensaje que podría lanzar Irán si decidiese inyectar presión en el estrecho de Ormuz, paso ineludible para el petróleo y el gas del golfo Pérsico, el punto estratégico más sensible del océano Índico. Más allá, el importantísimo estrecho de Malaca (entre Malasia y la isla de Sumatra, Indonesia), por el que circula el 30 % del comercio global, estrecho que en caso de conflicto controlaría Estados Unidos. Y más allá, el estrecho de Taiwán, escenario de una terrible guerra si un día la República Popular China decidiese reconquistar el antiguo baluarte del líder nacionalista Chian Kai-sheck.
No deja de ser significativo que el bombardeo norteamericano de las instalaciones militares de los hutíes se produjese dos días antes de las elecciones en la isla de Taiwán. Evidentemente, la acción había sido preparada con antelación. Algunas fuentes refieren que se anticipó al ver que los hutíes empezaban a atacar barcos con mísiles balísticos de origen iraní, proyectiles difíciles de interceptar por su extraordinaria rapidez en una corta distancia. La utilización de misiles balísticos en el estrecho de Taiwán es una de las hipótesis de combate de China. Estados Unidos dio la orden de ataque cuando vio que un grupo de desarrapados bien armados empezaban a utilizar ese patrón de combate en Bab el Mandeb. Mensaje a Irán. Mensaje a China.
La lucha por el control del estrecho de Bab el Mandeb (conocido en español como La Puerta de las Lágrimas) es hoy un significante internacional.
La Vanguardia, Barcelona.