POR SERGIO FERRARI /
Katmandú, Nepal, fue sede de una nueva edición del Foro Social Mundial (FSM).
Entre el 15 y el 19 de febrero Katmandú se convirtió en la capital internacional del alter-mundialismo al albergar a los participantes de otra versión del FSM provenientes de diversos lugares del mundo.
Según los organizadores, participaron 50.000 personas —al menos 15.000 en la marcha de apertura— provenientes de 98 países y 1.400 organizaciones. Hay que remontarse a seis años atrás, a marzo de 2018, para recordar un foro tan concurrido. Entre medio, la edición post-pandemia de 2022 en México, de débil participación, había marcado un reflujo de este espacio alter-mundialista nacido en enero de 2001 en Porto Alegre, Brasil.
“Aire fresco asiático”
Al momento del balance de este encuentro realizado en el mero corazón de Asia, “sobresale la fuerte presencia local y regional, especialmente de Nepal mismo y de la vecina India. Y en particular de los sectores más marginados, como los Dalit (casta de los Intocables), campesinas/os, muchas activistas feministas de base, sindicalistas, pueblos originarios históricamente marginados”, explicó la activista Carminda Mac Lorin, quien viajó desde Canadá acompañada por una delegación mayoritariamente juvenil.
Mac Lorin fue una de las coordinadoras de la edición del FSM de Montreal, en junio de 2016, forma parte del Consejo Internacional -la instancia facilitadora del FSM- y es la directora de la ONG Katalizo.
La militante canadiense evalúa que “se respiró un aire renovador y fresco durante esos cinco días de foro, con una fuerte presencia de jóvenes”, especialmente entre las y los 750 voluntarias/os que apoyaron la logística del encuentro. “La renovación generacional es un imperativo esencial para asegurar la continuidad y el avance de cualquier iniciativa de este tipo. No puede haber cambios sistémicos sin la juventud y sus aportes innovadores”, sostiene Mac Lorin.
También es esencial mantener y profundizar el perfil internacional del FSM. En esta edición, aunque hubo participantes no asiáticos, estos fueron los menos: no muchos europeos y norteamericanos y casi nula representación de África. Con el agravante de que “un FSM sin la fuerza de la presencia de Brasil y de Latinoamérica es como si le faltara un brazo o casi medio cuerpo”, explica la joven militante canadiense. “Ha sido un dilema constante y desde siempre. El mundo es grande y cada FSM siempre quedará lejos de alguien según donde se realice: a Montreal en 2016 pudieron llegar muy pocos representantes africanos; en las ediciones de Brasil, casi no hubo asiáticos… y así sucesivamente”.
Entre los problemas más significativos del evento de Nepal, Mac Lorin recapitula: “fallamos en la circulación de la información previa; faltó una presencia esencial de medios de comunicación, incluso los alternativos y solidarios; nos cuesta innovar en las metodologías propias al evento; es fundamental aumentar la presencia de los movimientos sociales en el FSM y en el Consejo Internacional, como lo tematizaron, especialmente, representantes campesinos africanos de La Vía Campesina”.
En cuanto a una próxima edición, confirma que “se barajaron propuestas para realizarla en un país del oeste africano y que en su reunión posterior al Foro el Consejo Internacional decidió realizarla en Benín”.
En lo que respecta a la delegación canadiense, propuso convocar un Foro Social Mundial de Intersecciones en 2025, novedoso concepto que busca promover el encuentro de generaciones, de género, del mundo rural y urbano, de los más variados sectores discriminados, entre otros, para potencializar sus experiencias, confluencias y respuestas comunes.
Importante pero insuficiente
El historiador y economista belga Éric Toussaint, fundador y portavoz del Comité por la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), también participó en el FSM, donde su organización promovió siete actividades que contaron con amplia participación.
Toussaint coincidió en que fue un evento muy positivo, fundamentalmente por la fuerte participación de representantes de los sectores sociales más oprimidos. Sin embargo, el FSM como tal no alcanzó la misma representación que tuvo en su primera década de existencia, a partir de su fundación en Porto Alegre, Brasil, en 2001. La de Nepal fue una muy buena convocatoria regional, pero con débil presencia de otros continentes. Lo que demuestra las dificultades que tiene el FSM para tomar iniciativas globales de real impacto.
Subraya que se percibe ahora una realidad contradictoria: por una parte, el Foro Social Mundial no constituye más una verdadera fuerza amplia de atracción y propulsión. Al mismo tiempo, es el único espacio mundial que todavía existe. Y por eso, para el CADTM sigue siendo importante participar. Y agrega: “Estoy persuadido de que si el FSM tuviera fuerza real —como la que alcanzamos en 2003, cuando convocamos a las grandes movilizaciones por la paz y contra la guerra en Irak— hoy su poder sería significativo: tanto para confrontar el genocidio en Palestina como para ayudar a construir un amplio freno al crecimiento de la extrema derecha, fenómeno preocupante que se percibe en muchas regiones del mundo”.
Auge de la ultraderecha
La reflexión del militante belga lleva a enumerar una larga lista de realidades y protagonistas que ejemplifican el ascenso de la extrema derecha en el mundo. Entre otros, Narendra Modi en India, nacionalista, anti-Islam y anti-musulmán, violento; Ferdinand Marcos Junior en Filipinas, no solo heredero de la dictadura familiar sino también del represor Rodrigo Duterte; el retorno reaccionario en Túnez, que cada vez más se aproxima a la antigua dictadura de Ben Alí, previa a la primavera magrebí. En Europa, Toussaint identifica proyectos extremistas y belicistas como los de Vladimir Putin en Rusia, Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orban en Hungría, y Ucrania, donde gobierna un partido neoliberal derechista y pro OTAN. También piensa en las amenazas reales de Chega, una nueva extrema derecha en Portugal (creada apenas en 2019), que aspira a convocar al 20% del electorado; la posibilidad de victoria de Marine Le Pen en Francia; VOX en España; la victoria electoral del partido de extrema derecha en los Países Bajos, y la AFD (Alternativa para Alemania).
Sin pretender agotar la lista, el intelectual belga señala en América Latina a personajes como Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en Argentina. “Este último, con un programa económico-social más radical que el propio Pinochet en el Chile dictatorial”.
Todo esto en el marco global de una posible victoria electoral de Donald Trump en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. “Y dejo para lo último, por la brutalidad que representa: Benjamin Netanyahu en Israel, impulsando un proyecto racista, genocida y colonialista”.
Impulsar un gran frente común
Toussaint sostiene que, en este contexto mundial, la fórmula de un Foro Social Mundial solo con movimientos sociales y ONGs y sin partidos políticos progresistas (tal como lo había establecido la Carta de Principios de 2001) no permite luchar de manera adecuada contra la extrema derecha.
Agrega que “frente al auge de estos sectores y de proyectos fascistas, debemos buscar otro tipo de confluencia internacional”. En ese sentido el CADTM, junto con otros actores sociales, han tomado contacto con el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) y el Partido de los Trabajadores (PT) de Porto Alegre, cuna del Foro Social Mundial, para proponerles la creación de un Comité Organizador. El mismo convocaría una reunión internacional para discutir cómo seguir, con la perspectiva de un gran encuentro en 2025. Con una visión amplia para integrar movimientos sociales de todo tipo: feministas, luchadoras/es por la justicia climática, creyentes progresistas y sectores sindicales, entre otros, a fin de “plantearnos cómo resistir mejor a la extrema derecha”. A esa propuesta deberían sumarse activamente actores importantes como el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil (MST). Enfatiza que “si ellos en Brasil lograron con una propuesta amplia de alianzas políticas y sociales y revertir el gobierno de Jair Bolsonaro, es esencial sacar lecciones concretas”. Y concluye que “el Foro Social Mundial podría continuar, pero estamos convencidos de que es necesario un marco nuevo de fuerzas capaces de convocar y dinamizar la movilización internacional”.
Toussaint cree que sería esencial la participación de redes y plataformas actuales, como la Asamblea Internacional de los Pueblos, entre otras. “Pero necesitamos una nueva iniciativa más amplia de frente único. Sería imaginable, para el gran encuentro de 2025, contar con una fuerte presencia desde Argentina: de fuerzas de la izquierda radical junto con la izquierda del peronismo, organizaciones sindicales como las CTA (Central de Trabajadores de Argentina) e incluso de la CGT (Confederación General de Trabajadores) y los muy diversos movimientos sociales y feministas. Si la alianza de izquierda (PT, PSOL, etc.) ganara las elecciones por la Alcaldía de Sao Paulo en 2024, sería un excelente lugar para esta convocatoria”.
La construcción de esta nueva iniciativa internacional debe ser amplia y diversa, según Éric Toussaint, quien visualiza la participación de las diversas corrientes revolucionarias, la Cuarta Internacional, la social democracia y la internacional progresista en todo el abanico de sectores. Y cree que también se debería convocar a organizaciones y personalidades progresistas de Estados Unidos (por ejemplo, Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y el sindicato del sector automotriz UAW, que en 2023 logró una gran victoria). Además, partidos y movimientos de izquierda de Europa, África, Asia, y del mundo árabe con sus diferentes expresiones. La invitación también debería extenderse a personalidades comprometidas de la cultura, que aporten lo suyo, desde su propio sector. Según Toussaint, “Hay que convencer a un máximo de fuerzas, que incluso deben superar diferencias y divisiones históricas, y que comprendan y acepten el gran desafío prioritario de la hora actual, es decir, el combate contra la extrema derecha”.
Una convocatoria de este tipo no será simple ni fácil: requiere gran generosidad y fuerte voluntad política. El complejo momento histórico y los peligros que enfrentan la humanidad y el planeta indican que es importante intentarlo, concluye.
Mac Lorin coincide con el análisis de Toussaint sobre el aumento de la extrema derecha en diversas regiones del planeta y con la necesidad de hacerle frente. “Es muy interesante y totalmente pertinente. Se deben buscar nuevas formas de movilización comunes y unitarias”, afirma. Y concluye que “dicha propuesta se enriquecería con la movilización que genera el FSM, que sigue siendo un espacio abierto que también tiene su importancia y pertinencia. Con valores especiales como la escucha y el respeto en la diversidad, el común aprendizaje, la promoción de una nueva cultura política, asegurándole una presencia viviente a los que hoy no tienen voz”.