POR OCTAVIO QUINTERO
Si el Presidente de Colombia nos representa nominalmente a todos, el Congreso es la real amalgama de nuestras decisiones electorales. Ojo al 13 de marzo de 2022.
Dos reformas cursan en el Congreso de la República actualmente que concentran el descontento de la gente: la tributaria y la del sistema de salud. La primera convocó al pueblo a una protesta generalizada, y los congresistas, casi por unanimidad, se manifiestan dispuestos a hundirla, no propiamente por defender al pueblo, sino porque ven en la oportunidad una plataforma política en vísperas electorales… Si por defender al pueblo fuera, reformas sociales es lo que nos deben los “honorables” legislativos.
Hace un año inició su curso en el Congreso el Proyecto de ley 010 de reforma a la salud, con mensaje de urgencia del Gobierno de Iván Duque. Tal reforma tiene en contra a toda la comunidad sanitaria: médicos, paramédicos, auxiliares y estudiantes; instituciones gremiales e, inclusive, entidades hospitalarias y clínicas… Y sigue adelante porque, parece que vemos más grave que nos metan la mano al bolsillo que el menoscabo de la salud y, finalmente, la vida.
Los colombianos llevamos 27 años padeciendo un sistema de salud liderado por las EPS, irónica y falsamente llamadas ‘Empresas Promotoras de Salud’, que han provocado centenares de miles de muertes evitables (hay estudios y evidencias serias y ciertas) y no hemos sido capaces de tumbarlas porque la plata que mueven a su alrededor (36 billones de pesos este año), en favor de pocos pero poderosos grupos financieros, es más importante que la vida. ¿Y las víctimas? ¡Oh, esas no cuentan: esto es un negocio financiero, no una cuestión humanitaria!
La cultura del dinero nos perfora. No digo que no despierte cierta desazón tener que contribuir más a los siempre crecientes gastos del Estado. Pero, desde la perspectiva humana, la desazón debiera ser mayor cuando se meten con nuestra salud y la vida misma.
Ya que el valioso derecho fundamental a la salud no tiene el poder de convocatoria social como una reforma tributaria, tanto más una escandalosa como la actual, debiera defendernos el Congreso que políticamente nos representa a todos, contrario al Presidente que, nominalmente “gobierna para todos”, pero a nombre de la ideología de partido que lo postula.
Lamentablemente no solo sentimos sino que se puede comprobar que todos los congresistas, tal vez con pocas excepciones, tienen fuertes y viciosos nexos electorales con el poderoso sector económico y financiero y, en contraprestación, para ellos van sus preferencias. Entonces, ¿estamos perdidos? No, en defensa de hipertrofias seudodemocráticas como la colombiana, que converge en gobiernos alejados de la realidad social, están las urnas como meta de cambio desde la base que, como dijimos, está más en el legislativo que en el ejecutivo. Por eso, ojo al 13 de marzo 2022, elección de Congreso en Colombia.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.