¿Dan lugar las protestas a más contagios?

POR DIEGO OTERO PRADA

Con motivo del paro del pasado 28 de abril, el gobierno, los medios de comunicación, (hubo un editorial de El Espectador), los gobiernistas y hasta alcaldes como la alcaldesa de Bogotá, se manifestaron en contra de que hubiera protestas con el argumento que esto iba a provocar un aumento en los contagios.

Fue tan fuerte la andanada contra el paro del 28 de abril, que hicieron que una juez uribista prohibiera las protestas hasta que se diera la inmunidad de rebaño, es decir hasta finales de 2022 o 2023. Qué irresponsabilidad, que atentado contra la libertad de reunión y disenso. Esto se llama en cualquier parte dictadura. Es, infortunadamente, una de las consecuencias de la pandemia, que es utilizada por los gobiernos de derecha para prohibir todo tipo de protestas.

Como es usual en Colombia y muchas partes del mundo, se toman medidas sin ningún estudio empírico, lo que es muy propio de especialistas en las ciencias políticas, políticos, médicos y epidemiólogos y de gente interesada en que la gente no salga a las calles a protestar porque no les conviene, como es el caso del gobierno de Iván Duque en Colombia.

Con motivo del asesinato del afroamericano George Floyd el 25 de mayo de 2020, se produjo la primera protesta el día siguiente en Minneapolis. Esta muerte dio lugar a la difusión de las protestas en 281 ciudades de más de 100 000 habitantes. Muchas de ellas duraron más de tres días (72 por ciento) y la cuarta parte fue atendida por al menos 1000 personas.

Entonces vino la pregunta de si estas protestas iban a aumentar los contagios porque era normal que los manifestantes no cumplían el distanciamiento social de al menos dos metros.

Cinco investigadores estadunidenses se dedicaron rápidamente a estudiar empíricamente si era cierto que los contagios iban a aumentar en los días siguientes más allá de lo que venía ocurriendo. El resultado de su trabajo empírico fue hecho a conocer en junio de 2020 en el Documento de Trabajo No 27408 del National Bureau of Economic Research (NBER), con la siguiente nota bibliográfica:

Dave, D., Friedson, A., Matsuzawa, K., Sabia, J. y Safford, S. (June 2020). Black Lives Matter protests, social distancing, and Covid 19. National Bureau of Economic Research. Cambridge, MA.

Recomiendo leer este documento, pero advierto que es un trabajo econométrico difícil de leer totalmente si no se tienen conocimientos de econometría, pero pueden saltar esa parte matemática y entrar a los considerandos, la metodología y sus conclusiones.

Esta investigación es una prueba empírica contra los que afirman que las protestas dan lugar a mayores contagios en este tipo de manifestaciones de numerosos asistentes en que es difícil que los participantes mantengan la distancia entre ellos de dos metros. Como en Colombia dio lugar a muchas especulaciones en la comunidad de la salud de que estas protestas iban a dar lugar a un crecimiento en los casos de Covid-19, pero aquí hubo muy mala fe por los amigos del gobierno y algunos alcaldes despistados que adelantaron los toques de queda y hacían advertencias del peligro que iba a suceder.

Los autores afirman que ellos hacen la hipótesis de “que las protestas son actividades que aumentarían la transmisión de la pandemia, aunque tal vez en una manera amortiguada si se toman contramedidas como el uso de máscaras si son usadas de forma generalizada”.

Pero, para los que no atienden a las grandes aglomeraciones o protestas, en este caso, las personas pueden percibir los costos de salir de sus casos cuando hay protestas en la ciudad. Es decir, los individuos temen salir de las casas por los riesgos que perciben y los daños personales o a la propiedad. En otras palabras, los ciudadanos no asisten a los sitios peligrosos como en las zonas urbanas donde hay alta criminalidad o inseguridad. Igualmente, los negocios se cierran y se suspende parte del transporte público y privado, lo que hace que los individuos permanezcan en casa.  O sea, por un lado, sale gente y por otra parte muchos se quedan en sus casas, lo que da lugar a una compensación en la movilidad y los encuentros entre la gente.

Los investigadores utilizaron muchos datos y compararon como era el contagio antes y después de las protestas. Diseñaron modelos econométricos   y llegaron a las siguientes conclusiones.

Dicen: “Demostramos que las protestas tuvieron poco efecto en la diseminación del Covid-19 para la población de los condados que protestaron durante más de tres semanas después de las protestas. En la mayor parte de los casos, los efectos estimados de largo plazo (después de 21 días) fue negativo, aunque no muy diferente de cero estadísticamente”.

“Mientras no se pueden conocer concluyentemente con los datos disponibles los mecanismos exactos para estos resultados, esto es consistente con el comportamiento de la parte de la población que no asiste a esos actos para evitar problemas.  Esto es también coherente con la literatura sobre el crimen, la violencia y la seguridad como es percibida por la población, que ante la presencia de un crimen o violencia escoge permanecer en la casa más a menudo. Mientras las protestas del movimiento Black Lives Matter son actividades no criminales y de derecho a la libertad de reunión y de expresión, ellas pueden verse por los no asistentes como como peligrosas debido a la presencia ocasional de violencia, incluyendo la respuesta de la policía a las protestas, que provocan un comportamiento para evitar situaciones riesgosas.”

“Adicionalmente, los que no atienden pueden percibir un riesgo mayor de las infecciones por Covid-19 debido a las protestas y deciden permanecer en casa”.

“Finalmente, es posible que el resultado de un menor contagio del Covid-19 con relación a las ciudades que no protestan se debe, en parte, a las características de los que protestan. Por ejemplo, los que asisten a las manifestaciones pueden haber mitigado el contagio vía medidas como el uso de máscaras. Los asistentes pueden además ser un grupo de subpoblación de individuos jóvenes que si son infectados tienen síntomas menos severos y por lo tanto nunca son testeados y no se muestran en las cifras oficiales de infectados”.

Puede ocurrir que se produzca una distribución de los infectados, más en los que atienden las protestas y menos en los que no asisten, así que todo se compensa.

En Colombia no se investiga nada y se toman medidas a dedo, subjetivamente, según la creencia de cada gobernante. Aquí hay un campo muy amplio para que los investigadores de las universidades lo hagan.

Por ejemplo, la medida de pico por cédula que no se aplica en el mundo desarrollado, es muy típico de Colombia. La idea subjetiva es que esto disminuye la movilidad. Pero no hay ninguna investigación que lo pruebe. Es muy fácil, basta con comparar la movilidad antes y después de la medida en los centros comerciales, por ejemplo. Mi percepción subjetiva es que son más los problemas que los beneficios. Como otras medidas absurdas de que solamente un miembro del hogar puede salir o entrar a un negocio, supermercado, farmacia, etc. Son acciones tontas que nadie cumple y que no hay formas de controlar. Como esto es así, todo el mundo las viola todos los días y a cada instante y las autoridades quedan como reyes de burlas.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.