POR OCTAVIO QUINTERO
Una pléyade de altos exfuncionarios públicos, en su mayoría fracasados, una y otra vez, en sus políticas económicas, desde el punto de vista social, se ha dedicado a tirar línea de gobierno, en el Gobierno del Cambio, en los medios de prensa y redes sociales. Nada les parece bien; si la línea correcta es por donde ellos la trazan y han seguido en su oportunidad, entonces, ¿por qué Colombia presenta tan pobres balances?
Se dan gusto repitentes exministros de todos los gobiernos en los últimos 33 años, como Mauricio Cárdenas, Alejandro Gaviria, José Antonio Ocampo, Cecilia López y Jun Camilo Restrepo, y más reciente, los Ruiz y José Manuel Restrepo (Salud, Justicia y Hacienda con Duque), glosando todos los cambios que se van proponiendo o introduciendo en dirección de la justicia social, un propósito que, necesariamente, significa en este país, barajar y volver a repartir.
En su derrotero han puesto de moda dos términos: “construir sobre lo construido” y “confianza inversionista”, términos que repiten sin cesar y sin reflexionar ciertos congresistas altoparlantes de ese gobierno en la sombra. Si lo primero, sería tirar al cesto los tímidos cambios del modelo económico, social y ambiental imperante; si lo segundo, sería seguir cultivando la buena imagen con las calificadoras de riesgo, invento neoliberal, como la regla fiscal, para concentrar todo el potencial de los países en desarrollo en las ávidas manos de las poderosas multinacionales.
Estamos frente a un auténtico gobierno invisible, si se tiene en cuenta que esta pléyade de altos ex no ha pasado por los distintos gobiernos en función del interés general (artículo 2 de la Constitución Política), sino en representación de intereses particulares, especialmente del sector financiero y comercial: Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, todos a una… y, por tanto, ejercen un poder entre bastidores, gracias al poder económico que ostentan sus auspiciadores, dueños, además, de poderosos medios de comunicación que le hacen imposible la vida al presidente Petro, y, de contera, a todos sus funcionarios cercanos, entre los cuales se han descubierto infiltrados, por desgracia, y por si no fuera suficiente.
Conclusión: el poder está en la calle; la única viabilidad que tiene el cambio es la calle; es la gente… En este orden de ideas, más que el Gobierno del Cambio, debiera ser el Gobierno de la Gente del Cambio Generacional. Adiós a los mismos con las mismas: Así de sencillo.