
POR ALFONSO AVELLANEDA
En Colombia estamos viviendo un momento de la profundización de la crisis social, económica, política, ecológica que amenaza de manera grave nuestra existencia como nación y como pueblo. La pobreza y la miseria aumentadas de manera constante hasta niveles inaceptables, la salud en su crisis más profunda, la educación con niveles muy bajos de calidad y cobertura, una pandemia que ha beneficiado a los bancos mientras las pequeñas y medianas industrias se van a la quiebra, el campesinado abandonado a su suerte a pesar que no para en su labor de ofrecer sus productos agrícolas para que no haya hambre, la deforestación de la selva amazónica incontrolable y estimulada por el incumplimiento del proceso de paz y la nueva dinámica del narcotráfico y el paramilitarismo.

En este escenario el Paro Nacional es la respuesta en la búsqueda una nación en democracia, equidad y justicia. No se trata en esta ocasión por parte de la movilización social buscar reformas, el momento es por cambios profundos en la sociedad y el Estado colombiano. Un Estado en manos de los hijos de Pablo Escobar no puede continuar dirigiendo los destinos de Colombia. La juventud está marcando el rumbo con su decisión y valentía y las organizaciones multicolores están generando fuertes lazos de acción en la diversidad y la diferencia con un propósito común: una nación en dignidad. La derrota del uribismo y sus secuelas es cuestión de tiempo y resistencia, pero ya hemos comenzado con paso firme.
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