¿Por qué las clases empobrecidas votan en favor de sus verdugos?

POR YERAY HERNÁNDEZ

Las encuestas nos prometían un desastre en las elecciones al Parlamento Europeo y el desastre se ha confirmado. Lo que veníamos palpando muchas personas en esos horrorosos grupos de WhatsApp que tenemos con amigos y familiares se ha materializado. Se ha producido un crecimiento espectacular de los partidos que persiguen empeorar la vida de las clases más bajas de la sociedad europea. La pregunta surge de nuevo: ¿cómo es posible que las clases empobrecidas voten alegremente contra sus propios intereses económicos? Escucho con bastante frecuencia insultos hacia las clases subalternas que votan en contra de sus intereses económicos por parte de ciertos sectores de la izquierda o el progresismo. Sin embargo, creo que no debemos caer en semejante reduccionismo [1]. Los procesos a partir de los cuales una persona pobre vota a su verdugo son mucho más complejos. Ese es el objetivo del presente artículo.

Pero antes de comenzar quisiera hacer unos apuntes preliminares. Primero, no pretendo en absoluto que este artículo sea exhaustivo, no puede serlo y tampoco es el lugar. Segundo, para ayudar a que la lectura del mismo sea más llevadera, hablaré del bando ‘progresista’ y ‘conservador’, aunque no me siento en absoluto cómodo con ese eje. Tercero, no tengo la convicción de que la forma más efectiva de hacer política y de que se produzcan cambios sociales transformadores sea a través de la política institucional y del sistema de partidos; tengo, sin embargo, el convencimiento de que los cambios sociales relevantes tendrán que venir de fuera de las instituciones, es decir, de los movimientos sociales.

Thomas Frank

Dicho esto, para tratar de dar una respuesta a la pregunta anterior me apoyaré en las reflexiones realizadas por el doctor en historia Thomas Frank, en su libro ‘¿Qué pasa con Kansas?’ [2].

Frank examinó cómo su Estado natal, Kansas, había pasado de estar formado mayoritariamente por personas progresistas, a ser un Estado en el que las clases empobrecidas votan sistemáticamente a los dirigentes más ultras del Partido Republicano. Si bien todos los detalles del libro no son extrapolables al contexto español o de Europa, sí que hay similitudes muy interesantes que nos pueden ayudar a comprender mejor los resultados de estas pasadas elecciones al Parlamento Europeo y, en concreto, los resultados en España. He extraído cinco puntos que considero claves del libro de Frank, que complemento con artículos periodísticos que han tratado de responder a la misma pregunta.

Una nota previa

Las clases empobrecidas, en primer lugar, no votan. La abstención entre el 1% más pobre puede alcanzar el 51 % mientras que la abstención entre las clases enriquecidas cae al 19 % [3]. En algunas mesas electorales de Bilbao, por ejemplo, se ha registrado un porcentaje de participación de sólo el 43 %, mientras que en un barrio rico del País Vasco la participación puede llegar al 82 % [4]. Existen, de hecho, barrios empobrecidos de España donde el 75 % de sus habitantes no vota [5]. Una de las explicaciones que ofrece Braulio Gómez, investigador y doctor en Ciencia Política y Sociología, es que “los ciudadanos con menos recursos piensan que su voz y su opinión no se tiene en cuenta”, mientras que “la gente que vive en los barrios ricos (…) acude a votar porque lo ven como un refuerzo para seguir manteniendo su posición social” [4].

Hay que mencionar también que, por lo general, la clase trabajadora vota con conciencia de clase [6], es decir, que mayoritariamente vota a partidos progresistas. Por tanto, los cinco pasos que se exploran en este artículo no son, ni pueden ser, generalizables.

Una vez realizados los apuntes y aclaraciones que he considerado necesarias como ejercicio de honestidad con el lector, paso a mencionar cuáles son esos cinco pasos que considero claves del libro de Frank.

Paso 1: Que los partidos progresistas se hagan neoliberales

Y es que, efectivamente, aquellos partidos que se autodefinen como socialdemócratas y afirman defender a las clases empobrecidas han hecho, desde hace décadas ya, un viaje desde la socialdemocracia al neoliberalismo. Según Frank, “los progresistas tienen una gran parte de culpa” de que una persona empobrecida vote en contra de sus intereses económicos.

Frank pone como ejemplo que el llamado Consejo de Liderazgo Demócrata (DLC) de EE.UU: presionó durante mucho tiempo a su partido “para que [olvidara] a los votantes de las clases trabajadoras y se [concentrara] en grupos de profesionales liberales, más ricos y progresistas en cuestiones sociales. Los grandes intereses a los que el DLC [quería] cortejar a toda costa [eran] los grandes grupos empresariales. (…). La forma de obtener votos y (…) el dinero de estas bases (…) [era] mantenerse inmóviles en temas como por ejemplo el derecho al aborto al tiempo que se [hacían] interminables concesiones en cuestiones económicas (…)”. Frank sostiene que Clinton hizo un “enorme esfuerzo para reducir al mínimo las diferencias entre demócratas y republicanos en los asuntos económicos”.

Estas conclusiones son también compartidas por otros análisis realizados con motivo de las elecciones presidenciales de Estados Unidos: “que una persona de clase obrera vote a la derecha denota más un fracaso del proyecto político de la izquierda que estupidez, aunque comúnmente se crea lo contrario” [7]. De hecho, algunos latinos estadounidenses declaran que han acabado votando al Partido Republicano porque “el Partido Demócrata no ha conseguido transformar sus vidas’ [8].

Paso 2: Que los conservadores saquen la economía de su relato

¿Para qué hablar de lo que le interesa a la gente si los que tienen que hacerlo han renunciado a ello? Se lo han puesto en bandeja de plata. Cuando los partidos políticos progresistas renuncian a hablar de economía y de las condiciones materiales de vida de las clases subalternas, los partidos conservadores se frotan las manos. Porque, como indica Frank en su libro, “la mayoría de los conservadores (…) no se meten con el mundo de los negocios, (…) es algo que no les interesa”. Ya no es necesario que los conservadores hablen de cuestiones que les incomoda. Según Frank, “con los demócratas y los republicanos aliados en el libre comercio, los temas que quedaban eran el aborto y las armas”, es decir, cuando se renuncia a hablar de las condiciones materiales de las personas, esos huecos en el relato público se llenan con cuestiones culturales.

Paso 3: Que sólo se hable de cuestiones culturales

Aprovechando que las personas no somos, sólo, homo economicus sino homo sociologicus [9], el bando conservador ha marcado la agenda en cuestiones de carácter cultural. Este es el terreno de juego en el que mejor se desenvuelven. El bando conservador ha trazado una estrategia muy inteligente, que sería, según Frank, “centrarse en vagas reivindicaciones culturales que se consideran de suma importancia pero que no se pueden satisfacer”, como por ejemplo, prohibir el aborto, el matrimonio homosexual, el feminismo o la inmigración.

“En cuanto a la guerra de valores, el [bando conservador] nació derrotado [señala Frank]. Su meta no es ganar batallas ideológicas sino rasgarse las vestiduras visible, ruidosa y ostensiblemente”. Con este discurso centrado en la guerra cultural o de valores, el bando conservador ha conseguido que, según Frank, “a los habitantes de Kansas no les [importe] los asuntos económicos (…). Su interés está en cosas más importantes, como la pureza de la nación”. ¿Les suena esto de algo?

Veamos qué ha pasado en Cataluña. Toni Rodon, politólogo, afirma que se ha producido una coincidencia de voto entre ricos y pobres en el partido ultraconservador español debido al “españolismo y la defensa de la unidad de España” [10]. Otros análisis han puesto de manifiesto que en Cataluña también ha jugado un papel relevante en el sentir de las clases bajas las cuestiones relacionadas con la convivencia y la seguridad, presentando preocupaciones sobredimensionadas con el tráfico de drogas y la ocupación de viviendas [11]. En el caso de Alemania, los votos a Alternative für Deutschland, los ultras alemanes, es debido, especialmente, al miedo infundido a un aumento de la criminalidad y a la llegada de extranjeros [12].

Paso 4: Que se divida a la sociedad en dos bandos

Y ya con todos los ingredientes sobre la mesa, sólo les queda enfrentar a la sociedad, y no precisamente entre poderosos y desposeídos (recordemos el “arriba-debajo” de algún partido progresista español [13]). En un bando están, los conservadores, que son, citando a Frank, “los auténticos, naturales y democráticos”. En el otro bando, los progresistas, que son “los arrogantes, entrometidos e insensatos”. En el caso del Estado español, podemos hacer mención a algunos ejemplos claros de división de la sociedad en dos bandos utilizando la cuestión cultural. Podemos recordar el lema de campaña “Comunismo o libertad” de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso [14] o la separación entre “bloque constitucionalista” y “bloque independentista” realizado por algún medio de comunicación ultraconservador [15]. De esta forma, se ofrecen respuestas binarias a cuestiones que, importantes o no, no mejoran las condiciones materiales de vida de las clases subalternas y, sin embargo, les obligan a decantarse por uno de los bandos.

Paso 5: Que los conservadores controlen el relato usando sus medios de comunicación

Y ya, por último, entra en juego el control del relato en los medios de comunicación, que son los encargados últimos de fijar la agenda setting. Los medios de comunicación tradicionales evitan hablar de economía y de las condiciones materiales de vida de las clases empobrecidas. Estos medios meten, por tanto, con calzador cuestiones culturales dándole muchas horas de TV y tertulias a cuestiones como ocupaciones, separatismo, amnistía, ETA –aunque no existan–, anti-feminismo, [añada aquí el tema cultural que prefiera]… De esta forma no sólo facilitan la división social en dos bandos, sino que ayudan a la gente a que se decante por el bando conservador [16].

Frank sostiene en su libro que los barrios residenciales acomodados de Kansas tienen su propia “poderosa emisora de radio en la que se puede escuchar a los líderes del movimiento pro-vida discutir sobre su próxima maniobra”. Estos grupos de poderosos “tienen su propia red de noticias por cable y sus propias personalidades televisivas. Pueden sintonizar casi todas las emisoras del dial AM para oír cómo se confirman sus opiniones”.

Conclusiones

Como hemos visto, una persona perteneciente a las clases empobrecidas puede votar perfectamente en contra de sus intereses económicos siguiendo una lógica que ha sido creada por el contexto político y mediático. Hemos visto que la renuncia de los partidos progresistas (especialmente algunos) a hablar de economía y de las condiciones de vida de las personas humildes ha facilitado la vida a los partidos conservadores al ver que ya no necesitan hablar de una cuestión que políticamente les incomoda. Estas condiciones sine qua non preparan el terreno para que sólo se hable de las cuestiones en las que los partidos conservadores se sienten más cómodos: la cuestión cultural. Si hablamos de que España se rompe, de que nos invaden los inmigrantes, y de que éstos nos ocupan las viviendas y nos quitan el empleo, dejaremos de hablar de por qué el sistema económico impide que las clases subalternas mejoren sus condiciones de vida. Con todo este relato construido, ya sólo queda enfrentar a la sociedad y alimentar el odio en los medios de comunicación. Y es así cómo una persona de clase trabajadora vota para que le bajen el salario.

Notas

[1] 

  1. Romero Fernández, «No hay nada más tonto que un obrero de derechas», Público, 30 mayo 2022.

[2] 

  1. Frank, ¿Qué pasa con Kansas? Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos, Madrid: Acuarela & A. Machado, 2008.

[3] 

  1. Escolar, «A quién votan los ricos, por qué no votan los pobres», elDiario.es, 14 noviembre 2019.

[4] 

  1. Azumendi, «Por qué los ricos votan más que los pobres», elDiario.es, 22 febrero 2019.

[5] 

  1. Bayona, «Exclusión política: el abstencionismo entre los más pobres duplica al de los más ricos», Público, 14 julio 2023.

[6] 

  1. Garzón Espinosa, «¿A quién vota la clase trabajadora en España?», La U, 8 agosto 2019.

[7] 

Á. Hervás, «Lo que esconde el voto obrero a la derecha», Público, 5 noviembre 2020. 

[8] 

  1. Media, «Una duda inquieta a los demócratas: ¿por qué los hombres latinos favorecen a los republicanos?», The New York Times, 8 marzo 2021.

[9] 

  1. Santana Turégano, ¿Homo economicus u homo sociologicus? Introducción a la sociología para la economía, la empresa y las finanzas, McGraw Hill – Aula Magna Proyecto Clave, 2022.

[10] 

  1. McAulay, «Toni Rodon: «Vox ha unido a ricos y pobres en la defensa de la unidad de España», El Nacional. Cat, 20 marzo 2023.

[11] 

  1. Castro, «¿Por qué los pobres votan a la ultraderecha?», La Vanguardia, 12 abril 2023.

[12] 

  1. Reguero Ríos, «¿Quién y por qué ha votado a la extrema derecha alemana?», El Salto, 25 septiembre 2017.

[13] 

  1. Bandera, «Pablo Iglesias: “Carlos Marx preferiría el eje arriba-abajo”», La Marea, 21 diciembre 2016.

[14] 

Antena 3 Noticias, «’Comunismo o libertad’, el lema de Ayuso en las elecciones de Madrid para vencer a Iglesias», Atresmedia, 15 Marzo 2021. 

[15] 

  1. Morodo, «21-D: El bloque constitucionalista ganaría en votos, pero no en escaños», La Razón, 15 diciembre 2017.

[16] 

  1. Tortosa, «¿Seremos capaces de votar a nuestros verdugos?», Público, 6 marzo 2023.

https://www.lacasademitia.es/