Convención Republicana y la fórmula Trump-Vance: la normalización del fascismo estadounidense

Donald Trump con su compañero de fórmula, el neofascista senador por Ohio, James David Vance, en la Convención Nacional Republicana.

RESUMEN AGENCIAS /

Sin sorpresas culminó la Convención Nacional Republicana el pasado jueves 18 de julio en Wisconsin, en la que se nominó formalmente y de manera unánime al controvertido Donald Trump como candidato presidencial con miras a las elecciones de noviembre de este año. En todo caso, el hecho novedoso de este cónclave del ultra-conservadurismo estadounidense fue la decisión de postular como compañero de fórmula al exmarine y senador por Ohio, James David Vance, un neofascista de 39 años que se opone al aborto y a los derechos de la diversidad sexual y que ha expresado en repetidas ocasiones su hostilidad a las medidas de protección del medio ambiente, a las parejas que no procrean, a los migrantes y a los palestinos, y es en lo económico un fanático neoliberal.

Aunque tiene casi 40 años menos que Trump, el ahora candidato a Vicepresidente es mucho más conservador en términos ideológicos, hasta el punto de que ha sido calificado de neofascista. Hasta hace poco se proclamaba como anti trumpista pero como la política es “dinámica”, Vance comienza a hacer campaña con quien hasta hace poco criticaba.

Lo evidente es que la Convención Nacional Republicana demostró que el Partido Republicano se ha transformado en un vehículo político para el fascismo estadounidense.

La amplia ventaja que había logrado Trump sobre sus rivales republicanos se convirtió en un total aniquilamiento tras el atentado que sufrió el domingo 14 de julio en Butler, Pensilvania, y el magnate llegó al encuentro con una oreja vendada y un halo de héroe indisputable.

El excéntrico exmandatario que aspira volver a la Casa Blanca es favorito según todos los sondeos de opinión para ganar los comicios presidenciales de noviembre con lo cual Estados Unidos podría experimentar un temible viraje al oscurantismo conservador, un nuevo ciclo de destrucción de libertades y derechos y un abandono aún mayor de los sectores más desprotegidos de la sociedad.

Trump se siente lo suficientemente fuerte como para no hacer ningún tipo de concesión al ala más moderada del Partido Republicano y girar completamente el barco hacia la batalla cultural ultraderechista pensando en los próximos 40 años.

El repugnante espectáculo que dio la Convención Nacional Republicana fue la expresión no solo de un partido, ni mucho menos de un individuo, sino del sistema político y social en su conjunto. En condiciones de una escalada bélica mundial y desigualdad social extrema, la clase dirigente estadounidense se revuelve en el atraso y en la segregación.

Los demócratas, que celebrarán su propia convención dentro de un mes, ahora con el retiro de la competencia electoral del presidente Joe Biden, son otro ejemplo de este mismo proceso de decadencia.