El gran acontecimiento

POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL*

Vamos para tres semanas con Colombia estremecida por la inmensa movilización de parias, plebeyos y trabajadores. De jóvenes, mujeres y adultos, en un enlace de géneros y generaciones. Todos los colores se trenzaron para adelantar la gran faena de la huelga general de masas. Hay que insistir en que son mayoría los jóvenes y las mujeres quienes están en la vanguardia de las muchedumbres. Para quien lo quiera ver, Antígona está en movimiento. Allí se encuentra, en esas muchachas de todos los colores y razas: indias, negras, mestizas, raizales, extranjeras, blancas, la unidad del sujeto colectivo-común que desafía el dominio y el símbolo del patriarcado y el capitalismo. La condición de las mujeres las hace más proclives a sufrir la fractura metabólica, porque ellas son gestoras de la vida humana, y su anhelo por detener la destrucción de la natura es más intenso.

Ricardo Sánchez Ángel

Los/as jóvenes, estudiantes, maestros, médicos, enfermeras, profesionales de toda condición, artesanos, comerciantes, vivanderas, transportadores, campesinos, obreros, pobladores, trabajadoras domésticas, artistas y escritores, proletarios digitales, del Estado, de los servicios y desempleados… En fin, toda la nutrida y variada condición de las gentes del trabajo es lo que constituye lo que llamamos el pueblo, que habita en el país real, la Colombia profunda, dispersa, pero que ha tejido la cultura y la sociedad, construyendo una república con sentido de democracia y progreso en campos y ciudades. Algo distinto al país financiero y señorial, que amputa la república y acorrala la democracia.

Lo que está haciendo historia es el gran acontecimiento, que reanuda las resistencias aplazadas, chantajeadas, por la pandemia, enclaustradas por las pseudocuarentenas, y se nutre de una larga experiencia de lucha y organización desde abajo. Lo que continúa es la insubordinación general del 2019 que quedó en suspenso por las medidas biopolíticas de control y represión, bajo la batuta de la Policía y los organismos de inteligencia, que son los que han manejado el orden público. En la actualidad, ha quedado evidente, por las redes sociales, la actuación de policías vestidos de civiles, que están disparando en los barrios populares y en las reuniones de protesta, en una nueva forma de paramilitarismo.

Lo que se está dando como resistencia es la conexión con un pasado por la superación de las arraigadas injusticias sociales, económicas y culturales, por el cumplimiento de las deudas pendientes con los derechos de las gentes. El gran acontecimiento tiene unas tradiciones en otros momentos de la historia de los siglos XX y XXI. Es un lugar de concurrencia de las mingas indígenas y populares, de los paros cívicos, de las huelgas proletarias, de los movimientos estudiantiles, de la movilización por el derecho a la vida, que se realiza en los barrios populares y en las aldeas. Se alimenta de la tradición por una prensa libre, la autonomía universitaria y la movilización ciudadana. Es toda una herencia la que concurre a la cita actual, ayudando a este inédito temblor social.

No es algo que estalla de súbito, producido por terroristas, como en forma irresponsable lo señala el gobierno de Uribe-Duque. Es la resistencia a la guerra de exterminio, al despojo y la explotación que han hecho del país un pobre país enfermo y triste. El gran acontecimiento arrastra consigo la desgracia de al menos cuarenta muertos y miles de heridos y desparecidos sin censar.

Pero no solo ha estremecido el orden doméstico, sino que está movilizando a los compatriotas en el exterior a la solidaridad. Igualmente, preocupa a las gentes de nuestra América, Estados Unidos y otros países. Su dimensión internacional se expande y anima, como en el 2020 lo hicieron las movilizaciones antirracistas en los Estados Unidos. Algunos gobiernos y organismos internacionales se han pronunciado, clamando por el cese de la represión ejercida por la Policía y el ESMAD. El hilo de la solidaridad humanitaria expresa la cara noble del internacionalismo.

El camino a seguir, lo he venido insistiendo, es que el presidente, la vice y todo el Gobierno renuncien para anticipar las elecciones. Es una salida pacífica, republicana y de acuerdo a la Constitución, que tiene como principio rector la soberanía popular. A partir de ahí, el pueblo decidirá su propio rumbo constituyente.

*Profesor emérito, Universidad Nacional. Profesor titular, Universidad Libre.

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