POR MARTINE ORANGE /
El reconocido economista heterodoxo francés y antiglobalización Pierre Salama murió el pasado 9 de agosto a los 82 años. Actualizando todo el pensamiento sobre economía política, deja desde su privilegiado campo de investigación un conjunto de trabajos sobre la evolución de los países emergentes, las desigualdades y la globalización.: el continente sudamericano.
Sus valiosos estudios le otorgaron merecidos reconocimientos en diversos países y centros de estudios latinoamericanos, entre ellos el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara, el Doctorado Honoris Causa otorgado por Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Premio de la Cátedra Julio Cortázar, su membresía en la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.
Fue uno de los economistas antiglobalización más reconocidos, pero poco citado fuera de los círculos académicos y de investigación: era un economista marxista. Profesor emérito de la Sorbona Norte de París y miembro del consejo científico de Attac desde su creación, este pedagogo, descrito como «brillante», «cálido» y «divertido», dedicó la mayor parte de sus trabajos al futuro de América del Sur, llevando a una generación de jóvenes investigadores a seguir sus pasos por los caminos poco trillados de los países emergentes. Pierre Salama falleció en París el pasado 9 de agosto a los 82 años.
Si hubiera que resumir su obra en pocas palabras –por su propia naturaleza, un ejercicio arriesgado– quizás sería en las palabras de Marx, que él adoptó: «Los hombres hacen libremente su historia, pero en condiciones que no son libremente decididas por ellos». En otras palabras, los conceptos no fijan nada en sí mismos, sino que se adaptan a una situación dada. Entre el idealismo y el determinismo hay caminos posibles, opciones económicas y políticas que pueden dar un vuelco a la historia.
Para Pierre Salama, la economía es política. De hecho, esta convicción ha marcado su carrera y su vida. Estudiante brillante, al principio se propuso ser ingeniero. Sus encuentros académicos de entonces decidieron lo contrario.
Activista contra la guerra de Argelia, pronto se afilió a la Unef, el poderoso sindicato estudiantil donde se reunían, discutían y enfrentaban todos los movimientos de protesta de izquierdas de principios de los años sesenta. La guerra de Vietnam, los movimientos de emancipación en el Tercer Mundo y el cuestionamiento del capitalismo estaban en el centro de todas las discusiones. Pierre Salama participó en todo y decidió abandonar sus estudios de ingeniería para estudiar economía. «La elección de estudiar economía, y economía marxista, surgió de un deseo militante», explicaría más tarde.
Como miembro de la Ligue Communiste Révolutionnaire, Pierre Salama emprendió un arduo camino de descubrimientos. En aquella época, los estudios económicos en Francia eran un campo polvoriento, dominado por el pensamiento de los economistas austriacos. El Partido Comunista Francés (PCF), por su parte, había sumergido en formol el pensamiento marxista.
Desde el principio, Pierre Salama se propuso despertar todo esto. Para no dejar ningún margen de maniobra a sus detractores, desarrolló modelos econométricos y practicó un rigor científico que nunca abandonaría.
En su tesis, Essai sur les límites de l’accumulation nationale du capital dans les économies semi-industrialisées (Ensayo sobre los límites de la acumulación nacional de capital en las economías semiindustrializadas), ya marcó el rumbo de sus futuros trabajos. Todo está ahí: los conceptos revisitados de producción y formación de capital en las economías de los países emergentes y, sobre todo, el papel del Estado en su transformación económica. Karl Marx había reflexionado poco sobre este papel, concentrándose sobre todo en las fuerzas antagónicas del capital y el trabajo. Su tesis tuvo tanto éxito que se tradujo en Brasil. Se inició un largo diálogo con académicos y dirigentes de la izquierda sudamericana… que no se acabaría nunca.
Rehabilitar la economía política
Deseoso de ampliar la investigación sobre la dinámica del capitalismo, Pierre Salama fundó, junto con Jean-Luc Dallemagne y Jacques Valier, la revista Critiques de l’économie politique, bajo los auspicios del editor François Maspero. La revista, que apareció por primera vez en septiembre de 1970, duró siete años y fue un punto de encuentro para los debates que tenían lugar en todos los bandos de la izquierda de la época. Posteriormente fue uno de los fundadores y moderadores de la revista Tiers-Monde.
Al mismo tiempo, Pierre Salama publicó varias obras sobre el valor, la economía política y, sobre todo, trabajos pioneros sobre el Tercer Mundo, como ‘La dolarización: ensayo sobre la economía, la industrialización y el endeudamiento de los países subdesarrollados’ [Siglo XXI].
El auge del neoliberalismo a partir de finales de los años 70, seguido de la globalización, le obligaron a ampliar sus campos de investigación. Es a través del continente sudamericano, donde posee un notable conocimiento de la historia y la estructura política, económica y social de cada país, como sigue descifrando estas ondas.
La evolución del continente suramericano en las últimas décadas pone de relieve los principios de imbricación entre las fuerzas económicas y el Estado, las burguesías de cada país y los movimientos sociales, que constituyen la base de sus investigaciones.
Mientras que Asia-China en primer lugar- se ha beneficiado de la globalización, gracias sobre todo a políticas estatales voluntaristas, los países de América del Sur han abandonado, desde la crisis de la deuda de los años ochenta, toda política de independencia y soberanía. Abriendo sus economías a los cuatro vientos, aceptaron una desindustrialización masiva, basándose únicamente en los recursos extractivos o agrícolas, como en Brasil, optando por ignorar los peligros ecológicos y sociales de estas opciones. La burguesía argentina está llevando esta renuncia un paso más allá, aceptando la dolarización completa de su economía, de sus finanzas públicas e incluso de su comercio interior.
El desafío de la desigualdad
Dado que este fenómeno está mucho más arraigado que en otros lugares y crea una violencia social que se impone a diario en casi todos los países del continente, Pierre Salama estudió de cerca la desigualdad y sus consecuencias. En su libro El desafío de las desigualdades (Siglo XXI), continuación de una obra anterior escrita con Jacques Valier, Neoliberalismo, pobreza y desigualdades en el tercer mundo (Miño y Dávila), subraya el carácter profundamente peligroso de las desigualdades crecientes, creadoras de sociedades inestables y excluyentes. Un peligro -deliberadamente o no- ignorado por la mayoría de los economistas.
Retomando la comparación con Asia, insiste una vez más en el papel decisivo que desempeñan en el aumento de las desigualdades factores como la intervención o no del Estado, las políticas públicas y el grado de apertura de los mercados. En su opinión, el fracaso de los gobiernos de izquierda en Brasil, Bolivia y otros países en la década de 2010 debe verse desde esta perspectiva. Por supuesto, las políticas keynesianas de estímulo, bienestar y redistribución son necesarias, pero no bastan por sí solas, porque no cambian los fallos estructurales que alimentan estas desigualdades. La pandemia Covid-19 y las respuestas dadas por los distintos gobiernos sudamericanos consolidarán sus convicciones.
Siguiendo con su afán de observador de Suramérica, Pierre Salama expresó recientemente su preocupación por el poder de los movimientos evangélicos en Brasil, motor del ascenso al poder de Jair Bolsonaro. Al igual que predijo en el verano de 2023 el inevitable colapso económico del gobierno peronista de Alberto Fernández en Argentina y la llegada de la extrema derecha con Javier Milei y su tratamiento de choque. Pierre Salama vio en estos movimientos la desesperación de las clases trabajadoras, que se aferran a pensamientos mágicos porque la izquierda no ha sabido escucharlas ni traducir sus problemas en políticas. Quizás este análisis no se limite a la izquierda suramericana.