POR ALBERTO MALDONADO COPELLO /
Abstract
Se incluye aquí la crítica de Fred Moseley a los planteamientos de Michael Heinrich sobre la teoría del valor. En 2023 Fred Moseley escribió un libro titulado ‘Marx´s Theory of Value in Chapter 1 of Capital. A Critique of Heinrich´s Value-Form Interpretation’ en el cual elabora una crítica detallada de la interpretación de Heinrich sobre la teoría del valor de Marx, enfocándose especialmente en el tercero de los libros mencionados, ‘How to Read Marx´s Capital’, aunque hace algunas, pocas, referencias a su otro libro ‘Crítica de la economía política’.
La crítica de Moseley a Heinrich ofrece la oportunidad de contrastar dos interpretaciones con enormes diferencias. La exposición de Moseley es un buen ejemplo de las interpretaciones tradicionales, a las cuales Heinrich critica en sus libros. En cierta manera, dichas interpretaciones están materializadas en el cuerpo y la pluma de Moseley.
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Introducción
En 2008 Michael Heinrich publicó en español un libro titulado Crítica de la Economía Política. Una introducción a El Capital de Marx, traducción de la primera edición en alemán de 2004. Luego en 2011 publicó, también en español, el libro ¿Cómo leer el Capital de Marx? Indicaciones de lectura y comentario del comienzo de El Capital, traducción de la publicación en alemán de 2009. Posteriormente en 2021 publicó en inglés How to Read Marx´ Capital. Commentary and Explanations on the Beginning Chapters, una versión ampliada del libro anterior, publicada en alemán en 2018 (No hay todavía traducción al español). La obra principal de Heinrich, “La ciencia del valor” (Die Wisssenschaft vom Wert) solo está disponible por el momento en alemán, publicada inicialmente en 1999 y con varias ediciones ampliadas posteriormente[1].
El primer libro mencionado es una introducción a los tres tomos de El Capital abordando casi todos los temas, quizá la única excepción es lo relativo a la renta de la tierra. No es un manual. Es un texto que expone e interpreta en forma sintética la estructura y contenido de El Capital, incluyendo explicaciones sobre posibles ambivalencias de Marx y además criticando las interpretaciones tradicionales de algunos autores sobre temas específicos. Los otros dos libros son comentarios, casi párrafo por párrafo, de los dos primeros capítulos del tomo I de El Capital en el primer caso y de los cinco primeros capítulos del tomo I de El Capital, en el segundo, dirigidos a presentar el contexto, cuando es necesario, y a dar precisiones y orientaciones a los lectores.
Heinrich plantea explícitamente que estos textos los concibió como herramientas para apoyar el estudio de El Capital, no para reemplazar su lectura. En mi opinión, son quizá los mejores textos disponibles actualmente para acompañar el estudio de la obra principal de Marx. En estos tres libros Heinrich hace críticas, en varias oportunidades a interpretaciones tradicionales de otros autores, pero incluye pocas referencias directas de dichos autores criticados. Uno de los autores criticados implícitamente, dado que en ese momento no lo había leído, es Fred Moseley, quien leyó recientemente los libros de Heinrich y, probablemente, se sintió fuertemente criticado.
En 2023 Fred Moseley escribió un libro titulado “Marx´s Theory of Value in Chapter 1 of Capital. A Critique of Heinrich´s Value-Form Interpretation”[2] en el cual elabora una crítica detallada de la interpretación de Heinrich sobre la teoría del valor de Marx, enfocándose especialmente en el tercero de los libros mencionados, “How to Read Marx´s Capital”, aunque hace algunas, pocas, referencias a su otro libro “Crítica de la economía política.”
La crítica de Moseley a Heinrich ofrece la oportunidad de contrastar dos interpretaciones con enormes diferencias. La exposición de Moseley es un buen ejemplo de las interpretaciones tradicionales, a las cuales Heinrich critica en sus libros. En cierta manera, dichas interpretaciones están materializadas en el cuerpo y la pluma de Moseley .
El libro de Moseley se concentra en el capítulo 1 del tomo I de El Capital, aunque incluye referencias a otras partes de El Capital. Está dividido en un primer capítulo en el cual presenta su interpretación sobre el capítulo 1, abordando cada una de las 4 secciones en las cuales está dividido. Un segundo capítulo en el cual critica la interpretación detallada de Heinrich, también sección por sección. Un tercer capítulo en el cual examina un manuscrito de Marx titulado “Adiciones y Cambios”, que Heinrich traduce parcialmente en su libro. Y una parte final de conclusiones generales.
Me parece interesante reseñar algunos aspectos de este debate en la medida en que sirve tanto para abordar o repasar el estudio de la primera parte de El Capital, y, dadas las diferencias tan grandes en la interpretación, nos invita a adoptar una posición con respecto a los temas allí debatidos.
La diferencia fundamental en la interpretación
En mi opinión, la diferencia fundamental de Moseley con Heinrich, que expone con insistencia en su libro, se encuentra en la distinta interpretación sobre la categoría de trabajo abstracto humano como sustancia del valor en la economía capitalista. Moseley critica a Heinrich por plantear que el valor se crea en el intercambio y por desconocer que ya existe desde la producción. “Enfatizo esto porque Heinrich argumenta que el trabajo abstracto no existe en la producción, sino solo viene a existir en el intercambio” (p. 18).
En su libro Crítica de la economía política planteaba Heinrich ya en 2004:
“Pero ya la misma pregunta acerca de si el valor y la magnitud de valor se determinaban en la esfera de la producción o en la esfera de la circulación (es decir, en la esfera de la compra y la venta) se debe a una funesta simplificación. El valor no surge en alguna parte y entonces está ahí…Pero el valor no es una cosa como la barra de pan, sino una relación social que aparece como una propiedad de la cosa. La relación social que se expresa en el valor y en la magnitud del valor se constituye precisamente en la producción y en la circulación, de modo que la pregunta de si se constituye en una esfera o en la otra carece de sentido.” (pp. 70-71).
La crítica de Moseley se basa en considerar que el trabajo abstracto es un tipo de trabajo que, junto al trabajo concreto, se gasta también en la producción y por tanto está incorporado a cada mercancía tomada individualmente. Heinrich, por su parte, según la interpretación de Moseley, considera que el trabajo abstracto solo existe en la relación de intercambio. Además, Heinrich plantea que no es un tipo de trabajo que se gaste en la producción como el trabajo concreto, y que resulta de la abstracción real que se produce en el proceso de intercambio entre productores privados e independientes; en consecuencia, el valor, también, existe solamente en dicha relación de intercambio.
En sentido estricto Heinrich no dice nunca que el trabajo abstracto y por tanto el valor se cree solamente en el intercambio, entendido éste en un sentido limitado como una fase de un proceso económico que sigue a la fase de producción. Heinrich considera que una sociedad mercantil (como es el modo de producción capitalista) la producción es realizada por productores privados formalmente independientes que se vinculan mediante el intercambio de sus productos. En este tipo de sociedad en la cual la relación social básica de los productores se realiza mediante el cambio de las mercancías, se produce la reducción del valor de uso al valor y de los trabajos concretos al trabajo abstracto.
Decía Heinrich en 2004:
“Una gran parte del marxismo tradicional se ha dejado engañar también por esta apariencia de que la objetividad del valor es una propiedad de la mercancía considerada aisladamente.” (p. 70).
La insistencia de Moseley en que el objeto de análisis es la mercancía y no la relación de intercambio se relaciona con su comprensión (o mejor, incomprensión) del desarrollo expositivo de Marx, los niveles de abstracción y su idea central de que en una mercancía individual puede observarse tanto el valor de uso como el valor, y que por tanto ella es resultado no solamente de trabajo concreto sino también del gasto de fuerza de trabajo abstracto.
Moseley intenta mostrar que en ninguna parte del Capítulo 1 Marx aborda el intercambio de mercancías, ni tampoco una “relación de intercambio”, lo cual le parece una invención de Heinrich, una noción sobre la cual, a su juicio, no hay evidencia textual alguna. En su opinión, el intercambio solo aparece en el capítulo 2, que se titula el proceso de intercambio, mientras que el capítulo 1 se titula la mercancía. Moseley es obsesivo en su lectura y búsqueda de evidencia textual para, supuestamente, sustentar su interpretación y desvirtuar la de Heinrich.
Pero, desafortunadamente para él, se encuentra con evidencia textual que no confirma su posición y lo obliga a modificar algunos de sus argumentos, como veremos.
En el capítulo 1 Marx parte, en la primera frase, de la totalidad del producto en el modo de producción capitalista, afirmando que la riqueza en las sociedades en las cuales domina este modo de producción, se presenta como un inmenso arsenal o cúmulo de mercancías, y la mercancía como su forma elemental. Se trata de una afirmación inicial que es apenas un enunciado, porque, obviamente, todavía no ha explicado qué es la mercancía.
Marx plantea entonces que su investigación comienza por esta forma elemental y se enfoca en el análisis de la mercancía. Lo primero que señala es que la mercancía es un objeto dual: por una parte, es un valor de uso, un objeto útil que satisface necesidades humanas de diferente naturaleza y que su utilidad se realiza en el consumo. Por la otra, afirma que en la sociedad capitalista el valor de uso es portador o soporte material del valor de cambio. El valor de uso existe en toda sociedad pero en la sociedad capitalista se transforma, dado que ahora, en estas condiciones, es portador de valor de cambio.
La sola expresión “valor de cambio” implica, como su nombre lo indica, cambio. Y el cambio, obviamente, implica una relación entre las mercancías. Marx señala al inicio de su exposición que en la sociedad capitalista los productos se cambian en diversas proporciones; así como había partido de la totalidad del arsenal de mercancías, comienza también con la totalidad de los valores de cambio entre todas las mercancías. Dice claramente que un producto se cambia por muchas otros en diferentes proporciones y, que, por tanto, tiene muchos valores de cambio, en la medida en que esta proporción se expresa con respecto a diversos otros productos.
La observación de esta situación lo lleva a plantear que para que se produzca el cambio de mercancías, es decir la igualación de objetos cuyos valores de uso son muy diferentes, en una determinada cantidad que se iguala, es necesario que exista en la mercancía algo en común, lo que lo lleva a plantear que el valor de cambio debe ser la forma de manifestación o la expresión visible de un contenido que no se ve inmediatamente. En un par de ocasiones Marx trata como sinónimos al valor de cambio y a la relación de cambio o intercambio, lo cual Moseley reconoce, pero considera que Marx es ambiguo porque en otros párrafos le da otro significado.
Después de referirse a la totalidad de valores de cambio Marx se enfoca en el análisis de una relación de cambio entre dos mercancías específicas, el trigo y el hierro. Esta relación de cambio se expresa en una igualdad: x cantidad de trigo = y cantidad de hierro, lo que como ya había planteado, implica que hay algo en común entre las mercancías y además de igual magnitud que permite plantear esta igualdad. Marx plantea que ese algo en común no pueden ser las características físicas, químicas, geométricas de los productos, porque precisamente en la relación de intercambio se dejan de lado (o abstraen) estas características físicas.
En este punto, Marx afirma que lo único que les queda en común, en términos materiales, es ser productos del trabajo. Este rasgo no se evidencia en la materialidad de la mercancía, no es una propiedad similar a la propiedad física, química o geométrica, que puede ser observada y medida. Es material en cuanto al proceso: se trata de objetos que son un producto, un resultado del proceso de trabajo. De hecho, Marx está investigando precisamente por qué los productos del trabajo adoptan la forma de mercancía y la mercancía la forma del valor.
Este es un punto crítico que puede llevar a confusiones, dado que hay valores de uso que no son producto del trabajo humano, por ejemplo, el aire, la tierra virgen, etc. Parece entonces que aquí hay una tautología y un problema en la deducción de Marx. El texto sugiere que Marx llega a la conclusión de que al hacer abstracción de los valores de uso de las mercancías solo conservan la cualidad de ser productos del trabajo. Pero Marx no se está refiriendo a todos los valores de uso, sino solo a los que son productos del trabajo y se intercambian. Marx no deriva de la relación de cambio el hecho de que sean productos del trabajo, lo que deduce es que estos productos del trabajo tienen, además de valor de uso, algo en común que se objetiva en ellos de una manera particular. La mercancía es para Marx un producto del trabajo humano, un objeto útil que satisface necesidades y al tiempo un objeto que es portador de valor de cambio y, por tanto de valor.
Pero, continúa Marx, no se trata de que sean productos concretos y tampoco de productos del trabajo humano en general existente en cualquier sociedad. Así como en el cambio entre mercancías se hace abstracción de los valores de uso, también desaparece o se dejan de lado todos los trabajos concretos y útiles por medio de los cuales se elaboran dichos valores de uso concretos y útiles. En el cambio, se compara el trabajo humano en general, indiferenciado, no el trabajo concreto. Así como la sustancia del valor de uso es el trabajo concreto, la sustancia del valor es el trabajo abstracto humano.
Marx, concluye, por tanto, que ese algo en común que tienen las mercancías y que les permite cambiarse por otras, es el valor (independiente por ahora de su magnitud) y este valor tiene una sustancia social común, que es el trabajo abstracto. Marx subraya que se trata de una sustancia especial, una sustancia social y no material, lo cual la diferencia de las sustancias tradicionales, rasgo que implica que se trata de algo en común entre las mercancías. Aquí vale la pena hacer notar que Marx se refiere a dos cosas en común: a) todas las mercancías son producto del trabajo humano, tienen en común esta característica; b) todas las mercancías tienen en común ser valores.
Moseley no comparte que Heinrich interprete esto en el sentido de que existe ya una relación de intercambio al analizar la mercancías y que esto sea objeto de estudio en el Capítulo 1. Afirma, y lo va a repetir decenas de veces, que Heinrich está suponiendo erróneamente que las proporciones de cambio y el cambio entre mercancías es una abstracción de un intercambio real entre dos mercancías y dinero que existe en el mercado, lo cual le parece erróneo. Pero el texto de Marx, hasta el momento, primeras páginas de la primera sección, precisamente indica esto: Marx, mediante su método de abstracción de una totalidad, está examinado unos aspectos de las relaciones reales de intercambio (que implican el intercambio de las mercancías mediante el dinero) dejando de lado por ahora, el dinero, los poseedores de mercancías y el propio capital, aunque como lo dice textualmente, está estudiando la mercancía en la producción capitalista.
A Moseley no le cabe esto en la cabeza. Insiste incansablemente, en qué aquí Marx está examinado una mercancía considerada como una “mercancía representativa” que tiene unas propiedades comunes a todas las mercancías. En determinado momento parecería que está pensando en una mercancía aislada, pero, como veremos, no llega a tanto. Además, concibe esta mercancía como un producto del trabajo humano, como un resultado del proceso de producción, pero que todavía no ha sido vendida.
Enfrentado a los propios textos de Marx y a los planteamientos de Heinrich que está leyendo para criticarlos, se ve forzado a reconocer que no está hablando de una mercancía aislada (de hecho, todo el tiempo reconoce que está hablando de la producción mercantil, que, por definición, implica cambio), pero hace un esfuerzo por exponer el asunto sin necesidad de intercambio.
En vez de reconocer que efectivamente Marx se está refiriendo al cambio entre mercancías, plantea que si existe una relación social entre ellas, pero que se trata de un relación general de igualdad (concepto inventado por Moseley). Lo que no queda claro, es en qué contexto se da la relación de igualdad. Lo que plantea Marx y retoma Heinrich, es que la igualdad se da precisamente en el intercambio (cuando los productores venden y compran mercancías), relación en la cual los productores igualan sus productos mediante el valor, acción que conduce necesariamente a indagar por ese algo en común que tienen las mercancías.
La noción de trabajo abstracto de Moseley
Moseley reconoce entonces que existe una relación general de igualdad y la explica porque las mercancías tienen en común ser productos del trabajo humano abstracto. Para Moseley, los trabajadores al producir una mercancía realizan simultáneamente dos tipos de trabajo: el trabajo concreto y el trabajo abstracto. Apoyándose en varias frases de Marx (mal interpretadas en mi opinión) insiste en que el valor se produce en cada mercancía, aislada y antes del intercambio, en la medida en que el trabajador gasta fuerza humana de trabajo abstracta, es decir, fuerza humana de trabajo general e indiferenciada.
El planteamiento de Moseley se fundamenta en sostener que hay dos tipos de trabajo abstracto, lo cual es una invención suya. Primero: el trabajo humano abstracto vivo, el trabajo fluido que es gastado en el proceso de producción y que se materializa o incorpora al producto elaborado. Segundo, el trabajo humano abstracto objetivado que se contiene en cada mercancía. A partir de aquí fundamenta sus tesis: a) el trabajo abstracto humano existe en el proceso de producción antes de la circulación; b) el valor que es el trabajo abstracto humano objetivado existe en el producto, la mercancía, antes del intercambio. Considera que el término congelación o solidificación, que Marx utiliza para referirse a la objetividad del valor, es una metáfora que expresa adecuadamente el proceso real. El trabajo humano abstracto vivo gastado en el proceso de producción se congela o solidifica en el producto.
El callejón sin salida
A lo largo del texto Moseley repita hasta el cansancio su argumentación y reitera que Heinrich está equivocado. Sin embargo, se mete en un callejón sin salida: 1) la “evidencia textual” de Marx con respecto a la relación de intercambio y el valor parece darle la razón a Heinrich; 2) la posición de que el trabajo abstracto humano es trabajo fisiológico gastado en la producción parece no resistir la crítica de Heinrich, basada en la interpretación de la exposición general de Marx y no solamente en algunas frases. En su intento de salir del callejón, Moseley termina renunciando sus argumentos principales, aunque trata de ocultarlo.
Sobre la objetividad de valor y el intercambio
Dice Marx en el Capítulo 1 sobre la objetividad del valor y el intercambio
“Es solo en su intercambio donde los productos el trabajo adquieren una objetividad de valor, socialmente uniforme, separada de su objetividad de uso, sensorialmente diversa.” (p. 124[3]).
Moseley acusa el golpe. “Vista aisladamente, esta frase parece apoyar la interpretación de Heinrich” (p. 116). La evidencia textual parece ir en su contra. Pero, entonces, decide reinterpretar lo que Marx dice apelando al contexto para buscar un significado más consistente con su argumentación. Afirma lo siguiente: “Yo argumento que el intercambio en esta frase no significa una fase en una economía mercantil que sigue a la producción, sino que por el contrario significa un modo de producción basado en el intercambio; esto es, los productos del trabajo adquieren valor solo en un modo de producción basado en el intercambio.” (p. 116). Es curioso qué al comentar otras frases de Marx no expuso esta interpretación del concepto de intercambio. Pero el hecho es que le está dando la razón a Heinrich, tratando de ocultarlo. Esta distinción entre dos significados de la noción de intercambio, la toma de Rubin[4], en su libro Ensayos sobre la teoría del valor.
Al comentar la frase citada de Marx, sostiene Moseley que cuando se está refiriendo a que el valor existe en la producción, lo mismo que el trabajo abstracto, no está haciendo alusión a la producción como una fase del proceso social de producción (en el capitalismo) que es seguida por la circulación. Afirma que se está refiriendo a la producción en un sentido amplio, a un modo de producción, y específicamente, a un modo de producción mercantil. Desde esta perspectiva, las mercancías se producen dentro de una organización social particular, la producción a partir de productores privados independientes que hacen parte de una división social del trabajo, que implica necesariamente que deben intercambiar sus productos para poder satisfacer sus necesidades. Es en este tipo de organización social de la producción, basada en el intercambio, que los productos del trabajo adquieren valor y por tanto se convierten en mercancías. Este planteamiento es completamente diferente a su posición sistemática a lo largo del libro, en el cual se refiere a la producción y a la circulación como fases separadas y sucesivas (recordemos que llega a decir que en capítulo 1 Marx solamente habla de producción y que el intercambio o circulación solo aparece en el capítulo 2).
Por tanto, de acuerdo con Moseley, en este tipo de sociedad (o, mejor, dimensión de la sociedad capitalista) desde la producción ya se tiene en cuenta el carácter del valor de las mercancías, el productor sabe que produce para la venta, y ya está implícito que dado que se van a cambiar por otras mercancías, también se van a reducir los trabajos concretos al trabajo abstracto. Esto es una posición diferente. A lo largo del texto es Moseley reiterativo y consistente, en defender la otra concepción, en la consideración de la producción como una fase separada de la circulación, y su crítica insistente a Heinrich es que considera que el valor y el trabajo abstracto solo aparecen en la fase de circulación.
Pero cuando se encuentra una frase clara de Marx, una evidencia textual contundente en contra de su argumento, recurre a Rubin para afirmar lo contrario. Resulta que ahora, en esta frase, intercambio es producción. Tanto repetir una y otra vez que la interpretación de Heinrich es errónea para terminar aceptándola. Moseley, como hemos señalado, toma esta distinción entre la producción como una fase seguida por la circulación, y la producción como un modo de producción general (que incluye tanto la fase de producción como la de circulación), de Rubin, quien ya había examinado el asunto en 1929. Heinrich, en mi opinión, coincide este aspecto con la posición de Rubin. Pero lo paradójico es que si se lee el conjunto de la obra de Rubin se encuentra que es una crítica de fondo a los planteamientos de Moseley, quien selectivamente extrajo uno textos para intentar defender su débil posición.
Sobre el trabajo fisiológico y el trabajo abstracto humano
Con base en algunas afirmaciones de Marx, parece ser que Moseley piensa que el trabajo humano abstracto es el trabajo fisiológico igual. Los productores de mercancías desarrollan un trabajo concreto de carpintería, de tejido, de agricultura, etc., pero al mismo tiempo realizan un gasto de fuerza de trabajo humana en general, de gasto de cerebro, de músculo, de nervios, etc. Los dos tipos de trabajo son trabajos físicos -uno general, otro particular- que ocurren en el proceso de producción de valores de uso: para elaborar una mesa se realiza un gasto de fuerza de trabajo en sentido fisiológico (gasto de cerebro, músculos, nervio, mano, etc.) en una determinada forma particular (trabajo de carpintería, que se distingue del trabajo de sastrería o de agricultura).
Dice Moseley:
“Por tanto, todas las diferentes clases de trabajo concreto útil son gastos de trabajo humano que son iguales en un sentido fisiológico (cerebros humanos, músculos, etc., sin un entrenamiento especial), y es solo en esta cualidad de ser trabajo abstracto humano fisiológicamente igual en la producción de mercancías que el trabajo produce el valor de las mercancías.” (Moseley, p.21)[5].
Aquí queda claro que Moseley está pensando que el gasto de trabajo concreto produce el valor de uso, y el gasto de trabajo fisiológico (general, común, etc.) en la sociedad productora de mercancías produce el valor. La abstracción en la cual piensa Moseley con respecto al concepto de trabajo humano abstracto, es la abstracción mental que compara un conjunto de objetos y busca el elemento en común para elaborar una definición o concepto de dicho objeto. En este sentido, efectivamente todas las mercancías tienen en común ser gasto de fuerza humana de trabajo en sentido fisiológico. La posición de Moseley se fundamenta en unas frases de Marx (quien a juicio de Heinrich incurre aquí en una ambigüedad o ambivalencia). Al tomar este camino Moseley se adentra en el callejón sin salida.
En su libro de 2011 Heinrich ya había comentado sobre este punto (y no es el primero en hacerlo) que interpretar el trabajo abstracto en este sentido, lleva a concluir que en toda sociedad, no solo en la capitalista, ha habido trabajo abstracto y valor, lo cual es claramente falso. Esta categoría de trabajo abstracto es una categoría supra histórica y va en contravía del objetivo claro de Marx de estudiar específicamente el modo de producción capitalista y de su observación de que es en esta sociedad precisamente en la cual los valores de uso son portadores de valores de cambio, algo que no existe en todas las sociedades.
Dice Heinrich, citado por Moseley:
“Sin embargo, la propiedad del trabajo que ahora Marx argumenta es su carácter de creador de valor, el gasto de trabajo en el sentido fisiológico, no está de ninguna forma limitado a la producción de mercancías” (Moseley, p 86)[6].
Moseley es consciente de que esta crítica de Heinrich al trabajo fisiológico igual como fundamento del trabajo abstracto debilita su argumentación; se ha enredado y trata de salir del atolladero. Se ve obligado a recular, a cambiar sustancialmente su posición, pero tratando de no reconocerlo, para lo cual hace un conjunto de maromas explicativas que no son, en mi opinión, convincentes, y que lo lleva a que su argumentación se enrede, por no decir que se desmorona. Cuando llega a este punto de contradicción en sus planteamientos, nuevamente recurre a la ayuda de Rubin.
Plantea que el trabajo fisiológico igual no es el fundamento del trabajo abstracto, sino que el trabajo abstracto humano presupone la existencia del trabajo fisiológico. Y en forma muy rebuscada afirma entonces que no todo trabajo fisiológico es fundamento del valor, que esto solo ocurre con el trabajo fisiológico en una sociedad productora de mercancías, con lo cual no explica nada y simplemente hace una afirmación sin sustentación.
Tratando de aclarar su posición, dice Moseley:
“Sin embargo, yo argumento que Marx no asume que el trabajo fisiológico per se es trabajo humano abstracto, sino que más bien que el trabajo fisiológico igual específicamente histórico en una economía mercantil- entendido como el gasto de cerebros y músculos humanos, etc., y la capacidad de ejecutar trabajo en una forma concreta- es un prerrequisito del trabajo humano abstracto en la economía mercantil.” (Moseley, p. 86)[7].
Resulta entonces que el trabajo abstracto humano, que es la sustancia del valor, no es el trabajo humano en general en sentido fisiológico; este tipo de trabajo sería un prerrequisito del trabajo abstracto humano. Queda entonces por ver qué entiende por trabajo abstracto humano que necesita de ese prerrequisito.
Y para rematar el enredo:
“El trabajo fisiológico en sí mismo no produce valor pero el trabajo fisiológicamente igual en una economía mercantil (esto es, más las características sociales de una economía mercantil) si produce valor.” (Moseley, p. 86).
Reitera que el concepto de trabajo abstracto humano en Marx no es trabajo fisiológico per se, sino trabajo fisiológico en una economía mercantil, que aplica específica y solamente a una economía mercantil, y que implica que “solamente el trabajo fisiológico en una economía mercantil produce valor” (p. 88).
Moseley se limita a afirmar, pero no explica específicamente como es que el trabajo fisiológico puede producir valor en una economía mercantil. Si está pensando en que dado que se trata de producción de mercancías con destino al cambio se produce una reducción de los trabajos concretos al trabajo abstracto en el intercambio, estaría aceptando la posición de Heinrich. Pero no es claro. Su argumentación es: 1) reconocer que el trabajo fisiológico per se no crea valor, dado que entonces habría valor en todo tipo de sociedad; 2) plantear que el trabajo fisiológico en una economía mercantil es distinto y en este contexto si crea valor. Con lo cual, realmente vuelve a su posición inicial. Moseley se queda en lo profundo de su callejón sin salida.
En conclusión: 1) el valor y el trabajo abstracto existen en la interacción entre producción y circulación en una forma particular de organización social de la producción basada en el intercambio; 2) el argumento del trabajo fisiológico no puede sostenerse, dado que se refiere a un tipo de trabajo que existe en la producción en todo tipo de sociedad.
Como hemos señalado, resulta que Moseley cuando se vio acorralado en dos argumentos centrales de su posición, buscó la ayuda de Rubin. Supongo que habrá leído todo el libro de Rubin, pero me entran dudas. Toda la argumentación de Rubin es una crítica de la posición de Moseley y favorable a la interpretación de Heinrich, lo cual es asunto para una nota posterior.
Notas:
[1] Heinrich, Michael, Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx. Escolar y Mayo Editores, Madrid, 2008; Heinrich, Michael, ¿Cómo leer El Capital de Marx? Indicaciones de lectura y comentario del comienzo de El Capital, Escolar y Mayo Editores, Madrid, 2011; Heinrich, Michael, How to Read Marx´s Capital. Commentary and Explanations on the Beginning Chapters, Monthly Review Press, New York, 2021; Heinrich, Michael, Die Wissenschaft vom Wert, Verlag Westfalisches Dampfboot, Munster, 1999.
[2] Moseley, Fred, “Marx´s Theory of Value in Chapter 1 of Capital. A Critique of Heinrich´s Value-Form Interpretation”, Palgrave Macmillan, 2023.
[3] Marx, Karl, El Capital, Crítica de la Economía Política, Libro primero. EL proceso de producción del capital, Siglo XXI editores España, 2017, traducción de Pedro Scaron. La traducción de Wenceslao Roces es la siguiente: “Es en el acto de cambio donde los productos del trabajo cobran una materialidad de valor socialmente igual e independiente de su múltiple y diversa materialidad física de objetos útiles” (p. 38), Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la economía política, volumen I, Fondo de Cultura Económica, séptima reimpresión, 1975. El texto en inglés “It is only by being exchanged that the products of labour acquire a socially uniform objectivity as values, which is distinct from their sensuously varied objectivity as articles of utility.” (p. 166), Marx Karl, Capital, Volume One, Vintage Books, Random House, 1977, traducción de Ben Fowkes. Esta edición es la utilizada por Fred Moseley en su libro.
[4] Rubin, Isaak Illich, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, Cuadernos de Pasado y Presente, Ediciones Pasado y Presente, 1974.
[5] “Thus all the different kinds of concrete useful labors are expenditures of human labor that are equal in a physiological sense (human brains and muscles, etc. without special training), and it is in this quality of being physiologically equal abstract human labor in the production of commodities that labor produces the value of commodities.” (p. 21, Moseley)
[6] “However, the property of labor that Marx now claims as its value-creating character, the expenditure of labor in the physiological sense, is by no means bound to commodity production.” (Moseley, p. 86).
[7] “However, I argue that Marx does not assume that physiological labor per se is abstract human labor, but rather that historically specific physiologically equal labor in a commodity economy -understood as the expenditure of human brains and muscles, etc., and the ability to perform labor in any concrete form- is a prerequisite of abstract human labor in a commodity economy.” (Moseley, p. 86).