POR WILSON SÁNCHEZ JIMÉNEZ, FERNANDO PANESSO JIMÉNEZ Y REINALDO GIRALDO DÍAZ /
Este escrito fue iniciado con nuestro camarada Wilson Sánchez Jiménez, quien, junto a las comunidades ancestrales, y con su aguda y fina escritura, cuestionó profundamente el monopolio cultural y científico del hegemonismo occidental. A través de sus palabras y acciones, buscó reivindicar el conocimiento ancestral, reconociendo su valor intrínseco y su capacidad para ofrecer alternativas frente a las narrativas dominantes. Este trabajo es, por tanto, un esfuerzo colectivo por recuperar la voz de aquellos que han sido silenciados, y por restaurar formas maravillosamente vitales de habitar el mundo.
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La agroecología no integra prácticas agrícolas tradicionales con conocimientos científicos modernos, como pretenden organismos multilaterales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y el Banco Mundial (Agricultura, 2018; OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2016-2025, 2016; OECD et al., 2022; OECD-FAO, 2020, 2023), así como académicos que trabajan para los think tanks de la clase dominante y deben repetir los preceptos, nociones, categorías, teorías y proposiciones de la ideología dominante. La agroecología es la materialización de la insurrección de saberes ancestrales que son ninguneados por las relaciones de poder-saber occidentales (Giraldo Díaz et al., 2022; Giraldo-Díaz et al., 2022; Gómez & Giraldo-Díaz, 2021; L. E. Nieto-Gómez et al., 2015).
La conservación y preservación de los conocimientos ancestrales, de los modos de vida de nuestros pueblos y comunidades ancestrales, no es posible mediante la adopción de la tecnociencia occidental. La tecnociencia occidental ha sido creada como tecnología de gobierno para el control y/o la desaparición de las comunidades y sus saberes y prácticas relacionadas con la agricultura (Joerges, 1999; Orejuela-Díaz & Libreros-Caicedo, 2018).
En Occidente hegemónico la tecnología tiene respuestas para todas las crisis y encrucijadas que Occidente hegemónico ha creado con la imposición de sus políticas colonialistas (Joerges, 1999). La crisis ambiental puede resolverse con la aplicación de más tecnologías desarrolladas por Occidente hegemónico (Abegaz et al., 2024; Azeem et al., 2023; Booth et al., 2022; Erekalo et al., 2024; Halland, 2021; Isakhanyan et al., 2024; Leung & Rosenthal, 2019; Obossou et al., 2023; Rezaei et al., 2022; Roesler, 2022; Rosenstock et al., 2019; Schnurr et al., 2022; Symons & Karlsson, 2018; Tetteh Quarshie et al., 2023; Travis et al., 2023). La crisis de las ciudades y del transporte en éstas puede solucionarse mediante la aplicación de tecnologías para desarrollar ciudades inteligentes, con transporte inteligente, edificios y autos inteligentes (Engle et al., 2022; Gupta, 2023; Holston & Appadurai, 1996; Marshman & Knezevic, 2021; Melosi, 2010; Mercille, 2021; Phan & Damian, 2022; Rapoport et al., 2019; Thirupathi et al., 2023; Tiwari & Jain, 2023). La tecnología también ofrece respuestas a las limitaciones humanas y es capaz de permitir el desarrollo del transhumano, el cyborg (Dürr, 2021; Puzio, 2022).
Las comunidades tienen miles de años realizando prácticas y conservando saberes en torno a la agricultura, la conservación de la biodiversidad, el cuidado del agua, el mantenimiento de las semillas, de la comida y de la cultura (Panesso et al., 2023; Sánchez, 2015; Sánchez-Jiménez et al., 2019, 2022; Sánchez-Jiménez & Julialba, 2022; Sánchez-Jiménez & Rivas-Guzmán, 2023; Sánchez-Juárez, 2022). La agroecología es una de las maneras como las comunidades rurales y ancestrales del planeta protegen y defienden los saberes ancestrales frente a la ciencia moderna, permitiendo la preservación y valorización de conocimientos tradicionales milenarios que están profundamente enraizados en los pueblos y comunidades (Sánchez-Jiménez & Rivas-Guzmán, 2023).
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