Rasgos fundamentales de la teoría marxiana del capital

POR ALBERTO MALDONADO COPELLO /

Este texto se refiere al capítulo 7 “Rasgos fundamentales de la teoría marxiana del valor” del libro la Ciencia del valor de Michael Heinrich. Este capítulo se divide en 4 partes: 1. Teoría del valor y teoría del capital; 2. Valor y precio de producción; 3. El capital productivo de intereses y el crédito; 4. Teoría del capitalismo como demolición de la apariencia de la empiria capitalista. En esta nota traducimos y resumimos apartes de las dos primeras secciones.

Al comienzo del capítulo anterior se mencionó que Marx consideraba que la economía política clásica había dejado tres problemas fundamentales sin resolver: a) la comprensión del nexo entre la teoría del valor y la teoría del dinero; b) la explicación del cambio entre capital y trabajo sobre la base del cambio de equivalentes, y c) la mediación de la teoría del valor con la existencia de la tasa media de ganancia (p. 359). El primer problema se abordó en la teoría del valor los otros dos deben ser resueltos en el ámbito de la teoría del capital. Considera Heinrich que es necesario reconstruir los rasgos fundamentales de la teoría marxiana del capital a partir de la teoría monetaria del valor expuesta en el capítulo anterior.

Teoría del valor y teoría del capital

En el capítulo cuarto Marx introduce la forma capital como una determinación posterior formal del valor: el capital es valor que se valoriza a sí mismo, valor que realiza el movimiento D-M-D´ y se incrementa en su propio movimiento; el valor se transforma así en un sujeto automático que tiene un proceso propio en el cual la mercancía y el dinero son distintas formas de existencia. Como sujeto del proceso el valor necesita una forma autónoma por medio de la cual se constate su identidad consigo mismo, forma que solo la tiene en el dinero, que es punto de partida y punto final.

Los clásicos identificaban el capital con los bienes del capital. Marx por el contrario destaca que el proceso de valorización presupone la disponibilidad de dinero y desemboca en dinero, con lo cual, en este sentido, se puede hablar de una teoría monetaria del capital. (p. 360).

Marx expone primero una estructura y un movimiento objetivos que dejan claro que el capital no se puede explicar a partir de los intereses o de la voluntad individual; el capital es una determinada forma de movimiento del valor y, por tanto, del trabajo social. La forma capital es expresión de una estructura social objetiva que los individuos encuentran ya constituida y que les dicta la racionalidad de sus acciones. Después de haber expuesto la forma capital Marx examina los capitalistas: como portador consciente del movimiento del capital el poseedor de dinero se convierte en capitalista, es decir, en capital personificado dotado de voluntad y consciencia. (p. 360).

Señala Heinrich que aquí se nota la ruptura con el campo teórico de los economistas clásicos. El nexo social no se reconstruye a partir de los individuos sino por el contrario su racionalidad se deduce de dicho nexoMarx expone siempre primero el nexo objetivo y luego las acciones de las personas. No quiere decir que los individuos no tengan voluntad sino que dicha voluntad debe seguir una determinada lógica.

La ausencia de la transición al capital

Considera Heinrich que es problemática la transición de la forma valor a la forma capital. Marx había expuesto la fórmula de la circulación simple como M-D-M, vender para comprar, y afirma que ahora junto a esta forma aparece una segunda forma D-M-D, comprar para vender. Afirma Marx que el dinero que sigue este movimiento en la circulación se transforma en capital, deviene capital y es ya capital en su propia determinación (p. 361).

Sostiene Heinrich que esta forma se encuentra, aparece, junto a la anterior. Queda la impresión de que se encuentra solamente por la vía empírica y que por tanto el análisis formal tiene ahora un nuevo inicio. La circulación simple parece un presupuesto para la existencia del capital, pero que exista el capital parece ser algo extraño a la circulación simple. Esta impresión se refuerza por el hecho de que en los tres primeros capítulos, salvo en la primera frase, no se menciona explícitamente el modo de producción capitalista.

Señala Heinrich que en una parte importante de la literatura la circulación simple se interpreta como una exposición abstracta de una fase histórica, “la producción simple de mercancías”, que habría precedido a la producción capitalista de mercancías; esta interpretación tiene algún sustento en el prólogo de Engels al tercer tomo de El Capital. Pero en el Urtext[1] de la Contribución a la crítica, ya Marx había tomado distancia de cualquier interpretación historicista de la circulación simple.

“Sin embargo aquí no tenemos que ver con el paso histórico de la circulación simple al capital. La circulación simple es ante todo una esfera abstracta del proceso de producción burgués completo, que por medio de sus propias determinaciones se legitima como un momento, una mera forma fenoménica de un proceso más profundo, que está detrás de ella, que resulta de ella y al tiempo la produce: el proceso del capital industrial.” (p. 361).

Afirma Heinrich que la circulación simple tampoco es un primer modelo general que después en el curso de la exposición siguiente se especifique mediante la inclusión de la relación de capital. Marx habla desde el comienzo de la mercancía y el dinero en el capitalismo. La circulación simple no es una abstracción inicial más o menos arbitraria, sino un nivel de la exposición conceptual necesario a partir de la estructura del objeto de indagación. (p. 362).

Dice Marx que el proceso de producción burguesa completo se presenta inicialmente a la vista como una pura compra y venta de mercancías. La circulación simple se manifiesta como aquello que está dado inmediatamente en la superficie de la sociedad burguesa. Pero, al mismo tiempo, se debe presuponer el sistema entero de la producción burguesa para que el valor de cambio se manifieste en la superficie como simple punto de partida. El proceso de circulación simple requiere el proceso en conjunto de la producción y del consumo. La circulación simple considerada en sí misma es la mediación de extremos presupuestos, pero la circulación simple no pone estos extremos: por tanto, como totalidad de la mediación también debe ser mediada. La circulación simple es un fenómeno de un proceso que se desarrolla a sus espaldas; no contiene en si misma el principio de auto renovación (p. 362).

La circulación simple no es autónoma, depende de un proceso situado fuera de ella. La pregunta siguiente es si se trata de la producción de productores simples de mercancías o debe ser la producción capitalista (p. 363). Es necesario, por tanto, demostrar que la circulación simple hace necesaria una determinación posterior de forma que implica una transición conceptual de la circulación simple al capital, es decir, un desarrollo dialéctico. Dice Heinrich que en los Grundrisse y en los Urtext para la Contribución Marx intentó esta transición, pero que hace falta en El Capital.

En dichos textos anteriores el punto de partida de la transición es el dinero, tal como resulta de la circulación simple. La afirmación básica de la autonomía del dinero es pura apariencia. Por fuera de la circulación el dinero es una pura quimera. Cuando se lanza a la circulación el dinero se transforma en mercancía, pero de este modo el valor pierde su forma autónoma y es completamente aniquilado en el consumo de la mercancía. Dentro de los límites de la circulación simple la autonomización del valor en el dinero se puede alcanzar solo de manera momentánea, no es durable y, por tanto, no se trata de una autonomización efectiva del valor. En el cuadro de la circulación simple el valor es determinado en forma insuficiente. (p. 363).

Para una efectiva autonomización del valor es necesario que sea determinado como un proceso y este proceso tiene la forma de D-M-D. El único cambio del cual es capaz el valor es un cambio cuantitativo. Para que el proceso no sea solamente formal (cambio de forma de mercancía a dinero y de dinero a mercancía) es necesario que se incremente el valor.

El punto clave es que la autonomía del dinero en la circulación simple hace necesaria una ulterior determinación formal, la forma del capital; esto implica que el dinero (la forma autonomizada del valor) solo puede existir al interior de las relaciones de producción capitalistas[2]. Esto significa que la teoría del valor de Marx no es solamente una teoría monetaria del valor, sino que es teoría del valor solo como teoría del capital, dado que solamente en su movimiento como capital el valor obtiene persistencia. (p. 364). Por el contrario, el valor es solo entonces la expresión abstracta del capital.

Sostiene Heinrich que en El Capital hacen falta tanto la referencia explícita al hecho de que la circulación simple es solo la superficie del proceso capitalista en su totalidad, así como la exposición de la transición del dinero al capital, lo cual se ha dado pie a interpretaciones que ven en la circulación simple una esfera autónoma, independiente del capital. En El Capital no se ve claramente que la teoría marxiana del valor sea teoría del valor solo como teoría del capital, salvo un par de frases en el capítulo 1.

En opinión de Heinrich estos vacíos pueden deberse al esfuerzo de popularización del texto. La consecuencia es que se omite la transición dialéctica, hay una fractura en la exposición dialéctica. Algunos autores consideran que el hecho de que la dialéctica esté escondida hace necesario recurrir a los Grundrisse y al Urtext para una adecuada comprensión de El Capital (p. 365).

Fuerza de trabajo: una mercancía normal

El hecho de que la existencia autónoma del valor de cambio pueda expresarse adecuadamente solo como valor que se valoriza, no nos dice todavía nada sobre cómo es posible esta valorización. Surge por tanto el interrogante sobre cómo se puede producir la valorización sobre un esquema de cambio de equivalentes y por tanto sobre cómo es posible la ganancia del capital. Esta es la pregunta fundamental que se hace Marx en su teoría del plusvalor. (p. 366).

Los primeros economistas consideraban que la ganancia del capital surgía de un recargo sobre el valor de la mercancía. Smith y Ricardo tenían claro que la ganancia como fenómeno permanente y no simplemente accidental o marginal, no se podía explicar con el recargo de valor; consideraban que tenía relación con el trabajo gastado por los trabajadores, pero partían del presupuesto de que los trabajadores venden su trabajo. Sobre este presupuesto aparecía una contradicción, dado que los trabajadores que gastaban 10 horas de trabajo recibían a cambio un equivalente inferior.

Marx, a diferencia de los clásicos, distingue entre trabajo y fuerza de trabajo. A partir de aquí trata de explicar la valorización del capital sobre la base del cambio de equivalentes, distinguiendo entre el valor de uso y el valor de la fuerza de trabajo. El valor de uso consiste en el trabajo que puede realizar; el valor depende de la cantidad de trabajo abstracto necesario para su reproducción. La mercancía fuerza de trabajo tiene una propiedad única: al consumirla se produce valor (es decir, se elabora un producto que al venderlo en el mercado adquiere un valor). La valorización del capital se explica porque mediante el consumo de la fuerza de trabajo en el proceso de producción capitalista resulta un valor superior del necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo. La diferencia entre el valor producido por la fuerza de trabajo y el valor necesario para reproducirla es el plusvalor que se apropia el capitalista (p. 367).

La noción de explotación. Marx habla de explotación porque el trabajador trabaja un tiempo mayor del necesario para su propia reproducción y el capitalista se apropia del fruto de este plustrabajo. Pero aunque hay explotación no hay una violación de la ley de cambio de equivalentes, puesto que el trabajador al vender su fuerza de trabajo tiene derecho a recibir su valor, pero no al valor de uso, que le pertenece al comprador que lo consume en un proceso productivo. Esta situación es una fortuna para el capitalista.

Marx resuelve el problema de mediar la producción de plusvalor y la explotación con el cambio de equivalentes no considerando solamente la esfera de la circulación, sino investigando la esfera de la circulación y la esfera de la producción en forma combinada. Si se considera solo la esfera de la circulación, se enfrentan siempre valores iguales y tiene lugar un cambio de equivalentes. Sin embargo, la forma D-M-D se escinde en D-M…P…M-D´. Se trata de dos actos de cambio que tomados individualmente consisten en un cambio de equivalentes, pero que están separados por un acto de producción. En el interior de este acto de producción tiene lugar la explotación: el trabajador crea un valor mayor del que recibe, gasta más tiempo de trabajo que el necesario para su reproducción. La explotación y el cambio de equivalentes no se contradicen. (p. 368).

Críticas a la concepción marxiana de la fuerza de trabajo

Señala Heinrich dos objeciones. La primera es que en la determinación del valor de la fuerza de trabajo Marx no tuvo en cuenta el trabajo reproductivo de las mujeres. Aquí se señala una diferencia efectiva en la determinación del valor de la fuerza de trabajo con respecto a otras mercancías; en otras mercancías entra tanto el trabajo directo como el indirecto necesario para su producción, mientras que en el caso de la fuerza de trabajo entra solo el trabajo indirecto, es decir, el valor de las mercancías que deben ser compradas para el sostenimiento del trabajador y su familia; no se considera el trabajo directo adicional realizado por el trabajador y su familia. Para autoras feministas esta es una limitación del fundamento de la explotación, por cuanto deja de lado el trabajo no pagado a las mujeres en la esfera doméstica (p. 368).

La segunda crítica se refiere a la canasta de bienes de consumo de los trabajadores. Ésta no se determina unívocamente, dado que influye en el valor de la fuerza de trabajo un elemento histórico moral. Este elemento histórico moral estaría determinado por la lucha de clases algo que Marx no enfatizó. Esto significaría que el valor de la fuerza de trabajo está determinado en última instancia por la lucha de clases. De otra parte, se observan también las notables diferencias de salario entre los trabajadores, que no pueden ser explicadas por diferentes necesidades de reproducción. Finalmente, la objeción de Keynes a la teoría neoclásica del salario puede aplicar a la teoría marxiana: los trabajadores no reciben una canasta de bienes sino una determinada suma de dinero, razón por la cual el salario real y por tanto el valor de la fuerza de trabajo solo se puede determinar a posteriori.

Respuesta de Heinrich a las objeciones

Primera objeción. Marx expone la determinación del valor de la fuerza de trabajo como se presenta en cuanto resultado. La fuerza de trabajo es una mercancía particular dado que su proceso de producción no es capitalista pero no se trata tampoco de una producción simple de mercancías (p. 369). La fuerza de trabajo no se produce como una mercancía pero se vende como una mercancía. La familia de los trabajadores no puede cambiar de esfera de producción. La producción de la fuerza de trabajo coincide con la producción de la propia vida.

Acepta Heinrich que se le podría reprochar a Marx no haber subrayado suficientemente la particularidad de la determinación del valor de la fuerza de trabajo. Pero el trabajo de reproducción en la casa, en particular por parte de la mujer, no escapó a la observación de Marx. Tenía bien claro que este trabajo no produce valor y por tanto no entra en el valor de la fuerza de trabajo; esto ocurre solamente si el trabajo reproductivo se convierte en un servicio mercantil. Señala Heinrich que quizá el análisis más preciso de la determinación particular del valor de la fuerza de trabajo era un tema para abordar en el estudio particular del trabajo asalariado (p. 369).

Considera que la tesis de que la explotación del trabajador hombre en la fábrica es posible solo gracias a la explotación de la mujer en la casa parece confundir condiciones históricas concretas (en particular en los países del tercer mundo) con la posibilidad de la explotación en general; el hecho de que gran parte del trabajo reproductivo sea realizado en la familia es más un residuo precapitalista o rasgo de un capitalismo poco desarrollado. De otra parte, la liberación más amplia de las mujeres del trabajo en casa y su sometimiento a la explotación del capital, le permite a éste apropiarse de una masa mayor de plusvalor y también aumentar la tasa de plusvalor, por cuanto ahora el costo de reproducción de la familia se sostiene con el salario de dos trabajadores. Se reduce el valor individual de la fuerza de trabajo. (p. 370).

Sobre la segunda objeción. Esta pone en duda que el precio de la fuerza de trabajo tenga algo que ver con sus condiciones de producción. Heinrich sostiene que la determinación marxiana del valor de la fuerza de trabajo no intenta explicar los precios de las fuerzas de trabajo individuales o las diferencias de salarios; al determinar el valor de la fuerza de trabajo con base en sus costos de reproducción Marx expresa una condición del capital que necesita de la reproducción de la fuerza de trabajo como fuerza de trabajo simple y pura. Adicionalmente, la lucha de clases está determinada por las condiciones de la acumulación capitalista; en particular, la existencia de un ejército industrial de reserva permite una regulación en favor de los capitalistas que contribuye a limitar las demandas de los trabajadores (p. 371). La fuerza de las clases está vinculada a la dinámica de la acumulación capitalista.

Insiste en que la fuerza de trabajo es una mercancía particular. Su determinación de valor no puede ser puesta fácilmente sobre el mismo plano de la determinación del valor de las otras mercancías, como intenta Marx en el capítulo 4. Se trata aquí de una determinación por analogía.

Implicaciones de la teoría del capital para la teoría de las clases y del Estado

Los productos del trabajo reciben una forma valor solo cuando los productores están entre sí en una determinada relación de producción, cuando el trabajo social se gasta como producción privada en un régimen de división del trabajo. La forma capital, como forma posteriormente desarrollada del valor presupone una determinación posterior de esta relación de producción: ahora el trabajo social se gasta como trabajo asalariado. La valorización del valor como forma sistemática y no accidental es posible solo porque existe una mercancía cuyo consumo produce valor y precisamente un valor superior al valor de la fuerza de trabajo.

Diferencia en la concepción con los clásicos

Desde el punto de vista cuantitativo Marx determina la magnitud de valor de la fuerza de trabajo en forma similar a como los clásicos determinaron el valor del trabajo: mediante el valor de las mercancías necesarias para la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero hay distinciones de fondo. No es meramente un asunto terminológico hablar de valor de la fuerza de trabajo en lugar de valor del trabajo. Para los clásicos la diferencia entre capital y trabajo se reducía a la diferencia entre trabajo objetivado o acumulado y trabajo vivo. Marx en cambio ve en el capital una relación de producción social, una relación determinada en la cual entran los seres humanos al producir. No es solo una relación técnica.

Además, la relación entre capital y trabajo implica una relación de constricción. Para que el plustrabajo sea posible es necesario haber alcanzado una determinada productividad del trabajo, para lo cual es necesario que el capital ejerza dicha constricción sobre los trabajadores.  (p. 372).

Para que la fuerza de trabajo se pueda vender como una mercancía se deben encontrar frente a frente en el mercado dos grupos específicos de poseedores de mercancías: de un lado los poseedores del dinero y de los medios de producción, del otro los trabajadores asalariados doblemente libres, es decir, trabajadores que puedan disponer libremente de su fuerza de trabajo y que estén también libres de medios de producción o de subsistencia, lo cual los fuerza a vender su propia fuerza de trabajo. Es la división de los elementos que hacen parte del proceso de producción la que determina la relación entre capitalistas y trabajadores. Por tanto, la relación de capital presupone una determinada relación de clase.

La separación del trabajador de las condiciones de producción, que es originalmente un presupuesto de la relación de capital, es continuamente recreada como resultado del proceso de producción capitalista. El proceso mantiene al trabajador como asalariado al tiempo que mantiene al capitalista como poseedor de los medios de producción y del dinero (p. 373). El proceso de producción capitalista no produce solo mercancías y plusvalor, produce y reproduce la relación capitalista misma. La relación de clase que era un presupuesto de la relación capitalista es ahora su resultado. La llamada acumulación originaria no es otra cosa que el proceso de separación del productor directo de los medios de producción (p. 374).

Históricamente la violencia juega un papel fundamental en este proceso, lo mismo que el papel del Estado para forzar a los productores directos a someterse a las nuevas condiciones de producción. Una vez que se produce y generaliza la relación de capital, el papel del Estado cambia y aparece como una institución neutral cuyo papel es asegurar que este proceso de producción ocurra normalmente mediante la garantía de la propiedad privada, las relaciones jurídicas basadas sobre ella y el respeto a los contratos (p. 375).

En condiciones preburguesas las relaciones de dominio se apoyaban sobre la dependencia personal: los esclavos antiguos eran una propiedad personal, el siervo de la gleba medieval estaba sometido a un determinado señor feudal. En cambio, las relaciones de dominio en la sociedad burguesa están mediadas materialmente: el trabajador asalariado es libre personalmente y no depende de un capitalista individual, pero su carencia de propiedad, la silenciosa coacción de las relaciones económicas no le deja otra elección que someterse a cualquier capitalista (p. 375).

El poder estatal en sociedades preburguesas debía asegurar las relaciones de dependencia personales y, por tanto, estaba por completo descaradamente del lado de la clase dominante, o era ejercido directamente por esta misma clase, en el Estado burgués es suficiente la universalidad del derecho, la igualdad formal de todos los ciudadanos frente a la ley, para salvaguardar la dependencia material de los desposeídos con respecto a los poseedores.

Marx afirma: “La forma económica específica en la cual el plusvalor no pagado es succionado a los productores directos, determina la relación de señorío o de servidumbre, cómo dicha relación se origina en la producción misma y de su parte reacciona sobre ella en un modo determinante. Pero sobre aquello se funda la completa configuración de la comunidad económica que surge de las relaciones de producción mismas, y con ella su forma política específica.” (p. 376).

El Estado puede tener cierta autonomía y no limitarse a ser un comité de la clase dominante; en determinadas circunstancias toma decisiones que pueden limitar intereses inmediatos de algún sector capitalista, pero teniendo en perspectiva los intereses generales de los capitalistas y la salvaguarda de las relaciones de producción capitalistas.

Valor y precio de producción

El problema de la transformación

Marx le reprochó a Ricardo confundir el valor-trabajo con el precio de producción. Ricardo no había sido capaz de explicar correctamente el precio de producción y la tasa media de ganancia sobre la base de su propia teoría del valor trabajo. (p. 376). Marx ve en Ricardo un problema de la transformación y trata de resolver el tema en el libro tercero, pero se ha revelado luego que la solución cuantitativa formulada por Marx estaba errada, de modo tal que cuando se habla actualmente de un problema de la transformación se entiende como un problema de la teoría de Marx.

En los dos primeros libros de El Capital y en la primera parte del tercero, Marx presupone que las mercancías se cambian por sus valores. Pero si la tasa de plusvalor es igual en las distintas ramas de producción pero la composición de valor del capital (la relación entre capital constante y capital variable) es diferente, el cambio de las mercancías por sus valores tiene como consecuencia tasas de ganancia distintas para las ramas de producción individuales. Esta consecuencia de la teoría contradice la observación empírica, algo que Marx mencionó desde el tomo primero.

Dado que el cambio a los valores es inconciliable con la existencia de una tasa general de ganancia los precios medios de las mercancías deben divergir de su valor. Marx llama a los precios medios que garantizan una tasa de ganancia homogénea precio de producción. (p. 377). El precio de producción (p) es igual al precio de costo (k) más la ganancia media r (un margen de ganancia sobre el precio de costo proporcional al capital empleado). P= k + kr o bien p= k (1+r).

Marx trata de determinar el nivel de la tasa general de ganancia y de los precios de producción a partir de la magnitud de valor de las mercancías individuales. El puente entre el sistema de valores y el sistema de precios es la tasa general de ganancia. Sin ofrecer una explicación posterior Marx asume que la tasa general de ganancia en el sistema de precios de producción coincide con la media ponderada de las tasas de ganancia de los sectores en el sistema de valores; o lo que es lo mismo, que la tasa general de ganancia sea igual a la relación entre el plusvalor completo y el capital completo de la sociedad. (p. 377). De este modo, Marx obtiene inmediatamente del sistema de valores la tasa media de ganancia. Pero para determinar el precio de producción le hace falta la determinación de los precios de costo, que Marx retoma del sistema de valores, como suma del capital variable y constante necesarios para la producción de la mercancía determinada.

El procedimiento adoptado por Marx para la transformación de valores en precios de producción se resuelve en una simple redistribución del plusvalor entre las ramas individuales. El capitalista individual no se apropia del plusvalor producido por los trabajadores empleados por él, sino que obtiene una cuota del plusvalor total producido por la clase trabajadora en su conjunto, correspondiente a la proporción de su capital en el capital total. Debido a esto Marx compara a los capitalistas con los accionistas de una sociedad por acciones.

Marx consideraba que aunque hay desviación entre los valores individuales y los precios de producción de las mercancías, la suma de los plusvalores es igual a la suma de las ganancias, y la suma de los valores es igual a la suma de los precios de producción; a nivel macroeconómico, por tanto, Marx pensaba que podía continuar operando con las magnitudes agregadas de valor y de plusvalor (p. 378). Marx pensaba haber podido desarrollar los precios de producción y la tasa general de ganancia sobre la base de la teoría del valor, a lo que daba especial importancia, afirmando que sin dicho fundamento la teoría de la tasa general de ganancia y del precio de producción sería un concepto absurdo e irracional.

El procedimiento de Marx para hacer la transformación se basa en dos presupuestos: 1) la equiparación de la tasa de ganancia en valores con la tasa de ganancia en precios de producción; 2) el cálculo de los precios de costo en valores. El primer presupuesto no es motivado, pero podría demostrarse correcto, mientras que el segundo no; aquí habría un error del cual Marx fue consciente pero no le dio mucha importancia. Señala Heinrich que, sin embargo, aquí hay un problema serio del procedimiento que podría invalidarlo. Los precios de costo no pueden ser determinados antes de los precios de producción dado que ellos mismos dependen de los precios de producción. Este problema sugiere que la tasa media de ganancia y los precios de producción solo pueden ser determinados uno después del otro, pero simultáneamente; pero incluso en este caso no se puede dar por descontado que la tasa general de ganancia del sistema de precios de producción coincida con la tasa media de ganancia del sistema de valores (p. 379). En las páginas 379 a 381 examina la crítica de Bortkiewicz y su propuesta de solución.

La aproximación neoricardiana de Sraffa y la crítica a la teoría del valor de Marx

Heinrich expone en las páginas 381 a 384 la aproximación de Sraffa y presenta luego los planteamientos de varios autores que se dirigen a demostrar que no es necesaria una teoría del valor trabajo para la determinación de los precios de producción e incluso a señalar que no tiene sentido la teoría del valor de Marx.  Steedman sostiene que para determinar el sistema de precios la teoría del valor sería superflua (p. 384). Sin embargo, aunque se renunciara a la teoría del valor la teoría marxista contendría todavía una teoría del plusproducto que podría ser desarrollada como una alternativa a la economía neoclásica. Algunos autores han intentado elaborar una teoría de la explotación sin recurrir a la teoría del valor trabajo.

Señala Heinrich que la acusación de redundante a la teoría del valor se reveló como una de las críticas con mayores consecuencias. Para la economía académica la formalización matemática es a menudo sinónimo de cientificidad y si con medios formales se había demostrado aparentemente que la teoría del valor de Marx era redundante la conclusión para la mayoría de los economistas es que se había puesto fin a la teoría del valor de Marx. (p. 385).

Plusvalor y ganancia media en la teoría monetaria del valor

Menciona los planteamientos de Dumenil, Foley y Lipietz señalando que dejan intacto el marco formal establecido por los neoricardianos. Considera que en estos enfoques se omite el análisis marxiano de la forma del valor y con ello la importancia central del dinero, como medio sistemáticamente necesario de gobierno de la economía. (p. 387).

Plantea que en dichos modelos se presupone una situación de equilibrio determinada materialmente sobre la base de la cual se calculan posteriormente los precios; el dinero desempeña solamente un papel de numerario, no es constitutivo del funcionamiento de la economía. Estos modelos, en forma similar a lo que hacen los neoclásicos, establecen solamente una proporcionalidad entre cantidades físicas de valores de uso. Aquello es que específico en una economía mercantil no es abordado aquí. Mientras que en una economía mercantil real es solamente la relación de las mercancías con el dinero la que hace posible la reproducción (aunque no sin crisis) en el mundo ideal ricardiano (y también en el neoclásico) ocurre exactamente lo contrario: el equilibrio de la reproducción viene presupuesto y es esto lo que hace posible la relación de las mercancías con el dinero. No hay espacio aquí para una teoría del dinero y de las crisis.

Considera Heinrich que la abstracción del dinero es la crítica principal a las tentativas neoricardianas y a otras tentativas de resolver el problema de la transformación cuantitativamente. Aquello que para la teoría del valor de Marx es el problema central, es decir, cómo es posible que los productos del trabajo se relacionen unos a otros como mercancías, no es tematizado y, por tanto, el dinero no puede convertirse en objeto de estas teorías.

Plantea Heinrich que este problema se encuentra también en la exposición de Marx en el libro tercero. Marx presupone allí un sistema de magnitudes de valor cuantitativamente determinado; pero dado que las mercancías no deben ser cambiadas a estos valores, sino a los precios de producción, estas magnitudes de valor deben pertenecer a las mercancías ya antes del cambio, sin que deban relacionarse con el dinero. Las magnitudes de valor son proporcionales directamente a las cantidades de trabajo incorporado. Por tanto, ni siquiera Marx habla del dinero en el ámbito de la transformación de los valores en precios. El hecho de que las mercancías puedan relacionarse unas a la otras como valores solo si se relacionan con el dinero, permanece fuera de la visual en los pasajes respetivos del tomo III.

Ambigüedades de Marx con respecto a la teoría del valor y el problema de la transformación

Considera Heinrich que en el tomo III Marx tiene una concepción reducida del valor que está en la base del intento de transformación. No se puede explicar la diferencia existente entre la argumentación del primer libro y la del tercero en el hecho de que la teoría del valor en el tercer libro, escrito antes que el primero, no estaba todavía plenamente desarrollada. Antes del manuscrito del tercer libro redactado entre 1864 y 1865 ya Marx había publicado la Contribución a la crítica de la economía política en 1859, en la cual se incluían los puntos relevantes de la misma teoría monetaria del valor del primer libro de El Capital. Por tanto, las diversas argumentaciones en el campo de la teoría del valor no pueden ser entendidas como diversos estadios de elaboración; no existe una después de la otra, sino una junto a la otra. En las ambivalencias de la teoría monetaria del valor en el primer libro está presente también la teoría de la cantidad de trabajo que está en la base de la transformación de los valores en precios de producción.

Sin embargo, aquello que en el primer libro se presenta simplemente como una ambivalencia de la teoría monetaria del valor, en el examen de la transformación de los valores en precios de producción en el tercer libro se condensa en una teoría del valor basada sobre la cantidad de trabajo, claramente distinta de la teoría monetaria del valor (p. 388).

El impacto del campo teórico de la economía política en Marx. El intento de transformar cuantitativamente los valores en precios de producción es quizá el ejemplo más importante del impacto del campo teórico de la economía política sobre el nuevo terreno científico inaugurado por Marx. Marx produjo su nuevo terreno propio mediante la confrontación con los economistas burgueses y en especial con Ricardo. Marx había llegado a la conclusión que Ricardo no había logrado conciliar la determinación del valor mediante el tiempo de trabajo con la existencia de una tasa de ganancia igual para todos los capitales. Marx intenta encontrar una solución a este problema.

Sin embargo, en aquel tiempo, su teoría monetaria del valor estaba bien lejos de ser elaborada. Como se ha señalado al inicio del capítulo anterior, en el discurso de Marx se entrecruzan dos desarrollos. De un lado Marx intenta resolver problemas de la economía política al interior de su propio campo teórico, del otro, rompe con dicho campo. Mientras estaba desarrollando su propio enfoque teórico al tiempo continuaba abordando el problema de la transformación en el marco conceptual de la economía política.

Para Heinrich, la aproximación cuantitativa de Marx a la transformación en el tercer libro de El Capital era un intento de precisar el discurso de Ricardo al interior del terreno de la economía política. Ricardo se había dado cuenta que relaciones de cambio que permitieran una tasa de ganancia igual para todos los capitales no podían existir independientemente de la distribución y de esto concluyó que tales relaciones de cambio no son determinadas exclusivamente por la cantidad relativa de trabajo, sino que la determinación del valor por el tiempo de trabajo debe ser modificada.

A diferencia de Ricardo, Marx distinguía en forma rigurosa entre el cambio a los valores, los cuales son proporcionales a la cantidad de trabajo empleada, y el cambio a precio de producción que permite una tasa general de ganancia. De este modo Marx recuperó una distinción que Ricardo había efectuado en modo imperfecto, una distinción que se colocaba en el terreno clásico de una teoría premonetaria del valor enfocada en la cantidad de trabajo. En este terreno Marx intentó encontrar una simple conversión cuantitativa de un sistema al otro haciendo abstracción del dinero. (p. 389).

En una teoría del valor premonetaria, el valor y, en consecuencia, el plusvalor, se presentan como algo sustancial. La transformación del plusvalor en ganancia media no puede consistir por tanto en nada más que una redistribución de esta sustancia, dado que en caso contrario cualquier cosa debería emerger de la nada o desaparecer. Pero los valores (premonetarios) no pueden ser transformados en precios de producción (premonetarios) mediante una simple redistribución. (p. 389).

Como se mostró en el capítulo precedente, el valor de una mercancía en el cuadro de la teoría monetaria del valor no puede ser determinado con referencia a esa misma mercancía. La objetividad del valor no es una propiedad del producto individual, sino de los productos tomados en conjunto, en el cambio. Y el cambio omnilateral es posible solo por medio de la relación de las mercancías con el dinero. Antes del cambio y en abstracción del dinero no puede existir objetividad de valor y por tanto ni siquiera un sistema de valores cuantitativamente determinado. En el marco de la teoría monetaria del valor de Marx, por tanto, el problema de la conversión cuantitativa de los valores en precios de producción no surge en absoluto (p. 389).

La transformación de valores en precios de producción es un asunto conceptual

La transformación de los valores en precios de producción es ante todo un asunto de transición conceptual entre diversos estadios de la exposición. Al inicio del primer libro de El Capital el nexo entre mercancía y dinero es tratado inicialmente en forma abstracta, esto es, sin tener en cuenta de las relaciones capitalistas al interior de las cuales ocurre la producción y la circulación de las mercancías. Las mercancías y el dinero han sido expuestas como presupuestos categoriales para el desarrollo del concepto de capital. Sin embargo, las mercancías no son solo un presupuesto sino también un resultado del capital y en cuanto resultado poseen nuevas determinaciones.

Este punto ha sido particularmente subrayado por Marx en Resultados inmediatos del proceso de producción, un texto que originalmente debería constituir el capítulo conclusivo del tomo I de El Capital. En cuanto producto del capital, las mercancías no son solo portadoras de valor, sino también de plusvalor. Además, el valor no es una determinación inmediata de la mercancía individual, sino del producto completo del capital. No se trata como en el caso de la mercancía autónoma del hecho de que sea vendida a su valor, sino que sea vendida a su valor como portadora del capital anticipado para su producción y, por tanto, como parte alícuota del producto total del capital (p. 390). Por tanto, la mercancía individual, tratada autónomamente, se distingue de la mercancía como producto del capital.

En cuanto producto del capital la mercancía no es más el resultado de una forma específicamente social del trabajo, es decir, la producción privada basada sobre la división del trabajo; la mercancía es ahora determinada como resultado del trabajo asalariado capitalista. Al nivel de exposición del libro tercero la mercancía, además, no es resultado del proceso de producción inmediato, sino de la unidad del proceso de producción y circulación, ahora no es solamente portadora de plusvalor, sino de ganancia, y, específicamente, de ganancia media (p. 390).

Pero la constitución de la categoría de ganancia media y la transformación de valores en precios de producción que está vinculada a dicha categoría, se presentan en el libro tercero como una forma de cálculo, más o menos plausible, introducida por Marx para pasar de un sistema de valores formulado teóricamente a un sistema de precios concordante con la apariencia empírica.

La concepción que está en la base de esta operación, independientemente de la modalidad de cálculo, la presenta Marx en el capítulo Capital y ganancia del manuscrito de 1861-1863 y no en El Capital. La transformación del plusvalor en ganancia ocurre una vez con relación al capital individual y otra vez con relación al capital social total; correspondientemente con la lógica categorial no se trata de un cierto tipo de cálculo sino de una relación conceptual de desarrollo. Sin embargo, también en Capital y ganancia Marx identifica sin más el desarrollo conceptual con el método específico de cálculo. (P. 391).

Desarrollo de la determinación formal de la mercancía. La transformación efectiva de los valores en precios de producción consiste en el desarrollo posterior de la determinación de la mercancía. Se puede, por tanto hablar de incongruencia entre valores y precios de producción no en lo referente a una desviación cuantitativa, sino por cuanto tiene que ver con los diversos factores determinantes. El cambio a precios de producción significa que ahora no es más solamente la relación entre trabajo gastado individualmente y el trabajo social total la que determina las relaciones de cambio, sino al mismo tiempo también la relación entre la magnitud del capital individual y el capital social total.

Punto clave. Dado que un sistema cuantitativo de valores existente independientemente del cambio es una quimerano es en ningún modo posible un contraste cuantitativo entre valores y precios de producción; por tanto, no puede existir una determinación cuantitativa del sistema de precios de producción mediante un pre-existente sistema de valores de cualquier tipo (p.392).

Sin embargo, las categorías del valor y del plusvalor, en la lógica del concepto son prerrequisitos para la comprensión de las categorías de ganancia y de precio de producción. Aquello que es específico del capitalismo no es la explotación de los productores inmediatos; el modo de producción capitalista tiene en común esta explotación con todos los modos de producción basados sobre el dominio de clase. Aquello que es específico del capitalismo es la forma en la cual esta explotación tiene lugar; no se basa en relaciones de dependencia personal sino que es mediada por el cambio entre personas formalmente libres e iguales. Para el análisis de la forma capitalista de la explotación, la categoría de plusvalor no es decisiva como categoría cuantitativa, sino en cuanto que expresa a nivel abstracto el contenido formal del cambio entre capital y trabajo.

Lo esencial de la categoría plusvalor. Aquello que es esencial para la categoría del plusvalor no es la suma aritmética de ganancia, interés y renta, sino el hecho de que se trata de una forma general, una categoría no empírica implícita a la conceptualización de ganancia, interés y renta, con la cual se conectan las formas visibles en la superficie de la sociedad. En el plusvalor se pone al descubierto la relación entre capital y trabajoen la relación entre capital y ganancia el capital se presenta como relación con respecto a sí mismo, una relación en la cual el capital se diferencia como suma de valor originaria de un nuevo valor creado por él mismo. Ahí se da cuenta que da vida a un tal nuevo valor en el curso de su movimiento por medio del proceso de producción y de circulación. Pero cómo ocurre esto es un proceso mistificado que parece tener origen en cualidades secretas inherentes al capital mismo (p. 393).

En este momento se llega al punto de partida del análisis del capital en el primer libro. En la fórmula general del capital en el capítulo 4, D-M-D´ el capital aparece como un sujeto automático que se acrecienta a sí mismo. A partir de aquí era necesario explicar de dónde derivaba la cualidad del capital de poner valor lo cual ocurre con la teoría del plusvalor. Pero esto, sin embargo, no explica cómo surge la apariencia de que el capital se valoriza a sí mismo. Esta apariencia no es simplemente un engaño para corregir; por el contrario es un elemento que determina las acciones y se desarrolla en el ámbito de la teoría de la ganancia: es necesario por tanto mostrar como resulta invisible el origen de la ganancia. El punto de partida del análisis del capital debe reemerger como resultado del análisis mismo. Sin embargo, hasta ahora se ha reproducido conceptualmente solo una parte del punto de partida; falta todavía la forma abreviada de la fórmula D-M-D´ tal como se muestra en el capital portador de interés: como D-D´. (p. 303).

Reitera Heinrich que la relación entre valores y precios de producción es puramente conceptual y no cuantitativa. Señala que en capítulo 10 del tomo III más allá de la tentativa fallida de transformar valores en precios de producción hay también una exposición distorsionada de la formación de los precios de producción. Marx examina el doble movimiento de la competencia: la competencia al interior de una rama de producción llevaría a la formación de un valor de mercado uniforme, mientras que la concurrencia entre ramas de producción llevaría a la formación de una tasa de ganancia uniforme (p. 394).  Cita a Marx cuando reitera que no puede haber diferencias entre las tasas de ganancia entre ramas, dado que el capital se mueve de una a otras buscando la mayor tasa de ganancia posible. Mediante los movimientos de emigración e inmigración entre ramas el capital crea una relación entre la oferta y la demanda por medio de la cual la tasa media de ganancia se iguala entre diversas ramas de producción y, como consecuencia, el valor se transforma en precios de producción (p. 394).

Pero, señala Heinrich que si es la competencia la que transforma los valores en precios de producción esto implicaría que los capitales individuales tendrían inicialmente que partir de un sistema de valores. Sin embargo, en la competencia los capitalistas no tienen nunca que ver con un sistema de valores, sino siempre con un sistema dado de precios de producción. Al interior de un sector, por tanto, la concurrencia no produce siquiera un valor de mercado uniforme, sino un precio de producción de mercado uniforme. No existe una producción capitalista que produzca inicialmente a los valores, los cuales se deben transformar sucesivamente en precios de producción (p. 394).

La producción capitalista ocurre siempre con precios de producción. La concurrencia entre esferas individuales no es responsable de la transición de valores a precios de producción (una transición conceptual, no temporal), sino de la transformación de un sistema de precios de producción “deformado” (es decir un sistema de precios que permita tasas de ganancia diferentes debido a cambios tecnológicos o en la demanda, pero que no es por esto un sistema de valores) a uno que hace nuevamente posible en cada sector aproximadamente la misma tasa de ganancia. Y este proceso, decisivo para el autogobierno del capital, es esencialmente mediado por el crédito. Al nivel de la exposición no es posible profundizar en este asunto.

Insiste Heinrich: la transformación de los valores en precios de producción, sin embargo, no requiere de hecho una tal mediación por medio de la concurrencia, porque se trata de una transición conceptual y no de un cambio en el tiempo real (p. 395).

Notas

[1] El Urtext es un borrador preparatorio del libro Contribución a la crítica de la economía política de 1859.

[2] En el sentido de una forma general que abarca toda la producción, dado que el dinero existió previamente al modo de producción capitalista pero en el contexto de formas de producción en las cuales el intercambio era una parte menor.