Latinoamérica que sigue en su jaula geopolítica encajonada por la doctrina Monroe fue la perdedora en la Cumbre de los BRICS en Kazán

POR ALFREDO JALIFE-RAHME

Antes de la cumbre tectónica de los BRICS+ en Kazán, se manejaba su binomio numérico de 36 por ciento del PIB global y 47 por ciento de la población planetaria frente a la población minoritaria de 10 por ciento del G-7, cuyo PIB ha sido rebasado por los BRICS+ desde 2016.

Después de la apoteósica cumbre con la aceptación de 13 nuevos “asociados”, ahora los BRICS+ son ya la mayoría global con 57 % de la población mundial.

¡Los BRICS+ incrementan su membresía poblacional en 1000 millones en un solo año! Más lo que falta cuando están en lista de espera por lo menos 17 países más, mientras el alicaído G-7, en franco declive, no se encuentra muy cohesivo y gobernable que se diga.

El éxito en Kazán se mide en proporción inversa a la pueril censura de los omnipotentes multimedia israelí-anglosajones.

A nivel geoeconómico brillaron intensamente las propuestas de una plataforma de inversiones y la Bolsa de Cereales de los BRICS+, impulsadas por Rusia y Brasil.

Al margen de la cumbre per se, se escenificaron jerárquicamente relevantes reuniones bilaterales: encuentro después de cinco años entre los mandatarios de China e India –lubricado por Putin–; la del primer ministro indio Modi con el presidente iraní Pezeshkian, y la de Putin con Pezeshkian –que se volvieron a reunir en el lapso de dos semanas.

Por cierto, no se publicó el acuerdo estratégico integral de Rusia e Irán, quizá por prudencia estratégica en momentos en que la rabia nuclear del Gobierno israelí amenaza al país persa.

Varias situaciones llamaron la atención: la presencia del portugués António Guterres, secretario general de la ONU y del sultán turco Erdogán, miembro paradójico de la OTAN, quien permaneció en la cumbre pese al atentado del PKK kurdo en Ankara.

Deliberaciones de los mandatarios de varios países que concurren a la Cumbre de los BRICS en la ciudad rusa de Kazán en donde se delinea la nueva arquitectura geopolítica mundial.

También llamó la atención la ausencia del príncipe heredero saudita Mohamed bin Salmán, mientras el mandatario de los Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, exhibía su gran cercanía con Putin.

El mandatario chino Xi Jinping se posicionó como el líder del Sur Global mediante su fascinante propuesta del Diálogo de Civilizaciones –en contrapunto al “choque de civilizaciones” de Huntington de la agenda bélica de neoconservadores straussianos jázaros comandados por la dupla Wolfowitz/Victoria Nuland– y su creativa visión de modernización y desarrollo, sumada de la instalación de un think tank del mentalmente avasallado Sur Global, más urgente que nunca.

Más allá de la apoteosis del país anfitrión, surgieron como triunfadores China, India, Irán y Sudáfrica –pese a las vicisitudes de Cyril Ramaphosa que sufre fuertes embates de la anglósfera, un león herido que todavía puede propinar letales coletazos.

Entre los vencedores se encuentran los 13 nuevos asociados, donde descuellan regionalismos idiosincráticos cada vez más relevantes: el 10-ASEAN (los países del sudeste asiático) donde resaltan cuatro miembros: Indonesia, Vietnam, Malasia y Tailandia; tres países africanos: Argelia (país árabe que va viento en popa con su gas); Nigeria (potencia petrolera con la mayor población de África) y Uganda; dos países latinoamericanos: Bolivia (con la mayor reserva de litio del mundo) y Cuba –lamentablemente destacó el veto de facto de Venezuela por Brasil–; dos países centroasiáticos: Kazajstán y Uzbekistán: corredores geoeconómicos del cuadrángulo China/Rusia/Irán/India; la sorprendente Turquía, último puente entre Europa y Eurasia, y Bielorrusia, socio de la casa rusa.

Kazán, capital de Tatarstán de la federación rusa, se posiciona simbólicamente como el epicentro de los BRICS+ en Centroasia: la “nueva Samarcanda”.

La gran perdedora resultó Latinoamérica que sigue en su jaula geopolítica en la que la ha encajonado la doctrina Monroe desde hace más de 200 años y que ha caído en la trampa electorera de la anglósfera para continuar sus aburridos pleitos aldeanos cacofónicos, cuando no entienden aún la nueva geoestrategia civilizatoria/multipolar/policéntrica/plural del siglo XXI.

@AlfredoJalife

La Jornada, México.