POR CLAUDIO KATZ /
El primer Hobsbawm evaluó el nacionalismo en relación con el proyecto socialista y con esa óptica observó a la nación como un proceso histórico construido.
Perdió ese barómetro con fin de la URSS y presagió erróneamente el declive y la involución conservadora del nacionalismo.
No registró su resurgimiento con las mismas diferenciaciones del pasado. Aportó acertados criterios para definir a la nación con una síntesis de parámetros objetivos y subjetivos e introdujo sólidos argumentos de clase para desmitificar las miradas románticas.
Pero no retuvo la brújula política precedente. Esa desorientación confirmó la centralidad del ordenador propuesto por Lenin para evaluar la problemática nacional.
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