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El cinismo, la desfachatez y la doble moral de algunas familias presidenciales, léase, la “gente bien” en Colombia, no tiene parangón, como queda demostrado con la más reciente denuncia del superintendente de Salud, Giovanni Rubiano García, quien reveló que dos ‘connotados’ miembros de las casas Pastrana y Santos, integrantes de la junta directiva de Coosalud EPS, son corresponsables de haber dilapidado 206.213 millones de pesos, recursos públicos que debían gestionarse en favor de la salud de los colombianos.
De ahí que haya sido el propio presidente Gustavo Petro que a través de su cuenta en la red social X, amplificara la denuncia señalando prácticamente que estos ‘eminentes’ familiares de dichas casas presidenciales estén seriamente comprometidos como miembros de la junta directiva de esa EPS que con recursos públicos sirvió como fiadora en un préstamo bancario por el referido millonario valor para una empresa privada que se llama Coosalud Inversa SAS.
Como no se canceló la obligación el Banco GNB Sudamérica activó la cláusula de incumplimiento y cobró con dineros de la salud pública esa deuda.
Obviamente que la indignación ciudadana no se ha hecho esperar, pero la desfachatez de la junta directiva de la EPS Coosalud, que permitió el robo de más de 206 mil millones de pesos de la entidad no tiene límite: aparte de cuestionar la denuncia del Superintendente de Salud, le ha solicitado al presidente Petro que rectifique su reacción expresada en la mencionada red social.
Una operación financiera de esa magnitud necesariamente tiene que pasar por la junta directiva de la EPS, y según la Ley 222, sus integrantes deberán responder, solidaria e ilimitadamente por los perjuicios que la empresa, en su funcionamiento, ocasione a la sociedad.
Es lo mismo que se alega de la junta directiva de la Nueva EPS, empresa que también desvió y despilfarró recursos de la salud y entre cuyos integrantes figuraban Enrique Vargas Lleras y Noemí Sanín Posada, reconocidos miembros de las familias de la política tradicional colombiana.
El país infortunadamente está ante ‘el Cartel de las EPS’, pues no se puede denominar de otra manera a esta organización de familias de “gente bien” de la política tradicional que han festinado los recursos públicos de la salud para su codicioso y mezquino beneficio.
Por lo anterior, se comprende a cabalidad porqué los Vargas Lleras, los Pastrana Arango y los Santos Calderón se oponen férreamente y continuarán oponiéndose a la reforma a la salud.
Ahora y frente al proverbial cinismo del ‘establishment’ colombiano solo falta que también denuncien por calumnia al presidente Petro y que el Consejo de Estado le obligue a rectificar como lo hizo en el caso de los Vargas Lleras.
“Poderoso caballero es don Dinero”, decía Quevedo.
El realismo trágico colombiano tiene directa relación con las palabras que según la revista británica The Economist, la biblia del neoliberalismo a nivel mundial, son las que se consagran en este año de 2024: “kakistocracia” (gobierno de los peores), y “teatrocracia” (gobierno de las élites).
Una mirada retrospectiva sobre Colombia, gobiernos tipo “teatrocracia” (familias tradicionales) y “kakiscracia” (uribismo) son los que han dominado históricamente el Estado, hasta la llegada de Petro (Gobierno del Cambio), por eso el odio desplegado en su contra durante estos dos años cuatro meses de gestión con cariz progresista.
Por eso tanto los “teatrocrátas” junto a los “kakiscratos”, siguiendo a The Economist, se caracterizan en este país por su exagerado cinismo llegando al extremo de pretender dar lecciones de moralidad y de cómo gobernar.
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