Un nuevo concepto ecológico: el “humanicidio”

POR MICHAEL LÖWY

El Instituto y Facultad de Actuarios (IFoA) de la Universidad de Exeter (Reino Unido) acaba de publicar, en enero de 2025, su nuevo informe sobre el cambio climático, ‘Las políticas climáticas actuales corren el riesgo de tener impactos sociales y económicos catastróficos’. Este documento, de indiscutible contenido científico, provocó muchos comentarios en la prensa, que se refirieron casi exclusivamente a una de las predicciones del documento: la posibilidad, en el peor de los casos, de que a partir de la década de 2050 el PIB mundial caiga al 50% de su nivel actual. Para los grandes medios de comunicación, el PIB es el único criterio que realmente cuenta, la medida de todas las cosas.

Para quienes, como el filósofo humanista griego Protágoras (siglo V a.C.), creen que “el ser humano es la medida de todas las cosas”, el informe del Instituto y Facultad de Actuarios contiene otro dato mil veces más importante y preocupante: en el peor escenario –con temperaturas 3° por encima de los niveles preindustriales– la mortalidad humana podría alcanzar la mitad de la humanidad, alrededor de cuatro mil millones de personas, víctimas del hambre, la falta de agua, enfermedades, catástrofes “naturales” (incendios, inundaciones, etc.) y conflictos.

El informe del Instituto y la Facultad de Actuarios puede considerarse demasiado pesimista u optimista, pero da una idea aproximada del orden de magnitud de los riesgos derivados del cambio climático. Y no en un siglo: en unas décadas.

En derecho internacional conocemos el concepto de “ecocidio”: la destrucción o daño irreparable a un ecosistema por un factor antropogénico, especialmente por un proceso de sobreexplotación de ese ecosistema, sea intencional o no (utilizaré la definición de Wikipedia). También estamos muy familiarizados con el concepto de genocidio: crimen que consiste en la eliminación intencional, total o parcial, concreta de un grupo nacional, étnico o religioso como tal.

Creo que ahora es necesario introducir un nuevo concepto en el debate sobre el derecho internacional: el “humanicidio”, el exterminio concreto, total o parcial, de la humanidad como tal. Por supuesto, no es intencional: los criminales no planean un humanicidio, simplemente son indiferentes a las consecuencias humanas de sus acciones. Al llevar a cabo sus prácticas según un único criterio –maximizar los beneficios– son responsables del cambio climático. ¿Quiénes son? La oligarquía fósil – los formidables intereses vinculados al petróleo, al carbón y al gas, que incluyen no sólo la explotación de los recursos fósiles, sino también la industria automovilística, la petroquímica y muchas otras ramas de la producción capitalista, incluidos los bancos que las financian, así como su expresión política: los gobiernos negacionistas o inactivos.

La asociación Attac utiliza el concepto de “crimen climático organizado” para referirse a los responsables de las mortíferas catástrofes climáticas que ocurren actualmente en todo el mundo. Pero si se confirman las predicciones de la Universidad de Exeter, nos enfrentaremos a un grado de “crimen climático” de naturaleza infinitamente más grave.

El derecho internacional aún no ha incorporado el ecocidio y es poco probable que lo haga en relación con el humanicidio. Sin embargo, es urgente actuar, aquí y ahora, para detener la carrera hacia el abismo. El humanicidio no es inevitable, todavía podemos prevenirlo. Pero el tiempo se acaba…

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