¿Dónde nos quedó la solidaridad?

POR ALEJANDRO QUINTERO GALEANO

“Yo no sueño con que el mundo cambie,

sueño con que el pueblo tome conciencia.

Si el pueblo toma conciencia no hacen falta sueños”

Subcomandante Marcos

Asistimos hoy al mundo del individualismo, al triunfo de la competencia, del sálvese quien pueda, del consumismo. La cultura neoliberal ha sido satisfactoriamente instalada en nuestro cerebro reseteando todo vestigio de solidaridad. Hemos sido, los adultos y más los jóvenes –las generaciones milenio- y ahora los niños, exitosamente hackeados a través del concepto de la libertad, individualidad. Con la manipulación del concepto de la libertad se ha construido este cambio, bien lo expresa Byun-Chul Han:

“Vivimos en una fase histórica especial en la que la libertad misma da lugar a coacciones. La libertad del poder hacer genera incluso más coacciones que el ´disciplinario deber´. El ´deber´ tiene un límite. El ´poder hacer´, por el contrario, no tiene ninguno. Es por ello por lo que la coacción que proviene del ´poder hacer´ es ilimitada. Nos encontramos, por tanto, en una situación paradójica. La libertad es la contrafigura de la coacción… El sujeto del rendimiento, que se pretende libre, es en realidad un esclavo. Es un esclavo absoluto, en la medida en que sin amo alguno se explota a sí mismo de forma voluntaria …El sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno[1].

Con el derrumbe del socialismo real, posterior a 1985, se proclama triunfador el capitalismo y se autoproclama como “modelo único”. Se postula así, el famoso concepto de “último hombre y fin de la historia[2], se aprovecha esta situación para imponer con fuerza el modelo neoliberal a nivel mundial, la globalización económica, implementado políticamente por Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

El neoliberalismo fue postulado desde mediados del siglo XX por el austriaco Friedrich Von Hayek en su libro Camino a la servidumbre, donde establecía una crítica al Estado Keynesiano de bienestar, al Estado social de derecho-s, a la concepción de solidaridad, para dar paso al mercado competitivo como regulador social y fundamento de la libertad [3]. Para esta concepción económico-política, la solidaridad es contraria a la libertad; es decir, la solidaridad viola la libertad individual. por lo tanto, el Estado debe reducirse a un “Estado mínimo”, se debe desmontar y privatizar todos los derechos sociales –a la salud y pensiones, educación, trabajo, vivienda, recreación, etc.- se da con ello, a la desregulación laboral, la informalidad, la tercerización y la sustracción de derechos del contrato de trabajo, llegamos al sálvese quien pueda, dando un golpe certero a los sindicatos. Se desmonta lo colectivo y se prioriza el individualismo. El Estado debe dedicarse a permitir el mercado libre y a vigilar la seguridad de sus transacciones, dando paso al dominio de los grandes dueños del capital, de los monopolios y las corporaciones, bienvenidos al dominio del sector financiero internacional.

Para la introducción de este discurso en la población, su aceptación, se manipularon diferentes teorías con el fin de alimentar el individualismo. Solo por mencionar algunas de las más importantes: el darwinismo social –cuando Darwin no habló del triunfo del más fuerte sino del que mejor se adapte al medio-, El Gen egoísta de Richard Hawkins –cuando se refiere es a la persistencia de los genes en los mecanismos evolutivos-, la meritocracia –que no tiene fundamento en una sociedad entre desiguales, como lo expresó Joseph Stiglitz: “El 90 % de los que nacen pobres, mueren pobres, por más inteligentes y trabajadores que sean, y el 90 % de los que nacen ricos mueren ricos, por idiotas y haraganes que sean. Por ello, deducimos que el mérito no tiene ningún valor[4]-, las teorías de superación personal –como el individuo se convierte en auto-empresa debe ser motivado, y en caso de fracaso, es él, el único culpable, por lo tanto, requiere de apoyo emocional-.

Toda esta construcción económica, política, social y cultural, ha calado en la mentalidad y provocado en las personas el dominio de las conductas individualistas, consumistas y competitivas. Con este nuevo entronque en contra de lo colectivo, lo social, se ha destruido el sentido de la solidaridad, el trabajo en conjunto, la cooperación; dando paso a un triunfo más importante, en beneficio de los dominantes del sistema, se ha desterrado de la mentalidad de los “nuevos trabajadores”–ya individualizados y precarizados- la posibilidad de analizar la realidad del causante de sus malas condiciones de vida en la sociedad: el sistema capitalista.

Hoy después de por lo menos 40 años de neoliberalismo haciendo balances podemos decir que es un modelo fracasado para la sociedad, entre otras razones por la concentración exorbitante de la riqueza, el aumento de la inequidad, la pérdida de los derechos y la democracia, la plutocracia, el aumento del colonialismo, la xenofobia, exclusión, aporofobia, el demo-fascismo, la destrucción de la naturaleza, el irrespeto a la soberanía de los países y a la legislación internacional, en suma, el derrumbe del modelo liberal occidental.

Con el aumento de la concentración de la riqueza y la inequidad mundial, causada por el modelo neoliberal, se sustituye nuevamente la solidaridad por la caridad, lo que significa un retroceso para la humanidad. Mientras que la solidaridad está basada en los derechos y es horizontal, la caridad está basada en la compasión y es vertical. Mientras que la solidaridad se fundamenta en una relación entre iguales –con iguales derechos por el solo hecho de ser persona-, la caridad se fundamenta en una relación de jerarquías cuya base es el tener. Mientras que los derechos son el fundamento de una sociedad equitativa, la caridad fundamental para sostener una sociedad piramidal inequitativa dividida en clases sociales.

Ante el derrumbe del mundo unipolar, del sistema capitalista, con la crisis imperialista y el reflejo en el gobierno decadente de Trump-Musk-Netanyahu, surge otro modelo con fuerza, para pasar a un mundo multipolar post-capitalista impulsado por el bloque de los BRICS donde sobresale China. Con este nuevo bloque se rescatan los principios de solidaridad, cooperación y soberanía como elementos claves.

Hoy debemos mirar hacia el oriente; retomar lo que nos hace humanos y nos ha hecho sobrevivir como especie: lo colectivo, la solidaridad, la cooperación; debemos impulsar un nuevo sistema económico-político-social-cultural basado en la equidad, justicia y democracia verdaderas para tod@s; pasar del sofisma de los derechos humanos occidental como figura abstracta donde bajo su nombre se posibilita la violación de los más mínimos derechos empezando por el derecho a la vida (por ejemplo: Palestina, Siria, Iraq, Afganistán, Cuba, Venezuela, El Congo, etc.) [5], a otro sistema donde se permita su concreción, la autodeterminación de los pueblos, el derecho a la soberanía de los países, la armonía del desarrollo con el cuidado de la naturaleza; y el respeto de la legislación internacional –un nuevo derecho internacional humanitario DIH- de estricto cumplimiento para todos los países en igualdad de condiciones a nivel mundial. Se debe apuntar a una reforma a los organismos internacionales –ONU- con su democratización como ha sido propuesto por los BRICS.

A nivel personal, debemos cambiar el positivismo por la esperanza: “El culto a la positividad aísla a las personas, las vuelve egoístas y suprime la empatía, porque a las personas ya no les interesa el sufrimiento ajeno. Cada uno se ocupa solo de sí mismo, de su felicidad, de su propio bienestar. En el régimen neoliberal, el culto a la positividad hace que la sociedad se vuelva insolidaria. A diferencia del pensamiento positivo, la esperanza no les da la espalda a las negatividades de la vida. Las tiene presentes. Además, no aísla a las personas, sino que las vincula y reconcilia. El sujeto de la esperanza es un nosotros[6].

“Quien dice ´mi libertad empieza donde termina la tuya ‘

no sabe nada de libertad. La confunde con un derecho subjetivo.

Es justo, al contrario. Mi libertad empieza con la tuya.

Si tú no eres libre, yo tampoco. La libertad es colectiva.

Si no lo sientes en el corazón, no te llegara a la cabeza”.

Antonio García-Trevijano Forte

Notas

[1] Han, Byung-Chul. Psicopolítica. Herder. 2014. Pag. 12-3.

[2] Fukuyama, Francis. The end of history and the last man. Free press. 1992

[3] https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-14352006000200002

[4] https://www.elojo1digital.com/contenido/17413-joseph-stiglitz-y-el-m-rito-basura

[5] https://www.youtube.com/watch?v=sniyaCxKy_w

[6] Han Byun-chul. El Espíritu de la esperanza. Herder. 2024. Pág. 22.