POR ERIC CALCAGNO
Todo crimen contra la humanidad tiene características de burocracia, sobre todo si es negocio.
Estamos en la isla de Gorea, a unos dos o tres kilómetros de la ciudad de Dakar, capital de Senegal. Es una isla pequeña, de arquitectura colonial. Al azar de la caminata, vemos al fondo de una cortada abovedada una abertura rectangular, inundada de mar y cielo. Sin embargo, esa es la verdadera puerta del infierno.
Slavevoyages.org, un proyecto de universidades e instituciones de por el mundo, ha logrado cuantificar el tráfico negrero con rigor metodológico. Para ellos, una estimación baja de los embarques desde Gorea es de un millón de hombres, mujeres y niños, al menos hasta 1848.
![]()
También hay medio millón que fueron trasladados desde Sierra Leone, otro tanto de la Winward Coast; el golfo de Benín vio partir a dos millones; la Costa de Oro a más de un millón; y Biafra aporta un millón y medio más; los seis millones de deportados desde África central del Oeste completan la cifra del diablo. Hablamos de 12 millones de africanos esclavizados, con destino a las 13 colonias que serán Estados Unidos, sobre todo a Brasil y mucho más al Caribe.
Slavevoyages.org tiene el registro de siete millones y medio de personas esclavizadas en 36.000 viajes realizados en barcos negreros que fueron provistos por el Reino Unido, Portugal, Holanda, Francia, España. Tienen el nombre del barco, del capitán, detalles del trayecto, la tripulación y la cantidad de secuestrados a bordo: 60 % de hombres, 40 % de mujeres y niños. El 12 % moría en el viaje. Todo crimen contra la humanidad tiene las características de una burocracia, sobre todo si es negocio.
Es así como la trata de esclavos entre África y el continente americano, cuyo auge fue de 1700 a 1850, se ha convertido en un tema de la agenda internacional. Basta ver las conclusiones de la última reunión de la Unión Africana en Adis Abeba: “Justicia para los africanos y los afrodescendientes a través de reparaciones”, lo que incluye la trata negrera, el colonialismo y el neocolonialismo, el apartheid y los genocidios. Implica lo monetario, pero también lo político, social, cultural, con la devolución de las obras de arte robadas. No es una novedad, el tema ya fue planteado en las reuniones del Caricom y del Commonwealth y en la conferencia de Accra (2022).
![]()
Y, por supuesto, hablamos de los supuestos en torno a la agricultura como un simple activo productivo, el sesgo hacia el productivismo y la maximización de la producción de muy pocos cultivos principales, de muy pocas especies de animales y el impulso por expandirlos en todas partes, a expensas de la biodiversidad y dietas diversas para las personas.
En todas partes del mundo, la creciente presión sobre el precio de la tierra significa desplazamiento para la agricultura a pequeña escala. Eso es aquí en Saskatchewan, así como en Honduras, Brasil o Zimbabue. Dondequiera que miremos, hay presión sobre los precios de la tierra por la intrusión de grandes inversores con bolsillos profundos, a veces gobiernos, a menudo agronegocios.
El informe detalla que hay una gran expansión en los fondos que se destinan específicamente al acaparamiento de tierras porque es un activo físico, un activo de capital, que se considera más seguro que los bonos y otros instrumentos financieros. Y la desregulación del mercado financiero ha alentado, o al menos permitido, que esto ocurra mucho más. Eso es un problema de política, un problema de gobernabilidad.
![]()
También es un problema de valores. Si vemos la tierra solo como un activo productivo del cual extraer valor en lugar de verla como parte de nuestra identidad, el lugar donde vivimos, nuestra fuente de cultura y comida, nuestra red de vida… La tierra no es solo rendimientos por hectárea y cuanto más la confinamos a ese dominio, más abierta está a la explotación financiera. Esta es una tendencia peligrosa en muchos niveles.
Cuando decimos que el 70 % de las tierras de cultivo están controladas por el 1 % de las mayores explotaciones agrícolas del mundo, es una tendencia peligrosa porque no aman la tierra. La tierra es como la familia: si no la amas, la explotarás y la destruirás. Eso es lo que estamos viendo a nuestro alrededor.