El regreso de la diplomacia de las cañoneras

POR RENÁN VEGA CANTOR

2.      La crítica de la filosofía de la esencia

En La ideología alemana Marx y Engels se confrontan principalmente con Max Stirner a quien dedican más de la mitad del texto, examinando su libro con bastante detalle. Retoman algunas de las críticas al concepto de esencia de Feuerbach, pero también critican la posición de Stirner. Sin embargo, la contrapropuesta materialista surge después, en la confrontación crítica con Feuerbach. El capítulo sobre Feuerbach se considera con frecuencia como una suerte de guía a la concepción materialista de la historia y ha sido recibido aisladamente del resto del libro. Se ha podido constatar que el primer capítulo consiste en cinco partes escritas en tiempos diferentes; tres partes fueron escritas en vinculación directa con el capítulo II y III, es decir, las críticas a Bauer y Stirner, las otras partes fueron escritas luego.

Por lo anterior, se encuentran algunas contradicciones en el texto, que pueden ser resultado de revisiones de sus planteamientos; en la presentación tradicional del libro no se advierte esto, lo cual ha llevado a la reproducción inconsciente de estas contradicciones en muchas exposiciones populares de la concepción materialista de la historia (p. 224).

A Heinrich le interesa mostrar que con la crítica a los jóvenes hegelianos se hace también una crítica a la concepción marxiana de 1844, pero se abre al mismo tiempo un nuevo terreno científico (p. 224).

Marx y Engels les critican a los jóvenes hegelianos disolver las relaciones efectivas en las cuales viven los seres humanos en meras relaciones de conciencia, de tomar como todos los filósofos, los pensamientos, las ideas, las expresiones conceptuales, consideradas autónomamente, del mundo existente, por el fundamento de este mundo existente. (p. 225). De este modo, de un lado la historia efectiva aparece como una historia de las ideas, del otro, nace la idea de poder cambiar el mundo real por medio de la modificación de la conciencia que los seres humanos tienen de este mundo (p. 225). Por el contrario, Marx y Engels afirman que se debe cambiar no solo la conciencia, sino las relaciones reales de la cual aquella es expresión. Formulan la tesis según la cual las diversas formas de la conciencia dependen de las relaciones históricas reales entre los seres humanos y se explican a partir de ellas.

Metacrítica. Marx y Engels realizan una meta crítica de los jóvenes hegelianos, sometiendo a crítica la premisa de su discurso: la separación de la filosofía de la realidad. Exponen una nueva redefinición de la relación entre pensamiento y realidad: las dos cosas no están contrapuestas en forma abstracta, sino que el pensamiento se entiende como parte de la realidad y se explica sobre la base de las relaciones sociales entre los seres humanos.

Marx y Engels en su discusión con Stirner entienden por relaciones reales las relaciones de producción, pero por ahora solo pueden denominar en forma abstracta la relación de dependencia entre las relaciones de producción y el pensamiento. Todavía no han analizado las determinaciones de forma de la economía burguesa y no han fijado claramente la diferencia ente el carácter personal de las relaciones de producción preburguesas y el carácter material de las relaciones en la producción burguesa. Stirner parte del individuo dominado por la ideología, pasa a las relaciones políticas y jurídicas y llega a la economía, camino que también siguen Marx y Engels en su crítica.

La crítica en La ideología alemana se enfoca en Feuerbach, Bauer y Stirner, pero considera Heinrich que se realiza una crítica a los fundamentos teóricos comunes. Consideran Marx y Engels que los jóvenes hegelianos y el propio Feuerbach no han superado el sistema filosófico de Hegel. Sin embargo, le dan un mejor tratamiento a Feuerbach, le reconocen haber concebido el ser humano como objeto sensible pero le critican no haberlo concebido como un ser activo ni tampoco como un ser humano real, insertado en relaciones sociales, quedándose en cambio en un ser humano abstracto. Además, en el ámbito de su materialismo sensualista no había espacio para la historia. Igualmente consideran que la filosofía de Feuerbach no es adecuada como fundamento para el comunismo. Las críticas a Feuerbach se aplican al Marx de los Manuscritos; por ejemplo, Marx había intentado interpretar la historia sobre una base antropológica, como realización de las fuerzas esenciales humanas.

Señala Heinrich que Marx y Engels no atacan solamente la carencia de historicidad, sino también en forma más fundamental, la concepción esencialista en cuanto tal. Considera que la formulación más compacta de esta crítica se encuentra en la sexta tesis sobre Feuerbach en la cual Marx afirma que la esencia humana no es algo abstracto que es inmanente al individuo singular; en su realidad, la esencia es el conjunto de las relaciones sociales, esencia real que Feuerbach no comprende. Esto lo lleva a abstraerse del curso de la historia y a concebir la esencia solo como género, es decir, como universalidad interna, muda, que une a muchos individuos naturalmente (p. 228).

Esta idea de esencia de género que Marx critica a Feuerbach es la concepción de esencia que el compartía en los manuscritosMarx y Engels buscan desacreditar el planteamiento de una esencia humana. En La ideología alemana señalan que la base real de lo que los filósofos se han representado como esencia del hombre, es la suma de fuerzas productivas, de capitales y de formas de relaciones sociales, que cada individuo y cada generación encuentra como algo dado. Consideran que la idea de una esencia humana, una esencia de género no es más que la hipostasis de ideas sobre el hombre surgidas en una determinada sociedad. Al referirse a las fuerzas productivas y relaciones sociales se está descifrando aquella realidad que se esconde en la conceptualización ideológica “esencia humana”.

Karla Marx (1818-1883).

Igualmente critican que la esencia humana se utilizara como explicación de la historicidad, como realización de las fuerzas esenciales del ser humano, precisamente lo que planteaba Marx en los Manuscritos de 1844. También consideran que el concepto de alienación, entendido como la no correspondencia de la realidad efectiva con la esencia humana, no tiene fundamento. Esta es una crítica a la filosofía de la esencia de Feuerbach.

Considera Heinrich que una verdadera ruptura con la filosofía solo se produce en las Tesis sobre Feuerbach y en La ideología alemana. (p. 231). No en el sentido de que se elabore una introducción al materialismo histórico, sino que representan los elementos de un programa de investigación, un primer paso en eight”>“Al parecer la gran potencia en decadencia precipitada no tiene otros recursos para frenar ese proceso que volver a la época de las cañoneras frente a un mundo en creciente proceso de multipolarización, regresando a la idea de tomar un territorio sin importar el derecho […].  EE.UU. busca compensar su deterioro hegemónico por medio de un proyecto de expansión neocolonial hacia lo que sigue considerando su patio trasero”.

– Fragmento de “Trump a tambor batiente”, de John Saxe-Fernández, La Jornada, México, 01/23/2025.

A través de Donald Trump, otra vez Presidente de los Estados Unidos, como vocero del imperialismo estadounidense se viene anunciando en las ultimas semanas que ese país se dispone a intervenir directamente, lo que supone el uso de la fuerza (económica, política, militar y cultural), en territorios considerados hasta ahora soberanos, tal y como acontece con Canadá, México, Panamá, Groenlandia…

Algunos analistas apresurados piensan que ese es un delirio de un individuo ignorante, fanático, un delincuente condenado más no encarcelado, un mentiroso compulsivo y fanfarrón. Aunque todo eso es cierto, un análisis basado exclusivamente en la personalidad del inquilino de la Casa Blanca no capta lo que estratégicamente está en juego y quiénes se encuentran detrás. Lo que anuncia Trump no es un proyecto exclusivo de él o producto de su gran talento político o diplomático. Es la expresión de intereses de clase, de las fuerzas del capitalismo e imperialismo de Estados Unidos, del conglomerado corporativo que incluye al complejo militar, financiero, tecnológico e industrial.

Donald Trump y su diplomacia de las cañoneras.

Por eso, los anuncios de Donald Trump, inscritos en la lógica de Hacer grande a América otra vez (MAGA), evidencian el esfuerzo de una potencia imperialista que intenta detener su declive mediante la Diplomacia de las Cañoneras. Dicho de manera simple, los Estados Unidos van a invadir países cuando lo consideren necesario, van a despojar y expoliar a pueblos enteros, van a expandir su territorio como cuando le arrebataron a México más de dos millones de kilómetros cuadrados, van a implantar su bandera sangrienta de barras y estrellas en nuevos lugares, entre ellos Groenlandia. Claro, todo ello, si los pueblos y naciones lo aceptan pasivamente.

Podría pensarse que todos estos mecanismos de dominación y control imperialista siempre los ha usado Estados Unidos, y no son propios solamente de la era Trump, como lo recuerdan las invasiones y agresiones en Vietnam, Afganistán, Irak, Libia…Sin embargo, en ninguna de esas ocasiones, en las que se esgrimían como pretextos la lucha contra el “comunismo internacional” o el “terrorismo islámico”, se había planteado de una forma tan franca y directa el proyecto de expandirse territorialmente (propio del siglo XIX) y de agredir de todas las formas a pueblos y países sin respetar ninguna norma del derecho internacional de índole liberal, que fue impuesto por los propios Estados Unidos.

El retorno a la Diplomacia de las cañoneras está legitimado hoy, porque en el gobierno de Joe Biden se permitió la destrucción de ese derecho internacional por parte de Israel al consumar su espantoso genocidio. La Diplomacia de las cañoneras ha sido llevada a la práctica por Israel contra los palestinos, con la directa participación de los Estados Unidos. Ese precedente en Gaza, tolerado por esa entelequia autodenominada comunidad internacional, ha sido la antesala para que emergiera un proyecto tan abierta y descaradamente intervencionista como el que encarna Donald Trump.

En esa Diplomacia de las cañoneras, ejercida por Israel, no se respetan las fronteras, no existen derechos de los pueblos y naciones, se pueden invadir y ocupar territorios sin que nada ni nadie lo impida, cualquier país con potencia militar se arroga el derecho de invadir y ocupar a otros, se puede masacrar y expulsar a los habitantes originarios a nombre del una supuesta superioridad racial, se bombardea y masacra sin empacho alguno a un país y sus habitantes, se puede expulsar y trasladar población, se alteran las fronteras a su acomodo (el caso de los Altos de Golán en Siria, en días recientes), se consuma un genocidio y un ecocidio sin temor alguno, dada la complicidad de Europa y los Estados Unidos.

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A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se empleaba el término «Diplomacia de las cañoneras» para hacer referencia, en sentido genérico, al uso de la fuerza de las armas por parte de las grandes potencias para sojuzgar a países débiles y obligarlos a someterse a los intereses imperialistas. La amenaza de emplear la superioridad militar, sobre todo sus grandes barcos de guerra, se convirtió en un mecanismo para chantajear a determinados países y lograr que cedieran, por las “buenas”, parte de sus riquezas o territorios a las fuerzas agresoras del imperialismo.

América Latina sí que soportó la Diplomacia de las cañoneras ejercida por Estados Unidos desde 1898, cuando invadió a Cuba y Puerto Rico, luego de una corta guerra con la decadente España. De ahí en adelante, Estados Unidos ocupó países, impuso títeres a su servicio, creó un nuevo país hecho a la medida de sus intereses (Panamá), masacró a poblaciones locales y a miembros de grupos nacionalistas (como Sandino en Nicaragua), apoyo dictaduras criminales.

Ahora, en el siglo XXI, está retornando la Diplomacia de las cañoneras, lo cual reedita viejas políticas de agresión imperialista: Estados Unidos reclama para sí mismo el derecho de intervenir en cualquier lugar a la hora que se le venga en gana; para intervenir recurre a todos los mecanismos de que dispone, entre ellos su poderío militar (El Gran Garrote de Theodore Roosevelt, 1903), su industria cultural, su sistema de desinformación, sus mecanismos financieros, entre ellos la hegemonía del dólar (que en otro tiempo motivo que se hablara de la “Diplomacia del Dólar” en la presidencia de William Taft [1909-1913]); el racismo y una pretendida superioridad sobre los pueblos del sur del mundo, recurriendo a las mentiras, calumnias, animalización de los “seres inferiores”, que en el caso actual de Donald Trump recae sobre los “migrantes indeseables”; el uso de un aparato de propaganda interno, con ramificaciones internacionales, bien alineado a favor de la pretendida grandeza de Estados Unidos, como forma de justificar las políticas agresivas contra cualquier que sea considerado enemigo de ese país; una lógica injerencista basada en presupuestos religiosos (iglesias cristinasste sentido.

En La ideología alemana, Marx y Engels no critican solo esta o aquella teoría de los jóvenes hegelianos, sino también la filosofía de la esencia que está a la base de estas teorías. (p. 233). Pero además, con la crítica a la filosofía de la esencia, critican implícitamente también el antropologismo del campo teórico sobre el cual se encuentra no solo la filosofía hegeliana sino también la economía política.

Con referencia al análisis de la sociedad, la crítica a la filosofía de la esencia significa que la sociedad no puede ser más interpretada como si se constituyera a través de una esencia humana. Las definiciones de la esencia son ellas mismas producto de unas relaciones sociales determinadas, y por tanto no pueden explicar estas mismas relaciones sociales como objetivaciones de la esencia. En la concepción materialista de Marx y Engels, la esencia humana es sustituida por las relaciones sociales. Estas relaciones no son dadas por naturaleza, sino que se reproducen a partir de la acción de los seres humanos, pero no pueden ser explicadas a partir de la acción individual, en cuanto existen frente a los individuos singulares y establecen sus posibilidades de acción. La ruptura con el antropologismo comporta la ruptura con un segundo elemento del campo teórico de la economía política, el individualismo (p. 233).

3.      Primeros indicios de la concepción materialista de la historia

En el primer capítulo de La ideología alemana se va progresivamente precisando la concepción materialista de la historia. Señala Heinrich que la argumentación es inicialmente problemática porque Marx y Engels creen que pueden simplemente constatar los presupuestos de la historia entera. Esto muestra que ellos continúan vinculados a una concepción empirista de la ciencia (p. 234). Además, incluyen junto a las relaciones originarias de la fabricación de medios para la satisfacción de necesidad y el nacimiento de nuevas necesidades, a la familia, entendida como la relación entre hombre y mujer, entre padres e hijos, aceptando así una apariencia que se produce en la sociedad burguesa.

Consideran Marx y Engels que no es necesario deducir de una esencia humana la conexión social entre los individuos, porque dicha conexión está presente desde siempre. La historia entonces es la sucesión de las distintas formas de conexión social, la cual se constituye con la producción material. Y la dinámica de la historia resulta del hecho de que las fuerzas productivas en determinados momentos resultan incompatibles con las relaciones de producción.

Heinrich caracteriza esto como intuiciones fundamentales, pero considera que hay diversos puntos débiles. La división del trabajo se utiliza como una categoría universal independiente de las distintas formas de sociedad, que sirve para explicar un poco de todo: la existencia de la propiedad privada, la discrepancia entre intereses particulares y generales (estos últimos reciben una forma autónoma en el Estado), la autonomización de las conexiones sociales. Finalmente, con la separación entre trabajo material y trabajo intelectual se explica la autonomización ideológica de la conciencia en sus diversas formas teóricas (p. 235).

Considera Heinrich que es problemática la frase de que las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes, dado que disponen de la propiedad de los medios de producción intelectual. Señala que las relaciones de dominio en la sociedad burguesa no se dan en forma personal, sino objetiva; los trabajadores asalariados y los capitalistas están igualmente sometidos a la objetivación de las relaciones sociales y a su reflejo en una conciencia invertida en la vida cotidiana. Por el contrario, la ideología es reducida aquí al uso más o menos consciente de los medios de producción intelectual por parte de la clase dominante (p. 235).

Con la nueva concepción de la historia cambia también la definición de comunismo, que deja de ser un ideal que existe en la imaginación y se quiere realizar; ahora llaman comunismo al movimiento real que suprime el estado de cosas presente. Además el comunismo no puede ser concebido a partir del individuo, sino dado que es un producto social, de las relaciones sociales.

El comunismo se presenta como la abolición de la división del trabajo y del propio trabajo a fin de desaparecer la autonomización del nexo social con respecto a los individuos. Es necesario mostrar que el comunismo no es un idealsino algo necesario. El descubrimiento de los presupuestos históricos del comunismo, esto es, del movimiento real que lleva a la revolución, se convertirá en uno de los motivos fundamentales de la crítica marxiana de la economía.

Engels y Marx

4.      Continuidad de la problemática de la alienación

Marx y Engels usan en La Ideología alemana el término alienación para referirse a la autonomización del nexo social; en igual sentido usan el término en algunas partes de El Capital. A partir de aquí algunos consideran que en El Capital se encontraría también una teoría de la alienación; por ejemplo Mészáros y Ollman. Estos autores han sostenido que la alienación es el concepto teórico central de la entera obra de Marx, a partir del cual se puede comprender todas sus partes. Mészáros considera que cuando Marx hace críticas al concepto de alienación se refiere a su uso idealista y no al concepto mismo, y presenta muchas citas para tratar de demostrar que Marx permanece fiel a la teoría de la alienación tanto en La ideología alemana, como en los Grundrisse, en las Teorías sobre el Plusvalor y en El Capital. Heinrich considera que Marx utiliza a veces el término en El Capital y otras obras maduras, en el sentido de la autonomización de las relaciones sociales pero plantea que insistir en la continuidad de la teoría de la alienación es persistir en la noción de la alienación de una esencia humana. (p. 237).

En El Capital Marx no habla más de la alienación y de la esencia humana, pero obviamente se refiere a los hechos económicos, que también observó en los Manuscritos de 1844, consistentes en que el trabajador no es dueño de su producto y que su trabajo es un trabajo forzado.

Crítica también la posición de Mandel, quien distingue dos teorías de la alienación, una antropológica y la otra histórica. Pero en este caso deja de lado que en los Manuscritos la teoría antropológica era el fundamento de la crítica de la economía política, lo cual no ocurre en El Capital. Afirma Heinrich que sin el conocimiento de los Manuscritos a nadie se le hubiera ocurrido buscar una teoría de la alienación en Marx. (p. 237).

Considera que Althusser es quien ha interpretado en , evangélicas y pentecostales), cuya máxima expresión fue la del Destino Manifiesto, formulado a mediados del siglo XIX, y con el cual se justificó la agresión de México y otros países de América Central y el Caribe…

Todos estos aspectos no son nuevos, forman parte del comportamiento estructural del imperialismo estadounidense y siguen siendo actuales, e incluso han sido llevados a la práctica por cualquiera de los dos partidos del capital (Demócratas y Republicanos) que son los que conducen políticamente a Estados Unidos. Lo que ahora tenemos es que esos viejos mecanismos se vuelven a esgrimir sin ningún pudor, no se intentan ocultar, ni tampoco se encubren sus verdaderos objetivos de “Hacer grande a Estados Unidos otra vez”, lo cual implica aplastar y someter a las buenas o a las malas al resto de países del mundo, empezando por los de su Patio trasero en nuestra América.

El magnate capitalista que hoy preside a los Estados Unidos hace gala de una sinceridad que difícilmente se encuentra en los círculos imperialistas. Y no es porque los miembros de este bloque de poder imperialista no piensen lo mismo. Lo que sucede es que, en los últimos 35 años, intentaron cuidar las formas legales, con un lenguaje aparentemente inclusivo y respetuoso del “derecho internacional” y con la acción de agencias de cooperación y supuesta ayuda al desarrollo, entre ellas la moribunda USAID. En forma cínica, ese lenguaje se siguió empleando en forma demagógica al tiempo que se masacraba al pueblo palestino.

En contravía, los anuncios de Donald Trump son propios de la Diplomacia de las cañoneras, cuando se usaba un lenguaje directo y sin eufemismos y nos tildaba, como hoy lo hace el magnate gringo, de “países de mierda” y a nosotros sus habitantes, de hampones, delincuentes, asesinos, y mil bellezas por el estilo.

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Entre los aspectos novedosos de la Diplomacia de las cañoneras del siglo XXI vale nombrar, en primer lugar, la construcción del nuevo enemigo, sustentado en el racismo que siempre se ha exhibido en Estados Unidos. Los nuevos enemigos son los extranjeros indeseables, los migrantes pobres y humildes, contra los cuales se ha declarado una guerra, que incluye prácticas genocidas. Y no es que en este terreno se esté innovando mucho en tiempos de Trump II, porque sus antecesores demócratas, Barack Obama y Joe Biden, expulsaron a más migrantes que el propio Trump en su primer mandato.

Lo nuevo estriba en que Trump ha colocado el tema como uno de los ejes centrales de su política MEGA, en que la grandeza de los Estados Unidos depende de que se expulsen los que, según su discurso, se aprovechan de la riqueza de ese país, vienen a quitarle ingreso y trabajo a ciudadanos estadounidenses. Y contra ellos se están desplegando crueles mecanismos de persecución, captura y deportación, en los que aflora el racismo Made in Usa, el maltrato y el sadismo como efecto de demostración para todos aquellos que son considerados enemigos de Estados Unidos.

Las escenas que estamos presenciando en estos días, con redadas en iglesias, restaurantes, hoteles, supermercados, parques… en ciudades de los Estados Unidos para detener a trabajadores sin papeles, la colocación de barreras en varios Estados fronterizos para impedir el ingreso de migrantes, el maltrato y la tortura infligida a extranjeros expulsados a sus países de origen encadenados o amarrados, las descalificaciones por parte del propio Donald Trump que tilda a esos migrantes de delincuentes, asesinos, criminales, parásitos… Todo ello indica el rol central que en la Diplomacia de las Cañoneras de nuestros días se les han asignado a los migrantes.

Un segundo aspecto novedoso estriba en que en el gobierno de Donald Trump están participando en forma directa magnates del rubro de la tecnología, que buscan imponer la agenda de sus propios intereses y negocios tanto dentro de Estados Unidos como en el resto del mundo y de allí se desprenden que sean agentes activos y directos en la nueva Diplomacia de las Cañoneras, en las que se recalca el papel de control y dominio que desempeñan las nuevas tecnologías, entre las que sobresalen las digitales.  En este terreno, todavía es evidente el dominio de las empresas de Estados Unidos y en ciertos sectores tienen un monopolio exclusivo, como sucede con Google, Amazon y Facebook.

En la “nueva diplomacia de las cañoneras” sobresale el papel de la oligarquía tecnocrática de Silicon Valley, como pudo verse con la presencia de la elite del sector tecnológico en la posesión de Donald Trump. Al respecto resulta revelador el papel asignado a Elon Musk, hoy por hoy el primer supermillonario del mundo y dueño o accionista mayoritario en la fábrica de automóviles Tesla y de la Red X. Este multimillonario esta aliado directamente con el Pentagono y la NASA, entidades con las que tiene contratos por un monto de quince mil millones de dólares.

Musk promociona desde hace años la conquista de Marte y eso lo ratificó Donald Trump en su discurso de posesión cuando señaló que “enviaremos astronautas estadounidenses para plantar nuestra bandera en Marte”. Dos semanas después ha seguido delirando todavía con más descaro: “Vamos a plantar la bandera estadounidense en Marte en menos de cuatro años. Es nuestra responsabilidad, como la nación más poderosa del mundo, liderar el camino hacia el futuro”. Este delirio tecnocrático expresa un asunto crucial en el día de hoy: la lucha por el control del espacio exterior mediante una “nueva diplomacia de las cañoneras”, porque quien lo controle puede dominar el mundo.

Se trata de colonizar el espacio exterior, una nueva agresión imperialista que busca su apropiación privada, por parte de los cruzados de Silicforma mejor la ruptura entre la problemática de los Manuscritos de 1844 y La ideología alemana, cuando ve como punto central la ruptura con la filosofía del ser humano, con la esencia del ser humano. Althusser identifica una ruptura que tiene lugar al mismo tiempo en la ciencia y en la filosofía. La tarea de la filosofía marxista sería establecer la línea de demarcación entre el marxismo y la ideología burguesa. Althusser realizó solo en parte esta tarea. De otra parte recayó en una lógica del condicionamiento por la situación de clase, señalando que una condición de la ruptura epistemológica es una posición teórica de clase nueva, proletaria. Pero Althusser mismo se da cuenta que la percepción proletaria está sujeta a las mistificaciones del capitalismo; por tanto, la posición de clase no puede ser adquirida simplemente mediante la observación, sino que tiene que ser el resultado de un esfuerzo teórico.

5.      El nuevo concepto de realidad social

En la introducción a La ideología alemana, que probablemente fue escrita al final, Marx y Engels aportan algunas correcciones a lo expuesto en el primer capítulo. Insisten en que ellos comienzan con los presupuestos reales de la historia entera, presupuestos que serían constatables por la vía puramente empírica. Pero plantean estos presupuestos en forma suficientemente abstracta para que no resulten falsos; consisten en la constatación del estado de naturaleza y de la necesidad de producir los propios medios de subsistencia como fundamente de toda la historia. De otra parte, establecen que las representaciones filosóficas de la esencia humana son productos de determinadas relaciones materiales de vida.

Pero si la conciencia depende de la base material entonces sus diversas formas (la ciencia la filosofía, la religión, etc.) no tienen una historia independiente. La filosofía es vista como pensamiento autonomizado inconsciente de su dependencia de las condiciones materiales; a estas especulaciones contraponen la ciencia positivaCon la representación de la realidad la filosofía pierde su medio vital. (p. 240).

Surge la cuestión del estatuto teórico atribuido a la concepción materialista de la historia; no debe ser filosofía, pero tampoco puede ser ciencia positiva, porque se trata precisamente de una concepción de la historia y no una investigación de una sociedad histórica específica. Marx y Engels se refieren a ello como una síntesis de los resultados más generales que se pueden abstraer del desarrollo histórico; en sí mismas estas abstracciones no tienen valor pero pueden servir para el ordenamiento del material histórico.

Esbozo del campo teórico de una nueva ciencia

Dichas abstracciones parecen ser poco importantes. Pero no son simples etiquetas de los descubrimientos de las ciencias positivas; además los presupuestos constatables por la vía empírica carecen de teoría, pero Marx y Engels aquí esbozan por primera vez el campo teórico de una nueva ciencia, un proceso que no es simplemente el resultado de una investigación empírica, sino en cambio el proceso que produce el concepto de una determinada realidad empírica (p. 241).

Marx y Engels abandonan el marco de la contraposición entre esencia y realidad, en la cual la realidad se confrontaba y criticaba a partir de dicha esencia. Al abandonar este esquema y superar la filosofía de la esencia por medio de la concepción materialista, fundaron no solo una nueva problemática científica, sino un nuevo campo teórico, un nuevo concepto de realidad social, sobre la base del cual puede ser articulado un programa de investigación empírica (p. 241).

La doble fundación de una nueva problemática y un nuevo campo teórico no ocurre en un único acto; es un proceso que inicia con las Tesis sobre Feuerbach y La ideología alemana, que además no ocurre al mismo tiempo en todos los niveles. Por ejemplo, en La ideología alemana se rompe con el antropologismo y con el individualismo, pero todavía no con el empirismo, lo cual solo ocurrirá en la Introducción de 1857.

El nuevo concepto de realidad y la ciencia que le corresponde

La realidad social es ahora entendida como un todo compuesto por diversos momentos o niveles, donde la conciencia, o el pensamiento, en cuanto expresiones de estos momentos, es parte integrante de la realidad social; ya no se piensa la realidad dicotómicamente como una contraposición entre una esencia de cualquier tipo o el pensamiento con la realidad efectiva (p. 241). En el prólogo a la Crítica de la economía política Marx indica tres de estos niveles: uno económico, uno político-jurídico y otro espiritual (las formas sociales de la conciencia).

El nivel económico y el político se refieren a las relaciones entre los seres humanos; estas relaciones son, ciertamente, resultado de la acción de los individuos, pero las acciones tienen lugar luego en determinadas circunstancias preexistentes. Las relaciones sociales no son relaciones en las cuales se entra por propia voluntad o también solo conscientemente; son ellas, por el contrario, las que estructuran las posibilidades de acción. En este sentido, se puede afirmar que quienes constituyen la sociedad no son los seres humanos, sino sus relaciones sociales (p. 242).

Los niveles singulares de la realidad social no son esferas separadas entre ellas que están una junto a la otra sin relaciones; se trata más bien de un todo estructurado. Consiste en una determinada relación de dependencia entre los diversos niveles. Las relaciones de producción son las relaciones en las cuales los seres humanos se vinculan en la producción, las cuales deben ser compatibles con las fuerzas productivas existentes. El conjunto de estas relaciones sociales forma la estructura económica de la sociedad. Una totalidad de fuerzas productivas y de relaciones de producción correspondientes, constituye un determinado modo de producción. Las diversas formaciones sociales que aparecen históricamente pueden ser distinguidas sobre la base del modo de producción dominante en ellas.

Con el fin de que la reproducción social sea posible, las relaciones políticas y jurídicas deben ser compatibles con estos modos de producción. Finalmente, el material espiritual tiene origen en las formas del proceso material de vida.

En este sentido, existe una relación de dependencia estructural entre los diversos niveles sociales. Afirmaciones como “el modo de producción de la vida material condiciona, en general, el proceso social, político y espiritual de la vida?on Valley y allí se inscribe la distopia de colonizar Marte. En breve, la diplomacia de las cañoneras ahora será intergaláctica y cubrirá no solo la tierra sino el universo y veremos, esos son los anuncios de Musk y Trump, como si fueran borrachos de cantina de mala muerte, a los Estados Unidos posar su bandera de barras y estrellas en la Luna, Marte y otros planetas en los próximos años.

El poder de los magnates digitales y su protagonismo político, una característica central de la “nueva Diplomacia de las cañoneras”, no puede ser posible sin tener acceso y control de las materias primas y la energía, sin la cual no funciona ningún sistema tecnológico por sofisticado e “inmaterial” que pretenda ser. De ahí, que se reforzará el control y apropiación de minerales, mediante todos los medios tradicionales, entre los que se incluyen la piratería, el robo, el despojo, los prestamos condicionados, los chantajes financieros…. Esto supone que la “nueva Diplomacia de las cañoneras” es una combinación de los viejos métodos del saqueo imperialista con los objetivos estratégicos de los tecnoimperialistas, que en medio de la exaltación de la sofisticación tecnológica son profundamente conservadores, lindando en el tecnofascismo, como lo ha evidenciado en los últimos tiempos el marciano terrestre Elon Musk, un individuo que apoyó el golpe de Estado en Bolivia en 2019 (país con importantes reservas de litio) y, recientemente, a la oposición de extrema derecha en Venezuela, otro país con importantes reservas de petróleo y recursos minerales.

El sueño del magnate Elon Musk: la conquista de Marte.

Estamos hablando que la nueva diplomacia de las cañoneras es tecno-imperialista y busca expandir las plataformas digitales de propiedad de magnates de Estados Unidos para controlar las economías locales, robar datos e imponer barreras y restricciones a capitalistas de otros países. Pero tiene una dimensión política y cultural en la medida en que pretende moldear la percepción colectiva de los habitantes de los países en donde intervengan mediante las mentiras difundidas por las redes (anti)sociales, con el agravante de que se impulsa una agenda profundamente conservadora y retardataria, como la que hoy representan en nuestro continente personajes como Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en el Salvador y Daniel Noboa en Ecuador.

Las empresas tecnológicas de los Estados Unidos recurrirán, a través del Estado y mediante políticas proteccionistas como las que adelanta el gobierno de Donald Trump, a una guerra en dos frentes: el comercial y el militar, con diversos mecanismos, prohibiciones comerciales, imposición de aranceles, amenazas, chantajes, sanciones, agresiones armadas con paramilitares… Al mismo tiempo, se quiere hacer pagar caro al resto del mundo por el uso de tecnologías digitales que monopolizan las empresas de Estados Unidos, mediante prohibiciones y restricciones que impidan acceder a algunas de sus aplicaciones.

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Lo que hoy está sucediendo en Estados Unidos comprueba que la categoría de imperialismo sigue siendo esencial para comprender, y enfrentar, los grandes problemas del mundo actual. Con Trump ha quedado hecha añicos, por si hubiera dudas, el mito de la globalización, que obnubiló a teóricos, analistas, políticos, académicos, incluyendo a la mayor parte de las izquierdas del mundo.

Con Trump ha regresado (en realidad nunca desapareció, pero se le intentó camuflar) el imperialismo puro y duro que combina diversas experiencias históricas de expansión y dominio imperialista por parte de los Estados Unidos. Es el imperialismo agresivo de Theodore Roosevelt con su corolario de la Doctrina Monroe ‒que proclamó a Estados Unidos como policía del mundo‒ y su política del Gran Garrote (sintetizada en el lema “Habla suave, lleva un gran garrote y llegarás lejos”). Esto convirtió al hemisferio occidental en una zona de control hegemónico de los Estados Unidos, en un periodo en que se apoderó de Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Panamá.  Mediante una policía agresiva y la protección de la industria de los Estados Unidos este país creo un territorio protegido para sí mismo, que cubría desde Alaska hasta el Cabo de Hornos y desde el Caribe hasta el Pacífico y Filipinas.

Es también el imperialismo de la “Diplomacia del dólar”, lema del gobierno de William Taft (cuya presidencia fue catalogada como “una bola de cebo rodeada de una pandilla de ladrones” ) mediante la cual se intervino militarmente en ciertos países durante muchos años (Haití, República Dominicana, Nicaragua…) para controlar su economía y sus aduanas, imponer administradores financieras de tipo neocolonial, apropiarse de las riquezas de esos territorios para cederlas a bancos y empresas de Estados Unidos, controlar las exportaciones de esos países y apropiarse de gran parte de sus divisas, con las cuales se pagaba a los administradores estadounidenses y se cancelaba puntualmente la deuda externa a los bancos y empresas yanquis. Mientras eso sucedía, las poblaciones locales languidecían en la más extrema miseria bajo la mirada racista de los ocupantes del norte, a los que Cesar Augusto Sandino denominó “gleba de morfinómanos”.

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La Diplomacia de las cañoneras generó luchas y rebeliones en nuestra América, en Haití, México, República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Panamá…En esa época emergió en nuestro continente un abierto sentimiento antiimperialista y antiyanqui, con notables aportes teóricos y doctrinarios y con el combate directo que libraron, con las armas en la mano, dignos representantes del nacionalismo indoamericano, el principal de ellos Cesar Augusto Sandino, para enfrentar las ocupaciones yanquis.

Hoy debería recuperarse esa tradición antiimperialista, tanto en términos históricos como intelectuales. Al respecto, simplemente queremos rememorar, para concluir este ensayo, a un autor colombiano, que con su pluma denunció la voracidad de Estados Unidos en la época clásica de la diplomacia de las cañoneras. Nos referimos a José María Vargas Vila, quien en su libro Ante los bárbaros. El yanqui; he ahí el enemigo, en 1930 aseguró:

“Es necesario combatir el yanki, o declararnos francamente sus esclavos; to be or not to be; pero, en caso de decidirnos por la esclavitud, tener siquiera el valor de proclamar altamente nuestra infamia; (…) anticiparse a la derrota, es el triste recurso de los pueblos que no merecen ni el honor de ser vencidos.

Luchar o abdicar.

Vencer o perecer.

Unirnos o morirnos.

La Unión o la desaparición;

he ahí el Inexorable dilema;

?? son interpretadas sin embargo, a menudo, como relaciones causales mecánicas y lineales entre la estructura (la base) económica y la superestructura político-ideológica. Se deja de lado que en el propio Marx hay indeterminaciones conceptuales y que Marx en el mismo texto a continuación habla de correspondencia, condicionamiento y determinación. (p. 243). Los críticos de Marx han visto en estas afirmaciones una concepción de un crudo economicismo, mientras que no pocos marxistas han reducido de manera inmediata fenómenos supraestructurales a los desarrollos estructurales. Engels criticó en varias ocasiones este economicismo vulgar y Marx al final de la introducción de 1857 al examinar el arte griego dio un ejemplo de la no correspondencia inmediata entre la estructura y la superestructura.

Cuando Marx dice que el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida político y espiritual entiende una dependencia estructural de diversos niveles, no la determinación de un evento por otro. La creación de un sistema filosófico o de un determinado estilo artístico no puede ser deducido de un determinado desarrollo de la economía. Pero el espacio filosófico o artístico en que se encuentran estas ideas no flotan sin peso en un éter espiritual. Marx subraya que es necesario mostrar empíricamente para las formaciones sociales singulares el modo específico en el cual el proceso de vida espiritual está condicionado por el proceso material (p. 243).

6.      Dinámica histórica o filosofía de la historia

El todo social está dotado de una determinada dinámica, los diversos niveles que constituyen la realidad social no son estáticos. A nivel de abstracción muy alto, Marx caracteriza esta dinámica como la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción. Esta afirmación es entendida a menudo en el sentido de un determinismo histórico plano y, por tanto, criticada.

Debate sobre la filosofía de la historia. En la literatura sobre Marx es objeto de debate si la concepción materialista de la historia es una filosofía de la historia y si El Capital en particular se basa en premisas historicistas.

Dice Heinrich que se puede hablar de pensamiento historicista no solo en el sentido de interpretar un desarrollo histórico particular, sino de concebir la historia como una totalidad. Considera que en los Manuscritos de 1844 se presenta un esquema de la filosofía de la historia en el sentido de lo expuesto en la página 244 (revisar esto). Pero en La ideología alemana tratan de superar junto a la filosofía de la esencia, la filosofía de la historia. Sin embargo, hay frases y afirmaciones de Marx y Engels que han conducido a una interpretación en el sentido de una filosofía de la historia; por ejemplo la dialéctica de las fuerzas productivas y relaciones de producción que se asume como un motor último del curso inevitable de la historia, y no como un esquema para verificar en formaciones sociales específicas. (p. 245).

También el prólogo de 1859 se puede leer en sentido historicista, dado que contiene algunas afirmaciones apodícticas que dan pie para esta lectura. Es cierto que contra un determinismo simple del desarrollo se puede aducir el hecho de que Marx se limita a listar diversos modos de producción y no pretende de hecho que se trate de una lista completa o inmodificable. Pero efectivamente Marx afirma que esta historia debe concluir en el capitalismoAdemás después de 1857 se encuentran en Marx formulaciones ambivalentes que de cuando en cuando traspasan el límite de la especulación, en particular en las partes declamatorias de sus escritos (por ejemplo al final del capítulo sobre la acumulación originaria de capital). (p. 246). Pero sostiene Heinrich que después de 1846 las tesis historicistas no son más constitutivas de sus afirmaciones centrales.

Normalmente Marx está atento a la distinción entre el concepto de la realidad histórica y la historia real, usualmente confusa en las construcciones del determinismo histórico; Marx muestra las interrelaciones dinámicas entre los diversos niveles de la sociedad y elabora un concepto de desarrollo histórico, pero a partir de esto no es posible deducir el curso concreto de la historia. Más bien, este concepto de historia pone a disposición un instrumental para el análisis de procesos concretos.

Hacia el final de los años 70 Marx se opone explícitamente a una interpretación histórico-filosófica de El Capital, en el sentido de una teoría supra histórica que pretendiera ser válida para todos los pueblos (p. 246). Marx deja espacio a la contingencia histórica, lo cual no quiere decir que no existan unas leyes de movimiento. La historia real debe ser siempre hecha por los seres humanos y su camino está abierto. Por tanto, no se puede hablar de un fin de la historia. La historia no tiene un sujeto, dice a continuación, lo cual parece contradictorio. No son los seres humanos, ni las clases: se trata de un proceso sin sujeto.

7.      La nueva concepción de la ciencia (crítica de la primera crítica a Hegel)

Afirma Heinrich que ni Marx ni Engels reflexionaron adecuadamente sobre el hecho de haber producido en La ideología alemana un nuevo concepto de realidad social; simplemente creyeron poder constatar la realidad. Es una autocomprensión empirista, que expresa el hecho de que consideran evidente su nuevo concepto de realidad. En el marco de este empirismo Marx se aproxima nuevamente a la economía política y acepta ahora la doctrina del valor trabajo. Afirma en La miseria de la filosofía que las categorías económicas no son más que la expresión teórica, las abstracciones de las relaciones sociales de producción. (p. 248).

Marx no critica la forma teórica de las categorías económicas, sino su hipóstasis en abstracciones supra históricas. Se enfoca en la crítica de aquellos que consideran eternas estas categorías. Marx opina que las relaciones económicas reales son descritas más o menos en forma adecuada por la teoría más avanzada, en particular la de Ricardo. Sobre esta base argumenta Marx también en Trabajo asalariado y capital y en el Manifiesto del Partido Comunista. Lo que diferencia a Marx de Ricardo en este momento es la idea del capitalismo como un modo de producción transitorio.

Desde el punto de vista del método, la crítica hecha a la economía política en Miseria de la filosofía es similar a la crítica nominalista a las abstracciones de Hegel en La sagrada familia, dado que en los dos casos hace valer lo empírico contra la hipóstasis de abstracciones.

Pero este empirismo sobre el cual se sustenta la crítica no es conciliable con la nueva concepción de la realidad. Como se ha planteado, no son los individuos, sino las relaciones, las que constituyen la sociedad; sin embargo, estas relaciones nes necesario escoger;

escojamos…”.

Vargas Vila plantea el dilema que hoy adquiere una gran actualidad para enfrentar la “nueva Diplomacia de las cañoneras”: “Unirnos o morirnos, la unión o la desaparición”. Esto supone recuperar un proyecto de unidad real que enfrente al agresor del norte. Esto implica hoy lo mismo que anunciaran preclaros pensadores como José Martí: diversificar nuestra economía y nuestros vínculos con el mundo, que rompan la dependencia absoluta con Estados Unidos, en todos los terrenos (económico, financiero, político, cultural, mediático, tecnológico).

Y eso hoy es viable, por la sencilla razón de que las fuerzas imperialistas de Estados Unidos intentan en vano impedir su irreversible decadencia y evitar la consolidación de un mundo multipolar, que emerge en estos momentos.

Esa es una oportunidad para nuestro continente, y no para que caigamos en nuevas esferas de dominación, sino para situarnos, con independencia, autonomía y según nuestras propias necesidades, en el nuevo orden mundial que se vislumbra en el horizonte.

Eso sí, deben desecharse las ilusiones, que hoy evocan con nostalgia algunos liberales, del Imperialismo benévolo de Joe Biden y Kamala Harris, al que hoy pintan como casi progresista y de avanzada, por dos cuestiones: la política woke y la ayuda al desarrollo que supuestamente representa USAID ‒por la que hoy lloran amargamente aquellos que han vivido de las monedas ensangrentadas que les ofrecía el imperialismo‒ como si se nos olvidara que aquellos personajes son responsables del genocidio del pueblo palestino, entre otros crímenes y agresiones llevados a cabo en los últimos años.

Trump y su actitud de emperador.

Nuevamente, emerge la necesidad de la integración latinoamericana, la obligación de diversificar las exportaciones y el rumbo de nuestro comercio exterior. Dejar de pensar y actuar en forma aislada, porque hoy la andanada imperialista afecta a toda nuestra América, a todos los países sin excepción.

Quienes pensaron que, posando de injerencistas en el caso venezolano, iban a obtener el visto bueno de los Estados Unidos, hoy están viendo cuál es el trato que les da el imperialismo, un término que ellos ya no pronuncian como si les quemara los labios.

Pues, en este momento, hay que volver a pronunciar, sin miedo ni vergüenza, la palabra imperialismo y convertirlo en un concepto útil, para analizar, desentrañar y enfrentar a la “nueva Diplomacia de las cañoneras”, la cual, por sofisticada tecnológicamente que se pretenda, encarna los viejos mecanismos con los que Estados Unidos ha sojuzgado a nuestros países en los últimos 130 años.

Nota: Para la elaboración de este ensayo ha resultado muy provechoso el dialogo sostenido con mi amigo Lucas Mateo Vargas, residente en Brasilia, quien, además, me proporcionó datos concretos sobre diversos autores antiyanquis de nuestra América, entre los que se destacó José María Vargas Vila. Agradezco su valiosa colaboración.

Revista Izquierda, Bogotá.