
CATEDRA CAMINOS DE RESISTENCIA /
En Solidaridad al Pueblo Palestino. Profesores y estudiantes de Universidad Nacional de Colombia pertenecientes a la Catedra Caminos de Resistencia: Palestina en el contexto actual.
Lamentablemente, el pueblo palestino ha estado enfrentando diferentes conflictos en sus diversos territorios durante décadas. La confrontación que persiste hasta el día de hoy tiene raíces históricas profundas y ha estado marcada por actos de violencia bélica durante más de un siglo, dejando a su paso sangre y sufrimiento de inocentes.
Israel, alardeando de su superioridad militar, ha atacado indiscriminadamente las ciudades palestinas, destruyendo hogares, hospitales, escuelas y todo lo que se cruza en su camino. La justificación inicial, alegando la necesidad de erradicar a Hamas, ha resultado ser una cortina de humo para encubrir la brutalidad de una colonización progresiva de Gaza, con el claro propósito de anexar la región a su territorio de manera definitiva
El conflicto actual entre Israel y Palestina es una clara muestra de que, más allá de una guerra entre dos naciones, se está llevando a cabo un genocidio en masa por parte de Israel contra la población palestina. Sin embargo, para profundizar de manera más clara en los actos inhumanos actuales, es prudente hacer un breve recorrido por la historia de este conflicto.
Este enfrentamiento se remonta a 1917, cuando el gobierno británico, a través de la Declaración de Balfour, manifestó públicamente su apoyo al establecimiento de una tierra para el pueblo judío en la región de Palestina, la cual en ese momento formaba parte del Imperio Otomano.
Después de esa declaración, la inmigración judía a Palestina aumentó significativamente, lo que generó tensiones con la población árabe local, que temía la pérdida de sus tierras y derechos. Este fenómeno se intensificó aún más durante y después de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo la aparición de grupos sionistas radicales que comenzaron a atacar objetivos británicos para forzar la retirada de su administración. Como resultado, la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 1947 un plan de partición de Palestina en dos territorios destinados a un Estado judío y otro árabe. Se trata del origen de la llamada “Solución de dos Estados”, que buscaba poner fin a las tensiones entre ambos pueblos.
Pero existe un detalle no contado en el discurso tradicional: Antes de la creación del Estado de Israel y antes de 1945, la convivencia entre judíos y árabes palestinos en la región de Palestina era, en términos generales, pacífica y caracterizada por una interacción cotidiana basada en la cooperación y el respeto mutuo. Durante siglos, bajo el dominio del Imperio Otomano (1517-1917), ambas comunidades compartieron espacios urbanos y rurales, comerciaban entre sí, trabajaban en los mismos mercados y, en muchos casos, vivían en los mismos barrios, con un nivel de integración social y cultural que desmentía la idea de un conflicto inevitable. No fue hasta la intensificación del proyecto sionista y la violencia de las milicias judías que esta convivencia histórica fue destruida, dando paso a la Nakba en 1948 y a la expulsión masiva de los palestinos de su propia tierra
Ahora, como podemos ver en la actualidad, Palestina es un territorio sometido y violentado por el movimiento sionista. No se trata de dos naciones en guerra, sino de una población civil en medio del fuego cruzado y, muchas veces, el objetivo a exterminar.
El pueblo palestino, constantemente humillado de todas las formas posibles por el sionismo israelí por medio de confiscación de tierras, la denegación de su uso, la restricción del acceso a recursos naturales y servicios, la anexión del territorio y la supresión de la resistencia sirven como herramienta de coacción para expulsarlos de su propia tierra. Porque un pueblo sin tierra para subsistir es un pueblo condenado a su desaparición.
A pesar de las constantes transgresiones que ha sufrido Palestina, su pueblo, sus hombres, mujeres y niños son cada día una muestra del poder de la resistencia y del amor por su tierra y sus costumbres. Son ejemplo de quienes cuidan lo que son, luchan sin descanso y mantienen vivo su legado y su historia sin importar las circunstancias.
“Si eliges ser neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor. No podemos quedarnos en silencio mientras Israel comete crímenes contra el pueblo palestino”.
– Desmond Tutu.
Una de las características más bellas del ser humano es el sentimiento de esperanza: creer que algo positivo ocurrirá en el futuro y seguir adelante sin importar los obstáculos. Más que solo creer, se trata de trabajar día a día para que ese sueño se haga realidad. Una muestra clara de cómo se ve la esperanza y de cómo un sentimiento se convierte en poder es el camino de lucha de este pueblo durante décadas. A pesar de victorias y sufrimientos, se mantiene en pie, no se rinde, no renuncia.
La resistencia del pueblo palestino es mucho más que un acto de desafío; es un símbolo de dignidad inquebrantable, una afirmación rotunda de existencia frente a un sistema que busca suprimirla. A lo largo de décadas de ocupación, despojo y violencia, el pueblo palestino ha demostrado que la resistencia no solo se libra en el campo de batalla, sino también en la vida cotidiana: en la madre que sigue enseñando a sus hijos su lengua y su historia a pesar de la opresión, en el agricultor que cultiva su tierra aunque los asentamientos ilegales intenten arrebatársela, en el estudiante que cruza retenes militares para llegar a clase, en el poeta que transforma el dolor en versos que recorren el mundo. Es el médico que atiende pacientes en hospitales destruidos, sin insumos, sin descanso, pero con la convicción de que salvar una vida es, en sí mismo, un acto de resistencia. El joven que, con una piedra en la mano o con un libro bajo el brazo, enfrenta la maquinaria de la ocupación, porque tanto la educación como la lucha en las calles son herramientas de liberación. En cada escuela reconstruida, en cada semilla sembrada, en cada mural pintado sobre los muros de la ocupación, Palestina grita que sigue viva.
Resistir es negarse a desaparecer, es desafiar cada intento de borrar su identidad y su derecho a existir. A pesar del asedio, del desplazamiento forzado y de la brutal represión, Palestina sigue en pie, sosteniendo con orgullo su bandera y su lucha, demostrando que la dignidad de un pueblo jamás podrá ser erradicada por la fuerza.
Desde la Cátedra Caminos de Resistencia: Palestina en el contexto actual, nuestro objetivo es presentar a la comunidad universitaria, desde la perspectiva de expertos y eruditos en el tema, la situación actual en el territorio palestino. No solo buscamos mostrar la historia del conflicto, su cronología y su impacto a nivel local y global, sino también resaltar, más allá del enfoque meramente académico, la preocupación y empatía que debemos tener como seres humanos ante los atropellos cometidos en Palestina. Sobre todo, queremos enfatizar la importancia de manifestar nuestro apoyo y admiración al pueblo palestino, con la certeza de que, más allá de las fronteras geográficas y las diferencias culturales, mantenemos nuestra solidaridad con su causa.
Hoy la tierra donde nacimos se convierte en madre,
cobíjanos bajo tu seno, cúbrenos con tu calor
pues hoy la patria yace rota
Deber de los bienaventurados, futuro en la forja
Alcemos la cabeza.
– Dulce et Decorum.
Por todo lo anteriormente expuesto, nosotros, la comunidad y el grupo estudiantil de la Cátedra Caminos de Resistencia: Palestina en el Contexto Actual de la Universidad Nacional de Colombia, queremos expresar nuestro apoyo al pueblo palestino, reconociendo su fuerza, admirando su lucha y determinación para resistir el genocidio y la limpieza étnica que el Gobierno israelí ha desatado desde hace décadas, impulsado por sus ansias expansionistas y apoyado por gobiernos capitalistas que han olvidado lo que significa ser humano. La vaya que separa el paraíso, jamás podrá frenar las intenciones de aquellos nobles y aventurados por la búsqueda de la paz. Como estudiantes de la institución pública más importante del país, consideramos fundamental alzar la voz en favor de la lucha inquebrantable que el pueblo palestino ha sostenido durante generaciones y que ahora sus niños heredan.
Con un saludo de fuerza nos despedimos, manteniendo siempre presente que, a pesar de estar a 11,567 km de distancia, su lucha está presente y no se olvida.
¡La ocupación no podrá robarles el derecho a existir con dignidad!
“Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano.”
– Yasser Arafat, líder palestino, Premio Nobel de la Paz.