
POR OMAR ROMERO DÍAZ
La decisión de la Comisión Séptima del Senado de archivar la reforma laboral propuesta por el Gobierno del presidente Gustavo Petro no fue solo un trámite legislativo: fue un acto político que reflejó los intereses de la oligarquía económicas que históricamente han usufructuado el trabajo ajeno en Colombia, precarizando los derechos laborales y limitando las oportunidades de los sectores populares. Esta negativa parlamentaria desconoce el clamor de millones de trabajadores, campesinos, mujeres, jóvenes, informales, emprendedores asociativos y poblaciones vulnerables que reclaman justicia social en el mundo del trabajo.
Frente a este bloqueo institucional, el pueblo colombiano tiene en sus manos un arma legítima y constitucional: la Consulta Popular. Este mecanismo democrático no solo desafía la inercia del poder legislativo, sino que reafirma que el poder constituyente reside en el pueblo. Las 12 preguntas que se someterán a votación no son promesas vacías, sino derechos negados que deben ser conquistados mediante la organización popular y el voto consciente.
Veamos críticamente por qué es necesario decir SÍ a cada pregunta:
*Jornada laboral de máximo 8 horas (6 a. m. – 6 p. m.): la explotación de jornadas extendidas atenta contra la salud física y mental. Decir sí es restituir el derecho al descanso, a la vida familiar y al tiempo libre. Es actualizar el derecho laboral a las exigencias humanas del siglo XXI.
*Recargo del 100 % por trabajo en domingos y festivos: hoy, millones trabajan los fines de semana sin una compensación justa. El SÍ reivindica el valor del tiempo libre y obliga al capital a reconocer el sacrificio del trabajador.
*Incentivos a micro y pequeñas empresas asociativas: el modelo económico dominante privilegia a las grandes corporaciones. Esta medida democratiza el crédito, fomenta la economía popular y asociativa, y pone el desarrollo en manos del pueblo.
*Licencias médicas por tratamiento y menstruación incapacitante: humanizar el trabajo implica reconocer la diversidad de cuerpos y condiciones. El SÍ es un grito por el trabajo digno, con enfoque de género y salud integral.
*Inclusión laboral de personas con discapacidad: no es caridad, es justicia. Esta medida rompe barreras estructurales y promueve una sociedad más equitativa e inclusiva.
*Contrato laboral para jóvenes aprendices del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA): el SÍ rompe el círculo de “trabajo sin derechos” para la juventud. Es un primer paso hacia un futuro sin explotación juvenil ni informalidad estructural.
*Derechos laborales para repartidores de plataformas: la economía digital no puede seguir siendo una zona de excepción. Este punto pone límites al abuso de las plataformas y garantiza seguridad social a miles.
*Régimen especial para trabajadores agrarios: el campo ha sido históricamente excluido de la legislación laboral. Esta medida busca dignificar al campesinado y combatir el trabajo rural sin derechos.
*Eliminación de la tercerización abusiva: la tercerización es una forma moderna de esclavitud laboral. Decir SÍ es recuperar la relación directa trabajador-empleador y frenar los abusos contractuales.
*Formalización de trabajadores informales: madres comunitarias, conductores, artistas, trabajadoras domésticas… todos merecen derechos. Esta propuesta reconoce el valor del trabajo no tradicional y busca integrarlo a la seguridad social.
*Estabilidad laboral como regla general: la temporalidad forzada produce inestabilidad vital. Apostar por el contrato indefinido como norma es darle al pueblo certidumbre, arraigo y proyección de vida.
*Fondo de bono pensional campesino: la vejez campesina ha sido ignorada. Esta medida reconoce una deuda histórica con quienes han alimentado al país sin tener garantizado ni el pan en su vejez.
Este no es un conjunto de propuestas sueltas. Es un proyecto integral de dignificación del trabajo que enfrenta al modelo neoliberal y a los poderes económicos que han capturado el Estado. La historia nos ha enseñado que cuando las instituciones se niegan a reformar el orden injusto, el pueblo debe hacerlo desde abajo, desde las urnas, desde la calle, desde la conciencia colectiva.
La consulta popular es más que un acto electoral. Es un acto de soberanía popular. Salgamos masivamente a votar por el SÍ. Que las plazas, las veredas, los barrios obreros y las cooperativas griten al unísono: ¡Sí al trabajo digno, sí a la vida con derechos, sí a la justicia social!