En búsqueda de las raíces del propósito nacional

POR ALFONSO AVELLANEDA

El proceso que debe llevar a la construcción de una nación colombiana democrática con dignidad y autonomía debe partir descubrir los elementos fundamentales que nos caracterizan. Habría que señalar tres aspectos que explicarían hoy lo que somos como pueblo colombiano: el primero, los orígenes y la importancia de los pueblos fundantes: indígenas, afrodescendientes y mestizos que tienes diversas y complejas expresiones territoriales que si bien tocan todo el territorio se expresan con fuerza hoy con los pueblos indígenas en Amazonia, el Chocó biogeografico y la Sierra Nevada de Santa Marta. Los pueblos afrocolombianos en el Choco biogeográfico, el Cauca y la región Caribe; los campesinos mestizos en la zona andina, los valles interandinos, la Orinoquia y otros pueblos como los arabedescendientes en el Caribe y en algunas ciudades de la Costa Atlántica, sin olvidar el pueblo raizal de San Andrés y Providencia. 

El segundo aspecto, la lengua castellana con sus ricas expresiones regionales diversas y complejas; y en tercer lugar, las expresiones de los desarrollos surgidos a partir de las fuertes relaciones culturales y económicas con el exterior desde finales del siglo XIX hasta ahora que caracterizan el crecimiento y conformación de los núcleos urbanos de las grandes ciudades y las zonas agrícolas como el Eje Cafetero y los sistemas agrícolas del Valle del Cauca, el Alto Magdalena y el Piedemonte Llanero. Sobre estos tres componentes de la territorialidad colombiana podemos construir nuestra identidad como nación. El debate está abierto.

Cuando los Páramos hablan

Subiendo a la montaña desde Paipa se escucha la música que viene del ruiseñor al amanecer, sobre los grandes árboles de encenillo las pavas saludan al campesino con sus graznidos penetrantes que se funden con los sonidos del viento sobre las ramas de los encenillos y los cucharos. En la cima de la montaña hacia el occidente se vislumbra el paisaje abierto que alberga el humedal El Desaguadero, que se niega a desaparecer y que en el vuelo de las águilas que recorre su cielo y en las carreras de los tinajos, liebres, cajiringos, comadrejas y curis expresa que quiere seguir existiendo. La vida se resiste a desaparecer a pesar de los miles de toneladas de plaguicidas aplicadas en la papa por casi 50 años sobre su entorno y de unos 30 años de ganadería intensiva sobre sus planicies y laderas.

Las expresiones de la fauna y la belleza de los colores, las aromas y las formas de las plantas se funde en solo grito por la vida, ahora que los pobladores y usuarios de los acueductos alimentados por el agua que almacena y regula su ciclo en la montaña están alzando la voz para que el Páramo siga existiendo, una sola voz se proyecta en el eco de las insondables montañas boyacenses: ¡el Páramo se respeta!

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