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Lo que faltaba en un país como Colombia, víctima de despojo por su criminal clase dominante y su codiciosa elite económica, durante prácticamente todo su devenir histórico que, utilizando el Estado y ejércitos paramilitares (también conocidos como grupos de autodefensa), lograron convertir a este país en un tenebroso experimento de “acumulación por expropiación”, como diría el geógrafo británico David Harvey, ahora de manera desembozada, el farisaico integrante de la cuestionada Compañía de Jesús y presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux Rengifo, trata de lavarle la cara a uno de los impulsores de estas agrupaciones sanguinarias encargadas del pillaje y asesinato de millares de campesinos por arrebatarles sus tierras, el impresentable exmandatario Álvaro Uribe Vélez, responsable de más de 6.400 ‘falsos positivos’, durante su gobierno (2002-2010) de triste recordación.
De Roux Rengifo durante un foro organizado por la revista Semana, convertida desde hace algo más de un año en una gacetilla propagandística del uribismo y de la ultraderecha colombiana, no tuvo ningún reato en afirmar que “Álvaro Uribe desmontó el paramilitarismo”.
Adicionalmente, el sacerdote jesuita, que algunos sectores de la izquierda colombiana lo prohíjan por considerarlo ‘progresista’, no solo buscó congraciarse cínicamente con el cuestionado Uribe Vélez sino que sus afirmaciones fueron más allá con el propósito de asumir una postura negacionista respecto del criminal fenómeno paramilitar tanto en el pasado como en el presente.
Este clérigo de la Compañía de Jesús, de la cual fue provincial en Colombia, devenido hace muchos años en Tartufo, proviene de una familia acomodada del Valle del Cauca, cuyos dos hermanos, Gustavo y Carlos Vicente, de manera oportunista, han militado en agrupaciones de izquierda, ocupando posiciones de relevancia política. Los tres siempre han aparentado tener una posición ‘progresista’, pero solo ha sido una estrategia hipócrita para escalar posiciones, su denominador común es que han terminado al servicio de los intereses del decadente establischment colombiano.
Además, este eclesiástico que por su envanecimiento y buen manejo de imagen en el oligopolio mediático logró que lo designaran integrante y presidente de la Comisión de la Verdad, organismo creado a raíz de los Acuerdos de Paz de 2016, hace parte de la comunidad jesuítica desde la década de los 70, época en que tomó los hábitos para continuar la cruzada religiosa-política-económica de Ignacio de Loyola y Francisco Javier.
En Colombia como en muchos países de Latinoamérica históricamente la presencia de la Compañía de Jesús ha sido funesta, por eso fue expulsada de varios de ellos por su codicia y su desmedido afán de lucro, así como por su intervención camuflada en asuntos políticos.
En efecto, Francisco de Roux Rengifo pertenece a esa peligrosa cofradía jesuítica de la tesitura de sus antecesores como los tonsurados Rufino Beriestain, Marco A. Restrepo, Fernando Arango y Rafael Tenorio, quienes desde el Colegio San Bartalomé de la Compañía de Jesús en Bogotá, organizaron el complot para asesinar al dirigente político liberal Rafael Uribe Uribe en octubre de 1914, por indicación expresa del entonces arzobispo de la capital colombiana, Bernardo Herrera Restrepo. (1)
Reacciones ante las temerarias apreciaciones de De Roux
Frente a las declaraciones formuladas por el clérigo y presidente de la Comisión de la Verdad en el foro organizado por el órgano publicista del uribismo, propiedad del pulpo económico de la potentada familia Gilisnki, fueron varias las reacciones, sobre todo de caracterizados defensores de derechos humanos, que salieron a cuestionarlo.
Myriam Ojeda, consejera nacional de Paz por Europa para los colombianos en el exterior, emitió un pronunciamiento público en sus redes sociales en el que rechazó categóricamente las afirmaciones de De Roux.
“Son temerarias y negacionistas del fenómeno del paramilitarismo, tanto en el pasado como en el presente. Se consolida como una afrenta más para las miles de víctimas que el paramilitarismo ha generado en Colombia a lo largo y ancho de los territorios”, precisó.
Agrega en su declaración que “el uso del lenguaje en esta entrevista es deplorable y va en contra de todo lo construido en la Comisión Verdad. Decepciona usted el trabajo que con tanto valor humano se ha realizado para entender las causas y el contexto de la guerra en Colombia”.
Solicita al jesuita examinar el “uso del lenguaje y la interpretación de la guerra y si no logra comprender el tamaño de las imprecisiones de sus palabras, entonces lo sano es que renuncie y no le haga más daño a la construcción de memoria histórica”.
“Impresentable que después de los miles de testimonios se apele a una interpretación simplista y sesgada de la violencia paramilitar que arrojó no solo miles de muertos sino millones de desplazados internos y externos, violaciones y masacres que arrasaron pueblos enteros”, agrega Ojeda.
Y de manera categórica añade: “No, los paramilitares no ‘liberaron’ al país ni a ninguna región de la guerrilla. El horror nunca podrá ser liberador, con esto le aclaro todo”.
Lamenta la visión que De Roux tiene del conflicto colombiano y sostiene que “sus palabras son ofensivas contra la construcción de paz que la misma Comisión de la Verdad ha desarrollado de forma tan importante en estos cuatro años. Sus palabras desconocen el daño que aún el paramilitarismo le sigue ocasionando al país, y no, el presidente Uribe no desmontó a las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) con el Pacto de Ralito, pues este ‘acuerdo’ se firmó en secreto, por fuera del marco legal de un proceso de paz”.
“Muy desafortunada su intervención en el panel foro convocado por la revista Semana. Invito a todos los Comisionados y Comisionadas de la Comisión de la Verdad a que realicen una auto-reflexión sobre la historia de Colombia y establezcan claridad para la no re-victimización a quienes sufrieron y siguen sufriendo de manos del paramilitarismo. Me uno al rechazo masivo que desde muchas organizaciones de víctimas vienen pronunciando con fuerza y determinación por las infortunadas afirmaciones del padre de Roux”, concluye la declaración de Myriam Ojeda.
“Ofensa a la memoria de las víctimas”: Iván Cepeda
Por su parte, el senador Iván Cepeda Castro consideró el desaguisado del presbítero jesuita como “una seria ofensa a la memoria de las víctimas”.
En su cuenta de Twitter, Cepeda se pronunció en los siguientes términos:
Las omisiones del Presidente de la Comisión de la Verdad
También la periodista y defensora de derechos humanos, Claudia Julieta Duque, perseguida y afectada por los organismos de inteligencia del Estado colombiano por su meritoria labor investigativa, enumeró las omisiones de De Roux y en su cuenta de Twitter expuso:
Nota
- Covo, Adelina. Una Historia Tenebrosa. Bogotá: Icono Editorial Ltda., 2014.
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