POR RAMIRO GÁLVEZ ALDANA
La CUT y el Comité Nacional del Paro (CNP) han convocado a una jornada nacional de paro cuyo desarrollo tendría lugar el 3 de enero, 10 días antes de las elecciones generales a Congreso de la República. ¿Qué explica este llamado en circunstancias en que el país se prepara para elecciones a congreso el 13 de marzo?
La respuesta a tal interrogante debe buscarse en el alarmante deterioro de las condiciones generales de vida de la población colombiana, agravadas por la profunda crisis asociada a los efectos de la pandemia que ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de la inmensa mayoría de los sectores sociales empobrecidos y desprotegidos del país.
Las circunstancias de intensa miseria, hambre y desempleo generalizados y la sordera de los gobernantes colombianos, propiciaron el estallido social que conmovió al país durante más de tres meses en 2021. La rebelión de pobladores empobrecidos y abandonados de “la mano de Dios” irrumpió como un “rayo en cielo sereno”. Mientras el régimen Duquista-Uribista procedía a salvar a los banqueros, a quienes regaló 500.000 millones de pesos, abandonaba a su suerte a las inmensas mayorías populares. Las multitudinarias y combativas marchas a lo largo y ancho de la geografía nacional retroalimentaron el paro nacional que se tornó indefinido.
La pobreza multidimensional, alcanzó la escalofriante cifra de más de 9 millones de pobres. Para el académico César Ferrari, el empleo formal era una de las grandes deudas que se tenía en el país. La tasa de desempleo en Colombia alcanzó 13. 7% en 2022. El análisis cobra gran relevancia en la coyuntura actual al considerar también los efectos económicos y sociales producidos por las medidas de confinamiento obligatorio, resultado de la epidemia de SARS-CoV-2 en 2020. En efecto, esas medidas tuvieron un impacto adverso adicional sobre los ingresos de los hogares colombianos en condiciones de pobreza extrema.
La política del Estado colombiano fue, como ha sido siempre, en apoyo de los grandes consorcios financieros, dejando a su suerte a millones de asalariados y a la inmensa capa de pequeños empresarios, Es este el contexto actual que no da trazas de modificarse en Colombia,
Según la FAO, Colombia aparece dentro de los 20 puntos críticos de hambre, siendo el único país en Sudaméricacon tal estatus. En tal sentido, el informe reveló que 7,3millones de colombianos sufren inseguridad alimentaria y necesitan urgentemente asistencia alimentaria. De estos, 1,1 millones de migrantes venezolanos padecían inseguridad alimentaria en julio de 2021.
De acuerdo con el portal del diario económico Portafolio, “Es probable que la inseguridad alimentaria se deteriore aún más en Colombia en los próximos meses debido a una combinación de inestabilidad política, desafíos económicos y el impacto continuo de la crisis migratoria regional amplificada por el desplazamiento interno”.
La respuesta de los trabajadores y de los “nadies” fue la toma multitudinaria de calles y plazas al tiempo que el paro se generalizaba en el resto del país. El Gobierno Duque se vio obligado a retroceder y a retirar la propuesta de reforma tributaria y a la salud que hacían curso en el Congreso colombiano y, a cesar al ministro Carrasquilla, esperando con ello, desactivar el movimiento social que amenazaba convertirse en una insurrección general. La resistencia en pueblos y veredas hizo uso de métodos de lucha innovadores. En varias ciudades se conformaron las “primeras líneas” que fueron los mecanismos con el que las masas en lucha defendían sus espacios territoriales en contra de la militarización de campos y ciudades.
El cuadro esbozado muestra actualmente una conflictividad social en auge, pues la situación social no da trazas de modificarse, y por lo contrario tiende a generalizarse ante los oídos sordos y el desprestigio meteórico del gobierno Duque. Es este panorama el que explica el llamamiento de la CUT y el CNP que una vez más convocan a una nueva jornada de lucha. Sin embargo, los aparatos de los partidos políticos, se encuentran insertos en la coyuntura electoral, estimando la mayoría de éstos inoportuna la convocatoria del movimiento social a luchar. No debe olvidarse que el mismo precandidato presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro, expresó su desacuerdo con las medidas de hecho impulsadas por los trabajadores durante las protestas del año 2021 y que además llamó a los huelguistas a levantar su lucha. Ante este panorama, los demócratas colombianos debemos mantener las banderas y reivindicaciones del movimiento social, apoyando los llamados a la lucha directa por parte de los trabajadores. De ninguna manera las acciones del paro pueden considerarse un obstáculo para el desarrollo de la campaña electoral.
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