El 19 de junio

POR JOSÉ ARNULFO BAYONA* /

Ganó el principio de esperanza por la vida, la paz, la democracia y la justicia social y ambiental, contra la hegemonía de la guerra y de la muerte, el gobierno de las mafias, la corrupción, el fraude electoral, la pobreza, el hambre, la explotación y la miseria.

José Arnulfo Bayona

Ganó la política porque resignificó su sentido con el voto de millones de ciudadanos y ciudadanas que decidieron romper con la inveterada práctica de venderle el voto a políticos corruptos y del método perverso del “tu me elijes yo te nombro”, con el cual las oligarquías y sus partidos liberal y conservador, junto con sus posteriores derivaciones lideradas por el ultraderechista Álvaro Uribe, construyeron sus poderosos aparatos clientelares, con los cuales se repartían los recursos del erario, ejercieron su centenaria hegemonía y construyeron el aparato de estado y su política de muerte en función de sus intereses y los de potencias extranjeras, en detrimento de la vida del pueblo dejado en el abandono, la exclusión y la desventura durante más de dos centurias.

Los 11.300.000 ciudadanos y ciudadanas que votaron por Gustavo Petro y Francia Márquez, son clara expresión de esta ruptura y de rechazo a la corrupción y las políticas antipopulares con las cuales construyeron sus grandes fortunas y relegaron las mayorías al olvido, la desidia y la pobreza. El 19 de junio vio la luz una nueva manera de hacer política, la de votar por ideas y programas y elegir democrática y pacíficamente personeros y personeras de las mejores propuestas; es decir, las que posiblemente favorezcan las aspiraciones de las mayorías y el progreso colectivo.

Ganó la paz, porque el pueblo apoyó la  propuesta del Pacto Histórico, de retomar el cumplimiento estricto del acuerdo de paz firmado con las Farc, hecho trizas por el uribato y su títere el subpresidente Duque, así como, la de  retomar los diálogos de paz con el ELN, truncados por el gobierno de Uribe-Duque; además, de la propuesta de crear una política de sometimiento a la justicia de los grupos paramilitares y de narcotraficantes que han sembrado de muerte y sometido al desplazamiento forzado y masivo a la población de amplias regiones del país. El pueblo rechazó la guerra recrudecida, como consecuencia de la reinstalación de la criminal política de seguridad democrática durante los cuatro años de este mal gobierno.

Ganó la justicia, porque la ciudadanía, con su voto, condenó las masacres, los bombardeos a supuestos o reales campamentos de las guerrillas ocupados con niños y niñas, la brutalidad de las  Fuerzas Armadas del Estado, los asesinatos y desapariciones de jóvenes que ejercieron su derecho a la protesta social y pacífica, los feminicidios o asesinatos de mujeres que constituyen el 52% de la población colombiana que, con los liderazgos de los movimientos feministas, han librado y libran luchas anti patriarcales, anti machistas y para que no las asesinen por el hecho de ser mujeres y, la población LGBTIQ+ sometidos a persecución y asesinato, por ejercer libremente su opción sexual o de género, los asesinatos de líderes y lideresas sociales y ambientales, el exterminio de comunidades indígenas ancestrales y de la comunidades afrodescendientes. Fue claro su respaldo a la urgente necesidad de una reforma a la justicia.

En esta memorable jornada electoral ganaron los nadies, título del poema de Eduardo Galeano, tomado, en su sentido amplio, por Francia Helena Márquez Mina, para asumir la vocería de los pueblos de la otra Colombia, la de las mayorías de nuestros pueblos de la periferia, empobrecidos, racializados, abandonados, discriminados, despojados de sus mas elementales derechos, sometidos a las carencias de todo tipo y victimizados por la  política de guerra del estado y los demás actores de las violencia que los expulsó de sus territorios y los arrojó a las  grandes ciudades a engrosar las filas de los miserables  que también se cuentan por millones en estas urbes. El ejercicio del sufragio de estos millones de hermanos y hermanas colombianos que viven las desgracias del abandono estatal, es sin duda el aporte invaluable de Francia Márquez, que salió de las entrañas del pueblo negro, racializado y palenquero para representarlos y reivindicarlos, con su auténtica vocería en el próximo gobierno.

Los nadies y las nadies, son también las juventudes relegadas al olvido, perseguidas, masacradas, mutiladas y torturadas por la brutalidad de los cuerpos armados del estado y judicializados por la Fiscalía de bolsillo del subpresidente Duque, por el delito de exigir oportunidades de educación, empleo y vida digna. Juventudes que, junto a los pueblos urbanos empobrecidos y despojados de sus derechos y, la clase trabajadora, reactivaron el principio de esperanza en las luchas de 2019, 2020 y en el estallido social de 2021.

Esas son las multitudes que parieron el liderazgo incuestionable de Francia Márquez que lideró, con su slogan “de la resistencia al poder”, su vinculación a la nueva forma de hacer política, hecho que marcará la historia con tinta indeleble, como la primera mujer negra, empobrecida, racializada y palenquera, que vivió las privaciones y las carencias de sus hermanos y hermanas ancestrales y sufrió junto a ellas, persecución, opresión, humillación y exclusión, en ser elegida como vicepresidenta de Colombia.

Ganaron, la educación, la ciencia y la tecnología que, por primera vez en 212 años, contará con un presupuesto que las llevará a ser el eje de la construcción de la sociedad del conocimiento y el progreso colectivo que pregona Petro; así como, de la construcción de una cultura democrática, la paz y el ejercicio civilizado de la política. Millones de niños, niñas y jóvenes tendrán, por primera vez en la historia, la posibilidad de materializar su derecho a la educación gratuita, universal y de calidad, desde el prescolar, hasta la universidad y la especialización, si así lo desean. Los maestros y las maestras, tendrán la oportunidad de cualificar y dignificar su profesión, volver a gozar de un estatuto docente único y de reunificarse en torno a una sola organización gremial; así como, gozar de un nuevo sistema de salud digno y a cargo del estado.

Ganaron los/as trabajadores/as de la salud, que tienen, ahora sí, la posibilidad de eliminar la vinculación por órdenes de prestación de servicios, formalizar su vinculación laboral y disfrutar de los derechos y garantías laborales y de seguridad social en salud, conforme a los acuerdos internacionales, firmados por el Estado colombiano y violados por gobiernos neoliberales. El pueblo ganó la posibilidad de la materialización de su derecho a la salud, porque, según lo prometido, se acabará el negocio privado de este vital servicio que debe ser prestado por el estado. Las EPS, dejarán de ser intermediarios financieros en la prestación del servicio, para dar paso a un nuevo modelo, que desarrolle la Ley estatutaria de la salud, tantas veces burlada por los gobiernos uribistas anteriores.

Ganó además la Madre Tierra, porque se iniciará el proceso de transición de las energías fósiles y el extractivismo, que la degrada y contamina, hacia las energías limpias alternativas y la producción agrícola en armonía con la naturaleza, para la soberanía alimentaria y el cuidado de la vida, no habrá fracking, ni fumigación de cultivos de coca y la sustitución de estos cultivos estará ligada  a la reforma agraria prevista en el Acuerdo de Paz, la industrialización de la producción agrícola y la generación del empleo productivo.

El uribato y su aparato criminal, los partidos de la corrupción, Centro Democrático, Liberal, Conservador, Cambio Radical, de la U, el Nuevo Liberalismo, principalmente, que vivieron siglos de  opulencia y de acumulación de sus grandes fortunas, sometieron nuestro pueblo a la explotación, la opresión y la miseria, los gremios económicos y las multinacionales que se beneficiaron y se benefician  de las políticas neoliberales con la privatización de lo público y el extractivismo, fueron las grandes derrotados en esta histórica jornada electoral.

El pueblo colombiano y los nuevos actores de la política, deben estar alerta para exigir que el principio de esperanza se materialice progresivamente y sea, hacia el futuro mediato, una realidad. La sensatez indica que nadie espera ríos de leche y miel, ni soluciones mágicas.  El pueblo sabe que el camino será largo, tortuoso y lleno de obstáculos. Pero el proceso de cambio por el que votó la mayoría de la otra Colombia, debe comenzar a andar. La movilización debe acompañar este proceso cada vez que sea necesario para impedir el saboteo de las oligarquías que no duermen.

*Miembro de la Red Socialista de Colombia.

@TrinoSocialista

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