POR LYNN FRIES /
Entrevista con John Bellamy Foster, profesor de sociología en la Universidad de Oregón y editor de Monthly Review, una revista socialista independiente que se publica mensualmente en la ciudad de Nueva York. Su investigación está dedicada a indagaciones críticas sobre la teoría y la historia, centrándose principalmente en las contradicciones económicas, políticas y ecológicas del capitalismo, pero también abarcando el ámbito más amplio de la teoría social en su conjunto. Ha publicado numerosos artículos y libros enfocados en la economía política del capitalismo, la crisis económica, la ecología y la teoría marxista.
Bellamy Foster explica la “solución” ideada por las finanzas globales para resolver la crisis ambiental inminente: crear activos por valor de varios billones de dólares a partir de todo lo que tiene o hace la naturaleza y expropiarlos de los bienes comunes globales para obtener ganancias. Peor aún, enfatiza, ya está sucediendo.
Según su análisis, lo más probable es que se aumente el calentamiento global en 1,5 grados centígrados en esta década o en sólo unos pocos años más. “Estamos al borde del precipicio, al borde de un punto de inflexión en el clima, a partir de este punto el cambio climático será irreversible”, afirma.
Instrumentos financieros para controlar la naturaleza
Señor Foster, me parece que este fue el tema que estuvo en el centro de la Conferencia de Cambio Climático de la ONU de 2021.
Sí. Irónicamente, durante la Cumbre Climática (COP 26 en Glasgow) todo el mundo estaba esperando las medidas que acordarían los gobiernos y los poderes fácticos para proteger la tierra… y, sin embargo, los principales acuerdos de Glasgow fue un plan para la conquista financiera de la tierra, claro, en nombre de salvar la naturaleza. Los ecologistas partidarios de la “conservación”, también, se compraron estas políticas depredadoras.
Lamentablemente, esta fue la resolución más importante de la Cumbre de Glasgow, patrocinada y financiada por el capital con el apoyo de los gobiernos. No hubo ninguna discusión pública acerca de este grave asunto. No hay ningún país donde estos acuerdos hayan sido sometidos a un proceso de debate democrático.
Ahora, el capital está procediendo a comprar los llamados “servicios de los ecosistemas”. Para ello han creado instrumentos financieros destinados a controlar la naturaleza, obtener beneficios y riquezas a partir de su explotación.
Entre los “servicios de los ecosistemas” propios de la naturaleza están; el clima, la fertilidad del suelo agrícola, los procesos de polinización, el ciclo del agua, la calidad del aire, etc.
¿Hay alguna conexión entre esta nueva clase de activos financieros con la financiarización de la naturaleza que promueve hoy el llamado capitalismo verde?
Desde que el mundo atravesó la crisis financiera del 2008 uno de los problemas más serios y persistentes es la gran inestabilidad financiera. Esto ocurre porque no existen suficientes activos subyacentes para soportar la expansión financiera del sistema.
Y, pesar del grave desequilibrio económico que vivimos hoy seguimos acumulando deudas interminables. Pero, estas nuevas deudas- al igual que las antiguas- siguen sin tener suficientes fundamentos materiales para sostenerse.
Por tanto, el capital empezó a buscar desesperadamente nuevas fuentes de beneficios seguros y llegó a la conclusión que había que asaltar a la naturaleza vía el endeudamiento. Allí está la base material para la siguiente ola de financiarización de la economía.
Han apostado a una “financiarización continua” haciendo que los servicios a la naturaleza se conviertan en otra forma de valor de cambio, un mecanismo sencillamente especulativo. Este gran cambio se produjo en el otoño de 2021, durante las negociaciones climáticas de la ONU. En esas reuniones se introdujeron tres nuevas iniciativas.
Una, es la Alianza Financiera de Glasgow para Net Zero, una coalición que reúne a las grandes corporaciones financieras, los grandes bancos, los fondos de cobertura, etc. Estas entidades se coordinaron para disponer de 130 billones de dólares en activos con el objetivo de financiarizar (endeudar) la naturaleza para “conseguir una economía con carbono cero a nivel mundial”.
Coincidentemente, el mes anterior, la Bolsa de Valores de Nueva York junto con Intrinsic Exchange Group introdujeron una nueva clase de activos llamado Activos de Capital Natural. Estos activos en realidad son “herramientas financieras estructuradas para generar flujos de ingresos a partir de los servicios de los ecosistemas”. Al implementar estos “nuevos activos” el capital puede endeudarse nuevamente: todo en nombre de salvar al planeta.
Además, en las negociaciones climáticas se acordó un plan para hacer que funcione con eficacia el comercio de carbono que se introdujo en el Acuerdo de París de 2015. Este mecanismo global de comercio de carbono es otra forma de financiar la naturaleza, es decir endeudarse a costa de la naturaleza.
El objetivo declarado del capital financiero es convertir los servicios ecosistémicos, creado por la tierra, y realmente básicos (como la fotosíntesis y la producción de oxígeno) en valor de cambio de activos financieros.
En principio, las corporaciones serían propietarias de lo que hace la naturaleza. Los humanos probablemente seguirán siendo nominalmente los “dueños” del planeta, pero el capital sería dueño de los servicios que proporciona la naturaleza. Y el capital administraría este “capital natural” para obtener enormes cantidades de dinero.
Como ha explicado el Grupo de Intercambio Intrínseco (IEG) sería un proceso “de gran y prolongada acumulación, pues en sólo un siglo, se calcula que los servicios de los ecosistemas ascienden a lo menos a cuatro mil billones de dólares”. Esta asombrosa cantidad de dinero quedará en manos de las grandes corporaciones.
Al parecer este programa apunta contra el Sur Global porque la “Iniciativa de Glasgow” dispuso que para mitigar la producción del CO2, la financiación tendrá duras condiciones para los países en desarrollo. Esos países deberán abrir sus economías al capital global para obtener financiamiento. Entonces, solo para aclarar de qué estamos hablando. ¿Todo este intríngulis implica la creación de derechos financieros, es decir, títulos sobre bienes naturales y ecosistemas que pueden ser negociados y apalancados? ¿Es esto básicamente lo que quieres decir con financiarización y acumulación de capital a partir de la naturaleza?
Las finanzas se basan realmente en la fomento de la deuda. Y desde esa perspectiva, el dinero en sí mismo es una deuda. Por tanto, esto implica hipotecas sobre los flujos de ingresos futuros de los activos subyacentes, en otros términos son deudas que aportarán beneficios a los acreedores: bancos y grandes fondos del capital.
Substancialmente, significa que estaríamos vendiendo lo que la naturaleza nos proporciona. Con la “Iniciativa de Glasgow”, de lo se trata es vender lo que la naturaleza produce de manera natural durante los próximos dos siglos. Y esto será muy peligroso y dañino. Si miras hacia atrás en la Gran Crisis Financiera del 2008 todo el sistema estuvo en peligro de colapsar porque el sistema económico está estancado, un estancamiento que no ha terminado.
Ahora la financiarización, es decir el crecimiento de la deuda, está en un nivel más alto que en 2007 y podría ocurrir otra crisis financiera debido a que se sigue creando burbujas de deuda para hacer crecer la economía. Sin embargo, como sabemos, estas burbujas explotan tarde o temprano y ya conocemos sus consecuencias. Las economías están creciendo lentamente pero, al mismo tiempo están aumentando las burbujas de la deuda. Así que estamos en una trampa: estancamiento y financiarización.
Para mantener la burbuja de la deuda el poder económico pretende financiar la naturaleza y administrar los servicios de los ecosistemas bajo los principios capitalistas, es decir llevar a la naturaleza a la economía de los especuladores, a otra burbuja financiera. Pero, todo esto es absurdo, porque leyes de la naturaleza no operan como los mercados capitalistas y habló de leyes de la naturaleza tal como lo hace el mundo científico cuando se refiere a los procesos biogeoquímicos del Sistema Tierra.
En realidad, todo el capitalismo verde es realmente un cuento de hadas. La naturaleza no funciona con la lógica del capital, no se puede monetizar la naturaleza y tratarla como un activo financiero, como un flujo de ingresos al que podemos imponer más deudas. John Maynard Keynes dijo que tenemos un problema grave cuando la economía productiva subyacente es convertida en una burbuja por el sistema financiero. Ahora el capital financiero espera que la tierra y su funcionamiento natural se conviertan en una nueva empresa especulativa.
En el volumen uno de El capital Marx cita a Dunnig, un famoso cartista que escribió en su día: “el capital está dispuesto a hacer cualquier cosa por una tasa de retorno del 12%. Y está dispuesto a transgredir todas las leyes para obtener una tasa de rendimiento del 50%. Pero, por una tasa de retorno del 300%, el capital mentirá, destruirá y, estará dispuesto a vender a la humanidad y la misma tierra”.
Creo que esta es la situación en la que nos encontramos hoy. Los retornos son tan grandes que el capital está hipnotizado por adueñarse de los servicios ecosistémicos naturales proyectados para este siglo. No lo olvidemos, valen cuatro billones de dólares. Quieren tener el pedazo más grande de esta tarta. Ignoran, intencionadamente, que sus mecanismos financieros son terriblemente destructivos.
Lo que pretenden hacer es quitarle los servicios de los ecosistemas a las poblaciones de todo el mundo. De hecho, ahora mismo le están quitando la naturaleza a las poblaciones indígenas. El ejemplo de África es paradigmático. Allí, casi el 90 % de la tierra no tiene títulos de dominio, por tanto el capital financiero está listo para apropiarse de esas tierras, para “cosechar” los beneficios el capital natural y de los servicios de los ecosistemas.
Para entender cómo funciona este expolio histórico hay que conocer los legados del colonialismo. Después del período colonial las potencias occidentales reconocieron que las comunidades indígenas tenían derechos comunes a sus tierras, pero no tenían derecho a ningún título de dominio real. Simplemente, tenían una imprecisión sobre los derechos comunes. Entonces, lo que está pasando ahora es que los reclamos indígenas sobre la tierra no están siendo reconocidos y estas tierras están siendo expropiadas y acaparadas por el gran capital.
En África y en todo el mundo, el llamado capitalismo verde está acumulando el capital natural y los servicios ecosistémicos mediante la corrupción de los gobiernos. En un reciente artículo cuento un caso de corrupción en Borneo, Malasia. La respuesta de la gente ya ha empezado con el desarrollo de intensas luchas contra la financiarización de la tierra.
Tratare de redondear rápidamente los puntos que acaba de mencionar citando al economista ecológico Herman Daly:
“La economía de crecimiento capitalista, que continúa beneficiándose de ‘la destrucción creativa’”, ahora se enfrenta a los límites físicos del Sistema Tierra, que nunca aumenta su capacidad exponencialmente, como los hace el interés compuesto que utiliza el capital para obtener beneficios, la riqueza física real que emana de la naturaleza, se deriva de la energía solar que está sujeta a la ley de la entropía y esta no genera un crecimiento interminable como es el caso de la “deuda monetaria”. El conflicto entre la expansión económica basada en las finanzas y la base ecológica de la sociedad es por lo tanto inevitable.
Ahora, como ha explicado, la financiarización de la tierra está originando un despojo de los bienes comunes de todos los habitantes del planeta. En este contexto histórico ¿la financiarización es también una expropiación?
Bueno, Karl Marx dijo algo parecido a esto: nadie es dueño de la tierra. Ni siquiera las personas que habitamos el planeta somos dueños de la tierra. Tenemos la tierra en fideicomiso, sólo podemos administrarla adecuadamente para las generaciones futuras. En términos de humanidad, si alguien tiene derecho al planeta, somos todos juntos.
Karl Polanyi, el gran antropólogo económico, escribió al respecto: convertir la naturaleza en bienes raíces fue el invento más extremo de nuestros antepasados. Pero ahora vamos un paso más allá. Ya no se trata sólo de la propiedad de la tierra, sino de la venta y la integración al mundo financiero de todo lo que hace la naturaleza… para convertirla en deudas, en derivados e ingresos para el gran capital.
Aquellas “cosas” que siempre se consideraron regalos gratuitos de la naturaleza ahora serán propiedad de intereses financieros privados. Esto significa que unos pocos serán propietarios de los ecosistemas y el resto de la población será despojada masivamente.
Hablando del sistema de producción capitalista, explica el término expropiar. ¿Qué significa exactamente?
Expropiar básicamente significa tomar sin retorno. Pero aclaremos el contexto como tú dices. Los seres humamos hemos tenido que tomar de la naturaleza para nuestra supervivencia. Y no hay nada de malo en tomar de la naturaleza en nombre de la humanidad. Otra cosa muy distinta es cuando se trata a la naturaleza como un regalo gratuito para el capital, como un medio para la acumulación de capital.
Hay un problema cuando la apropiación de la naturaleza no se realiza de manera sostenible. Es decir, cuando tomas sin reciprocidad con la naturaleza. Cuando no le devolvemos nada, cuando no hay retorno, cuando expropiamos a la naturaleza. Este es un robo al planeta. Estamos tomando sin reemplazar y esto siempre resulta en destrucción. Y el sistema capitalista básicamente hace eso.
Ahora, hay recursos que son insustituibles, que no pueden ser reemplazados. Herman Daly estableció cómo podemos utilizar todos los recursos de manera sostenible. Y tenemos que ajustarnos a esas reglas si no lo hacemos estaremos destruyendo la base ecológica de nuestra propia existencia. Los ecologistas hablan del grifo y del lavabo. El grifo hace referencia a lo que extraemos de la naturaleza. También tenemos el problema del fregadero. Ahí es donde desechamos los residuos de la producción. Y las emisiones de dióxido de carbono son básicamente un desperdicio de la producción. Lo cual a pequeña escala realmente no sería muy importante. Quiero decir que el dióxido de carbono es parte de nuestro propio sistema respiratorio. Pero en la escala en la que se están produciendo emisiones y concentrando carbono en la atmósfera, estamos produciendo un cambio climático, que amenaza la civilización y todos los sistemas de la vida. Cuando pensamos en producción, tenemos que pensar que hay reglas en cuanto a la sostenibilidad y cómo podemos vivir en el planeta con estas limitaciones. Pero el capitalismo no está preparado para nada de eso. Tiene como objetivos intrínsecos: afán de lucro, acumulación de capital o el aumento del capital de los accionistas.
Esto es lo que impulsa el capital. Realmente no ve nada más. Y en el proceso de crecimiento, incluso cuando crece nuestra economía, estamos destruyendo el sistema natural que nos rodea, que es la base misma de nuestra existencia.
En opinión de Marx, para criticar al capitalismo era necesario no sólo comprender el desarrollo de las fuerzas productivas que genera, sino también, el lado destructivo del capitalismo y por su funesta interacción con el medio ambiente. Por ello, Marx puso énfasis en las ciencias naturales y en la termodinámica en el análisis de la producción. En contraste ¿Qué pasa con el pensamiento ecológico actual?
A principios del siglo XIX, alrededor de 1815, creo, los científicos naturales que trabajaban principalmente en fisiología comenzaron a desarrollar análisis del metabolismo celular. Y esto fue muy importante en el desarrollo de la biología, la fisiología, etc. Pues bien Marx tenía un gran amigo, Roland Daniels, un médico científico y en esos días muchos de los científicos eran también médicos.
Daniels escribió un libro llamado Microcosmos que solo tenía un lector y ese era Karl Marx. En realidad no se publicó hasta la década de 1980 en Alemania, pero Marx lo leyó antes. Daniels había utilizado el concepto de metabolismo en un sentido ecológico para observar las relaciones sistémicas entre las plantas, los animales y la tierra. Así que estaba usando el metabolismo como un concepto de ecología de sistemas.
Al mismo tiempo, el concepto de metabolismo también se estaba utilizando en el desarrollo de la termodinámica. Especialmente en la primera ley de la termodinámica, sobre la conservación de la energía. Así que el metabolismo estaba siendo usado en ese sentido. Justus von Liebig, un alemán que fue el primer químico agrícola influyente, introdujo la noción de metabolismo al observar las alteraciones que estaban ocurriendo en la agricultura, como resultado de la agricultura industrializada.
De todos modos, en la década de 1850, bajo la influencia de Daniels, Marx comenzó a utilizar el concepto de metabolismo como un concepto sistémico. E introdujo la noción de metabolismo social. Y desarrolló este análisis en su Crítica de la economía política y en El capital. Así Karl Marx, quien introdujo la noción de metabolismo social.
El metabolismo social está relacionado con el trabajo y el proceso de producción. De modo que al participar en el proceso de trabajo y en la producción, los seres humanos estamos transformando nuestra relación con la tierra. Estamos tomando lo que la naturaleza nos proporciona y transformándolo. Y en la producción, por supuesto, nos transformamos a sí mismos y a la sociedad.
Marx hizo esta poderosa conexión socio-ecológica como ningún otro pensador de su época o quizás incluso de la nuestra. Su comprensión de la producción con todo su análisis de clase, todo su análisis social se complementó con el análisis ecológico a través del concepto de metabolismo social. Y no sólo eso, introdujo el concepto llamado metabolismo universal de la naturaleza. Marx no hablaba sólo de la naturaleza. Habló de procesos naturales en términos de metabolismo. Y habló del metabolismo universal de la naturaleza. Básicamente, lo que hoy llamaríamos procesos del sistema-tierra.
Bajo el capitalismo, argumentó que el metabolismo social estaba alienado. Así que tenemos una relación destructiva con la naturaleza. El metabolismo social ha entrado en conflicto con el metabolismo universal de la naturaleza. Y en esos casos, lo que sucede es una ruptura entre el ser humano y la naturaleza. Marx escribió sobre la brecha irreparable en el metabolismo social entre la humanidad y la naturaleza en el capitalismo. A esto lo llamó la grieta metabólica. Su teoría de la crisis ecológica, conectada estrechamente con su crítica del sistema social, está realmente definida por el análisis de la brecha metabólica.
El uso de Marx del metabolismo en realidad influyó en otros pensadores. Por ejemplo, el principal científico natural británico, el zoólogo E. Ray Lancaster (protegido de Darwin y Huxley) también fue un amigo cercano de Marx. Lancaster fue el principal desarrollador de un análisis de crisis ecológica a finales del siglo XIX y principios del XX.
Este mismo enfoque de sistemas ecológicos, que tenía sus raíces en el metabolismo, dio lugar al concepto de ecosistemas, que hoy es nuestro principal concepto ecológico. Este concepto fue desarrollado por el botánico Arthur Tansley que trabajo con la teoría de sistemas desarrollada por el matemático marxista, Hyman Levy.
Todo esto avanza a partir de Marx y de estos científicos. Así que ahora hablamos del metabolismo del sistema-tierra para entender que pasa. El enfoque de Marx estaba completamente integrado con los avances de la ciencia. La ciencia ecológica hasta el día de hoy opera con estas mismas concepciones.
Cito un artículo suyo: “La expropiación de los bienes comunes, su división, incautación violenta y transformación en propiedad privada constituyó la condición previa fundamental para el origen histórico del capitalismo”. Usted también habla del robo de la naturaleza ¿a qué se refiere con este concepto?
En el libro El robo de la naturaleza que Brett Clark y yo escribimos juntos, conectamos el tema de la ruptura metabólica con el robo de la naturaleza. Volviendo a Marx y sus discusiones en El Capital, ya Justus von Liebig y otros, argumentaron que la brecha metabólica o la ruptura del metabolismo entre los seres humanos y la naturaleza es producto del robo de la naturaleza. No abordar la necesidad de reciprocidad y sostenibilidad de la nuestra relación con la naturaleza.
Tomar de la naturaleza y no devolver lo tomado es una forma de robo, es expropiación. La expropiación es una forma de robo, de hurto. Pero no sólo de la naturaleza, es también la expropiación de cuerpos humanos en muchos casos. Miremos la esclavitud. Miremos la opresión de la mujer, miremos los problemas de reproducción social.
Este tipo de problemas, la opresión de las mujeres, la esclavitud, la súper-explotación de las personas del Sur Global son todos estos aspectos robo. Y también es la incautación, la financiarización de la naturaleza, el acaparamiento de tierras. Todas son formas de expropiación que crearon y siguen creando la base de la propiedad privada y la acumulación de capital.
El capitalismo busca constantemente expropiar personas, recursos, tierras y naturaleza para expandir su sistema. Entonces, el robo de la naturaleza es parte integral de la brecha metabólica. Grieta metabólica que Marx explicó originalmente en términos de la crisis del suelo en Inglaterra y en otros lugares en el siglo XIX. Donde la agricultura industrial capitalista extraía intensivamente nutrientes (como nitrógeno, fósforo y potasio) del suelo que se exportaban en forma de alimentos a los centros urbanos con una población industrial concentrada.
Los nutrientes, que estaban siendo enviados a miles de millas a las ciudades, no regresaron nunca al suelo. Así que, en esa época, los capitalistas tuvieron que tratar de obtener huesos humanos de los campos de batalla napoleónicos y de las catacumbas de Europa para tener fertilizantes naturales para los suelos británicos. Y, también el guano del Perú con mano de obra esclava china, Dicho más directamente, al “expropiar” sus cuerpos los esclavos chinos murieron rápidamente.
Todo esto tenía como fin de obtener el guano (excrementos de las aves) para fertilizar el suelo de Inglaterra que estaba siendo diezmado por la agricultura industrial. Este tipo de robo del suelo es un modelo de cómo el capitalismo roba recursos y tierras por todas partes. Toma nutrientes y recursos sin devolver nada a la naturaleza. No se rige por ningún principio ecológico, ignora la permacultura, promueve los monocultivos y básicamente destruye la tierra.
Entonces, el robo es la fuente de la grieta metabólica. Y la brecha entre el ser humano y la naturaleza es cómo podemos entender la crisis ecológica. Todo está enraizado en el sistema de producción, el primer y último responsable es el sistema capitalista de producción que ahora ha sido globalizado y financiarizado.
Sabemos que el sistema capitalista de producción se sustenta en la producción de mercancías para el valor de cambio y en la acumulación del capital. En sus trabajos también reflexiona acerca del concepto de capital natural. ¿En qué consiste este concepto?
Hay que volver al siglo XIX. El concepto de capital natural fue introducido por los socialistas radicales en oposición a la expropiación de la naturaleza, a la conversión de la naturaleza en valor de cambio. En esos momentos el capital daba los primeros pasos para apropiarse de la tierra y convertirla en valor de cambio, convertirla en capital.
El concepto de capital natural se oponía a la conversión de la tierra en dinero en efectivo, en valor de cambio. Los socialistas argumentaron que teníamos que teníamos que proteger el capital natural. Y lo vieron en términos de valor de uso de materiales naturales. Teníamos que proteger el stock de la naturaleza.
Argumentaron que si la naturaleza, que era la base esencial de la existencia humana (la naturaleza material, la tierra, los recursos, los bosques, etc.) se incorporaba al sistema de valor de cambio (con la tierra hay disposición de los mercados inmobiliarios privados) esto destruiría la base de la existencia natural de la que dependemos.
Figuras como Ebenezer Jones y Karl Marx defendieron una concepción del capital natural que se basa en el valor de uso y no en el valor de cambio. Posteriormente, Marx abandonó la noción de capital natural porque pensó que conducía a una noción que podría naturalizar el capitalismo. Y adoptó un vocabulario diferente, distinguiendo entre la naturaleza de la tierra y el capital de la tierra, es decir, cuando el capital se apodera de la naturaleza y la convierte en valor de cambio.
Hoy existe una noción conocida como la paradoja de Lauderdale que lleva el nombre del conde de Lauderdale a principios del siglo XIX. Este personaje desarrolló una noción de capitalismo, no usó el término capitalismo pero que estaba implícito en su racionamiento. El término realmente no existía en ese momento. Hablaba de valores de uso de los materiales naturales que constituyen los bienes públicos, como el agua, los bosques, las cosechas.
Sostuvo que el sistema de intercambio privado (o capitalismo), ya que dependía del intercambio, dependía de la escasez. Que las cosas sólo tenían realmente valor o podían comercializarse si tenían un precio. Y el precio dependía de la escasez.
De modo que el agua que estaba libremente disponible y en abundancia no tenía precio, no tenía valor de cambio. Y el aire no tenía valor de cambio porque era abundante, de libre disposición. Y esta noción debía aplicarse a otros aspectos de la naturaleza porque eran una especie de obsequios gratuitos de la naturaleza.
Cuando se empezó a implantar el capitalismo una de las primeras cosas que hace es hacer una economía basada en el valor de cambio para obtener ganancias cuando estos recursos escaseen. Y una forma de hacerlos escasos es simplemente creando propiedad privada y monopolios privados, que luego restringen el acceso a los recursos naturales. Lo estamos sufriendo con el agua, el capital monopólico se ha apropiado del agua para cobrar dinero por este recurso vital.
La economía privada trabaja para destruir la riqueza pública, trabaja sistemáticamente para crear mercados privados. Ebenezer Jones en El monopolio de la Tierra lo explicaba así: ¿qué pasaría si el aire de Londres se convirtiera en un mercado privado? Lo decía a principios del siglo XIX, cuando era impensable pero, ahora lo podemos entender. Más de algún gran capital monopólico ha querido privatizar el aire.
Todos estos pensadores argumentaron que la naturaleza debía ser vista como un valor de uso, la base de nuestra existencia. La naturaleza no puede reducirse al valor de cambio, al nexo monetario del mercado, sin destruir la base de nuestra existencia. Así fue como surgió el concepto de capital natural. El énfasis estaba en lo natural. Que este era un stock de la naturaleza, un stock permanente del que dependemos.
Los economistas ecológicos, inspirados en Nicholas Georgescu-Roegen, también adoptaron la noción de capital natural. Este enfoque estableció límites al crecimiento y determinó la sustentabilidad en términos de valor de uso. Para esto fueron fundamentales los tres principios de sostenibilidad presentados por Herman Daly, a los que se refirió anteriormente. ¿Cómo han reaccionado economistas neoclásicos liberales a estos conceptos ecológicos?
Los economistas neoclásicos trabajaron para convertir esto en un concepto de valor de cambio. A principios de este siglo, la economía neoclásica se hizo cargo de la economía ecológica, que había sido de una tradición disidente. Y redujo el concepto de capital natural a un concepto de valor de cambio que debe medirse como capital, en términos monetarios, para ser así un activo monetizado.
La noción de valor de uso de la naturaleza, no está presente en absoluto en la economía neoclásica, que no utiliza el concepto de valor de uso. Entonces, básicamente, hicieron este cambio para beneficiar al capital. Parte del cambio estuvo asociado a los cálculos que hicieron los economistas ecológicos liberales de los servicios ecosistémicos y de la riqueza natural. Esos cálculos se hicieron sobre bases en gran medida falsas, porque convertían a la naturaleza en mercados hipotéticos. Una vez que le pusieron precio, entonces los grandes capitales comenzaron a pensar: ¿Qué debemos hacer para que estos en mercados se puedan capitalizar?
¿Cómo se llegó a estos cálculos que ponen precio a la naturaleza?
En realidad hubo un gran debate sobre esto en la economía ecológica. Pero ganaron los que querían reducir la naturaleza al valor de cambio o al menos a calcularlo. Y la figura principal en esto fue Costanza, quien también fue editor de Ecological Economics.
En 1997, presentaron el primer cálculo de cuánto valen los servicios ecosistémicos mundiales en valor monetario. Ahora debe comprender que estos no son mercados reales. Así que hicieron todo tipo de maniobras sofisticadas para convertir lo que hace la naturaleza en mercados.
Entonces dividieron lo que la naturaleza hace globalmente en 17 servicios ecosistémicos que ocurren en todo el planeta. Y propusieron valores para cada uno de estos servicios ecosistémicos basados en métodos como la fijación de precios hedónicos, que es básicamente una forma de atribuir un valor a la naturaleza en base a comparaciones con las prácticas actuales.
Así que usan este tipo de técnicas y usan lo que llaman valoración contingente donde elaboran mercados hipotéticos y luego encuestan a los consumidores sobre lo que están dispuestos a pagar. Utilizan este tipo de técnicas para valorar algún ecosistema en particular. Y luego extrapolan los estudios a ese ecosistema a nivel mundial y obtienen valores. Hicieron esto para 17 servicios ecosistémicos diferentes a nivel mundial y eso se convierte en el valor de los servicios ecosistémicos en todo el planeta.
Ostensiblemente hicieron esto para poner un valor a la naturaleza para que la gente la protegiera. Pero en el momento en que esto comenzó a suceder, y era predecible, el capital comenzó a ver que estos servicios ecosistémicos podían convertirse en mercados. Valorizados y convertidos en mercados y financiados a través de la deuda, eso termina siendo comprado y base para la acumulación financiera.
Este mismo grupo bajo Costanza salió con otra estimación de los servicios ecosistémicos mundiales, que era aún más alta. Y tuviste todas estas reuniones masivas de corporaciones y el establecimiento de protocolos de capital natural y varias formas de organizar y estudiar y descubrir cómo crear mercados a partir de estos servicios ecosistémicos que surgieron en los que todas las corporaciones gigantes estuvieron directamente involucradas.
Denos una idea de lo que ha significado este cambio en la “economía ecológica”.
En el siglo XXI, la naturaleza ahora se trata como capital, como valor de cambio, como fuente de valor de cambio. Y si observa el concepto de capital natural que se ve en este nuevo tipo de neoclásico… la perspectiva económica dominante, el capital natural se usa para el activo natural subyacente, que ahora se ve como capital ecológico.
Pero todas las estimaciones y proyecciones y toda la financiarización se basan en el concepto de servicios ecosistémicos, que se considera como el flujo de ingresos proporcionado por la naturaleza. Cuando la naturaleza hace cosas como la fotosíntesis, supuestamente proporciona un servicio a la economía mundial.
La naturaleza no sabe que está haciendo eso, como saben, podríamos decir. Pero en su teoría, la naturaleza proporciona un servicio ecosistémico a la economía mundial que, como cualquier fuente de ingresos, puede capitalizarse.
Básicamente, una vez que se dan cuenta de que aquí hay un flujo de ingresos de los servicios ecosistémicos derivados del activo subyacente del capital natural, pueden tomar ese flujo de ingresos y dividirlo por la tasa de descuento y multiplicarlo por un cien por ciento para obtener un flujo esperado de forma de ingresos en el futuro. Digamos en un siglo en el futuro y luego pueden imponer deuda sobre la base de ese flujo de ingresos y financiar la naturaleza y obtener grandes ganancias.
Más específicamente ¿cómo el capital natural definido en términos de valor de cambio llegó a representar la visión dominante de la economía ecológica?
Si nos fijamos en Ecological Economics, la revista, que estaba asociada con la Asociación Internacional de Economía Ecológica, comprobamos que tuvieron una batalla ideológica entre Howard Odum, uno de los principales desarrolladores de la ecología de sistemas en el mundo, y Robert Costanza sobre si la revista iba a seguir el camino de ver la naturaleza como valor de cambio o si la economía ecológica iba a tener una concepción profunda de la ecología basada en el valor de uso.
Howard Odum y los otros científicos con los que estaba asociado y que habían formado parte de la fundación de Ecological Economics, la revista, fueron básicamente expulsados. Ese es el comienzo de la economía ecológica convirtiéndose en algo diferente, capturado o recapturado por la economía neoclásica.
Está gente como Robert Solow, el teórico del crecimiento neoclásico más prestigioso, dijo que si los recursos naturales pudieran ser sustituidos, entonces efectivamente no importan y pueden dejarse de lado por completo.
De hecho, eso es lo que se hizo con la función de producción neoclásica. El trabajo y el capital son los únicos factores de producción y la naturaleza y la tierra están totalmente excluidas. Toda la noción de valor de uso en la naturaleza queda totalmente excluida. Todo, absolutamente todo, se reduce a valor de cambio.
Entonces eso proporcionó el tipo de base teórica para la sustitución débil, que es la noción de que la naturaleza realmente no importa. Que los mercados pueden sustituir los recursos naturales y lo que sea que lo haga en la naturaleza. Y eso se conectó con el desarrollo de estimaciones como las de Costanza y otras de los servicios ecosistémicos mundiales.
Muy pronto tenemos estas nociones de la financiarización de la tierra. No simplemente en un sentido académico, ahora transferido del mundo académico al mundo del capital donde las corporaciones y los gobiernos comenzaron a poner en planes las políticas, los cálculos, los métodos, las estructuras para convertir realmente los servicios de los ecosistemas en todas partes del planeta en mercados económicos que el capital puede financiar y acumular.
Ha advertido sobre un ritmo acelerado de devastación del planeta en comparación con períodos anteriores del capitalismo. También nos ha recordado cómo Darwin evidenció que la colonización europea convirtió a la isla de Santa Elena en un desierto en apenas tres siglos. Sin embargo, en la etapa actual del capitalismo, los procesos biogeoquímicos de todo el Sistema Tierra se han alterado en sólo dos generaciones.
Escribí sobre esto en mi libro The vulnerable planet en 1994, allí explicaba que estábamos cruzando los umbrales de los procesos biogeoquímicos del planeta y amenazando a todo el sistema terrestre. Pero lo que me llamó la atención fue la velocidad con la que estaba ocurriendo. La velocidad que lograba el proceso de cambio climático.
Han ocurrido cambios grandes geológicos en la historia de la tierra. Pero nunca estos cambios se han producido con esta velocidad. Esta es una de las razones por las que podemos señalar las causas de la ruptura antropogénica en el sistema terrestre, que es como definimos la llegada de la Era del Antropoceno en la historia del sistema terrestre. En esta era lo realmente distinto es la velocidad del cambio.
Aunque el IPCC ha tratado de mantenerse al día, creo que los informes científicos han subestimado la velocidad con la que estamos transformando la naturaleza. Y esto ocurre bajo la presión de un sistema de acumulación de capital orientado al crecimiento exponencial.
En este punto, generamos enormes cantidades de desechos económicos y ecológicos. Cosas que la gente ni necesita ni realmente quiere. Tenemos un sistema de mercadeo multimillonario orientado a hacer que la gente compre más y más. Nuestro sistema conduce a un crecimiento lo más rápido posible. Y para agravar esto, en períodos de expansión económica, recurrimos al lucro obtenido de los sistemas naturales.
El sistema capitalista necesita un consumo intensivo de energía. No le preocupa las necesidades reales de las personas. La riqueza creada no va a parar a la gente. En la ideología dominante ya ni siquiera se habla del goteo porque ahora todos sabemos que eso es falso.
Así que estamos creando un sistema que no beneficia económicamente a la población humana, mientras estamos destruyendo la tierra entera. Y el motor de este sistema es un proceso continuo de acumulación de capital. Este proceso está financieramente globalizado y se ha convertido en el enemigo número uno de la humanidad y del planeta. El sistema pone las ganancias antes que las personas y el planeta. No se pueden resolver las cosas de esa manera.
El capital nos está diciendo que la tecnología resolverá el problema porque el capital no quiere la transformación social… y la población se deja engañar porque tiene teléfonos el último modelo de celular en el bolsillo. La ciudadanía común piensa: ¡oh!, la tecnología es absolutamente maravillosa.
Pero por muy maravillosos que sean los teléfonos móviles y las tecnologías de la comunicación, estas tecnologías no nos permiten trascender las leyes de la física. Y hoy nos enfrentamos a eso. Y, lamentablemente hoy es posible una crisis inimaginable para la población de la tierra.
La época del Antropoceno a la que se refiere es, por supuesto, una referencia al tiempo geológico. En su nuevo libro escribe: “las actividades humanas son ahora la principal fuerza geológica que impacta a la tierra, generando al mismo tiempo una crisis existencial para la población mundial” ¿La tecnología puede llegar a salvar a la humanidad de la ruina ecológica, con técnicas como la geoingeniería?
Bueno, no se trata solo de la geoingeniería, sino de cosas como los métodos la captura del carbono directamente desde la atmosfera. Pero es interesante saber que los responsables políticos (SPM) reescribieron el informe científico por completo. Prácticamente todo el informe científico fue censurado por los representantes gubernamentales. Y en algunos casos lo convirtieron en todo lo contrario.
Lo sabemos porque en agosto de 2021, la revista Scientist Rebellion filtró el informe científico sobre mitigación, de modo que se puede comparar lo que consensuaron los científicos con el Resumen de Responsables de políticas (SPM) publicado por los gobiernos.
En el informe científico se dijo que estas tecnologías, de la cuales hablan tanto los políticos, no están disponibles. Y no funcionarán porque no pueden lograr que la temperatura aumente por debajo de 1,5 grados centígrados.
Y dijeron que otras cosas, que las plantas a carbón debían eliminarse a nivel mundial en esta década, que necesitamos soluciones de bajo consumo energético, que necesitamos mejorar las condiciones de todos en la tierra pero usando menos energía en el proceso.
En 2019, argumentó: “Un desarrollo humano sostenible, que no esté arraigado en valores de cambio, sino en valores de uso y necesidades humanas genuinas es el camino para el avance histórico. Este futuro, que ahora parece clausurado, se abrirá de mil maneras, permitiendo formas de desarrollo completamente nuevas, más cualitativas y colectivas”. En otros términos, lo que estás afirmando alto y claro es que la estructura subyacente de acumulación del capital es lo que se interpone en el camino a soluciones reales a la crisis ecológica.
La ironía es que el capitalismo ha creado esta crisis ecológica y la sigue generando. Y la respuesta del capital (y esto es típico del sistema) es que lo que necesitamos es un nuevo modelo de acumulación de capital, más intensivo, más extremo.
La respuesta a la crisis ecológica creada por los economistas del sistema es hacer que la totalidad de la naturaleza se ajuste a las leyes económicas del capital. Esta idea es todavía aceptada -a pesar de su naturaleza ilógica- porque los medios han promovido sistemáticamente respuestas de este tipo: “si hay una crisis es porque hay poco capital, no porque hay demasiado”.
Desde el punto de vista del capital, la respuesta a toda crisis es redistribuir el ingreso de los pobres en beneficio de los ricos, es decir, aumentar el poder del capital. Por tanto, para estos economistas si hay una crisis ecológica, la respuesta es aumentar el poder de los mercados y expandir los beneficios a costa de la naturaleza.
El economista Paul Hawken ha llegado a argumentar en Natural Capitalism que no tendremos solución hasta que toda la naturaleza sea parte del capitalismo. Pero esta no sólo es una idea absurda y es también una idea de una parte interesada.
Vivimos dentro de un planeta. El capitalismo existe dentro del planeta. La sociedad humana existe dentro del planeta. Los seres humanos viven dentro del planeta. No podemos convertir a todo el planeta en un mecanismo que de tributos y ganancias al mercado capitalista sin destruir el mundo. Pero eso es exactamente lo que estamos haciendo.
La solución a la crisis ecológica que defiende el capital pasa por monopolizar la eficiencia energética y convertirla en beneficios, quieren utilizar la eficiencia energética para expandir su sistema económico. Es lo que llamamos la paradoja de Jevons, “cuanto más eficientes somos en el uso de los recursos, más recursos utilizamos. Porque el objetivo es expandir la economía y la acumulación de capital”. Bueno, con este sistema, nos diriges hacia el colapso del planeta. Lo estamos viviendo.
La destrucción está muy cerca de nosotros. En el escenario más optimista del informe de la IPCC, alcanzaremos un aumento de 1,5 grados centígrados para 2040. Conseguir ese objetivo requiere una transformación social revolucionaria para lograrlo.
En realidad lo más probable es que aumentemos el calentamiento global en 1,5 grados centígrados en esta década o en unos pocos años más. Estamos al borde del precipicio, al borde de un punto de inflexión en el clima, partir de ese punto el cambio climático será irreversible.
Incluso en un escenario optimista, nos enfrentamos a grandes catástrofes. Y, si no tomamos medidas que impidan un cambio irreversible, estaremos amenazando la civilización en el sentido más amplio y a miles de millones de personas en la tierra.
Tenemos que buscar un camino diferente, un cambio radical. Hace sesenta años que conocemos las razones producen el cambio climático y lo único que hemos hecho es engañarnos con las soluciones que promueven los capitalistas. Este camino nos ha acercado al borde del precipicio. En este momento el tren está fuera de control. Es hora de tirar del freno de emergencia.
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