POR SONIA SANTORO /
Entrevista con la reconocida activista india del movimiento ecofeminista Vandana Shiva, quien denuncia que “los grandes conglomerados de empresas de la industria farmacéutica, la agricultura y los pesticidas, son lo mismo. Nos enferman, luego nos venden curas patentadas”.
Referente de la corriente que cruza el feminismo con la ecología, es conocida en el mundo por su activismo contra el patentamiento de las semillas, la defensa de la soberanía alimentaria y los derechos de las mujeres campesinas. En este diálogo periodístico explica cómo el sistema de patentes y las corporaciones atentan contra los derechos de la tierra y los de la población a acceder a alimentos que no solo sacien el hambre, sino que no nos envenenen.
Cuando la naturaleza y las mujeres son tratadas como objetos de propiedad y manipuladas para obtener poder y ganancias, la relación se vuelve violenta”, explica. Y agrega que el ecofeminismo -como otras corrientes feministas- define al sistema dominante como “patriarcado capitalista”, es decir que “la convergencia de las leyes del dinero con las leyes de la dominación patriarcal sobre la naturaleza y las mujeres, lleva a la colonización de ambos”.
Vandana Shiva nació en Dehradum, India, en 1952. Es doctora en Física y PhD en Filosofía de la Ciencia. Es conocida en el mundo entero por su activismo contra el patentamiento de las semillas, la defensa de la soberanía alimentaria y los derechos de las mujeres campesinas. Es una referente del Ecofeminismo, corriente del feminismo en la que se cruza con la ecología. Y cuestionadora de la visión hegemónica de la ciencia al servicio de las grandes corporaciones.
“La ciencia y el conocimiento se basan en el pluralismo, en muchas corrientes de pensamiento. Cuando solo se permite una opinión, se convierte en autoritarismo del conocimiento”, afirma en esta entrevista, en la que se explaya en algunos conceptos desarrollados en el libro Ecofeminismo. Teoría, críticas y perspectivas, escrito en coautoría con la socióloga alemana María Mies, y en Unidad vs. el 1 por ciento, de reciente publicación en Argentina, ambos por la editorial Econautas.
“La salud del suelo, la de las plantas y la nuestra, son una sola”
El libro Ecofeminismo se escribió hace más de 25 años y se sigue reeditando. Allí describen un sistema económico centrado en la ilusión de crecimiento infinito que está destruyendo el planeta y violentando a grupos subordinados, principalmente las mujeres. ¿Qué cambió en estos 25 años?
El ecofeminismo ve el sistema dominante como patriarcado capitalista, la convergencia de las leyes del dinero con las leyes de la dominación patriarcal sobre la naturaleza y las mujeres, lo que lleva a la colonización de ambos. El ecofeminismo es la libertad interconectada de la tierra viva y las mujeres y todos los trabajadores que trabajan con la tierra para crear riqueza. Se basa en el reconocimiento de que la tierra es creativa, las mujeres son creativas, los pueblos indígenas son creativos, los pequeños agricultores que cuidan la tierra son creativos. Son fuente de riqueza real.
En los últimos 25 años han surgido nuevas iniciativas creativas. Simultáneamente se han incrementado el ecocidio y el feminicidio.
Usted dice que el sistema económico es violento con la tierra y también produce más violencia hacia las mujeres, crea una cultura de la violación.
Los sistemas vivos co-crean a través de la no violencia, la mutualidad y la reciprocidad. Cuando la naturaleza y las mujeres son tratadas como objetos de propiedad y manipuladas para obtener poder y ganancias, la relación se vuelve violenta.
¿Por qué es difícil para gran parte de la sociedad ver que el “progreso” muchas veces conduce a la destrucción de la base sustentable de la vida humana? Aun con la experiencia de la pandemia, pareciera que no hemos aprendido mucho y que es difícil no reproducir el mismo sistema.
Vivimos en tiempos en que los contaminadores, los extractores y los especuladores han acumulado riquezas ilimitadas. A través del dinero controlan la información y los medios de comunicación, incluidas las redes sociales. Controlan nuestras vidas. Es por eso que la mayoría de las personas desconocen la profundidad de la crisis y las raíces de la crisis.
¿Qué medidas habría que tomar a nivel de cada gobierno para que el bienestar de la vida humana y de la tierra sean el eje?
Los gobiernos deben respetar los tratados que firmaron en la Cumbre de la Tierra: la Convención sobre Biodiversidad y el marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Estos acuerdos intergubernamentales están siendo socavados y secuestrados. Los gobiernos deben evitar la financiarización de la naturaleza.
En el libro Unidad vs el 1 por ciento dice que solo un 1 por ciento de la población, los billonarios, la pasa bien. ¿Por qué eso está destruyendo al planeta?
Desde que se impusieron las políticas neoliberales de desregulación y las reglas corporativas de globalización y libre comercio comenzaron a dar forma a las políticas económicas, unas pocas personas se convirtieron en multimillonarios, las corporaciones se hicieron más grandes y comenzaron a ser propiedad y estar controladas por corporaciones de gestión de activos como Blackrocxk y Vanguard. Dan forma a las inversiones que privatizan los bienes públicos, encierran los bienes comunes de la vida. La industria de la biotecnología, la industria de las tecnologías de la información y las plataformas digitales han acumulado la riqueza de las sociedades al destruir las economías locales, los medios de subsistencia y los derechos de las personas.
Usted dice que patentar semillas, es patentar la vida y que eso no es ético. Le escuché contar que hace más de treinta años guarda semillas para que no sean apropiadas por las empresas que las patentan. ¿Qué le enseñaron las semillas en este tiempo?
La semilla es autopoiética, autoorganizada, autocreativa. La semilla no es una máquina inventada por Monsanto y Bayer.
Empecé Navdanya (ong fundada por Shiva en 1987) para defender la diversidad y la libertad de la semilla y la libertad de los agricultores para guardar y compartir semillas. Hemos creado más de 150 bancos de semillas comunitarios, guardado más de 4000 variedades de arroz y miles de variedades de diferentes legumbres, oleaginosas, mijo y vegetales.
Durante más de 35 años he aprendido libertad, diversidad, resiliencia de las semillas.
Con el patentamiento de las vacunas contra la Covid hemos visto también esa avaricia de las empresas médicas. ¿Qué hace falta para romper con esas lógicas cuyo único fin es el lucro?
–Los grandes conglomerados de empresas de la industria farmacéutica, la agricultura y los pesticidas, son lo mismo. Nos enferman, luego nos venden curas patentadas.
Es necesario romper la lógica de lo ilimitado y la codicia, defendiendo el bien público y los bienes comunes, practicando alternativas que nos brinden salud y alimentación, y movilizando a los gobiernos a la acción para romper los monopolios y mantener los bienes públicos en el dominio público.
Usted habla de un nuevo colonialismo ¿en qué consiste?
El primer colonialismo se apoderó de las tierras de las comunidades indígenas, creó la propiedad privada y cobró rentas a los custodios originales. El nuevo colonialismo se apodera de nuestra biodiversidad y conocimiento indígena. El nuevo colonialismo extrae nuestros datos a través de tecnologías digitales. Nosotros somos la materia prima. Nuestros datos se manipulan a través de algoritmos para modificar nuestro comportamiento para crear más mercados y más control. El nuevo colonialismo coloniza la vida.
Trabajó con los gobiernos de Bolivia y Ecuador que en la elaboración de sus Constituciones que hablan de los derechos de la tierra. Dice que hay creatividad en América Latina y un pensamiento descolonizado emergente, sin embargo, el sistema que prepondera no es ese sino el de los monocultivos con cultivos genéticamente modificados. En Argentina ahora se aprobó un trigo genéticamente modificado tolerante a la sequía…
Así es el poder de la codicia. Los movimientos por los derechos de la naturaleza y de la Madre Tierra son reales. Nuestro trabajo es seguir defendiendo los derechos de la Tierra y los derechos humanos. Un trigo transgénico no debería socavar el movimiento por la libertad de semillas.
-Con la pandemia y la guerra Ucrania-Rusia, el panorama alimentario mundial es crítico. La producción basada en monocultivos, herbicidas y modificación genética se propone como solución indispensable para luchar contra el hambre. ¿Es la única posible? ¿Qué solución propone?
Los monocultivos producen cantidades cada vez mayores de productos nutricionalmente vacíos. El 80% del maíz y la soja en los Estados Unidos se destinan a la alimentación animal y al biocombustible. Esto no es comida para personas. Solo el 2% del maíz en los Estados Unidos se come directamente como alimento.
El 80 % de los alimentos que consumimos provienen de pequeñas explotaciones agrícolas. Las pequeñas granjas biodiversas producen más alimentos. En Navdanya, cambiamos la métrica de productos básicos de monocultivo de “rendimiento por acre” a “salud por acre”.
La llamada Revolución Verde, la agricultura industrial y el mejoramiento industrial son una industria extractiva: toman semillas de los agricultores de forma gratuita, las crían para maximizar los insumos químicos y maximizar los rendimientos extractivos de los productos básicos de monocultivo.
El “rendimiento” es una medida extractiva que no mide la productividad real, el costo real, la biodiversidad o la calidad y nutrición de los alimentos.
En lugar de medir el peso de productos nutricionalmente vacíos y sufrir la ilusión de que estamos cultivando más alimentos, deberíamos reemplazar el rendimiento por acre con la medida más adecuada de nutrición por acre que ha adoptado Navdanya. Podemos alimentar al doble de la población de la India con una nutrición completa si cultivamos nuestras variedades nativas e intensificamos la biodiversidad en lugar de productos químicos.
Deberíamos intensificar la agricultura con biodiversidad en lugar de la agricultura basada en productos químicos.
¿Cómo sería nuestra cocina ideal?
Nuestra cocina debe ser, ante todo, diversa. Nuestra comida debe provenir de suelos orgánicos, ricos en biodiversidad y que produzcan una diversidad de fitoquímicos en las plantas. Nuestra comida debe ser fresca y no ultra procesada. Los alimentos procesados están provocando una explosión de enfermedades crónicas no comunicadas.
Nuestros alimentos deberían haber viajado la distancia más corta posible desde su punto de producción hasta nuestros platos, para reducir las millas de transporte de alimentos y las emisiones climáticas. La salud del suelo, de las plantas y nuestra salud, son una sola salud.
Ante la crisis en Sri Lanka de hace unas semanas muchos dijeron que era producto de un intento del gobierno de cambiar el modo de producción a uno orgánico. ¿Qué análisis tiene al respecto?
La crisis de Sri Lanka es una crisis de deuda, agravada por la Covid y el confinamiento. Debido a la deuda, el presidente quería reducir los fertilizantes químicos importados. La prohibición de seis meses de fertilizantes no constituye una política orgánica. A los agricultores orgánicos de Sri Lanka les está yendo bien, el movimiento está creciendo y los costos de los fertilizantes se están duplicando. Esta mañana tuve un seminario web con productores orgánicos, científicos y campesinos de Sri Lanka. A ellos les va bien, pero se enfrentan con los Carteles y su poder mediático. El “Cartel del Veneno” (los conglomerados que producen y venden agrotóxicos) impone una narrativa falsa a través de su poder en los medios de comunicación.
La agricultura orgánica salvó a Cuba del hambre cuando el colapso de la Unión Soviética y el embargo comercial de Estados Unidos impidieron que Cuba obtuviera petróleo y fertilizantes. Los cubanos convirtieron la crisis en una oportunidad y crearon una Revolución Orgánica.
Usted dice que hay que ir hacia una “democracia de la tierra” y hablar de la “unidad” como forma de alcanzar la libertad. ¿Puede explicarlo?
Todos somos parte de la tierra, hijos de la Madre Tierra. Ecológicamente somos una familia terrestre con otras especies como nuestros parientes. Debemos cuidarlos y proteger sus derechos. Esta es la Democracia Terrestre: una interconexión de toda la vida en interconexión. La diversidad crea libertad a través de la unidad y la interconexión. Unidad no es uniformidad. La uniformidad fragmenta y divide. La uniformidad cuando se impone a la diversidad en la naturaleza y la cultura crea capacidad de expansión y extinción. La Democracia de la Tierra es la libertad de todos los seres, basada en su auto organización y en la simbiosis.
Página/12, Buenos Aires.
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