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En una tormentosa coyuntura de crisis civilizatoria en la que la sobrevivencia de la especie humana parece estar realmente en peligro, es imprescindible llevar la lucha de clases a todos los campos del conocimiento, de ahí que se imponga la necesidad de generar una ruptura con los marcos categoriales impuestos por el eurocentrismo, para lo cual una Teoría crítica anticolonial –enriquecida por los aportes de los diversos feminismos no hegemónicos, del ecosocialismo, de la filosofía de la liberación, de la ecología política y del marxismo heterodoxo–, puede hacer frente a los defensores ideológicos de los heraldos de la modernidad/colonialidad. Se trata de contribuir a generar una Teoría crítica anticolonial que no tema encarar el antagonismo y, al mismo tiempo, devele los falsos dilemas planteados por la ideología liberal burguesa.
Una valiosa contribución en ese sentido es la original obra de autoría del filósofo mexicano Omar García Corona que lleva por título Una crítica descolonial de la Escuela de Frankfurt, en la que muestra el carácter necesario pero no suficiente del discurso de dos de los referentes de la Escuela de Frankfurt, que apunta a des-colonizar la Teoría Crítica de Max Horkheimer y Theodor Adorno, así como de avanzar más allá de una crítica a la modernidad eurocéntrica.
Con prólogo del referente de la Filosofía de la Liberación, el destacado profesor argentino-mexicano Enrique Dussel, esta investigación bibliográfica “muestra ya un gran avance, pues nos coloca no sólo como meros receptores o aprendices pasivos de aquella primera Escuela, sino como pensadores críticos que desde América Latina logran interpelar con claves filosóficas propias el pensamiento eurocéntrico, lo que es posible gracias a una larga tradición que hemos venido construyendo, junto con muchos otros colegas, desde hace varias décadas y que desemboca en lo que denominamos el giro descolonial”.
El proyecto intelectual de Max Horkheimer, conocido como Teoría crítica, fue fundamental para develar las dificultades teóricas e ilusiones de la modernidad capitalista. No hay duda de que las contribuciones de la Escuela de Frankfurt siguen siendo imprescindibles para una crítica de la dinámica destructora de la formación social hegemónica: racionalidad instrumental, industria cultural, agudización de los antagonismos sociales, autodestrucción del iluminismo, pedagogía del opresor, entre otros. Sin embargo, desde el giro descolonial, se pueden observar algunos límites en su crítica de la modernidad.
Aunque muchos estudiosos de la historia de la Escuela de Frankfurt han apuntado el giro conservador, consecuencia de su exilio en Estados Unidos tanto de Horkheimer como de Adorno, García Corona, en su libro, aborda el eurocentrismo y la colonialidad del poder/saber en las reflexiones del creador del término Teoría crítica en lo referente a las poblaciones indígenas.
Para Horkheimer los pueblos originarios no experimentan del mismo modo la «percepción de la identidad», ni tampoco cuentan con la capacidad para «hacer frente a las contingencias del mañana». En otras palabras, y siguiendo la estela hegeliana, las poblaciones indígenas (y negras) son consideradas como representantes de la «minoría de edad de la humanidad».
Otro elemento que le permite al filósofo y sociólogo judío-alemán denostar a los pueblos originarios radica en la noción de propiedad heredada. Paradójicamente, con la referencia a dicha noción de propiedad, Horkheimer estaba siguiendo la misma línea de argumentación aristotélica del autor de De justis belli causis apud indios (1550), el sacerdote racista español Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573), cuando sostenía que la guerra de Conquista en América era justa.
Más sensible al sufrimiento de las poblaciones indígenas fue Walter Benjamin cuando señaló que «la historia colonial de los pueblos europeos comienza por el monstruoso proceso de la Conquista de América que convierte al Nuevo Mundo en una sala de torturas».
Otro rasgo de la visión discriminatoria de Adorno es su desprecio hacia el jazz que es analizada detenidamente por García Corona en esta sugerente investigación sobre la Escuela de Frankfurt. Efectivamente, para el autor de la Dialéctica negativa, los supuestos «elementos progresistas» del jazz eran un simple envoltorio que ocultaba «algo profundamente reaccionario» y, en ese sentido, reforzaba las cadenas de la dominación. Publicado en 1936 y firmado con el seudónimo de Hektor Rottweiler, «Sobre el jazz» es el primer texto en el que Adorno sugiere que este estilo musical es una manifestación de la mercantilización del arte bajo el capitalismo. Lejos de ser portador de un potencial revolucionario, para Adorno el jazz es simple y llanamente un reflejo «sadomasoquista» de la sociedad burguesa.
Como afirma Dussel en el prólogo de esta obra de García Corona, constituye positivo aporte para la filosofía y las ciencias sociales una reflexión crítica respecto de la Escuela de Frankfurt desde América Latina a partir de una visión descolonial.
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