POR JIM LOBE /
A partir de la Ley de Autorización de 2001, las Fuerzas Armadas de EE.UU. desarrolla programas militares operativos que denomina “antiterroristas” en cerca de un centenar de países. Estos incluyen operaciones antiterroristas en 17 naciones, cooperación y seguridad en 77, capacitación y guerra no convencional en un número indeterminado. En todos ellos se producen rutinariamente combates directos de soldados estadounidenses. Abusando de este marco legal, el Pentágono (Secretaría de Defensa) participa en hostilidades no autorizadas en muchos más países de los que el ha revelado al Congreso.
Guerras secretas
Dentro de la convulsa situación geopolítica planetaria EE.UU. lleva a cabo programas militares mundiales extensivos. En 2017 se apuntaba a la existencia de tropas de élite en 149 países. Las funciones de estas tropas incluyen combates sobre el terreno, pero realizados en baja intensidad, de modo que no desaten la magnitud necesaria como para ser denominados como ‘hostilidades’ susceptibles de sanción por el Congreso de los Estados Unidos; son las denominadas Guerras Secretas.
Estas no son solo operaciones de capacitación o suministro, son verdaderas maniobras orquestadas que causan cientos de muertos.
Las Fuerzas Militares estadounidenses participan en hostilidades no autorizadas en muchos más países de los que el Pentágono ha revelado al Congreso, y mucho menos al público, según un nuevo informe publicado recientemente por el Centro Brennan para la Justicia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.
“Afganistán, Irak, tal vez Libia. Si le preguntara al estadounidense promedio dónde ha estado Estados Unidos en guerra en las últimas dos décadas, probablemente obtendría esta breve lista”, según dicho informe titulado Guerra secreta: cómo EE.UU. utiliza asociaciones y fuerzas de representación para librar la guerra bajo el radar de autoría de la investigadora Katherine Yon Ebright, publicado en el sitio web del Centro Brennan para la Justicia el pasado 3 de noviembre.
“Pero esta lista está equivocada: al menos en 17 países Estados Unidos ha participado (últimamente) en conflictos armados a través de fuerzas terrestres, fuerzas delegadas o ataques aéreos… Esta proliferación de guerras secretas es un fenómeno relativamente reciente, antidemocrático y peligroso”, precisa en la introducción su autora, Yon Ebright.
“La conducción de hostilidades no declaradas en países no informados contraviene nuestro diseño constitucional. Invita a una escalada militar que es imprevisible para el público, el Congreso e incluso para los diplomáticos encargados de gestionar las relaciones exteriores de Estados Unidos”, agrega.
El informe de 39 páginas se centra en los llamados programas de “cooperación de seguridad” autorizados por el Congreso de conformidad con la Autorización para el uso de la Fuerza Militar de 2001, o AUMF, contra ciertos grupos que Washington cataloga de “terroristas”.
“Autodefensa colectiva”
Uno de esos programas, conocido como la Sección 127e, autorizó al Departamento de Defensa a “brindar apoyo a fuerzas extranjeras, fuerzas irregulares, grupos o personas involucradas en apoyar o facilitar operaciones militares en curso autorizadas por las fuerzas de operaciones especiales de los Estados Unidos para combatir el terrorismo”.
Según el informe, ese “apoyo” ha sido interpretado ampliamente, o, más exactamente, demasiado ampliamente, por el Pentágono. En la práctica, ha permitido a las Fuerzas Armadas de EE.UU. para defender a sus socios contra los adversarios (en lo que el Pentágono llama “autodefensa colectiva”). Dichas operaciones militares se llevan a cabo independientemente de si esos adversarios representan una amenaza para el territorio o las personas de EE.UU. y, en algunos casos, si los adversarios han sido designados oficialmente o no como objetivos legítimos en virtud de la AUMF de 2001.
En Somalia, en 2016, por ejemplo, las fuerzas estadounidenses invocaron la “autodefensa colectiva” para lanzar un ataque contra una milicia rival de las Fuerzas de Seguridad de Puntlandia (PSF), una brigada de élite que originalmente había sido reclutada, entrenada y equipada por la CIA y posteriormente asumida por el Pentágono en 2011.
Además, el Pentágono desplegó las PSF, que era en gran medida una milicia independiente del gobierno somalí, para luchar contra al-Shabab y el Estado Islámico de Somalia, a veces junto con las fuerzas estadounidenses, durante varios años antes de que el poder ejecutivo designara a este movimiento yihadista tildado de “terrorista” como objetivo legítimo. Nunca ha designado así a ISIS (Estado Islámico).
De manera similar, en Camerún, las fuerzas estadounidenses que acompañaban a una fuerza asociada en una misión de “asesoramiento y asistencia” terminaron disparando y matando a un adversario. El Pentágono ha utilizado un programa de la Sección 127 allí para perseguir a los líderes de Boko Haram, un grupo terrorista que “nunca ha sido identificado públicamente como una fuerza asociada de Al-Qaeda y, por lo tanto, un objetivo legal, según la AUMF de 2001”, de acuerdo con el reporte.
El Congreso estadounidense rara vez se entera de estos incidentes porque, según el informe, el Departamento de Defensa insiste en que son demasiado insignificanes o “episódicos” como para alcanzar el nivel suficiente y ser declarados como “hostilidades”. Esta situación activarían los requisitos de presentación de informes al Congreso en virtud de la Resolución de poderes de guerra de 1973.
Cooperación y seguridad
Sin embargo, una excepción se produjo en octubre de 2017 cuando cuatro soldados estadounidenses fueron desplegados en Níger bajo un programa relacionado de “cooperación de seguridad” conocido como Sección 333, que autoriza al Pentágono a “entrenar y equipar” fuerzas extranjeras en cualquier parte del mundo. Su presencia en el campo fue autorizada por una orden ejecutiva permanente, o “Exord”, que autoriza a las fuerzas estadounidenses a participar en combates en circunstancias particulares, una autoridad paralela de la cual el Congreso no había sido informado previamente. El incidente conmocionó a los legisladores que desconocían que las tropas estadounidenses estaban operando sobre el terreno en Níger.
“Tengo muchachos en Kenia, Chad, Camerún, Níger [y] Túnez que están haciendo el mismo tipo de cosas que los muchachos en Somalia, exponiéndose al mismo tipo de peligro y no solo en 127 ecos”, se jactó [Politico 7.2.2018] el general de brigada (retirado) Donald Bolduc, quien comandó las Fuerzas Especiales de EE.UU. en África hasta 2017 y ahora se postuló como aspirante republicano al Senado por New Hampshire.
“Hemos tenido hombres heridos en todos los tipos de misiones que hacemos”, explicó Bolduc.
Secret Wars
El informe [Secret War], que se basa en el trabajo publicado por reporteros de investigación, entrevistas con funcionarios expertos y personal del Congreso, documentos y registros oficiales, así como el análisis de la autora, identifica 13 países con programas de la Sección 127e además de Somalia y Camerún. Incluye Afganistán, Egipto, Irak, Kenia, Líbano, Libia, Malí, Mauritania, Níger, Níger, Nigeria, Siria, Túnez y Yemen. Pero el reporte insiste en que es casi seguro que la lista no es exhaustiva.
Cincuenta países, desde México hasta Perú e Indonesia y Filipinas (donde se sabe que las fuerzas estadounidenses han participado en operaciones de combate), así como en 22 países de África del Norte y subsahariana (sin mencionar a Ucrania) el Pentágono ha ejecutado programas militares sustentados en la Sección 333 a mediados de 2018, según el informe.
Guerra no convencional
Quizás incluso más peligrosos que los planes antiterroristas de la Sección 127e, según el informe, son los programas de cooperación de seguridad realizados de conformidad con la Sección 1202 [Unconventional Warfare] de la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2018. Usando un lenguaje que refleja la Sección 127e, esa disposición va más allá de los propósitos antiterroristas de la Sección 1273e al autorizar el “apoyo” a las fuerzas asociadas para ejecutar acciones “de guerra irregulares por parte de las Fuerzas de Operaciones Especiales de los Estados Unidos”.
La “guerra irregular” es definida por el Departamento de Defensa como “competencia… por debajo del conflicto armado tradicional” o “guerra total”. Los funcionarios del Pentágono han descrito la Sección 1202 como “una herramienta muy útil para permitir operaciones de guerra irregulares… para disuadir y derrotar… poderes revisionistas y regímenes rebeldes”. También han insistido en que es probable que se dependa cada vez más de la guerra irregular a medida que el Departamento de Defensa comienza a “priorizar la competencia entre las grandes potencias”.
“En términos generales, el propósito de la autoridad de la Sección 1202 es adoptar el enfoque de la Sección 127e del departamento de crear y controlar fuerzas asociadas y ejercerlo contra países como China, Rusia, Irán y Corea del Norte”, según el referido informe.
“La sección 1202, en resumen, plantea el mismo potencial que la § 127e para hostilidades que el Congreso no ha autorizado, pero con consecuencias mucho más graves porque el enemigo podría ser un estado poderoso con armas nucleares”.
Dado el aumento de los riesgos, simplemente derogar o reformar las “AUMF obsoletas y sobrecargadas… [es] insuficiente”, precisa el informe.
Y concluye señalando: “El Congreso debería derogar o reformar las autoridades de cooperación en seguridad del Departamento de Defensa. Hasta que lo haga, la nación continuará en guerra, sin, en algunos casos, el consentimiento o incluso el conocimiento de su gente”.
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